¿Voy o no voy?
Voy.
No, mejor no voy...
Así estuve durante el día, en que a ratos me decía que sí y en otros momentos decidía no hacerlo, debido a que el viaje que iba a realizar no me iba a dar el tiempo de preparar adecuadamente las clases, así que asistir esa noche, restringiría más el tiempo disponible.
- ¡Uff, me tienes intrigada! ¿Tenías una cita a ciegas, una movida amistosa, un evento institucional o algún encuentro quién sabe de qué tipo?
- ¡Jajaja, la curiosidad mato al gato o, al menos, lo dejó escarmentado!
-Sí, reconozco que soy curiosa. ¡Ya poh, cuenta!
- ¡No es nada del otro mundo, mujer! Se trataba de que, por segundo fin de semana, ofrecían una obra de teatro, que tenía ganas de ir a verla, pues la actriz principal la conocí de los tiempos en que la Compañia del Teatro Itinerante (dependiente del Mineduc) recorría Chile. Me interesaba volver a ver a Cecilia Cucurella.
- ¡Aaaahhhh! Yo, como las viejas copuchentas, me había pasado la película y ...resulta que era una simple obra de teatro, jajaja.
- ¡No tan simple!
Así es. Hace 15 días estuvo en cartelera la misma obra, pero por tener planificado viaje a Santiago, no pude ir a verla. Y aunque los viernes estoy en Rancagua (viajo los días sábados), mi horario de clases es hasta las 20,30 horas, por lo que, aun apurándome, sólo tendría unos 5 minutos para llegar al local, a unas 6 cuadras...¡caminando!... Por tanto, me resulta poco menos que imposible concurrir los días viernes. Así que debí decir "paso".
Este fin de semana, sucedió lo que no esperaba : nuevamente presentaban la obra (¡No puede serrrrr!, me dije), pero se daba el caso que tampoco estaría el sábado en la Ciudad de los Héroes ...y Heroínas. Ello, me obligaba a intentar asistir el día viernes, con toda la presión que significaría casi "salir corriendo" de mi lugar de trabajo.
En la ocasión anterior que había ido, la obra comenzó con unos diez minutos de retraso, así que pensando en aquello, tenía la esperanza de llegar a tiempo. Estuve en un tris de llamar por teléfono para reservar, pero luego me arrepenti.
Así que, cuando me dirigí al trabajo a las 17 horas, llevé la cámara, por si..., pero luego, en el transcurso de las clases, me dije, "¡No, no iré...!" Logré salir a tiempo de la sala, tercer piso, arreglar mis cosas rápido y cuando ya estaba en oficina, firmando la asistencia, me di cuenta que faltaba 7 minutos para las 20,30. Así que, como mujer de decisiones rápidas que soy, "agarré" pavimento en direccción a la Casa del Arte.
Llegué justo a las 20,30 y cuando pregunto "¿Comenzó la obra?", el señor-que-vende-las-entradas- en-ese local, me contesta: "Hoy la función es a las 21,30 horas". "¡Plop!". Sólo me faltó decir, al estilo Condorito : "¡Exijo una explicación!". "¡Falta una hora! ¿Compro o no la compro? ¿Yes o nou? ¡La comproooo!".... Y elegí en la primera fila, un asiento "guachito" que quedaba. ¡Bravoooo!
Volví a palacio, donde, con una celeridad digna de la Mujer Maravilla me cambié de ropa, me preparé un sanguchote con una taza de coffe y me senté frente al PC a preparar un power para la clase del sábado en Rengo. ¡Ufff, alcancé! 21,15, a bajar por las escaleras del castillo, caminar 6 cuadras e ingresar a la sala de espectáculos. En diez minutos estuve en el local y arrellanada en el asiento de primera fila, al puro estilo de la gente importante.
"Adictas a ti"
Cinco personajes, cinco mujeres, cinco historias de vida. Van llegando, en medio de un verdadero diluvio, al Hall del Aeropuerto de Santiago. Casi todas estupendas, regias, bien vestidas, con buena figura (una de ellas era Mónica Aguirre, pero como no soy farandulera, no supe con certeza cuál de ellas sería). La última en llegar fue Ana (Cecilia Cucurella), quien, sin duda, no pertenecía al nivel A-B-C-1. Su ingreso fue muy chocante para las demás, tan regias, compuestas y de "punta en blanco". Ana, en cambio, llegó con una capa plástica (de ésas delgadísimas que sirven para guardar en la cartera), con un zapatos protegidos por unos pedazos de nylon, todo lo cual se fue sacando y sacudiendo al lado de las demás féminas, causando el malestar, principalmente, de Belén, una mujer estupenda, rubia toda ella (jajaja, se nota que yo no lo soy...aún), con unos tacos azulinos de infarto, ropa ídem y con una figura de modelo cercana a la anorexia (otro jajaja). Ana, extendió para lograr que se seque, un lienzo que, entre otras cosas decía : "Julito, te amo". Más adelante, nos enteraríamos que era la presidenta del Fans Club de Julio Iglesias y siempre que llegaba a Chile iba a recibirlo junto a otras del grupo, pero en esta ocasión las demás "calcetineras" aún no habían llegado.
