¡Llegada a La Paz!
Llegamos a un Terminal enorme, diverso y cosmopolita. Se veía todo tipo de seres humanos. Ya que estábamos allí, decidimos comprar inmediatamente los pasajes de regreso a Arica para el día miércoles desde las 6,15 y así llegar a la ciudad de la eterna primavera a las 16 horas, que permitiera a las viajeras sureñas un tiempo de descanso. Luego, a buscar un taxi que nos lleve al Hotel España. Detuvimos varios taxis en un maremágnum de ellos en las afueras del Terminal. ¡Ninguno sabía dónde era aquello! Patito (siempre Patito) debió ir a informaciones a solicitar más información (valga la redundancia) para entregar a taxistas. Finalmente alguien pudo llevarnos por 25 bolivianos (= a 2,500 pesos +/-).
El Hotel (recomendado por una conocida de Sibella cuando estábamos en Terminal de Arica) estaba en sector céntrico y tenía una entrada fastuosa. Se notaba que debió haber sido un palacete en su época. Bajar por sus escaleras era para sentirse como alguien de la nobleza, pero subir aquellas escalinatas, con un rellano intermedio y separación de escalinata, no resultaba muy digno... resultaba cansador, ¡ufff!, y eso que estábamos acostumbrados a caminar. Claro que no era lo mismo ambular en un terreno plano que subir peldaños a 3.600 metros s.n.d.m. (aunque no sé cómo medirán el "nivel del mar" en Bolivia, jajaja).
Negociamos el costo del hospedaje, hasta llegar a 12.500 pesos cada uno la habitación doble con baño privado. Tenían un desayuno de cortesía consistente en una taza de café o té, con una pan con mermelada y margarina, más un vaso de jugo, nada extraordinario pero que nos evitaba gastar en esta colación. Poco después de las 20 horas estábamos instalados en nuestras respectivas suites, que, además, nos aportaba jabón, toalla y papel higiénico (especifico esto pues no en todos nuestros alojamientos tuvimos la misma suerte) .
Nos dimos el resto de ese día y el sábado para recorrer algunos lugares de La Paz y el domingo partimos en un tour, el único que contratamos, toda vez que no daba para más el tiempo y que andábamos "a pata".
Las ruinas de Tiwanaku
A las 8,45 nos pasaron a buscar al hotel. El vehículo de locomoción era un furgón utilitario, de aquellos cuyo tercer asiento derecho de cada fila se pliega para permitir un pasillo de circulación, asiento que es más angosto, inestable y con un respaldo más pequeño. ¡Precisamente ese asiento me tocó en suerte, pues el furgón ya llevaba 7 personas (¿o 6? Bueno, para el caso., no importa) al interior! A pesar de lo incómodo, tenía la gracia que estaba a orilla de ventana y eso me permitía tomar fotografías de lugares y curiosidades que se iban asomando a través del vidrio.
Una hora y media de viaje, con un total de 12 turistas, un chofer y un guía llamado Juan Choque Quispe, apellidos muy comunes en su país. Él nos explicó que muchos de sus apellidos estaban relacionados con los oficios de las familias. Por ejemplo, "Choque" significa "oro" (oficio relacionado con la búsqueda, extracción o trabajo del oro), mientras "Quispe" hace alusión al oficio del "sacerdocio", por la línea materna.
El tour contemplaba la visita a dos Museos y a un Sitio Arqueológico, donde estaban las ruinas propiamente tales, además del almuerzo en un restaurante del pueblo.
Cuando llegamos a la ciudad de El Alto comenzó el aprendizaje. Allí nos habló de los Cholets (edificios a medio terminar para evitar el pago de impuestos), el uso mayoritario de ladrillo en la construcción por un tema de costo considerando que hay fábricas nacionales que lo elaboran. Allí nos informamos del millón de habitantes existentes tanto en La Paz como en El Alto, según el censo de 2012, aunque era posible que la última ciudad actualmente superara en población a La Paz debido a su mayor crecimiento. Nos habló de la Educación Superior gratuita para los bolivianos, aunque no era fácil su acceso, así como la coexistencia de 4 idiomas en el país: el aymara, el guaraní, el quichua y el español.
