Haciendo una breve encuesta entre mis colegas acerca de esta interesante pregunta, debo señalar que no hubo consenso. El "depende", "a veces sí", "a veces no conviene", formó parte de sus variadas respuestas.
Colega 1: creo que no siempre es bueno, pues de tanto pensar alguna situación, al final me enredo.
Colega 2: Hay situaciones en que uno debe pensar muy bien los pasos a seguir, no puede arriesgarse.
ColegO: Depende... A veces he pensado mucho algunas decisiones y finalmente no hago algo y me doy cuenta después que fue lo mejor; en cambio, otras veces, actúo sin pensar y también me resulta.
Colega 1: En el caso de las relaciones personales, si me pongo a analizar, examinar y evaluar mucho, al final es peor, así que en ello no hay que pensar mucho, porque, por pensarlo demasiado se complica todo.
ColegO: Yo de repente pienso, por ejemplo, en dejarme crecer el pelo, pero ...¡me como un griego y...se me pasa! ¡jajaja!
Colega 2: ¡Tremendo aporte! ¡Como siempre!
No hubo más tiempo para seguir compartiendo ideas y pareceres...más que saberes. ¡Sonó el tiiiiimbreeee!
La verdad, no es una muestra muy numerosa, pero buscaré otra oportunidad de consultar acerca del mismo tema a otros congéneres de mi gremio. Mientras tanto, reflexionemos.
En primer lugar, partamos de la premisa que el hecho de tener dos extremidades inferiores (es decir, dos "patas"), además de pensar, nos permite caminar derechitos.
- ¡Jajaja! ¡Me haces tanto reír!
- ¿Qué te hace reír? ¡Me lo puedes explicar!
- ¿Qué relación hay entre caminar en dos pies y pensar?
- ¿Cómo que no hay relación? : somos bípedos, por lo tanto, somos pensantes.
- ¿Qué pasa con ellos?
- Son bípedos y, hasta donde yo sé, no piensan. Y junto con ellos, todas las aves, pájaros y muchos insectos de este mundo se sostienen sobre dos patitas ...y no piensan...
- ¡Upps! ¡Falló mi teoría!
- jajaja. ¡Hasta los chorlitos tienen dos patitas ...y no piensan! Prueba de ello es que de los humanos "poco pensadores" se dice que son "cabezas de chorlito".
¡Humm! Parecía una buena teoría y aunque tenía patas carecía de cabeza al parecer (la teoría, jajaja).
Bien, sigamos...
Sin duda, la capacidad de pensar es la que nos distingue de todos los demás seres vivos. Al menos, es lo que sabemos hasta ahora. Entre tantos otros, Descartes dejó para el bronce y la posteridad, la famosa expresión "Cogito, ergo sum", que establece la capacidad de pensar como condición de la existencia humana.
"Pienso, ¿luego existo?" Pero ¿cuánto y cómo? Porque hay formas y formas de pensar; hay existencias y existencias. ¿Tendrá relación la forma y calidad del pensamiento con la calidad de nuestra existencia?
Después de darle vueltas un rato a esta profundísima interrogante existencial, deduzco que alguna relación debe haber (jajaja).
Me explico:
Si una persona desarrolla su pensamiento a cabalidad (hablo de un pensamiento reflexivo y analítico), su vida debiese reflejar esa mayor calidad de su reflexión. ¿Por qué? Muy simple: su mayor capacidad le habrá permitido llegar a ser un profesional, con una mejor remuneración y mayores oportunidades de desarrollo. Al contrario, si el razonamiento es sin profundidad va a mantener a esa otra persona muy cercana a los seres no pensantes, pues sólo alcanzará un estadio básico de evolución intelectual.
Volviendo a la expresión de Descartes, y considerando que en esta vida todo acto positivo pareciera tener siempre su lado inverso: el blanco, el negro; lo bueno, lo malo (las morenas, las rubias, jajaja) podría yo decir que quien NO piensa NO existe.
¡Guau! Eso nos enfrenta a un grave problema : si todos los seres no pensantes NO existen, ¿qué son, entonces los animales, los vegetales, las cosas? ¿Imaginación pura, fuegos fatuos?
Frente a esta nueva y tremenda pregunta, caben dos posibilidades...o tres , más mejor...
1. Vivimos en un mundo estilo Matrix, donde todo parece ser pero no es.
2. Los animales, vegetales y cosas tienen, igualmente, un "pensamiento" rudimentario y por lo tanto existen, pero de otra manera (digamos que clasifican en una categoría de "indigentes" en cuanto a calidad de vida-pensante, en comparación con la categoría de A-B-C-1 de los humanos).
3. Descartes se equivocó: no es esta capacidad humana -el raciocinio- una prueba fehaciente de su existencia.
Capaz que esto último nos lleve a encontrarles algo de razón a quienes hablan del denominado "libre albedrío", ese preciado "don" que se nos entregó junto con la vida y que nos otorga la atribución de elegir lo que queremos ser (dentro de nuestras limitaciones, claro está, si no es para tanto el regalo, jajaja).
En fin, volviendo a las tres posibilidades que nos deja el análisis realizado, habrá que descartar la número 1 (salvo que aparezca por allí un conejo blanco al que seguir) y, haciéndole una pequeña modificación a la número dos, analizar más en profundidad el pensamiento de René Descartes (posibilidad tres).
Lo que sí queda claro que si queremos gozar de las cosas pequeñas y cotidianas, no es relevante, en estos casos, restarle la magia a esos momentos gratos del día a día, transformándolos en objeto de análisis. En cambio, si la situación es relevante, es mejor pensarlo bien, sobre todo si tiene que ver con la tranquilidad de tu vida, con tu trabajo, con tu salud, con tu vida en pareja. No obstante y sin que esto signifique contradicción, tampoco esto implica ser más papista que el Papa. A veces, como decía la Colega 1, no puede uno estar desmenuzando una relación, pensando que si me miró, que no me miró, que si me dijo, que cómo me lo dijo, que no me dijo lo que debía decirme, etcetcetc. En estos casos no hay que complicar tanto las cosas. La vida en pareja no es tan fácil como uno quisiera. Los ajustes que deben hacer estos dos seres desconocidos (mayoritariamente) cuando decidan llevar una vida en común son muchos (tienen infancias, costumbres, creencias, historias de vida que pueden ser parecidas pero miradas y vividas desde una perspectiva diferente, si pensamos en hombre-mujer), como para poner bajo la lupa, cada vez, un acto o no-acto.
También hay momentos en que la urgencia es tanta, que no se tiene todo el tiempo que uno hubiera deseado para pensar y analizar los pros y contras, pues es imperativo actuar ...o no hacerlo. En aquellas situaciones, simplemente hay que confiar en el instinto, en el sexto sentido, asumiendo las consecuencias si hay error.
Por último, si piensas mucho o poco, si observas las cosas desde distintos ángulos o sólo por el frente, si planificas todo o no planeas nada, todo es cuestión de gustos, de autoexigencia o de capacidad. De todas maneras, por si acaso, te recordamos que hay personas y cosas que, por más que reflexiones, van a seguir exactamente iguales. Una de dos: o los aceptas con "fallas" o utilizas tu ticket de cambio (jajaja).
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