lunes, 23 de febrero de 2015

La Ruta de los Álvarez : días en la Isla Grande de Chiloé (Región de Los Lagos)

Sábado 14 de febrero
 
  El Día de los Enamorados se inició tempranísimo para Los Álvarez y Cía. Desde las 5 de la mañana comenzó a funcionar la ducha con toda su intensidad.
El horario del bus, en teoría, era las 6,20, de manera que a las 6 ya estábamos arriba del troncomóvil de nuestra anfitriona para llegar con unos minutos de adelanto, por siaca... El auto quedaría en el estacionamiento, para ser retirado durante el mañana por R., quien lo llevaría al garaje de la mansión correspondiente. 

 La mañana estaba muy helada y con nubes oscuras, presagio de lluvia. Todos los locales y las puertas de ingreso al edificio  del Terminal estaban cerrados, de manera que sólo podíamos esperar en el andén, a merced del frío mañanero (¿serán todos los fríos así?, jajaja). La encargada de la agencia, el día anterior, les había adelantado, que, a lo mejor, quizás, acaso, por ser día sábado, el bus podría atrasarse en la hora de llegada. Estábamos sobre aviso entonces, pero una cosa es saberlo y otra cosa bien distinta es armarse de paciencia para esperar, teniendo mucho frío y sueño. 


   La espera se extendió más de lo esperado. Al menos, pasadas las 7 de la mañana abrieron el acceso a los servicios higiénicos (algo es algo). Finalmente, luego de caminar para uno y otro lado, de practicar step, caminata olímpica y de la otra,  llegó el bus, siendo las 7,45 horas, casi con una hora y media de retraso. ¡Ufff! Al menos era una buena máquina, a la que nos subimos rápidamente. 

  Siendo casi las 8  horas, abandonamos el Terminal y La Unión, ciudad a la que no retornaríamos en nuestro regreso, pues pasariamos directo a Valdivia. No tardamos en llegar a Osorno y de nuevo esa sensación de una ciudad sin gracia ni encanto, que se va envejeciendo sin sabiduría (lo que no sucede con todo ni todos, por suerte, jajaja). Lo único que salva a Osorno es su costa,  su hidrografia y su montaña, modestamente hablando. 



    ¡Ah!, me olvidaba comentar que nuestro pasaje no nos llevaba directamente a la Isla Grande de Chiloé, sino sólo a Puerto Montt. Allí tendríamos que buscar boletos para acceder a la ínsula. A las 10 estuvimos en Puerto y partiríamos de allí a las 11,30, de manera que aprovechamos el tiempo, ¿adivinen en qué? Jajaja, ¡exactamente en aquello! : en tomar café y comer algo, jajaja. ¡Ah!, también en ir al baño, sacar plata del cajero y tomar unas fotografías. 
   Cuando comenzamos a cruzar el Canal de Chacao nos bajamos del bus para disfrutar la vista del mar, de las otras embarcaciones, de las lobos marinos y otros especímenes de la fauna marina que asomaban de vez en cuando parte de su anatomía.
 Pudimos personalmente comprobar la instalación de la plataforma, que marca  el inicio de los trabajos de la construcción del Puente de Chacao


