Miércoles 11 de febrero
15,30 horas: estamos tomando el bus (pardón, un microbús no más...o "liebre", como le llamábamos cuando niños, jaja) línea El Caulle (como el Volcán ese que estuvo haciéndose el graciosito hace un tiempo por la zona de Valdivia y Osorno) con destino a La Unión city. Allá visitaremos a doña Gladys, además de viajar a Lago Ranco, por ambas riberas. El trayecto se desarrolla sin sorpresas y cuando ya estamos por llegar, llamamos a nuestra pariente pues nos irá a buscar al Terminal de Buses y... microbuses... y "liebres"... jajaja.
Llegados a la mansión unionina, ubicada en la histórica Población 11 de septiembre (en el barrio alto), cada uno toma posesión de su suite y/o cama. Yo he tenido la suerte y el honor de compartir suite con la dueña de casa. Una vez instalados, por lógica y horario, ya es hora de.......¡¡¡ comerrrrr!!!
Una rica once prepara la anfitriona, cuyo detalle especial y delicioso es un kucken con manzanas (parece.. ¡chanfle!, espero no equivocarme de fruta). Luego, a compartir anécdotas, comentarios y copuchas (¡tan copuchenta que es la gente, digo yo, jajaja!). Interiorizamos a nuestra anfitriona del programa de viaje y la invitamos a participar, obviamente, en lo que accede con gusto. Sin embargo, casi como el Chapulín Colorado, el troncomóvil de nuestra hermana parece decirnos "¡No contaban con mi astucia!", pues ha presentado un pequeño desperfecto que por fuerza debe ser revisado al dia siguiente. Frente a este escenario, no podemos, como gente acostumbrada a enfrentar innumerables dificultades y distintos escenarios, quedarnos sin hacer nada, estáticos y detenidos; por tanto, optamos por el plan B: iremos a Lago Ranco en microbús o "liebre" o lo que sea (¡lero, lero! ; eso es para el "simpático" auto, jajaja).
En la noche, por primera y única vez, los integrantes de este evento, se dividieron para cambiar de actividad: mientras doña Principessa trata de vestirse de manera más presentable (ella siempre está presentable cuando quiere, cabe señalarlo, jajaja; cuando no, puede parecerse hasta a la bruja Mim, jajaja), los demás adultos, guiados por la actitud desordenada y dicharachera de doña Gladys se acercaron a la Plaza de la Concordia a disfrutar de un "Shos" artístico (popular en todo caso, jijiji), inserto en las actividades de la Semana Unionina. Según supe, gritaron y hasta bailaron como adolescentes (en fin, cuando el gato sale...., jajaja).
En cambio, nuestra amiga Princess tuvo una grata y cariñosa cena con la familia Gutiérrez-Álvarez en una mansión ubicada en uno de los sectores altos de La Unión.
Compartió con ellos la buena noticia del noviazgo de Mony, la más pequeña de la familia (en todo sentido, jajaja), teniendo la oportunidad de conocer al flamante novio y compartir la mesa con aquellos que, en tiempos pretéritos, fueron también parte de su familia, con quienes se reencontró después de la "partida" de su querida Mirella. Destacable es que, a pesar de los más de 20 años transcurridos sin comunicación, el cariño y respeto se mantengan "a pesar de los pesares" (como dice Paco, el cantautor español) y que éste sea absolutamente recíproco. Fue un gusto ver y conversar también con la amiga de la familia, la Helia, mujer sencilla, trabajadora, sacrificada, que da lo que tiene y más, por los que quiere.
Jueves 12 de febrero
Medio Chile está de fiesta hoy: son los aniversarios de creación-fundación de las ciudades de Santiago, Valdivia, La Unión.... y nosotros, a media mañana, tomamos un microbús a la ciudad de Río Bueno, en primera instancia, y luego, otro, para llegar a la ciudad de Lago Ranco, ubicada a orillas del mismo.
Durante el camino fuimos reconociendo algunos lugares y tomando las fotografías que nos permitía el movimiento del transporte: mucha verdura, naturaleza, vida animal, construcciones tradicionales y también regias mansiones....¡Hummm, qué envidia!
