viernes, 1 de mayo de 2015

De la cueva al spa...

   ¡Cómo hemos cambiado, evolucionado o nos hemos transformado!
   Esa exclamación me surge cuando, sin darme cuenta, como si toda la vida hubiera sido así, sé, al escuchar el sonido que emite el celular, que he recibido un mail, es decir, que alguien se ha tomado su tiempo para escribirme o enviarme alguna información. Claro que a esa hora, las 6,30 de la mañana, dudo mucho que sea alguna persona conocida (no conozco a nadie que madrugue para escribirme, nadie que  no pueda seguir durmiendo si no me escribe, jajaja). Sin embargo, no me preocupo de revisar en ese momento, pues la hora me indica que, lo más probable, es que corresponda a un  correo de ofertas libros digitales, un diario electrónico, viajes nacionales o internacionales, material didáctico,  préstamos bancarios o algún aviso de próximo pago. Estos correos institucionales son los más abundantes en mi casilla electrónica y así como van apareciendo los voy eliminando. También suelen llegarme ofertas para que revise el perfil de algún hombre rancagüino que, o está solo-aburrido-y-desesperado, o tiene ganas de "echar más de una cana al aire", jajaja.

- ¿Y por qué crees que te envían esa información, amiga mía? ¿Se habrán dado cuenta que estás "sola, aburrida y desesperada"? ...digo yo...jijiji
- Jajaja. Sola sí, pero aburrida y/o desesperada, ¡de ninguna manera!
- ¿Entonces? ¿Por qué te llegan esas ofertas? ¿Quién puede saber que eres posible cliente?
- ¡Ups! ¡Salí "pillada"! Me avergüenzo un poco de aquello, pero no me queda otra que reconocer la verdad...
- ¡Vaya, vaya!  ¡Veo que te cuesta reconocer verdades! ¡Humm, interesante!
- ¡No es tan así! ¡Hay algunas verdades, principalmente las que me avergüenzan o de las que me arrepiento (¡que son muchas, jajaja!), que no me resultan fáciles de  reconocer.


   Fue así como debí "confesarle" a mi amiga que, años atrás, cuando empezó la moda de los chats y páginas para encontrar parejas, no pude resistir la tentación (jijiji) de participar. Total, nadie me conocía y  no agregué fotografías (para no asustar, jajaja), así que estaba resguardada.  Pero  mi correo quedó como información base para aquellos mails que suelen llegarme y que envío "ipso facto" a la papelera, aunque en ellos  aparezca un estupendo y guapo especimen. A estas alturas, no me interesa, voluntariamente, complicarme la vida. ¡Nones! (tampoco me interesa "involuntariamente"; sólo podría ser en caso de  encontrarme bajo algún efecto psicotrópico, de hipnosis o de ingesta alcohólica excesiva,  que no es el caso, como para hacerlo, jajaja).

- Sin lugar a dudas, he madurado.
- ¡Humm! ¡Bastante! Jajaja. ¡En todo caso, ya era hora! 
- jajaja. Oye, ¿quieres que te cuente un secretillo? 
- A ver... a ver ... ¡Cuenta, cuenta, soy toda oídos, ...pardón..., ¡toda eyes!
-  Solía ser parte de mi diversión  ingresar a un chat (¡hace aaaañosssss!) con un nick masculino, con el único objetivo de reírme y molestar a algunas personas demasiado cursis o acartonadas, que no me conocían y a las que yo tampoco ubicaba.
- ¡Qué feo! ¿O sea que te ponías la máscara para molestar sin que te reconozcan? !!!
- ¡Oye, no soy perfecta! ¡Cuasi, nada más, jajaja! Pero te aclaro, que no usaba (ni los uso) garabatos, palabras ofensivas, ni pretendía nockear a nadie. Aunque, a veces, debo reconocerlo, cuando hacía su  aparición más de un digno  contendor o contendora, que  también me daba como "bombo en fiesta", debía defenderme a ojos cerrrados y más de alguna vez me tuvieron por las cuerdas...
- Jajaja... ¡Me hubiera gustado ver aquello! 
- La verdad, era medio adrenalínico y catártico. Era como jugar al frontón o pegarle golpes a una pera, jajaja. Nunca he hecho aquello, pero me imagino lo cansada y desahogada que debe quedar uno después de una sesión como la descrita...y relajada, obviamente, después de haber botado tensiones....


   La tecnología se ha ido metiendo en nuestra vida, como las hojas de las enredaderas en el palacio de la Bella Durmiente, mientras el mundo sigue afuera su marcha. Así, subrepticiamente, casi sin que nos demos cuenta. Y es tan rápida la aparición de cada aparato que no alcanzamos a dimensionar lo que significa cuando ya aparece el siguiente y nos transformamos en víctimas de él o ella, si acaso podemos hablar de él o ella, considerando que son objetos. ¿Para qué decir las costumbres y las actividades de la vida diaria?  Partiendo por lo meramente cotidiano, me encontré hace un par de días en la obligación de ir a pagar la cuenta de un servicio (la extracción de la basura) a un Servipag y , la verdad, fue toda una lata. Es que ya casi no concurrimos a pagar cuentas: todo o "casi todo", lo hacemos vía web (hay algunas cosas que, felizmente, no se pueden hacer por esta vía). La verdad, uno de los inventos claves de nuestra era, que nos  ha llenado de comodidad nuestra vida y también, en muchos casos, ha sido un instrumento de perdición, dirían algunos fanáticos religiosos (el pastor Soto, por ejemplo, jajaja). A esta Principessa, internet le ha hecho la vida más liviana. Todo mis cuentas las pago por internet, excepto: ¡la extracción de la basura! No hay convenio entre la Muni y Banco, así que debí "concurrir" a un centro de pago (entiéndase, caminar, trasladarme, hacer "cola", esperar mi turno, llevar una boleta y pagar lo exigido).  ¡Una verdadera lata! Por suerte, la fila tenía apenas 5 personas, así que no fue mucho lo que debí esperar (menos de 10 minutos).
   Después de pasar por ese trámite, me di cuenta que hacía mucho tiempo que no pagaba un servicio de manera presencial, todas mis cuentas las cancelo desde el pc de palacio. Aquello me llevó a acordarme de una película que vimos con mi hija  hace unos años,  cuyo actor protagónico es Bruce Willis : Identidad sustituta, filme  que presenta, desde una perspectiva futurista, una sociedad humana absolutamente apoltronada, cuyos integrantes  han dejado de salir a la calle, se han instalado en sus torres de marfil, y que desde sus cómodos bergeres realizan sus actividades laborales, sociales y de entretención, a través de seres sustitutos, robots humanoides, que los reemplazan en la calle, en el ascensor, en la oficina, en la discoteque y donde fuere necesario, mientras sus dueños y seres humanos reales como nosotros, están al interior de sus hogares, cada uno en su dependencia privada, sin siquiera compartir, en muchos casos, con los demás componentes de la familia. Extraño y enajenado mundo, del que quizás no estemos muy alejados. 
   No planteo que no se siga usando internet, pero si lo hacemos que sea como instrumento, como medio para que  nos ahorre  tiempo  que ocupemos en una mejor calidad de vida, en más descanso, en compartir con los demás. Lo importante es que  no se transforme en la única forma de comunicación con el mundo. Recuerdo las últimas escenas de esa película, cuando el sistema de sustitución ha sido destruido, la gente debe comenzar a salir de sus casas y su actitud es análoga a la de los cavernícolas saliendo de su cueva para descubrir que no estaban en la montaña sino en medio de Nueva York. ¡Vaya sorpresa! ¡Había que empezar de nuevo!

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