No quería moverme. Estaba tan calentita en palacio, con todas las chimeneas encendidas, con el café caliente a mano y bien abrigadita, que dejaba pasar los minutos y no me decidía a salir. Afuera el cielo estaba despejado aunque hacía muuuuchooo frío. Parece que no marcábamos números negativos, pero estábamos en el límite (en cuanto a la temperatura me refiero). ¡No había remedio!, debía salir a realizar un trámite, todo sea por la comunidad (este espíritu de servicio tiene sus bemoles). Necesitaba acercarme a una Notaría. No me quedó otra cosa que cambiar mis pantuflas por zapatos de calle, buscar una parca, peinarne un poco (no vayan a creer que en palacio esta Principessa que viste y calza anda despeinada, no, señores; sucede que siempre hay echarse "una manito de gato" antes de exponerse al público, a las cámaras o...a los paparazzis, jajaja). Ya eran pasadas las "sonce" cuando hice abrir los portones de palacio para salir al exterior. El viento helado abofeteó mi faz, ¡brrrr!, y debí contenerme para no regresar a buscar más ropa de abrigo.
Me dirigí a la Notaría que tenía más cerca, a dos cuadras. Como siempre, tenía bastante público. Saqué el papelito para mi turno de atención, para el que distaban 5 números (pocos pero no eran muy rápidas las funcionarias). Unos veinte minutos y me tocó, ¡bravo!...pero, el documento que necesitábamos no lo entregaban allí, sino en el Edificio Esmeralda. "¡Chanfles!", me dije. ¿Dónde estará la Esmeralda a estas alturas? ¿En Iquique, en Valparaíso o en Talcahuano? (jajaja). Salí del local asegurándome, antes, del nombre del documento (miren que en esto de lo legal, no es lo mismo una copia legalizada que una protocolización o que una escritura). La funcionaria debe haber pensado "Pobre, Principessa, ya le cuesta entender" (jajaja).
Al abandonar este sitio (en calle Campos), me dirigí sin dudar lo más mínimo a calle Bueras, a la misma altura (cercana al Paseo Independencia). Caminé por el Paseo, sintiendo el frío, a pesar de la hora que era ya (11,30 pasadas). Casi en estado de "chupete helado" logré avanzar dos cuadras, cuando de pronto, "¡Upppss, ¿Edificio Esmeralda...Edificio Esmeralda? ¿Queda en Bueras? ¡Noooooooo! ¡Queda al lado de la Notaría en que estuveeeee!" ¡Qué lapsus! Se notaba que mis neuronas se habían congelado y no estaban procesando bien. ¡Vueeelta! ¡Qué tontera más grande! ¡A tí no más te suceden estas cosas, Principessa!
Edificio Esmeralda, tercer piso, ascensor. El único disponible es el de los pisos pares. ¡Diablos! A subir escaleras "más mejor". Me sirve de ejercicio en esta helada mañana. Efectivamente en ese lugar elaboraban el documento que requeríamos. Me dieron las indicaciones (faltaban antecedentes) y me retiré. Lo bueno del trámite fue que, si bien no avancé mucho en él, al menos me atendieron rápido (jajaja). Ahora, ¡a palacio!
Iba a dirigirme hacia mi dulce hogar, cuando recuerdo que al día siguiente debía ir a una Premiación, pero no como invitada, sino como premiada, ejem (entre unas cuantas decenas, jajaja). A la Ceremonia concurríamos con la Directora de la Sede CPECH Rancagua con 5 colegas más, que habíamos obtenido Excelencia Académica por nuestro labor del año 2014. El lugar del evento ni siquiera lo había averiguado, pues nos trasladarían hasta allá, sólo sabía que estaba en la Gran Capital. Al acordarme de esta actividad, se me ocurrió que lo ideal, para darle realce al momento, era que me emperifollara "ad hoc". Por lo tanto, eso requería pasar por un par de tiendas al menos. Tenía unos hermosos pares de zapatos, comprados hace un par de meses, que aún no los estrenaba, pues no había logrado la combinación perfecta. Esta ocasión sería el momento preciso. El único inconveniente era que contaba solamente con 35 minutos aproximadamente para realizar una tarea que, habitualmente, podría llevarme un par de horas.