El proyecto de nuestros acompañantes ariqueños es pernoctar en el lugar, así que antes de ir hasta la Costanera, les ayudamos a buscar hospedaje. Encontramos una cabaña a un precio razonable: la dueña estaba dispuesta a arrendársela, pero cuando se entera que es sólo por una noche, se excusa e inventa una "chiva" : "que, justo en la tarde, me van a confirmar unas personas de no sé dónde si arriendan o no el inmueble", jajaja, una vuelta de carnero completa, es decir, un cambio del cielo a la Tierra en su actitud (¡era fea la cabaña en todo caso!, jajaja).
Continuamos en la búsqueda, aunque, antes, para levantarles el ánimo a los buscadores, con doña Gladys se nos ocurrió ofrecerles una cabaña con vista panorámica al Lago y con excelente ventilación a precio muy económico, lo que en realidad correspondía a una "intención" de vivienda, que se había quedado sólo en el radier y el levantamiento de la estructura de los postes, jajaja.
Obviamente eso alivianó el ambiente, porque los "niños" ya andaban con cara larga. Luego fuimos a ver un Hospedaje que quedaba entre las calles Temuco y Santiago (tal cual, las calles tienen nombres de ciudades y parece que al nominarlas no se preocuparon del tema ubicación geográfica), pero no era muy barato y ya los jovenzuelos estaban planteando que no deseaban quedarse en la ciudad lacustre (esto de salir con adolescentes en la edad del pavo es un verdadero "cacho", jaja, si no entender, buscar en "chilenismos").
Ante dicho panorama mejor bajamos a la Costanera a disfrutar del lago y del paisaje ...y también a buscar un lugar para "manyar", pues ya eran las 14 horas. Caminamos por la Costa..., pasamos por una Feria Artesanal (unos aros y un llavero cambiaron de dueño, jaja) ...seguimos caminando y nos encontramos con el Carretero y sus bueyes (unas figuras de madera de tamaño natural)...hasta llegar el sector de juegos acuáticos inflables y....¡la Feria Gastronómica! (de feria en feria, ya parecemos gitanos; en todas las ciudades hay ferias: ¿se habrá convertido nuestro querido país es una nación de feriantes, con el perdón de feriantes? jajaja)
Ante dicho panorama mejor bajamos a la Costanera a disfrutar del lago y del paisaje ...y también a buscar un lugar para "manyar", pues ya eran las 14 horas. Caminamos por la Costa..., pasamos por una Feria Artesanal (unos aros y un llavero cambiaron de dueño, jaja) ...seguimos caminando y nos encontramos con el Carretero y sus bueyes (unas figuras de madera de tamaño natural)...hasta llegar el sector de juegos acuáticos inflables y....¡la Feria Gastronómica! (de feria en feria, ya parecemos gitanos; en todas las ciudades hay ferias: ¿se habrá convertido nuestro querido país es una nación de feriantes, con el perdón de feriantes? jajaja)
Cada puesto tenía un listado de lo que ofrecía con sus precios, lo que nos pareció una excelente medida. Cuando vi que se ofrecía "Muday" casi se me salen los ojos de la cara (jajaja, un pleonasmo al puro estilo "Poema del Mío Cid") tipo Pepe Antártico. ¡Años de años que no degustaba esa "pócima" mapuche! (licor consistente en trigo machacado y fermentado, que se sirve en forma parecida al "mote"). La última vez que lo degusté debo haber tenido unos hermosos y felices 20 años (¡bbuuuuuuuhhhhhh! dirá más de alguien, pero no estoy ni ahí, jajaja). ....Sin embargo, mi alegría se esfumó cual pompa de jabón : no tenían en ese momento, situación similar a la del otro puesto que también lo ofrecía en su carta (¡publicidad engañosa!), pero que tampoco tenía en stock.
En vista y considerando los intentos fallidos con aquella bebida autóctona, optó por alimentarse con algo simple y de origen chatarra: una pizza individual y un jugo natural de arándano (algo sano al menos, aunque na' q' ver el menú, pero se hace lo que se puede, jaja) y, cada cual, buscó su conveniencia y sus gustos.