Frente a una leyenda que vimos al pasar que versaba "Ladrón pillado, ladrón quemado", nos explicó que era una advertencia, así como unos muñecos colgados en algunos postes que ya habíamos visto el día que llegamos. Hubo un momento en que la delincuencia alcanzó tales límites en aquel lugar, que la ciudadanía tomó la decisión de hacer justicia por su propia mano, dando muerte al delincuente si lograban su captura, antes de que llegue la policía a intervenir. Esa medida extrema, nos comentaba Juan, había disminuido bastante la delincuencia, aunque aún existía; por ello, las advertencias continuaban vigentes.
Algo le preguntamos de las próximas elecciones (el Referendum del 21 de febrero) y se notó claramente que no era partidario de un nuevo mandato de don Evo Morales. Nos señaló que la opinión del país estaba dividida, que no se sabía realmente cuál sería el resultado del Referendum, pero que ya con los tres mandatos de Evo era suficiente y se necesitaba que se le diera la posibilidad a otra persona (clarito nos quedó, jajaja). Estas dos posturas antagónicas las pudimos ver claramente en muchas calles, especialmente en El Alto, donde se notaba que los rayados del NO (en color blanco) habían sido pintados completamente para escribir encima, en color verde, un SÍ, con algunas frases demagógicas como "para seguir avanzando", "para un mejor futuro" , "Sí con EVO" y...blablablá... Junto con ello, en muchas partes de la carretera, donde había anuncios de proyectos de agua o de otro tipo, aparecía la fotografía del presidente al lado.
Las cholitas paceñas fue otro tema de aprendizaje. Antes, el apelativo "cholita" era discriminatorio, pero en la actualidad no. Es un personaje típico, que hace notar su estatus a través de su vestimenta y adornos en las fiestas andinas. Las más adineradas lucen su poder económico a través de sus sombreros, sus chales, sus faldas y sus joyas. También es costumbre ponerse incrustaciones de oro en la dentadura, lo que indica la posición elevada de la damisela en cuestión. Debido a que la gordura es símbolo de fecundidad, ellas, para ser más apetecibles, llevan varias faldas sobre su persona (5 ó 6 faldas, lo que efectivamente comprobamos en los días que estuvimos allá, especialmente en el bus utilizado en nuestro viaje de regreso, aunque, obviamente no contabilizamos las polleras). La Cholita casada tiene numerosos pliegues en sus faldas, mientras que las solteras con deseos de casarse, dejan ver las enaguas bajo las faldas. ¡Toda una estrategia!, que no se aleja mucho de lo que sucedía en tiempos de nuestros padres y abuelos. Yo recuerdo haber oído decir, en broma, que cuando a una mujer se le veía la enagua era porque andaba buscando novio o marido (esto, en nuestro Chile de unas décadas atrás).
Pasamos por un pueblo que se llamaba Laja y por otra serie de pequeñas comunidades, que se extendían a lo largo de la meseta altiplánica, sin orden ni concierto (al parecer) antes de llegar a Tiwanaku.
El pueblo se organiza, en la actualidad, a orillas de la línea férrea y de las Ruinas. Cerca de allí nos detuvimos.
A un lado se encuentran el Museo Lítico (donde se exponen y conservan los vestigios pétreos de la Cultura de los Tiwanaku, monumentos, esculturas, trozos de sus construcciones y otros) y el Museo Cerámico, con variada muestra de vasijas y utensilios utilizados en la vida doméstica, espiritual y artística de los tiwanacos.
Anduve pasando susto en el primer museo cuando, luego de sacarle una foto a mi hermano, se acercó un guardia o policía a exigir que borre las fotografías o me requisaba la cámara. Obviamente, preferí borrarlas. Eran apenas tres, ¡por suerte! El guía nos había advertido que no se podía tomar fotos en las salas, yo entendí que se refería a las vitrinas principalmente. Además, había visto a otros turistas con su celular, así qué me dijeron a mí.
Jajaja, habría sido tragicómico que el grupo se hubiera reducido a tres si me hubiera dado mi rato de furia producto de la prepotencia del guardia. Lo importante es que no fue así y, opté por memorizar lo que pude y anotar algunos antecedentes claves, para no olvidar tan fácilmente la clase en terreno que estábamos teniendo.