Así que, a la velocidad de un rayo, me dirigí al Mall. Iría a Ripley y Falabella, a buscar un vestido o un abrigo elegante del mismo tono (color beige). Al ingresar a Ripley, desde lejos vi un maniquí precisamente con lo que andaba buscando. ¡Después de todo, la suerte me acompaña!, pensé. Era una mezcla de capa-tapado preciosa. Miré el precio. ¡Guauuu! Hasta allí llegó mi entusiasmo: costaba ella solita ¡¡¡$ 129.900!!! Principessa soy, pero nunca tanto como para gastar esa cifra en una prenda. ¡No importa!, me dije. Recién hemos comenzado.
Los esfuerzos fueron infructuosos en aquel local: no había nada que correspondiera a lo que yo buscaba y que estuviera a un valor razonable. Entonces, ¡a Falabella los boletos! Una vez al interior, vi un par de abrigos (un montgomery, na' que ver) y otro más adecuado al momento (69 lucrecias), pero aún caro para el presupuesto de una integrante de la aristocracia rancagüina "venida a menos". Me acerqué al sector vestidos. ¡Uyuyuyuyuy! Había unos vestidos espectaculares, de ésos que me gustan, con aplicación en otro color, que afinan la figura (si cabe, jajaja). Encontré cuatro de distintos colores y modelos, a un precio principesco (es decir, razonable, jajaja). Busqué mi talla y partí, raudamente, al probador (ya me quedaban sólo unos minutos). Para ser honesta, debo señalarles, que el espejo me devolvió una estupenda imagen (jajaja)...de frente. De perfil, ....¡humm! ...ya no tanto...
- ¿Qué pasó? ¿Tenían alguna falla los vestidos?
- ¡Nooooo, no eran los vestidos, la falla la tenía yoooo!
- Jajaja...¿Muchos "rollitos"?
- ¡Síííí! ¡Los vestidos me mostraban una realidad que me cuesta aceptar! ¡Debo hacer DIETA! Eran de mi talla y parecía una verdadera Yayita de perfil...o una colombiana o portorriqueña de ésas que suelen verse en Santiago o Antofagasta, jajaja.
- Pero, ¿qué tal las prendas?
- ¡Lindas! Tal como a mí me gustan ...y estaba dispuestas a invertir en ellas....
- ¿A "invertir"? Jajaja....¿Qúe ganas con esa "inversión"?
- ¡Mucho! Aunque nada material, ya lo sé. ¿Acaso no es "ganancia" sentirse más regia y más segura?
- Bueno...a decir verdad, sí lo es... Mejoras tu autoestima y tu imagen... aunque me asalta una duda: ¿No dijiste que te quedaban algo "apretaditos" los vestidos?
- ¡Bien apretados! Es que, además, a los rollos se agrega que la tela es medio elasticada...
Doña salió del Probador cruzando los dedos, rogando mentalmente para que la suerte le acompañara y lograra encontrar la talla superior, en cada caso, de lo que necesitaba. Estaba dispuesta a comprarlos todos... ¿Segura? ¿Hummm? Buscó, buscó y...rebuscó. Sólo encontró dos, y uno de ellos, con aplicación de color blanco-invierno, no estaba todo lo límpido que debiera: alguien, al probárselo, lo había dejado algo sucio. ¿Lo llevo, no lo llevo? Me daba cuenta que la mancha era propia del polvo, pero podía no salir al limpiarla y...perder 35 luquitas no le parecía muy gracioso.
Salí de Falabella con tres vestidos y una cuenta corriente con 100 lucas menos, jejeje, más la tarea de limpiar el vestido sucio, pero más contenta que unas pascuas. Claro que me arriesgué sólo porque la vendedora colocó la correspondiente observación en la boleta, para devolverlo si fuera necesario.
No había conseguido el color que buscaba, pero ya tendría tiempo más adelante para buscar con detenimiento. Es que cuando se quiere, sin duda, se puede...xD
En cuanto al resto del día, mis clases, estuvieron muy bien, animosas y productivas, terminando la jornada de una manera espectacular: disfrutando ni más ni menos que del Concierto de Quilapayún en el Teatro Regional del Reyno.
- ¡Eso, Principessa! Tuviste lo que se llama un día redondo...
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