Luego de este almuerzo un tanto transcultural, se dirigieron al sector de la playa que les permitiera bañarse. Sólo los adultos dijeron "¡upa chalupa!" a lucir la figura y las calugas; los "niños": "que no, que hace frío, que no tenemos ganas", etc. Después de unos momentos de tomar sol, y antes que éste decida esconderse (había nubes, jaja), los hermanitos Álvarez Saldaña, acompañados por...por... por la Sibe, jajaja, se introdujeron a las cristalinas aguas del Lago Ranco en la ciudad Lago Ranco, jejeje, e intentaron nadar. Se les nota, al comparar con los demás, su origen sureño y que en los elementos que componen su estructura anatómica está , sin duda, el pellín o, al menos, el roble. ¡Completamente resistentes a los avatares del clima y de la vida! (viene bien de cerca la apología, es cierto, pero no deja de ser verdad; si explicara la vida de cada uno de nosotros, las lágrimas inundarían vuestros ojos, jajaja, pero no tengo ganas de hacerlos llorar, así que, para otra vez será, eskuismi...).
En intentos no se quedaron, mientras eran parapazzeados. No duró mucho la inmersión y el ejercicio acuático, pues la tarde se puso algo heladiña, así que a vestirse y empezar a "ahuecar el ala", jajaja. Reanduvieron la Costanera, mirando y observando todo a su paso, haciendo comentarios y extrayendo conclusiones.
Cuando llegaron al Terminal de Lago Ranco el viento levantaba una buena cantidad de polvo y hojas, que si hubiéramos pesado menos kilitos, sin duda, habríamos formado parte de más de algún remolino que se había levantado.
(A propósito de kilos, la Ruta ha sido todo lo fantástica que se quiera, nutritiva emocionalmente, de un extraordinario color verde, desestresante, entretenida, etcetec..., pero también demasiado "nutritiva" gastronómicamente hablando. Todos los participantes, iniciales y finales, así como los parciales -la hermana Gladys, por ejemplo- hemos terminado rozagantes y rellenitos, tanto que corremos el riesgo de confundirnos con integrantes de la banda los "Cara de pelota", jajaja, a pesar de todas las caminatas, subidas y bajadas de escaleras y demases. Mucha carne a la parrilla, longaniza o chorizo, papas sureñas, papas fritas, empanadas de queso y marisco, cerveza -Kunstmann, Royal Guard, Corona, Paceña y una que otra humilde Escudo y Cristal- pan, tortillas de rescoldo, kuckenes, queso, choclos, mariscales, pailas marinas, pescados fritos, arroz para acompañar, etc. ¡Ufff, quedé satisfecha con sólo leer la lista de alimentos ingeridos y devorados! Todos aumentamos de peso... y no fuera nada que el peso se repartiera, sino que lo malo es que se estaciona en ciertas zonas específicas, que hacen poco elegante el perfil, desde el cuello hasta las nalgas, jajaja.... En fin, así que ahora tendremos la dura misión de dejar o disminuir los carbohidratos, las masas, las frituras, la cerveza, hacer ejercicio y...trabajar un poco, jajaja..., para recuperar nuestro peso habitual o transformarlo en decente.
En todo caso (como diría mi querida Infanta), de que los pasamos bien, nadie lo duda...¡Puchas que lo pasamos bien! jajaja).
Jueves 13 de febrero
El día amaneció más nublado que en Londres y aunque teníamos progamado recorrer lugares como Puerto Nuevo, San Pedro y Futrono (en la otra ribera del Lago Ranco) casi partimos con reticencia. Por suerte partimos, pues prontamente se despejó y sufrimos el efecto de un calor sólo aminorable con la brisa. ¡Un día de verano total en el sur!
Esta vez, el viaje sería ultracómodo, pues teníamos dos vehículos a disposición y uno de ellos, con chofer incluido (jajaja). Al final, el problema del caprichoso "car" de doña Gladys era menor y fue arreglado rápidamente el dia anterior. Así que cada auto iba con tres ocupantes (absolutamente holgados), pues el menor del grupo se bajó del paseo (¡no sabe ni tiene conciencia de lo que se perdió!...¡No me creerán pero prefirió quedarse en casa viendo TV y jugando con su aparatito electrónico!, lo que nos pareció bien, en todo caso, en lugar de andarle mirando la cara de 3 metros).
