sábado, 2 de septiembre de 2023

Relaciones...

    

 ¡Uff! Hay tanto qué decir sobre esta palabra o gracias a ella hay tanto que reflexionar, que se transforma en una tarea casi titánica y cuesta arriba. ¡Y eso que no sé mucho de cuestas arriba, porque cuando camino lo hago de preferencia en terreno plano, lo que no quita que suba de vez en cuando -o "escale"- algún pequeño promontorio. Mi récord Guiness personal, fuera de broma, es el Peñón de Gibraltar, 😏💪. 

 Relaciones...personales, sentimentales, laborales, ocasionales, familiares, amistosas y de conveniencia...Tanto paño qué cortar y carne que desmenuzar, 😂, con respecto al tema. Y todas se originan -las relaciones- en ese sentido gregario que dicen que tenemos como especie. Sentido gregario que no es más que de supervivencia y conveniencia en muchos casos o afán de colectivismo puro y duro, que no desarrollo personal y social, que es lo que debiera ser.    

   Aprovechando antenoche las últimas horas de mi conexión a Netflix terminé de ver la serie "Wanderlust" y al finalizar los créditos me quedé pensando sobre las relaciones humanas. ¡Qué  complejidad más grande implican! Y en esa historia de dos, un tercero o cuarto son una novedad no siempre bienvenida por los componentes originarios. A veces no sé qué prima más en una pareja cuya relación ya huele a crisantemos o gladiolos. ¿El afán de empezar de nuevo con la misma persona, de buscar ayuda, de incorporar nuevos elementos o "jugadores" a una historia a la que sólo le falta el certificado de defunción, aunque haya algunos estertores? o ¿la incertidumbre cierta -jajaja, ¡qué paradoja!- de no tener asegurada la felicidad con la nueva persona te hace desistir? O ¿simplemente decides jugar al todo o nada y en el camino se arregla la carga o te deshaces de ella? Tal vez saboreas la nueva experiencia pero luego retrocedes porque lo que puedes perder es conocido y concreto y, al contrario, lo por ganar es todo un albur. ¿Cobardía ante lo desconocido? Quizás. ¿Amor verdadero hacia lo ya compartido? Acaso.    

  En mi vida no me ha resultado mantener buenas relaciones con las personas, en general. Imagino que mis rasgos antisociales han aportado lo suyo, 😂. Sólo en los ámbitos familiar y amical digamos que he pasado la prueba de la blancura, apenas. Algo es algo. En las otras categorías, maoma no más. En lo sentimental me llevo la Palma de oro...falso, 😅.  Ahora me río, aunque en su tiempo lloré más que una magdalena o plañidera. La relación más duradera duró lo que duró porque no había acuerdo de una de las partes en terminarla; si hubiera habido acuerdo mutuo no habría pasado de dos años. ¡Una verdadera pérdida de tiempo de calidad de vida para ambos protagonistas, con los correspondientes efectos colaterales, negativos por cierto. Es lamentable que una gran mayoría seamos seres tan emocionalmente inestables, incompletos e inmaduros al momento de iniciarnos en relaciones con los demás, especialmente en el caso de las RR.sentimentales, lo cual nos lleva a cometer errores de percepción del otro, reiteración de silencios graves, aceptaciones sin sentido, omisiones imperdonables, humillaciones inaceptables...En fin, una lista de lindezas de las cuales te arrepientes cuando ya es demasiado tarde. Y en el intertanto, no hay tiempo de madurar porque pasamos de una experiencia a otra, sin dejar el tiempo necesario para aquilatar acciones propias y ajenas y tomar decisiones trascendentales. Cuando te das o tienes el tiempo para meditar a conciencia y actuar en consecuencia, los años han pasado y, tal vez, ya no quieres más guerra. Estás bien contigo misma. ¡Vaya síntesis de una vida de relaciones erradas, no porque sean dañinas, sino inconvenientes para ti, para tus deseos y anhelos!   

  Creo que uno de los mayores errores en cualquier relación, sea de la categoría que sea, es el silencio, no aquel que es felizmente compartido y que no requiere palabras, sino el silencio surgido del temor, temor a ser mal interpretado, a provocar enojo, a ser causa de abandono e indiferencia. Si uno hablara más de lo que siente, de lo que piensa, de lo que espera de esa relación, de lo que no le gusta y, también, obviamente, escuchara acerca de lo mismo, seguramente obtendría como recompensa una relación armónica y feliz, o, al menos, viviría más alegrías y momentos felices, memorables. No es que no los haya en una experiencia amistosa, familiar, laboral y/o sentimental, sino que si los desencuentros son habituales o la calma es superficial - presagio de turbulencias-, las alegrías compartidas serán minimizadas por los malos momentos. 

   La receta parece fácil, pero no lo es. La verdad es que no las hay. Si hubiera alguna, tampoco sería factible que funcionara con todos y en todas las categorías. No basta con hablar y compartir, sino que, además, hay que hacerlo de manera adecuada, sin herir, sin culpar, sin menospreciar. La oportunidad asimismo es relevante. Uno debe aprender a leer las señales, los momentos adecuados, ¡tantas cosas! Por eso es que la mayoría aprende luego que está de vuelta de todo y ya no tiene tiempo de probar lo aprendido, 😁.¡Menuda ironía! Pero así es la vida, la que, a pesar de todo, vale la pena vivirla y mejorarla desde el punto de vista humano. No se trata tampoco de ser pura paz y desprendimiento, ¡para nada! La racionalidad sin duda debe estar presente y decir que no también es necesario más de una vez. O bien, sin decir que no, alejarse. En tal caso, el silencio suele ser más decidor.     

  No crean, después de todo lo leído, que he sido y soy un desastre con respecto al tema. Tengo mis aciertos también, 😜. He mantenido, por años, contacto y amistad con buenas personas, buenas como yo, jajaja. Luces y sombras definen nuestras vidas, si no luciríamos una brillante aureola. Como no es así y sé que cada una -persona- es un mundo con sus lados A y B, no me es posible poner las manos al fuego por nadie, porque tampoco me gustaría que alguien se las quemara por mí. Y como no somos transparentes como medusas ni como esos pendrives que usamos en los inicios de la era tecnológica, es muy probable que muchos tengamos más de un esqueleto en el armario encerrado bajo siete llaves. ¿Qué hacer frente a ello? Estar atentos a los indicios, a los silencios, a las ausencias. Si el entusiasmo y el optimismo te ciega a todo aquello, lo comido y lo bailado nadie te lo podrá  quitar, en todo caso. Total, la vida es corta y no siempre uno puede andar a paso cansino, pues también hay muchos que aciertan plenamente y logran armar el rompecabezas con éxito. Visto todo aquello desde la distancia que dan los años, hay que decir que todo valió la pena: los sufrimientos y las alegrías. Lo bueno es que, en la recta final, son los momentos buenos y felices los que predominan. Hasta pronto.

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