   Y al fin estuvimos al otro lado, fuera del continente y en territorio insular, la etapa más alejada de nuestro viaje. Ya no faltaba casi nada para llegar a San Carlos de Ancud ('tierra fértil' o 'cerro ventrudo' me acota mi sesuda hermana) y nos dedicamos a disfrutar el paisaje, que mostraba sus características distintivas, más arbustos, menos árboles grandes y, para sorpresa nuestra,  muchas viviendas hermosísimas,  muestra de que, en los últimos años, no sólo se va a visitar el lugar, sino, ademas, a habitarlo.
    A las 14,30 llegamos a destino. Una vez en poder de nuestro equipaje, nos abocamos a averiguar datos de hospedaje y buses para un regreso directo.
 En el ámbito alojamiento, felizmente tuvimos la posibilidad de elegir y, en situaciones como ésta, es que se justifica la famosa "democracia", pues entre todos y rápidamente seleccionamos lo mejor. Nos llevaron hasta el lugar de la cabaña para que la evaluemos y a todos nos gustó. Tenia dos dormitorios: la suite con una cama de dos plazas, el otro dormitorio con  un camarote doble, mientras que en el living había un sofá-cama ancho. La distribución fue rápida y lógica : la suite para la pareja, el  camarote para las hermanitas Álvarez y el sofá-cama para los "niños". 
   Yo elegí la cama superior del camarote, en consideración a mi juventud, jajaja. Pero, de ninguna manera vuelvo a hacerlo en otra ocasión: es un lío subir, lo mismo bajar, sobre todo cuando uno se levanta varias veces al baño en la jornada nocturna. Uno se mueve, se da vueltas o hasta suspira y despierta a su compañera del primer piso. Choca con el cielo raso, con la ampolleta, no puede tener el celu o despertador a mano, porque si se le cae, además de despertar a todos, se hace añicos. Lo bueno : una experiencia nueva, sin duda. 
   Después de estar instalados y ya solucionado el tema operativo, salieron libremente por las calles de Ancud en dirección a la Plaza de Armas. Ya eran las 15,30 y la solitaria estaba reclamando.
   Logramos ubicar en la misma calle Pudeto un Patio de Comida. Lo recorrimos hasta encontrar un pequeño puesto con colación a dos lukas y media y que contemplaba todo por el mismo precio; es decir, principal, ensalada y bebida. Juntamos tres mesitas y nos dispusimos a la espera, que no pasó más allá de diez minutos y nos dejó satisfechos y contentos. Comida simple y sabrosa, en la cantidad adecuada.
    Ya satisfechos y en paz con nosotros mismos, salimos a recorrer el mundo.
Caminamos una cuadra y ya estuvimos en la Plaza, donde nos esperaba unos Puestos de Artesanía, una Feria de Proyectos Ecosustentables,  más una presentación de Música Electrónica. ¡Una tremenda suerte, la verdad!
 Pero, además, una sorpresa (¡y vaya sorpresa para doña Principessa! Jajaja, con verso y todo...) : nada más ni nada menos que uno de los concursantes de Top Chef, Juan Morales, quien obtuvo el 2° lugar, estaba haciendo una especie de Clínica Gastronómica con productos chilotes, entre ellos, diferentes tipos de papas, ajos, y otros. ¡Qué alimento para los eyes! ¡Uyyy! (lo de ver a Juan Morales allí). 
    Sin embargo, doña Princess, siempre tan tímida y quitada de bulla, no se atrevió a hacerle ninguna pregunta al estupendo Chef, que en vivo y directo, era mejor que en TV. ¡Qué oportunidad desperdiciada, digo yo! (En fin, uno es como es no más...). 
   Antes de abandonar la Plaza aprovechó de fotografiar las figuras legendarias de Chiloé hechos en greda al parecer, por manos de un artista de la ciudad, que precisamente tiene su taller frente a la plaza ancuditana y que nos invitó a visitar su lugar de trabajo cuando pasamos por ahí. 
   Siguieron hasta la Costanera, buscando la Feria Artesanal oficial y permanente.  Se detuvieron un rato a orillas del mar, respirando el aire marino y  disfrutando de la brisa que disminuía el calor estival. El día se había despejado completamente y hacía calor. Llegaron a destino: la Feria era una construcción nueva, con puestos muy ordenados y con bastante espacio para transitar, con muchos, variados y creativos productos. ¡Realmente digna de destacar la creatividad de los chilotes!
- ¡Ufff!, ¡a abrir billeteras y monederos, que hay que comprar recuerdos y cumplir caprichos!
   Una vez saciados de mirar y comprar, iniciaron el camino de regreso, interrumpido por un incidente que les dejó un gusto amargo en la boca, por el sentimiento de inutilidad: iban por fuera de unos locales comerciales, caminando por la vereda, cuando un joven que iba en sentido contrario se cayó sobre el pavimento, a cuerpo muerto y cuan largo era. Tanto nosotros como los demás transeúntes y gente de los locales, primeramente no supimos qué hacer. Se sugirió llamar una ambulancia. Pedimos un cojín para poner bajo la cabeza del joven, que tenía los ojos abiertos, pero no podía hablar; nada, no había cojín. Se pidió llamar a Carabineros, se daban ideas, pero no se conseguía nada. La llamada a la ambulancia al fin funcionó. Una mujer joven se acercó más al caído, le levantó un poco la cabeza, le habló pero éste no contestaba. Su celular había caído en la vereda y alguien lo dijo y lo recogieron y armaron (estaba desarmado). Cuando vimos que la joven que había llegado estaba atendiendo al hombre, continuamos lentamente nuestro camino, con un sentimiento de inutilidad y de culpa profundos (al menos doña Princess). Felizmente, antes de alejarse, vieron llegar un vehículo policial que se detuvo y se hizo cargo de la situación; era lo que correspondía y Carabineros harían lo que no pudieron hacer ellos: prestar la ayuda necesaria. 
   Pasaron a comprar algunas cosas para la once y el desayuno siguientes y, al llegar a la cabaña decidieron qué tour tomarían para el domingo.  Esto era lo mejor: en un viaje de éstos podrían recorrer y conocer más lugares que si lo hicieran de manera particular, en el par de días que se quedarían en la Isla. 
     Al día siguiente, a eso de las 7 con 20 minutos comenzó la actividad en la cabaña de calle Pudeto 980 y tantos. Doña inició la marcha a la ducha, encendió el piloto como le indicaron, pero pagó el noviciado: "alguien" (¡no sé quién diablos, ni quise averiguarlo!) había cerrado el paso del agua de la llave del agua caliente, por lo tanto...¡no salió agua CALIENTE! ¡Brrrr! ¡Sólo frrrríía!  Felizmente, ya estaba algo habituada, por lo que el sufrimiento no fue taaannnto, jajaja. Luego le siguieron los demás, todos con H2O ...¡caliente! 