A medida que las mujeres esperan el arrivo de los vuelos, ya sea para recibir a alguien o para viajar, van dialogando, llenando los espacios, ejecutando algunas acciones, confraternizando y hasta solidarizando entre algunas. Así nos vamos enterando de la historia de cada cual, que al inicio parecía mayoritariamente fantástica, pero no lo es tanto; tal como dice el refrán, "no todo lo que brilla es oro".
Carmen llega con una maleta y una jaula, en la cual lleva una gatita llamada Fatmagul (lo que provoca risas de las demás). Va a México a tratar de impedir que su hijo adorado se case con una pérfida mujer que no le conviene. Muestra fotografías de su retoño, de ya 26 años, de quien no deja de mencionar que la quiere entrañablemente. Ella es casada y tiene, además, una hija (ya casi por dar a luz), pero Carmen prefiere ir a ver a su hijo, sin manifestarse interesada en acompañar a su única hija en el momento del parto.
Belén espera a su esposo (Marcelo) quien no vive con la familia por razones de trabajo y por atender sus negocios, dice ella, pero los regalonea al máximo. Ya tienen programado para las próximas vacaciones viajar a China, regalo de Marcelo, para ella y sus 5 hijos. Sin embargo, a pesar de que casi nunca están juntos, justifica denodadamente la ausencia de su esposo, señalando que sólo vive para él.
Déborah espera a un "amigo' entrañable, con el que se juntará allí para ir juntos a Punta del Este a gozar de unos días maravillosos. Al final, termina confesando que es la amante desde hace años de Marcelo, quien la quiere sólo a ella y nunca le miente, mientras que a su mujer la mantiene en completo engaño.
En esos instantes, Belén suma dos más dos (sabe sumar, jaja) y olvidándose de su calidad de dama , insulta a Déborah, con esa conocida palabra de cuatro letras, asumiendo que hablan de la misma persona. No conforme con ello, le muestra su estado de embarazo, abriéndose el chaquetón-abrigo, que disimulaba sus 5 meses aprox. Obviamente, esto destroza la seguridad y alegría de Déborah, quien estalla en llanto.
Elizabeth espera a su padre. Él lo es todo para ella, famoso en el campo de la Medicina, de lo que muestra como evidencia una entrevista en una Revista de renombre. Ella ha seguido sus pasos en lo profesional, aunque es docente en el área. Manifiesta la unión estrecha con su padre, toda vez que su madre murió al nacer ella. Al final, nos enteraremos que el padre viene dentro de un ataúd y que su infancia, adolescencia y juventud estuvo realmente huérfana del cariño paterno, siempre sola en cada evento personal, incluso en el momento de recibir su título profesional.
Ana vive el día a día sin amargarse; tuvo cáncer a las mamas y, estando en el hospital, su cantante preferido, en un viaje a Chile fue a visitarla y llevarle un ramo de flores, atención especial para la presidenta de su Fans Club. Desde esa vez no le ha fallado a su "Julito".
La espera en el Aeropuerto no ha sido en vano. Cada una de las mujeres, "adictas" a un hombre específico (hijo, marido, amante, padre e ídolo) cuestionan su incondicional adhesión y dependencia, cambiando de actitud: Déborah toma la decisión de terminar con la relación clandestina que por años ha mantenido con Marcelo, que resultó, al final, no ser el marido de Belén; Carmen regresa a su hogar a acompañar a su hija en el parto, convenciéndose que debe dejar tranquilo a su hijo. Belén no está conforme con la ausencia de su esposo, por lo que, al parecer, evaluará la situación, mientras Elizabeth asume perdonar el abandono de su padre y recibirlo sin rencores. Ana recibe a su ídolo, cantando, feliz, aunque sus amigas no hayan llegado a acompañarla. Es la única que no ha fingido una felicidad inexistente, dijo la verdad desde el principio y al pan le llamó pan y al vino, vino.
- Oye, Princess
- Dime...
-¿Cómo estás en esto de las adicciones?
- ¡Muy bien! ¡Todo superado!
-¡¡¡What??? ¿Qué debiste superar?
- Más de una relación tormentosa, poco sana, con algo de dependencia inadecuada.
- ¡Hummm! ¿Puedes dar más detalles?
- Ja...¡Cuánto lo siento por tu curiosidad, pero por el momento no! Tal vez en un futuro...si me falta plata, jajaja
-¡Qué mercantilista! ...En fin...ya volveremos al ataque en una próxima ocasión...jajaja
- Lo importante, hoy, es que la libertad es un bien muy preciado para mi persona, así que las adicciones humanas y materiales no forman parte de mi vida...No es un proceso fácil, pero sí posible...¡felizmente! Buenas noites...
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