- Yo me fui con la Anfitriona, mi hermana, y R., su amigo y compañero (me "carga" decir o escribir "pareja"). El viaje fue gratísimo. Cabe señalar que era más que un paseo para nosotras: era un regreso a nuestra infancia, íbamos a recorrer junto a nuestro hermano Pato, lugares que formaron parte de los primeros años de nuestra vida en la Tierra. En Puerto Nuevo vivimos con nuestros padres (yo incluso nací en el lugar): dimos allí nuestros primeros pasos, dijimos nuestras primeras palabras (también los primeros garabatos, jajaja), corrimos, saltamos, jugamos, nos subimos a los árboles, realizamos más de una diablura, nos reímos, peleamos, lloramos juntos, aprendimos a leer y a escribir en la escuela del lugar, experimentamos el Terremoto de 1960 con sus consecuencias, etc., principalmente Gladys, Luis (el hermano de Coronel) y yo, la bella, la incomparable, la...., jajaja. Nuestro hermano Patricio nació posterremoto y sólo alcanzó a vivir dos años allí, pero TODOS en numerosas vacaciones, fuimos a veranear a dicha ribera del lago Ranco. Por lo tanto, esos lugares son parte del Patrimonio Intangible de nuestra family...
Traiguén, Los Chilcos, Puerto Quilaco fueron quedando registrados en la camarita de doña, mientras la Anfitriona, cual ave cantora, hacía karaoke con todas las canciones que el cd iba "desgranando" (lenguaje campesino, como pueden ver, jajaja). A ratos, la Principessa hacía oír también su melodiosa voz (jajaja) y le hacía el coro. Cuando llegaron a la localidad de Pto. Nuevo (distante 49 kms. de La Unión, de una carretera perfectamente pavimentada, que es una maravilla; cuando eran niñas y sus padres las llevaban a la "gran" ciudad, debían soportar la misma distancia pero en camino de ripio y con toda la polvareda asociada, más olores correspondientes, jajaja), de pronto se dan cuenta que su hermano no viene detrás. La jefa del grupo - doña Gladys, por supuesto (es la anfitriona y la mayor, jejeje) - manifiesta su preocupación y deciden, junto con R., detenerse y retroceder...y justo cuando ya comenzaban a devolverse, aparecen los ariqueños, felices de la vida...
¿Qué había pasado?
- Mi hermano es Médico Veterinario y también Docente en su área, y se había detenido a tomar fotografías de "vaquitas", material para sus clases. Yo sabía que ésa era la razón más probable de su retraso (cuando anduvimos recorriendo las Caletas del Maule, hubo varias detenciones por lo mismo), pero tampoco podía dejar de preocuparme, considerando que era primera vez que él conducía ese vehículo.
Retomado el viaje, pasamos al reconocer el balneario del lugar, a orillas de lago y del Hotel del mismo nombre (en el que, antes de venirme a Rancagua, me di el "gustito" de visitar como turista, según conté en una crónica anterior), relatándole a los visitantes y a R. parte de nuestras experiencias en el lugar. Yo les conté, por ejemplo, de aquella vez que, yendo a la escuela (que antes del Terremoto se ubicaba a orillas del lago) en un día de lluvia, mi hermana había rodado por el "Corte", cuesta de ripio que debíamos pasar para llegar a destino, rodada que no pudimos detener pues, aparte de tomarnos por sorpresa, las niñas que éramos en ese entonces, nos cubríamos con unas capas sin mangas, en forma de impermeable. Como no tenían mangas, la única forma de sacar nuestras manos era a través de unas aberturas a la altura de los bolsillos, pero como mi hemana iba rodando no estaba en condiciones de sacar sus manos y detenerse. Mi hermano era el menor, así que tampoco pudo hacer de héroe en aquella ocasión, aunque él usaba manta para "capear" las inclemencias del tiempo. Por tanto, mi hermana sólo detuvo su caída cuando la fuerza inicial + la inclinación de la cuesta dividido por el peso del cuerpo (Gladys pequeña) lo determinaron, jajaja (o algo así). Esta aventurilla forma parte de la historia familiar y cada vez que nos acordamos y nos imaginamos la escena, nos da mucha risa.