   A las 8,45 nos pasaron a buscar  en un  furgón para llevarnos al microbús que sería el vehículo oficial del Tour, que nos llevaría a Dalcahue, la Isla de Quinchao (a Curaco de Vélez y Achao), Chonchi y Castro, más otros dos localidades con Iglesias. Una vez llegaron todos (unos 24 pasajeros, entre ellos un joven suizo pero conocedor de nuestro idioma) como a las 9,15 horas, bajo un cielo nublado, iniciamos el Tour, previa presentación del Guía, un joven estudiante universitario de la Carrera de....jejeje, se me olvidó de cuál, jajaja, pero sí me acuerdo que su padre es Profe de Historia.  
    Nuestro guía, en sus primeras intervenciones nos hizo presentarnos y señalar nuestro lugar de procedencia, y nos informó de las generalidades de la Isla, acerca de sus actividades económicas, su vegetación, las ventajas o desventajas de la construcción del Puente de Achao. Y mientras el Guía se esforzaba por amenizar el viaje y transmitir a los viajeros sus conocimientos, nuestro hermano Patricio dormía plácidamente, jajaja. Ya me imaginaba la frustración del encargado, jajaja. La "actuación" del guía (parece que se llamaba Mario, ahora entiendo por qué lo había olvidado; es un nombre "maldito" para la familia) se intercalaba con música chilota, cuyas canciones eran cantadas de "pe a pa" por mi hermana cantante, jajaja. Al llegar a DALCAHUE (lugar de "dalcas"; por favor, no confundir con "nalcas", na' q' ver, jajaja. "Dalca" es una embarcación menor, ligera, alargada, que usaron los pueblos originarios de nuestro sur -chonos y huilliches-  para movilizarse por los canales  chilotes) no nos detuvimos sino hasta llegar al embarcadero, pues allí abordaríamos el transbordador que nos llevaría a la Isla de Quinchao, ubicada al frente, a unos 10 minutos de navegación. 
 Al tocar tierra no nos bajamos ni enterramos ninguna bandera como lo hizo Cristófolo Colombo al llegar a nuestro continente, sino que reiniciamos nuestro trayecto con destino a la localidad CURACO de VÉLEZ ("cura" = piedra , "co"= agua; Vélez, apellido de una de las primeras familias que habitó el pueblo), donde llegamos y nos estacionamos en su Plaza, lugar que reunía varios puntos de interés:
la Tumba del Almirante Riveros Cárdenas, quien participó en la Guerra del Pacífico y cuyos restos se encontraban en el subsuelo de la Plaza, pues nació en este lugar; 
el Museo de la localidad (un moderno edificio ubicado al frente) con innumerables y valiosos objetos de la vida de sus habitantes pasados;
 la Iglesia de Curaco y su Casa Parroquial (sólo alcanzamos fotografiarla desde fuera) y la Feria Artesanal, donde pudimos ver "in situ" la elaboración de la Chochoca, alimento de papa, manteca y chicharrones que se asa en torno a un palo cilíndrico en forma de uslero.
  También la probamos, obvio, para conocer su sabor: bastante sabrosa, pero inconveniente para la dieta. 
- ¡Todos arriba! ¡Terminó el tiempo! 
  Las últimas fotos y arriba. ¡Ahora vamos a ACHAO ('playa arenosa', 'lugar hermoso'), lugar famoso internacionalmente, pues cuenta con la Iglesia más antigua de la Isla de Chiloé, nombrada Patrimonio de la Humanidad, en cuya construcción, sabemos, no se utilizó ningún clavo y que ha debido ser reforzada por unos maderos en su exterior (como varias otras) para evitar su deterioro  con el paso del tiempo. 
Este monumento sí pudimos visitarlo en su interior y aunque yo ya lo conocía de una  visita de hace unos 30 años, el tiempo deja huellas y ya no podía ser la misma (ni la Iglesia ni la que habla, además de la compañía distinta)
En su interior se produjo un incidente del que no fui testigo, pero tuve conocimiento posterior, que podríamos calificar de ridículo y desubicado. No soy creyente, eso es bien sabido, pero no se me ocurriría, por un tema de respeto básico, ingresar a una Iglesia con un animal. Y eso fue precisamente lo que hizo una pareja de compañeros de tour, que salió a turistear con su perro regalón, al que de pronto le "daban los monos" y se ponía a ladrar a destajo. Fue en uno de esos momentos que lo sorprendió la persona encargada del templo y les solicitó se retiraran, obviamente, aunque no sé si San Francisco de Asís hubiera estado de acuerdo que expulsaran a su hermano perro.

