viernes, 28 de junio de 2024

Dando jugo en Punta Cana...

 

    ¡Hola, hola! Aquí estamos de nuevo, esta vez bendecidas por el clima, que ha dejado de tener los rigores invernales para transformarse en 39 ó 40 grados de sensación térmica y con mínimas de 25 ó 26 grados, más una lluvia tropical en algún momento del día, que moja con ganas, ¡vaya que sí!, pero que no daña . Al contrario, da vitalidad y contagia. ¡Ya les contaré! 
   El domingo 23 no fue día de guardar para nosotras. ¡No, señores! Fue día -tarde más bien-  de viaje, pues comenzamos la aventura, caribeña de nuevo, esa misma tarde. Desde Lanco-Temuco partieron Marcela, Lidia y Elizabeth, y desde el Palacio de Rancagua, yo. El encuentro se realizó en el Terminal Internacional del Aeropuerto Arturo Merino Benítez, tan largo, grande y nuestro, tipín 23,15 horas. Anduvimos más 'espabilás' que la Cenicienta, sin perder ni un ápice de nuestro encanto y eso que no había príncipe ni nada que se parezca a la vista. De todas maneras, las Cenicientas Sureñas ya venían con la espera de una hora en el cuerpo, que no de la vida, por suerte pa' to'as' (toy hablando al estilo español no sé de qué zona, pues estoy pegá en una serie de época y los personajes 'del servicio' son los más simpáticos, 😁). Pasamos todas las revisiones aeroportuarias  -del equipaje, especifico- sin inconvenientes y nos embarcamos sin sorpresas ni atrasos rumbo a Panamá. Todo bien hasta que vimos la ubicación de nuestros asientos número 34, pues no pensábamos que era la última fila, por lo que nada era reclinable y, más encima, íbamos acompañadas cercanamente de al menos un niño por fila y columna de asientos, incluido un bebé. ¡Parecia la maldición del bebé de Rosemary!  Eso le pasó a la Marce -¡tan guaguatera ella, 🤣 😜!-, por hacerse la amable con una pareja de jóvenes que llevaba un bebé y chorrocientos bolsos, además de una carriola. Marce les ayudó con el coche, diciéndome al oído: ¡ojalá no queden cerca nuestro! Pues, sucede que quedaron al lado de ella, 🤣 🤣, de manera que, inicialmente, debió soportar los "cánticos" del pequeño demonio. 

   Partimos a las 4 de la mañana desde Chile. Los carros con comida pasaban de ida, pasaban de vuelta ...y ¡nada! Felizmente, ya siendo las 7 de la mañana se apiadaron de nosotras y nos llevaron de desayuno café con yoghurt y unas tostadas a la francesa, 🥴, que era lo único que quedaba. ¡Flor de libertad de elección, 🙈! Estuvimos en el "Aeropuerto Tocumen de Ciudad de Panamá" cerca de 3 horas, vitrineando sin responsabilidades. La maleta de cabina la habíamos enviado por bodega, así que sólo portábamos mochilas o carteras. Dejamos visto un local con souvenirs panameños para el regreso. Pasamos algo de susto en ese aeropuerto. Los pasajes estaban sobrevendidos, pero no pasó a mayores. Esta vez, viajamos en la fila 7 (poco nos faltó para premium, 😉). Fueron 2,30 horas de viaje, por lo que a las 16 horas estuvimos en el "Aropuerto Internacional de Punta Cana". Regateamos antes de decidirnos por un taxi que nos llevara a nuestro alojamiento a unos cuantos kilómetros de distancia. Logramos una rebaja de 10 dólares, nada de despreciable, y tuvimos la buena ocurrencia de no cambiar dinero en el aeropuerto. Después pudimos comprobar que la diferencia era considerable, una verdadera estafa el cambio en dicho recinto.  
   El depto./residencia arrendado valió realmente la pena. Totalmente equipado, 3 dormitorios, 2 baños, 2 balcones, ubicación frente a la piscina, todo en el mejor de los estados y a un precio inmejorable para cada una. La verdad es que no quedamos ni cerca de la playa ni tan cerca del centro del Distrito o municipio, pero aquello se suplió con un carrito/camión 3 cuartos que pasaba a las horas por fuera del condominio y nos llevó a la "Playa Arena Blanca", muy amplia, larga y de arena blanca -obvio, 😜-  al día siguiente de nuestra llegada.  
    Al final, logramos bañarnos en tres playas. Ayer estuvimos en "Playa Macao", antes, en la de la Isla Saona y en una laguna de aguas turquesa espectacular, donde la/el? "motomarán" en que nos llevaban a Isla Saona -anteayer- se detuvo en medio de las aguas y quienes quisieron, que fue la mayoría, pudo bañarse y nadar. La verdad sea dicha, sólo nuestro grupo arrugó, debido a que no supimos que íbamos a pasar a ese lugar, así que no llevábamos el traje de baño puesto; sólo nuestra amiga Vilma, nunca tan bien categorizada de "siempre lista", llevaba dicha prenda y presta acudió al agua, en tanto las otras 3, como gatos ante la carnicería, mirábamos las maromas de nuestra friend hasta...que yo me decidí ponérmelo a cómo dé lugar, aprovechando el amplio vestido que llevaba ese día. Y, al fin, ¡mujer al agua!, 🏊‍♀️. ¡Qué delicia! Y sin peligros de ningún tipo pues no había oleaje en medio de esa rara laguna en el centro del océano, cerca del término de República Dominicana y del comienzo de Isla Saona (la ínsula más grande del país). Creo que fue un trago de sprite con ron lo que me animó, porque después de degustarlo, me aboqué a vestir el traje de baño. De allí nos fuimos directos a la Isla Saona, en un tour que habíamos contratado el día anterior. 