De allí nos dirigimos al Balneario de San Pedro, lugar que, en el pasado, disfrutamos en algunos veranos, en conjunto con nuestros padres, a pesar que su playa es piedra bien "dura", tanto que mi hermano recordaba las huellas que éstas dejaban en su cuerpo, después de dormir una noche en carpa (y sin colchón, por supuesto, jajaja).
Más adelante, nos esperaba Coique, pero al observar la hermosa playa (con fina arena) de nuestro recuerdo, no dejó de decepcionarnos un poco algo de descuido en el equipamiento. Vimos, por ejemplo, unas construcciones en mitad de la playa, cuando podían haber sido ubicadas cerca o bajo los árboles del lugar, a menos de 50 metros.
¡Poco espíritu turístico en ese sector, porque lo que es más adelante, en el sector para gente exclusiva, vimos cada mansión, que nos habría quitado el hipo si lo hubiéramos tenido. Precisamente por allí es donde se ubica una de las propiedades de nuestro ex Presidente Piñera.
Futrono estaba a 6 kilómetros (lo sé con certeza, pues una vez hicimos el trayecto a pie con nuestros hermanos, al faltarnos alimentación en el campamento, siendo el lugar más cercano al que podíamos recurrir) y lo recorrimos, ya buscando un lugar para almorzar. No nos gustó lo que vimos, así que continuamos camino hasta Llifén, puerto lacustre del mismo lago.
Nos bajamos a buscar, por ahí nos entretuvimos con algunos locales de artesanía (¡cuándo no!) e inspeccionamos alguno que otro local, pero ninguno nos convenció. Iniciamos el camino de regreso, pues antes de llegar a Llifén habíamos divisado algunos locales.
- Vimos un cartel de Comida Ancestral Mapuche y para llegar al Restaurante Küme Yeal debimos adentrarnos un tanto. El local se veía bonito, sin duda, pero la comida era más cara de lo que estábamos dispuestos a pagar para quedar satisfechos, jajaja. Así que, a continuar con la búsqueda, ya con la vista medio nublada del hambre, jajaja.
Futrono estaba a 6 kilómetros (lo sé con certeza, pues una vez hicimos el trayecto a pie con nuestros hermanos, al faltarnos alimentación en el campamento, siendo el lugar más cercano al que podíamos recurrir) y lo recorrimos, ya buscando un lugar para almorzar. No nos gustó lo que vimos, así que continuamos camino hasta Llifén, puerto lacustre del mismo lago.
Nos bajamos a buscar, por ahí nos entretuvimos con algunos locales de artesanía (¡cuándo no!) e inspeccionamos alguno que otro local, pero ninguno nos convenció. Iniciamos el camino de regreso, pues antes de llegar a Llifén habíamos divisado algunos locales.
- Vimos un cartel de Comida Ancestral Mapuche y para llegar al Restaurante Küme Yeal debimos adentrarnos un tanto. El local se veía bonito, sin duda, pero la comida era más cara de lo que estábamos dispuestos a pagar para quedar satisfechos, jajaja. Así que, a continuar con la búsqueda, ya con la vista medio nublada del hambre, jajaja.
En carretera, teniendo a las espaldas la roca de la montaña, había un bonito Restaurante. Tenía apenas dos mesas ocupadas, revisamos a la rápida la carta (para husmear los precios) y decidimos avisar al resto que nos quedábamos allí. No era tan económico, pero tampoco tan oneroso. Nos protegimos del sol al interior del local, juntamos dos mesas e hicimos el pedido. Nos llegó primero, lógicamente, el pan con pebre y luego, las bebidas a los más sedientos. Con mi hermano, habíamos pedido café, pero junto con la comida. Ante el pedido líquido de mi hermana nos reímos un rato, pero ella tenía razón: pidió agua (de la llave o de la vertiente, dependiendo desde dónde se proveían del vital elemento). Nos reímos, decía, porque le dijimos que era una forma de abaratar costos. Y ella nos informó que era obligación en todos los restaurantes, de un tiempo a esta parte, servir agua aunque los clientes no la pidan.