(¡Ufff, qué calor hace, mientras escribo. Son las 15,30 de hoy lunes 23 y estoy en el palacete de mi Infanta, ya recibiendo los efectos de los 30° capitalinos. Como a las 18 tomaré rumbo a Rancagua, donde podré disfrutar de la frescura de palacio. Tengo, además, (como dice Alvaro Salas en algún chiste) todo el cuello"tomado" (jajaja) : debo haberme querido convertir en exorcista anoche, mientras dormía, además de  despertar abruptamente de madrugada, cuando ya iba con la mitad del cuerpo hacia el piso, jajaja. Parece que mi body desconoció la cama, a pesar de tener todas las condiciones dadas para dormir plácidamente, ahora que ya las visitas se han marchado, jejeje) 

  

  Sigamos: bueno, en todo caso, la culpa no la tiene el can, sino los dueños. ¿Les habrán cobrado extra por el perro? Seguro que no, porque si así hubiera sido, lo más probable es  que habrían encontrado perfectamente dónde dejarlo. ¡Cada loco con su tema, siempre y cuando no se metan en el mío! Jajaja. 
   No había feria en Achao cerca de la Iglesia, sólo la Plaza, bastante amplia y con un sistema especial de cercado para los árboles y plantas, que llamó la atención de las hermanitas Álvarez. 
   Una vez cumplido el tiempo, nos dirigimos de regreso a Dalcahue, pues se tenía planificado almorzar allí, actividad para la cual se nos dio una hora y cuarto. Parecía bastante tiempo, pero era tal la cantidad de gente, los artesanos, vendedores,  turistas y mirones varios que nos costó preciosos minutos encontrar un local con algún puesto para 5 personas (de nuevo, el "niño" se había quedado en casa, ¡bravo!, jajaja) y deseábamos contar con tiempo suficiente para recorrer la amplia y nutrida Feria Artesanal, que bullía de actividad. 