    El tour a Isla Saona tuvo sus varios bemoles, 🥴😕. Nos pasaron a buscar a las 7 de la mañana, nos condujeron a las afueras del sector Bávaro de Punta Cana y nos hicieron esperar por unos 15 minutos que se transformaron en 60, en una primera instancia y luego en otros 15 más esperando a otros 'touristas'. Para llegar hasta dicha isla se realiza un recorrido por tierra primero hasta el Puerto Bayahibe, que, a primera vista, se ve impresionante. Claro que no tuvimos la oportunidad de recorrer sus calles, pues allí debimos pasar por el proceso de autorización de la Capitanía de Puerto. Mientras eso sucedía pasaban los minutos  -45 en total- y llegaba un buen aguacero. El trayecto desde nuestro alojamiento hasta Bayahíbe no fue menor -85 kms.-, trayecto que nos llevó de estar a orillas del Atlántico a orillas del Caribe. Una vez arriba de la embarcación y habiendo recorrido a lo menos una hora, llegamos a la llamada "Piscina Natural Saona", donde desembarcamos y nos bañamos en mitad de sus aguas. Ya frescas y habiendo probado el Ron Cabaret -🤭🤔😏- continuamos la navegación hasta llegar finalmente a la Isla Saona. Allí, luego de recibir la información adecuada para concurrir al bar -donde teníamos chipe libre- y al "comedor" para almorzar tipo buffet,  obviamente todo al aire libre, salvo alguna protección de techos con 🌴 🌴 Cana, comenzó nuestro entretenimiento y estadía en la ínsula. 
   Fue en ese lugar donde una de nuestras amigas inició su trayecto por las más abyectas profundidades del ser humano,😂😂, intermediado este viaje 'ancestral' por la bebida espirituosa conocida por estos lares como Ron Cabaret, acompañado en pequeñas porciones por la internacional Coca-Cola. Nada hacía presagiar lo que ocurriría ese día, las vergüenzas que pasaríamos y los videos divertidos que grabaríamos. Hacía tiempo que no nos reíamos tanto, 😂 🤣😂🤣. El entusiasmo desmedido de nuestra sister nos obligó a estar atentas a sus acciones, bailes, desplazamiento por la embarcación, intercambio de comunicación con sus congéneres de distintas razas, etcetc., 🤣😂🤣😂. Al terminar el viaje llegó la hora de la verdad: había que desembarcar a nuestra amiga salva, aunque no tan sana -🤭🤭-. Con la ayuda de un buen samaritano en el momento preciso en que pasamos del estado líquido al sólido (me refiero del mar a la tierra, aclaración necesaria para evitar confusiones) sorteamos el peligro. Ya en tierra, casi como un reo sin esposas, hubo que conducir a la susodicha al bus turístico. ¡Fue otra ordalía!, que se superó con ayuda de uno de los guías. Otros detalles más o menos "sabrosos" los guardo por el bien de la protagonista, 😂 😂. Lo que sí puedo agregar es que el sueño de esa noche fue profundo y vigilado, porsiaca, 😜 😜; en síntesis, se le apagó la tele apenas llegó a "casa", 🙈. Lo interesante -y divertido- es que todo quedó registrado en fotografías y videos para la reconstrucción de la historia de este grupo de chilenas viajeras. 