De acuerdo a lo aprendido, todo el lugar era un Centro Ceremonial, Político y Religioso de esta Cultura Preincaica, cuyo dominio abarcaba parte de los países de Perú, Bolivia, Argentina y Chile (por el norte; recuerdo que cuando, en uno de los tours que hicimos en San Pedro de Atacama, fuimos a ver los Petroglifos de Yerbas Buenas, nos hablaron de esta cultura, que dominó tierra y habitantes atacameños precolombinos).
En Tiwanaku existen restos de las siguientes construcciones:
& Templo de Putuni
& Templo de Kalasasaya
& Templete Semisubterráneo
& Puerta del Sol
& Templo de Kantatallita
& Pirámide de Pumapunku
A lo anterior, propiamente de origen tiwanaku, cabe agregar los dos Museos mencionados, que preservan restos hallados en los distintos sitios señalados. En el Museo Lítico se destaca el Monolito Pachamana o Monolito Bennett, una escultura de 7 metros de altura y 20 toneladas de peso, que nos llevó a pensar en nuestro Moais, cuyo nombre se debe al arqueólogo que lo descubrió (en el Templete Semisubterráneo). Es una escultura fabricada de una sola pieza, con numerosos símbolos relativos a las creencias ancestrales del pueblo en relación a la jerarquía, a la imagen par de hombre-mujer (cóndor-pez), con figuras del Sol andino y el saludo ceremonial que muestra la mano derecha en el corazón (que da y otorga) y la izquierda en el estómago (que recibe) . Este monolito data del año 200 d.C. aproximadamente. También se destacan las esculturas de los Chachapumas u hombres-guerreros.
Se cree que este pueblo surgió hacia el año 1500 A.C. mientras que entre el 1.100 y el 1.200 d.C. se produjo su decadencia debido a una gran sequía. Juan nos mencionó que, en los últimos años se ha tenido un cuidado especial de las ruinas, tanto así, que hacía unos días había estado el Presidente Evo en un altar erigido en el Templo de Kalasasaya participando de una ceremonia religiosa. Pudimos ver los restos de las ofrendas quemadas en el lugar. Pero también hubo un Presidente al menos, que transformó estas ruinas en una verdadera cantera, donde venían los interesados a buscar piedras que les eran vendidas. No nos dijo el nombre, así que no puedo especular quién pudo haber sido, aunque no me extrañaría que haya sido un militar (no sé por qué me tinca, jajaja, es que tienen una visión tan especial de la historia y del arte estos señores) .
En el Museo Cerámico tienen un lugar especial los sahumadores, vasijas ceremoniales que hacían las veces de incensarios en las diversas ceremonias de los tiwanacos, algunos antropomorfos y otros zoomorfos. El cóndor, el puma, el pez son figuras importantes en su cosmovisión. Hay uso del colorido en sus telas y en sus vasijas de cerámica (cuatro colores, cada uno de los cuales aludía a un elemento de su mundo), así como diversas figuras, entre ellas, la Chacana , la cruz andina, que también aparece en las construcciones como un símbolo clave de su mundo. En cuanto a los metales, trabajaron el oro, el cobre y la plata, aunque también pudimos ver joyas con aplicaciones de spóndylus, correspondiente a la caparazón de un molusco, de color anaranjado.
Cuando comenzamos a recorrer el Sitio Arqueológico pudimos tomar fotografías sin restricciones (¡¡ufff!!) y pude experimentar los especies de "parlantes" que usaban estos antepasados. Era una piedra grande, ahuecada, imitando el interior de un oído humano. Hice la prueba: puse mi oído y pude escuchar nítidamente lo que conversaba un grupo de personas a unos 50 metros. Claro que mi experiencia terminó cuando la chistosa de mi hermanita me gritó un "piropo" (pura envidia, digo yo, jajaja).
Ya al interior de las Ruinas, no dejamos de admirar la maravilla arquitectónica, con conocimientos astronómicos avanzados, que utilizaron en la orientación que dieron a sus construcciones, con distintos niveles, con sistema de caídas de agua por medio de canales, con la unión de las piedras con especies de tarugos pero pétreos, con cortes precisos y perfectos, con la figura de chacana en varios de las piezas de las construcciones, lo que resulta admirable.