- ¡Salmón a la mantequilla con ensalada!... Salmón a la mantequilla  con papas cocidas... Pollo con papas fritas (la Cami era ésa, jajaja)... Dos Mariscales....! Una Cerveza grande, una bebida...  Mi salmón (y también el de Patricio) era una suela: estaba recocido y casi no se lograba descubrir ese sabor especial que tiene el pez... En fin, igual había que comerlo, sus buenas lukas costaba...La cerveza estaba a temperatura normal en día caluroso: ¡un verdadero pecado! Le pedí más limón a la garzona y me trajo 1/4 de él en la mano, ajajaja. Se notaba que el local no estaba a nuestra altura...(estábamos en el primer piso, jajaja) 

   (¡Los detalles marcan la diferencia!, dicen y es una gran verdad. Y hay mucha gente que no cuida aquellos pequeños detalles que hacen grata la vida y cualquier actividad diaria. Por eso: ¡vivan los detalles! ) 

  Terminado el almuerzo nos quedaron 20 minutos para recorrer la Feria y la gran cantidad de puestos. Pasamos casi a la velocidad de luz por todos ellos, deteniéndonos donde veíamos algo novedoso. Obviamente compré llaveros de recuerdo (no sólo para mí, también pensando en mi Infanta) e hice el mayor derroche de mi viaje : compré una hermosa bruja tejida con lana chilota para colgar en la terraza de palacio. Me costó dos almuerzos...o cuatro, dependiendo dónde, pero no me importó porque era para mí, jajaja... Ya con mi tesoro a cuestas, pasamos rápidamente por algunos puestos  más (no pudimos ver todo)  y alcancé a fotografiar un trío musical que cantaba una famosa canción chilota con uno de sus integrantes representando al Trauco. 
   ¡Adiós, Dalcahue! En una ocasión futura nos daremos tiempo suficiente para recorrer todos los puestos y todos los pueblos y ciudades hasta Quellón. 
   En nuestro viaje a NERCÓN pasamos por Castro pero no nos detuvimos en esa gran ciudad, porque lo haríamos al regreso. Sin embargo no dejamos de ver los famosos palafitos y el Casino Dreams, que el guía nos mostró desde lejos, estratégicamente ubicado en un alto, frente al mar, símbolo de la dualidad modernidad&tradición.

Mientras íbamos llegando a Nercón, nuestro Cicerone nos informaba que el Cementerio aledaño a la Iglesia era característico de la vida religiosa de antaño, pues se creía que mientras más cercanos a la casa de Dios estuvieran los deudos, más cercanos a él también estarían. Nos habló de la llamada "guerra de los muertos" , fenómeno socio-religioso surgido cuando ya las iglesias no daban abasto con sus "ocupantes" y la gente iba de noche para enterrar "a la maleta" a sus deudos. 
   La Iglesia de Nercón tiene como característica especial la existencia de un amplio antejardín, con caminos entre setos bien cuidados. En terrenos aledaños al templo estaba instalada una Feria Artesanal y Gastronómica, además de existir un escenario, en el cual se desarrollaba un Encuentro Mapuche-Huilliche. Durante unos preciosos minutos disfrutamos la actuación de un conjunto, cuya vocalista era huilliche y vestía el ropaje correspondiente. Tenía una hermosa voz, tocaba muy bien los instrumentos (el cultrún y un teclado con soplador) y era acompañada por un hombre a quien vimos utilizar el trompe y que también movía un especie de palo de agua en forma de rueda de molino.  Extraordinaria actividad pero no pudimos quedarnos porque el tour mandaba. 
    Nos regresamos al bus, bajo el achicharrante sol, buscando la más mínima sombra para no jibarizarnos. 

