No hay
olvido: …hay “Salvavidas”.
Tres años se cumplen desde que te fuiste de nuestro
lado, tres años que han parecido interminables y, al mismo tiempo, mirados
desde este presente, muy breves. Hay relojes y calendarios para medir el tiempo
objetivo, el tiempo de todos, pero el tiempo personal, el tiempo de las
emociones, el de los dolores y de las
alegrías, se mide de otra forma. Transcurre lento a veces ; otras, se detiene
quién sabe dónde; en ocasiones, logramos apurarlo con un cúmulo de actividades
y de trabajo. Sea cual sea su velocidad, este tiempo personal, debe ajustarse
al de todos: es necesario. De otra manera te arriesgas
a vivir perdida –o inmersa- en otra dimensión temporal, fuera del
tiempo-reloj.
Al principio, la inercia y el saberme responsable
de acicatear al sistema para que actúe la justicia me mantuvo a flote; esa
tarea me correspondía, te la debía. Y sirvió para mantenerme alerta,
preocupada, atenta a los acontecimientos de esta vida real. Se llegó a puerto,
se obtuvo el primer objetivo: hacerte justicia…dentro de lo que cabe.
De ahí en adelante, a tumbos en ocasiones, con el permanente apoyo
de la familia y de amigos propios y tuyos, había que seguir funcionando,
recordando y asumiendo, recurriendo a variados recursos para darle un nuevo sentido
a esta vida sin ti (vida sin objetivo final).
Hace seis meses apareció este “Salvavidas” (el 26
de mayo pasado), el que ha cumplido con creces su función…y la seguirá
cumpliendo: se requiere… El oleaje es menos fuerte, la profundidad, menor, pero
nadie nos asegura de futuras tempestades
o de abismos marinos.
Agradezco cada uno de los gestos, cada una de las
palabras, de la compañía cercana o a distancia, de las sugerencias y aportes en
este camino recorrido de tres años. Gracias también a las dificultades, que
aunque no han tenido la intención de ayudar (si se les puede atribuir intención),
han servido para fortalecer y clarificar el avance.
Gracias, hija, por el tiempo que compartimos.
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