domingo, 15 de septiembre de 2024

Esqueletos en el armario...

   
7 de septiembre

 Cuando vi en la novela que estaba leyendo la expresión "cadáveres del desván de mi alma" utilizada por el protagonista para señalar a las personas cercanas que había "sacrificado" en función de sus intereses personales, me hice un propio autoanálisis, no muy profundo en el momento, a decir verdad: quería seguir leyendo, pues el argumento me tenía bien cogida por los pelos. Un monje, casi al final de su vida, ya octogenario, escribe sus memorias con el objetivo de explicar cómo se llegó al tiempo actual (Hispania en el siglo VII de nuestra era), aunque esto signifique develar traiciones ocultas. La muerte lo acecha y es momento de decir la verdad.

  [Entre paréntesis: este día me ha resultado engañoso. Ha cambiado hoy la hora y como aún no oscurece creía que era más temprano, pero no. Cronos gobierna mi vida, por lo que seguiré escribiendo después porque ahora debo cerrar puertas y ventanas y preparar mi once. Debiera darme hambre un rato más,  😁. Cierro paréntesis].

  11 de septiembre 

   Han pasado varios días en que le he estado dando vueltas a este relato, no digamos que tanto tampoco. Otras tareas, más pedestres, han ocupado mi tiempo. La primavera está  llegando y he querido preparar el escenario adecuado para recibirla. Ello me ha llevado a separar el huerto- jardín y he pasado de una palabra compuesta a dos palabras simples: huerto y jardín. ¡Miren qué fácil!, 😁😄😁😄. El huerto lo he dejado en el balcón del quinto piso, mientras que el jardín lo he llevado al sexto. Eso ha significado cambiar maceteros, comprar algunas flores (orejas de 🐻), transplantar, podar, hacer esquejes, eliminar ramas y hojas, una tarea algo sucia, pero muy positiva - se elimina lo débil e innecesario-. Aún no termino, pero ya se están notando los cambios en el ambiente.  

   Estamos ya a 11 y los aires dieciocheros se notan. Hasta yo he caído en esa vorágine de compras, en esa ansiedad que suele invadir ciertas fechas del año, y eso que soy cuasi incorruptible y a prueba de influencias externas, ya sean publicitarias o de redes sociales. ¡Na! Es broma; soy tan o más proclive a caer en la compulsión adquisitiva, no ya de bienes suntuarios, sino de productos alimentarios, fenómeno muy presente llegados a cierta edad, como si frente a la muerte que nos acecha, no quisiéramos, de ninguna manera, que ésta llegue por inanición,  😂 😂.  

12 de septiembre

   Retomo la idea del primer párrafo. Cuando leí esa expresión -"cadáveres..."- pensé en mis propios "cadáveres" y se me vino a la mente una persona que justo ese día 7 estaba de cumpleaños. Tengo claro que yo también soy un "cadáver" de dicha categoría para esa persona. Felizmente no hubo un "sacrificio" doloroso para ninguno de los dos cuando se produjo el alejamiento; fue resultado del desgaste, de las diferencias irreconciliables, etc.etc., de planes nuevos en que no estaba el uno para el otro. Digamos que fue un envío al desván por "muerte natural" de la relación. Ojalá hubiera ocurrido antes; habría habido menos daños colaterales. En fin, ese día me vino a la memoria ese cumpleaños -del que hacía años de años no me acordaba- y quise echarle una mirada al "cadáver", 😂 😂. Encontré facebook y con un antediluviano messenger envié un mensaje de una palabra  -"felicidades" o "felicitaciones", ya no estoy segura cuál de las dos-, sin ninguna seguridad que fuera vista por el destinatario. El facebook parecía estar inactivo. Pero no, hubo una respuesta, más nutrida que mi mensaje, al que sólo respondí con un par de emojis. No había necesidad de más.  

   La novela leída, origen de esta acción y reacción en el mundo real y en mi vida personal, me gustó por dos razones esencialmente; no, por tres (lo que abunda no daña, 😂, se decía antes). 1) Es un  relato de un momento histórico del que no había leído mucho últimamente, la invasión visigoda de la Península  Ibérica y el establecimiento el reino de los godos (Rex Gothorum);  2) el relato constituye una especie de "confesión" y autoanálisis de parte del protagonista, Sergio de Emérita, quien no es autocomplaciente con sus actos, no elude, no escamotea, tampoco pide disculpas ni se arrepiente por sus acciones, buenas o malas, correctas o inmorales, pues fueron parte de una elección consciente y voluntaria para saciar su ansia de poder; 3) es una excelente narración, otra más del mismo autor, Santiago Castellanos, que hizo de mi lectura un agrado; y 4) -sorry, me había quedado corta-, fue un gusto saber algo más de lo que ocurrió en dos ciudades que he visitado en España y que me han impresionado precisamente por su carga histórica, Mérida (Augusta Emérita)Toledo (Toletum). 

  Corre el año 566 y Sergio, un niño huérfano de unos 8 años, es entregado a una institución católica por su tío, sin que el pequeño pudiera hacer nada. Su destino se ha sellado: servirá de por vida a Sta. Eulalia (mártir emeritense de 13 años, que fue torturada brutalmente hasta terminar decapitada, por negarse a renunciar a su fe cristiana). Así comienza el viaje retrospectivo de Sergio de Emérita mientras asiste a las últimas horas de vida del Rey Godo Sisebuto, de quien fuera su Consejero, quien muere envenenado, uno de los tantos finales en ese y todos los tiempos. Sergio, a pesar de ser católico, también fue consejero de los reyes Atanagildo, Leovigildo y de Recaredo, siendo parte relevante en la instalación y expansión del Reino de los Godos en la Península Ibérica. En todos esos años de vida palaciega vio y participó en muchas intrigas, traiciones y guerras, en nombre de sus reyes, de la paz y de Dios, pero con el ansia del poder personal sustentando cada consejo y acción. Rey de los Godos es una novela que vale cada minuto que uno ocupa en leerla. Es una mirada al propio espejo de nuestras vidas. Hasta pronto. 



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