   Próximo destino : CHONCHI ('torcido o apagado') y su Iglesia, característica por su triple torre de color amarillo,  su frontis celeste y los pilares azules, además de su cielo raso con estrellas. Frente a la Iglesia, un especie de plaza-escenario, donde un hermano evangélico hablaba de la vida cristiana y otras hierbas, jajaja, con micrófono en mano, dos acompañantes y ningún espectador. En la cercanía de la Iglesia, a un lado, había unos tres locales de artesanía, que también visitamos. Justo en uno de ellos vi una bruja similar a la que había comprado, algo más grande, pero, además, con un madero de árbol de sostén. ¡Hermosa! (Al menos, así lo dice don Paco Ibáñez, que en el mundo al revés, las brujas son hemosas, jijiji). 
     La penúltima visita fue la Iglesia de VILUPULLI ('vilu'= serpiente; 'pulli'= colina; es decir, "colina de la serpiente"), localidad pequeña a la que llegamos saltando dentro del microbús pues su acceso es de ripio. También está catalogado como Monumento Patrimonio de la Humanidad, no obstante llama la atención su poco cuidado alrededor de ella. El templo es de madera de alerce sin pintar, al igual que la de Achao, pero de menor tamaño.  A su alrededor circulaban libremente unas mansas ovejas, que a pesar de ser mansas, se "echaron el pollo" cuando llegamos. Ellas, seguro, eran representantes del "rebaño" de fieles, jajaja. 



 La gran curiosidad de esta construcción, además de su valor patrimonial y arquitectónico, claro, fue que tenía acceso a su torre, a la que se podía subir, desde el segundo piso, por unas escaleras de esas portátiles (aunque estaban fijas), muy angostas y con poca inclinación. No resultó fácil llegar hasta arriba: el lugar era más  estrecho cada vez y  los peldaños  angostos (como sucede con esas escalas) sin lugar dónde afirmarse. 
No obstante, llegamos hasta arriba y fotografiamos desde la altura el lugar.  Obviamente era una proeza sólo para valientes, sólo subimos cuatro de nosotros, la Sibe no "púo", jajaja, y varios otros más.

 Mientras algunos seguían en la tarea de llegar arriba, nosotros aprovechamos de sacarnos una selfie tendidos en el pasto, frente a la iglesia (jejeje)
  Y, para finalizar, la ciudad de CASTRO. Primero, nos detuvimos en el Mirador construido para observar los Palafitos, desde donde también se observa el famoso Casino 
y luego nos llevaron a la Plaza de Castro, donde se ubica la famosa Catedral, uno de los símbolos de la ciudad. Ingresamos a ella y fotografiamos cuanto quisimos. Luego fuimos a la Feria Artesanal ubicada a su costado, donde aprovechamos de ir a los servicios higiénicos (uno de los lugares más visitados en los tours, jajaja). ¡Bonita feria también! ...
  

 El resto del tiempo lo ocupamos en recorrer algo la Plaza de Armas, donde vimos pasar a unos jóvenes con cabello al estilo mohicano, pero thrash-gótico-y-no-sé-qué-más  en su vestimenta, mientras en el escenario de la plaza se realizaban actividades para los niños que sufren de cáncer. 
    A las 18,30 nos fuimos al bus para iniciar el recorrido de regreso, el que fuimos mayoritariamente durmiendo, cuál más cuál menos. El tour había resultado rico en experiencias y visitas, pero también algo agotador, principalmente por el calor reinante. 
   Al llegar a Ancud, nos bajamos en el Terminal, con el objeto de pasar a comprar los pasajes del día martes, en lo cual nos fue bien. De allí, guiados por el mapa de Ancud que llevaba doña Gladys y cuya lectura experta estaba a cargo de ella y de Patricio, llegamos a la cabaña sin problemas y comprobando que estaba sólo a unas cuatro cuadras de los buses. Eran las 20,15 cuando llegamos y de allí en adelante nos dedicamos a ducharnos, tomar once y descansar. El día terminaba con total éxito.

   Lunes 16 de febrero. 
Cerca de las 9 nos levantamos ese día. Iba a ser más relajado. Don Patricio debía trabajar un poco en internet, así que con Gladys nos decidimos a salir a recorrer, pues ella quería visitar la Goleta Ancud.