   Ayer fuimos a conocer Higüey, cabeza de distrito de este sector, ciudad ubicada a una distancia de 40 kms. de donde estamos. Pasamos por muchos campos ubérrimos, con cultivos mayoritariamente de plátanos, hasta llegar a la urbe. Lo destacable fue conocer la "Basílica Catedral de Nuestra Señora de la Altagracia", uno de los santuarios más concurridos del Caribe. Si bien la construcción del edificio actual fue iniciada el año 1954, duró 17 años en completarse. Tiene una altura de 80 metros y una capacidad para 3 mil fieles. Fue construida allí para reemplazar un antiguo Santuario en que se apareció la Altagracia, como consta en documentos de la época, año 1572. Llama la atención el tamaño y la forma de la estructura actual, que semeja a la Virgen rezando con las manos juntas.  
   Saliendo de allí fuimos al Mercado, lugar que nos provocó una fortísima impresión por la insalubridad. Sólo estuvimos el tiempo suficiente para comprar un par de 'aguacates y limones'. La pestilencia nos hizo casi 'salir pitando'. Los otros lugares a los que llegamos, con dudas y retrocesos,  pues el conductor no conocía bien el trayecto, fueron: un rancho a orillas de un río, donde almorzamos una comida básica pero bien sabrosa; una finca -pequeña-  productora de café y cacao, la que recorrimos con la guía del dueño de casa. Fue la sección cultural del día, pues anduvimos bajo plátanos, cocoteros, mangos y otra serie de árboles y plantas autóctonas. De allí enfilamos rumbo a Playa Macao, hermosa extensión de arena blanca en la que gozamos del paisaje, del agua y de unos jugos que compramos, por espacio de dos horas. Desde allí regresamos, no sin antes pasar a comprar nuestros pasajes para viajar a Santo Domingo y "algo" de comida (una enorme y exquisita pizza 🍕 🍕 ). Ya provistas, nos llevó nuestro anfitrión al alojamiento. 
   Cabe señalar que casi no nos quedamos sin playa ayer, pues el conductor pretendió cambiar las reglas del juego y traernos de regreso a eso de las 13 horas. No nos quedó otra solución que montar en cólera y hacer respetar el acuerdo conversado con quien contratamos el tour. La verdad es que nos quedó un sabor amargo en ese sentido en nuestro primer paso por Punta Cana. Si bien se observa con claridad que la actividad turística es la que mueve este lugar del país, sus habitantes no siempre "juegan limpio". Siempre tratan de sacar el máximo provecho del turista, al menos en el trato directo y presencial. Los souvenirs son muy caros, igualmente los alimentos y las bebidas, espirituosas o no. La locomoción no resulta económica para nada y los tours, tampoco. Lo que sí es muy conveniente es el alojamiento, lo que, sin duda, se debe, entre otras razones, a la amplitud de la oferta. El trato, eso sí, es muy amable y simpático, 😊. 

  Hoy partiremos a la capital, a darnos un baño de cultura e historia. Esperamos también hacer shopping con éxito. Ya veremos qué nos deparan los próximos días. Lo importante es que ya llevamos en el cuerpo cuatro jornadas viviendo la experiencia de un clima tropical isleño, un verdadero paréntesis a lo que se vive en nuestra tierra de origen, que esperamos encontrar al regreso sin tanto desaguisado. Hasta pronto. 








No hay comentarios:

Publicar un comentario