Nos fotografiamos en la Puerta del Sol, en la cual se distingue una figura de elefante entre todas las otras (lo que hace suponer que sus artífices viajaron a otros lugares). Vimos los tumulos que marcaban las "piezas" de los sacerdotes en el Templo de Kalasasaya , el Monolito Ponce, el Monolito Fraile y el Templete Semisubterráneo.
Se accedía a él gracias a una escalera, pues estaba bajo nivel. Sus paredes de trozos de piedra cuadrados estaban combinados con cientos de cabezas en relieve, también de piedra y de distinta forma. ¡Impresionante!
Hubo algunos sectores que no alcanzamos a apreciar. El cielo se había oscurecido muchísimo, el viento había aumentado y comenzaban a caer las primeras gotas de lluvia. ¡Los dioses ya no querían más nuestra presencia hollando sus lugares sagrados! Nos vimos obligados a volver al furgón. Ya era hora de almorzar.
Llegamos con lluvia torrencial al Restaurante (sólo a unas cuadras), pero estaba tan lleno con otros turistas que nos habían ganado la partida, que nuestro guía decidió llevarnos a otro local: un Eco-Restaurant. Fue un acierto; estaba prácticamente vacío, la ornamentación era preciosa y la comida propia del lugar aunque a elección.
Elegí sopa de quínoa y, el principal, carne de llama con acompañamientos, todo en pequeñas cantidades: un poquito de arroz blanco (muy bien preparado), arroz café, quínoa, unas zanahorias, unas rebanadas de plátano frito, unas rodajas de tomate (no vayan a creer que fue un enoooorme plato de comida, todo fue en pequeñas porciones, adecuadas a mi estatura, jajaja).
Una vez disfrutado nuestro almuerzo, ya habiéndose calmado la lluvia, por un rato al menos, fuimos a visitar la Pirámide de Pumapunku, de la cual sólo quedaban algunos restos, pero en ellos, pudimos igualmente apreciar el conocimiento, la habilidad y el enorme trabajo realizado por los integrantes de esta cultura.
Antes de volver a La Paz, dimos unas cuantas vueltas por el lugar buscando a una pareja de jóvenes que pertenecían al grupo, pero que no se habían inscrito en el almuerzo, por tanto, se habían separado de nosotros. No se les encontró. O se fueron antes o después con otro grupo o cruzaron alguna puerta astral que los llevó a otro tiempo. ¿Qué pasó con ellos? No lo supimos realmente.
Al volver a la ciudad la lluvia arreciaba sobre El Alto. Muchas Cholitas corrían bajo la lluvia, cruzando la calle, con sus zapatos bajos con aberturas. Otras, seguían expendiendo sus productos, tratando de guarecerse lo mejor posible bajo unos techos de lona o plástico. Los bocinazos le hacían la competencia al sonido pluvial; la demora se eternizó.
Fue un tour extraordinario, con un guía de lujo y con un grupo que compartió cordialmente a la hora del almuerzo. Nos despedimos de Juan y agradecimos todo su aporte.
Después de conocer los vestigios de la Cultura Tiwanaku, me asiste la sospecha que yo debo haber pertenecido a ese pueblo.
-¡Jajaja! ¡Veo que estás bromista!
- Para nada... Claro que siempre que exista la reencarnación...
- ¿Crees en aquello?
- Tanto como en Dios o en los extraterrestres, jajaja...
- ¡Vaya, vaya!
- Es solo una teoría: desde hace un tiempo me atrae sobremanera un tipo de greca que sabía que era precolombina, pero ahora confirmé que su origen es de esta cultura. Por tanto, teórica y místicamente, mis ancestros debieran provenir de este pueblo. Claro que si yo fui uno de ellos, no puedo haber sido menos que una princesa, jajaja.
Fuera de bromas, la atraccción que estos últimos años ha ejercido en mí esta figura me ha inducido a comprar y usar anillos, aros, colgantes, pulseras, ruana o chal con aquel motivo. Y si el tiempo no es lineal, sino cíclico como creían nuestros antepasados, cualquier cosa podría suceder. ¿No creen ustedes?
No hay comentarios:
Publicar un comentario