 Nos fuimos a la Costanera por el trayecto que ya conocíamos y, primero averiguamos cómo ir hasta la Playa, que era el programa de la tarde y acto seguido caminamos hacia la izquierda por el bordemar. ¡Buena intuición, sin duda! Llegamos hasta una pequeña Plazuela donde, precisamente había una miniatura de la Goleta y, desde allí divisamos, esta vez más cercanos, un par de torreones que decidimos ir a visitar. Primero, eso sí, nos entretuvimos haciendo el simulacro de ejercicios en unas máquinas instaladas en el paseo, además de examinar una escultura, sin nombre, pero que no podía llamarse sino "El parto", "Vida" o "Nacimiento".
Subimos por la calle en dirección a un Hotel amarillo, que se veía  espectacular desde abajo. Caminamos hasta que... ¡oh, sorprise!... llegamos hasta el  Museo. ¡Claro: era allí donde estaba la Goleta y los torreones eran parte de la infraestructura del museo. 
- Entrada: adultos= 600, Niños= 300, Adulto Mayor: 300. 
- ¡Bravo! Además de ser barato ingresar, nos va a salir más barato, comentamos.
   
 Doña Gladys pagó sus 300 pesotes y no le pusieron problemas; yo también saqué mis 300 y el señor cobrador de entradas me puso mala cara, jajajaja, me   miró con signo de duda reflejada en el rostro y yo me reí. Creyó que le estaba mintiendo para pagar menos.
- ¡¡Puchas, aunque hubiera tenido que pagar 3 lukas lo habría hecho si tuviera menos años!! ¡¡Ni llorando me aumento la edad para pagar menos!!  ¡Ni loka que estuviera! Jajaja.
Le dije: -¡Le muestro el carné!, e hice amago de buscarlo, pero el Sr. Museólogo prefirió no hacerse problemas y recibió mis tres monedas. Obviamente la situación me subió la autoestima e inmediatamente me sentí 10 años más joven. ¡¡¡Bien!!!
   Bonito y esclarecedor el Museo. Allí nos enteramos que el Terremoto de 1960 también había afectado fuertemente a la ciudad de Ancud. Había fotografías en blanco y negro que eran mudas evidencias de las consecuencias  del terre-maremoto. Se hablaba de olas de 15 metros asolando la costa de la Isla (algo similar a lo que sucedió en terreno Rapa Nui). ¡Interesante información para nosotras, que vivimos la experiencia de este desastre telúrico en Puerto Nuevo y La Unión! 
  Otros datos interesantes: la llegada de  los jesuitas, luego los franciscanos; la existencia de inmigrantes holandeses, portugueses y españoles, además de alemanes.
    Entre los objetos propios de la vida de los habitantes de Chiloé había un candado de madera, un almud (cajón que se utilizó hasta no hace mucho para vender productos en la zona). También pudieron ver reproducciones de los diferentes personajes de la mitología insular, muy conocidos a nivel nacional, y que forman parte de la riqueza cultural popular : el Trauco, la Pincoya, la Fiura, el Invunche,  la Caicai Vilú y otros.
   Luego salimos al sector exterior del museo pero siempre en sus dependencias, a apreciar y fotografiar la Goleta. Cabe señalar que con esta frágil nave se tomó posesión del Estrecho de Magallanes para el gobierno chileno.
    Nos habíamos entusiasmado mirando y la hora había avanzado. Se acercaba la 1 de la tarde, por lo que emprendimos veloz caminata de regreso, que no resultó muy descansada pues era toda marcha arriba, ¡¡uff!!, las cuadras se nos hacían eternas, y parecían multiplicarse, de la ansiedad por llegar casi me meto a una Funeraria que tenía un  cartel parecido al de la agencia de las cabañas, jajaja. No me habría ido muy bien por allí. Llegamos acaloradas, acezantes y  cansadas, pero había sido un buen ejercicio. Mientras nosotros descansábamos de la feroz caminata (unas 12 cuadras a ritmo veloz) los demás se prepararon para la salida que tenía como metas : almorzar, ir a la Playa, además de visitar el Fuerte de Ancud. 
   Nos fuimos directamente hasta la Feria Artesanal, pues en nuestra salida matinal habíamos descubierto un restaurante que se veía bien holgado, luminoso y limpio, además de contar con  precios razonables. Cuando llegamos allá estaba ¡re-lleno! Después de mirar concienzudamente, descubrimos una mesa que había sido recién desocupada. Nos instalamos paa pedir y nada que venía nadie a recepcionar el pedido. Pasados unos 10 minutos me dirigí a una garzona que limpiaba otra mesa y le pregunté cuánto era el tiempo de espera : me habló de media hora o más, según el orden de llegada, una vez realizado el pedido. ¡¡¡Pero a nosotros ni siquiera nos habían tomado el pedido!!!! Así que optamos por un diablo conocido y nos fuimos al Patio de Comida del día que habíamos llegado. 
   Fue la mejor decisión : y los pedidos completamente acertados: salmón con ensalada, salmón con arroz, ¡¡pollo!! los niños, jajaja. Este salmón fue absolutamente superior al comido el día anterior y eso que no era "a la mantequilla", sino frito; ¡exquisito"! Y "para cambiar el sabor", como decía mi hermano, una porción de torta y pie de arándano, jajaja, ¡qué chanchería! 