En aquella ocasión realmente estuve a punto de hacer un "numerito" parecido al del tipo de la "libra de queso". Transcurrían los minutos y nuestra comida no llegaba. Quise llamar a la rebelión al resto de mis compañeros, pero no me "agancharon". Ya no tenían ganas de seguir buscando dónde almorzar. Llevábamos 40 minutos de espera (con muy pocas mesas ocupadas, que era lo peor) y salí del local. Tomé unas fotografías, caminé un poco y en el intertanto llegó la comida. Eran un par de chorrillanas o parrillas especiales (no me acuerdo del nombre del plato ni del restaurante, debe haber sido por el enojo, jajaja) grandiosas (¡estaban ricas!) pero fue excesivo alimento. ¡Nos tansformamos en unos verdaderos chanchos tratando de comer todo, pero fue imposible! Así que hubo que resignarse a dejar lo que no se pudo consumir, jajaja. Yo había sugerido una sola y que luego viéramos si nos quedamos con hambre, pero tampoco me hicieron "caso". No estuve, al parecer, muy convincente ese día, jajaja.
Eran pasadas las 16 horas cuando continuamos el trayecto, con toda la música necesaria para no adormecernos después de tan pantagruélica y nada de barata comilona. Llegando a Futrono, nos detuvimos y fuimos visitando Ferias artesanales: aros, llaveros, fuentes, adornos varios, pasaron a formar parte de nuestros equipajes. También una mermelada de fambuesa y unas tortillas de rescoldo (¡Meh!). Cuando nos cansamos, mejor dicho cuando "se cansaron" de mirar (yo ya me había cansado antes) pudimos retomar la carretera.
Nuestro chofer, jajaja, se detuvo frente al Balneario de San Pedro, para estirar un poco las piernas. ¡Qué nos dijeron a nosotras! Eran casi las 18 horas, pero aún hacía calor, así que decidimos ponernos nuestros trajes de baño en el mismo coche y ...¡a bañarnos!
Nuestro hermano dijo ¡yo también! ...y los tres nos sumergimos en las casi tibias aguas del lago Ranco. Nadamos un poco, nos reímos otro tanto, como cabros chicos, posamos para las cámaras y...nos tendimos un rato sobre las piedras, donde nos esperaban los demás. Unos minutos después, a ponerse ropa encima "no más" y continuar la ruta.
Al llegar a La Unión, una hora más tarde, por petición expresa para mi hermano, solicité pasar a la Pobl. Corvi, calle Los Laureles 111, la que fuera nuestra casa mientras vivimos en La Unión. Nos bajamos a observar. Considerando el tiempo, indudablemente la casa no estaba exactamente igual (cambio de ventanas, jardín sin árboles), pero la esencia era la misma. Mi hermano no dejaba de salir de su asombro al observar el pasaje existente entre nuestra casa y el grupo siguiente de viviendas, que en su niñez fuera la "cancha de fútbol" de todo su grupo de amigos de la "pobla" y de nuestro hermano Tito (o Ernest) y que ahora, en su dimensión real, parecía mucho más pequeña que en su memoria. La puerta de la casa estaba abierta, sin embargo, no se veía a nadie.
Antes de irnos, nos sacamos emocionados una foto apoyados en el cerco del que fuera nuestro hogar por años y luego nos subimos a los vehículos.
En el camino, pasamos al Terminal a comprar los pasajes para el viaje a Ancud y allí nuestra hermana confirmó su participación, aunque había estado dudosa porque ese finde llegaba su hijo menor, el infante Pablo, que, efectivamente, nos pasó a saludar al atardecer, transformado en un verdadero Forestín. Saldríamos a primera hora del día siguiente (6,20 horas) así que se pasó a comprar unas vituallas al súper y luego a la casa, a descansar, tomar once, ver "Pitucas sin lukas" (jajaja, casi todos viendo esa telenovela) y preparar equipaje para el próximo itinerario.
A pesar de que había que levantarse a las 5.00 de la mañana al día siguiente, igual me quedé trabajando esa noche hasta pasada la 1 de la madrugada. No me resultaba fácil escribir durante esos días, pues las actividades eran frecuentes y cuando se viajaba, por ejemplo, el sueño me vencía. Así que aquella noche aproveché la lucidez ...y el PC de mi hermana.
¡Nos vemos en Ancud!
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