domingo, 21 de junio de 2015

Cicatrices, tatuajes y ....otras hierbas...

     Rascándome la palma de la mano izquierda mientras dirijo la mirada hacia los alumnos que desarrollan en silencio su guía de trabajo, en espera de que alguna mente inquieta por el saber lingüístico requiera de mi persona para aclarar alguna duda, sin proponérmelo, reconozco al tacto una cicatriz de unos 3 centímetros,  existente en la base del dedo pulgar de la mano ... ¿derecha o izquierda? ...¡Derechaaa! ¡Diablos, he tenido problemas de lateralidad toda mi vida; con razón me costó tanto aprender a conducir! (...y dejé de hacerlo, por suerte...para los demás).
  ¿Cuántas cicatrices arrastra (no),  guarda (tampoco), atesora (menos), exhibe (jamás),  aloja (¿o aloha?, jajaja) cada uno de nuestros cuerpos? 

      Cicatrices de diferente tipo, origen, dimensión, ubicación, forma... Cicatrices en el cuerpo, cicatrices en el alma...
   Hubo un tiempo en que las cicatrices eran verdaderos trofeos de guerra, especialmente  en el ámbito varonil: eran evidencias de una vida de lucha, de valentía, de defensa de lo propio y comunitario, eran signos de autoridad, generosidad y entrega. Había, y hay aún, tribus para las cuales siguen siendo significativas.
   Hoy, en nuestro medio, mientras menos cicatrices visibles, mejor. Incluso hay cremas para borrarlas (Cicatricure).  Hemos desarrollado el culto por lo bello y esto, desde nuestra perspectiva, significa tersura, piel sin manchas ni marcas, menos arrugas o líneas de expresión, qué decir de cicatrices que sean una huella indeleble de algún momento que se quiera olvidar y que, para desgracia del afectado/a, se recuerde cada vez que se refleje en el espejo. Seguro que, por ello, la autoestima tendrá un significativo retroceso, absolutamente entendible, con los cánones de belleza de nuestros tiempos. 
   Sin embargo, esto ha ido cambiando. Muchos jóvenes en la actualidad parecen estar en una guerra declarada  con el espejo, realizando uno y otro ataque contra su cuerpo a través de aros, piercings, extensores y otra serie de adminículos instalados en orejas, nariz, pómulos, cejas, labios, lengua, pera, ombligo y otros sitios menos visibles y...más incómodos, me imagino. A ello se agregan, los numerosos y llamativos tatuajes que, en algunos casos, impiden ver la piel original de sus cultores. 
   ¿Es un nuevo canon de belleza o son gritos de individualidad, de la  afirmación del yo, de golpes simbólicos a las posturas tradicionalistas y conservadoras de una sociedad ídem? ¿Son aullidos silentes,  pero visibles, de negación, de disconformidad con el propio yo? ¿O simplemente son el seguimiento de una moda?
   No estoy en contra de que la gente quiera asentar su propia individualidad; tampoco, con el uso de su cuerpo a entera libertad en tanto no perjudique a otros. Pero aún  cuando a mí "no me vaya ni me venga", debo señalar que...


- ¿Qué!!!? ...te estoy leyendo....

- Jajaja, ¡cuándo no!
- ¡Perdón... por la interrupción! ¡Continúa no más, ....te autorizo! Jajaja.
-... estaba diciendo que no me gustan,...más bien me desagradan, me incomodan todos esos adminículos utilizados en el cuerpo y los tatuajes. 
- ¿Eso significa que tú no te harías nunca un tatuaje?
- ¡Noooo! Menos a estas alturas, ...resultaría...¡patética! 
- ¡No dejas de tener razón! ¡Bien patética te verías! Jajaja.
- ¡Uyyy! ¡Estás de Miss Simpatía hoy, parece! 
- ¡No te molestes, si estaba bromeando! ...Oye...
- Dime
- ¿Le habrías aceptado a tu Infanta que se hubiera hecho algún tatuaje? 
- Si ella lo hubiera querido, no habría podido impedírselo. No obstante, sé que no se lo habría hecho,  pues lo conversamos en alguna ocasión y no le gustaban, salvo alguno pequeñito y...escondido bajo la ropa. Ni era partidaria de lucirlos, ni tampoco de andar demasiado descubierta ni con ropa ceñida. Lo que sí hizo una vez fue ponerse varios aros en la oreja, de ésos que van disminuyendo de tamaño. ¡Se le veían bonitos!


    En muchos casos, la "moda" de estos artilugios y los tatuajes dura por  sólo unos años, pasando a recordarse, posteriormente,   nada más que como un acto de rebeldía adolescente. Pero cuando los años se transforman en décadas y vemos algunos cuarentones y cincuentones lucir este nuevo formato de belleza corporal, no resulta grato para el paisaje (jajaja). De todas formas, esto no será impedimento para que, en mi caso si se requiere, los trate, atienda, le haga clases u otra cosa referida a algún contacto de la vida cotidiana que puede tener con estas "bellas" personas. 

    No obstante (ya lo he visto, por ello lo digo)  es importante señalar que, a la hora de postular a un trabajo  o cargo, estos adornos  les pasarán la cuenta a todos ellos y ellas. Los empleadores tienen la libertad de seleccionar a la persona que represente como ellos quieren a su institución y, sin duda, aquello pesará, salvo que la capacidad profesional sea muy superior a los demás postulantes. 
     La buena noticia, como dice una amiga, es que los tatuajes se pueden borrar y los orificios, me imagino, rellenar (jajaja). Lo que no me consta es que  las extensiones tengan remedio. La verdad es que bien poco atractivas se  ven las orejas con tremendas "ventanillas". 
   En fin, cada loco con su tema. Lo importante es que las consecuencias por las  cicatrices libremente elegidas hay que asumirlas nada más, mientras que las otras, ...también, ...o probar con la crema a disposición. 
    Lo que, sin duda, resulta más difícil es lograr la cicatrización de las heridas en el alma, pues ésta, dicen, es una sola y su regeneración no es tan fácil, aunque sí posible... con esfuerzo, dando vuelta la página, recomponiendo el rumbo, rescatando lo hermoso de lo vivido y...¡ya!...a seguir adelante, con la sangre coagulándose poco a poco...
- ¡Uyyy! ¡Qué tétrico salió! ... Pero, tranquilein, es sólo una metáfora...

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