  Después de decirle ¡¡adiós!! al "niño", que regresó a la cabaña, nos fuimos caminando a la Costanera para buscar locomoción que nos lleve a la Playa Lechagua. ¡La suerte nos acompañó! Un furgón nos llevó rápidamente (estaba a unos 5 kms. de Ancud) . Era una ancha y larga  extensión de arena, con la arena más fina que he visto, en cuyas aguas se podía ingresar hasta 100 metros y aún más...No había, eso sí, dónde ponerse el traje de baño y como era tan escasa la concurrencia no nos hicimos problemas y nos cambiamos entre los arbustos, jajaja. ¡¡Por suerte no tuvimos ninguna sorpresa desagradable...tampoco agradable, jajaja!! Tomamos sol un buen rato y luego fuimos al mar, pero no llegamos a saber lo que era tener el agua sobre la cintura, no quisimos seguir adentrándonos, pues después podíamos perdernos al volver, jajaja.
Tuvimos unas horas de relax bien merecidas, pues si bien llegaron más bañistas, nos separaba al menos unos 30 metros de cada uno (así de grande la playa).
    A las 18 horas decidimos regresar, encontrando inmediatamente locomoción para hacerlo. Una vez en el punto inicial, los hermanitos quisieron ir hasta el Fuerte San Antonio, mientras que las señoritas restantes se fueron a la cabaña. Recorrimos el fuerte, nos sacamos fotos y emprendimos la partida. 
  Sin embargo, a doña Gladys se le ocurrió buscar otro camino. De que llegamos, llegamos, pero hubo que recurrir al famoso mapita y, al parecer, caminamos más de la cuenta, jajaja. 



   Martes 17 de febrero
 El día amaneció más tranquilo y relajado, aunque el sueño no había estado todo lo tranquilo que hubiera deseado. En uno de mis tantos descensos del camarote, le escucho a mi hermana decir, asustada : ¡¡Terremoto, terremoto!! Jajaja, era yo que me estaba movilizando. El mueble se movía como jalea. 
Al querer ducharme, fui a buscar mi veintúnica toalla que llevé y había dejado colgada al fondo de la cabaña, para que se seque después de  lavarla, y me encontré con que estaba tan mojada que no valía la pena ducharse, jajaja. ¡Paso y fuera! ¡Me hice la loka con la ducha!     Mejor me dediqué a ordenar mis cosas, la cama, a colaborar en el desayuno y luego, a escribir...¡Pa' lo que sirvió, porque después se me borró todo en el bus! 
A las 11,30 íbamos saliendo de la mansión para dirigirnos al Terminal, caminando, pues quedaba bastante cerca. Nos tomó de sorpresa el fuerte oleaje que nos esperaba en  el Canal de Chacao, mientras lo cruzábamos. Igualmente nos bajamos del bus, aunque el viento esta vez era bastante más fuerte que de ida. El transbordador era más grande, de manera que tuvimos una mejor visión del paisaje. 
  El grupo completo estaría junto hasta Osorno, donde mi hermana se bajaría, para luego tomar un microbús que la llevaría a La Unión, su hogar. Nosotros llegaríamos a Valdivia, para estar un par de días más con la madre, doña Urbana. Esta vez, arribaríamos a muy buena hora, las 18 horas, con la satisfacción de unos días tan fantásticos como los anteriores. ¡Qué suerte la nuestra!
  

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