domingo, 26 de diciembre de 2021

Voces...

    

   No son las voces en sí mismas las que me atraen o repelen como un todo, sino aspectos dentro de ellas: a veces su fluidez (acelerada o morosa), otras, su volumen (excesivo), tono (muy agudo), timbre (característica personal)cadencia (modulación). Lo último -la cadencia  vocal- puede ser tanto natural como aprendida, por lo que convence -o agrada- al "oyente" cuando se capta natural, sin caer en la exageración forzada.

  Después de llevar más de 60 años escuchando voces  -bien reales, aclaro-, comienzo a tener algunas certezas con respecto a lo anterior. Algunos pensarán que me he demorado un "poquito", 😅. Les encuentro razón, pero, debo confesarles que para darme cuenta de esto ha sido necesario tener el "tiempo" para analizar y pensar. Ahora lo tengo y le saco provecho. Al contrario, mientras fui adolescente, adulta joven y, luego, adulta madurita, no me detuve lo suficiente como para permitirme "pensar" más que "hacer"  (conozco a más de alguna amiga que quisiera tener potestad sobre las manecillas del reloj para lograr hacer más "cosas" durante el día; también pequé de ello, lo asumo)

  No obstante, no es sólo la voz la que provoca en mí una reacción favorable o adversa. Esto va muy asociado al hablante. De manera que cuando la identificación se produce no necesito ver a la persona para sentir el rechazo, por ejemplo. Precisamente comencé a reflexionar sobre aquello cuando tomé conciencia que no "soportaba" escuchar a algunas personas y mi primera reacción era cambiar de  canal o apagar la radio, según de donde surgiera el "hablamiento" (jaja, me acordé de Pato Cruz). Y como tengo clarísimo que mi grado de intolerancia ha crecido, simplemente ya no me esfuerzo por aceptar situaciones desagradables como lo hacía antes. Sin duda el status laboral es un elemento que pesa a la hora de esforzarse en la tolerancia con los colegas, jefes...o subalternos. Mientras uno trabaja tiene que esmerarse en ser tolerante para aportar al clima laboral, para estar bien con los superiores (sin que ello signifique zalamería u obsecuencia) o aceptar que no toda la gente a tu cargo es tan capaz como uno quisiera. 

 [Abro paréntesis: para muestra un botón: hace unos días iba en un microbús y una tarea consciente de todo el trayecto fue evitar ser tocada por mi compañero de asiento. Ya no soporto aquello, cada vez es más acentuada -o exagerada- mi actitud. La tolerancia se reduce a ojos vista. Y no es primera vez; la verdad es un ejemplo de tantos. Cuando es una mujer a quien tengo a mi lado no es tanto el problema salvo que te toque en suerte -y mala- una dama de mayor contextura que necesita ocupar más de la mitad del asiento. Cierro paréntesis].

    Antes pensaba, por experiencia, que sólo la música o los olores activaban mis reflejos condicionados y me transformaban en una mera rata 🐭 del laboratorio de Pavlov y Skinner. Pero no. Me doy cuenta ahora que también las voces traen a flote mi animalidad, 😂. Tengo, eso sí, unas cuantas ventajas sobre los roedores de ese cuento -¡por suerte!-. No estoy encerrada en una caja de experimentación y puedo eliminar momentáneamente el estímulo (raro que esta palabrita -"estímulo"- siga teniendo connotación positiva en sí misma aunque comporte, como en este caso, una reacción  negativa: ¡hasta el lenguaje puede resultar injusto, contradictorio y poco confiable! 😡). No descubrí más ventajas, pero son las suficientes para recuperar mi sentido de libre albedrío!

   A pesar de todo lo dicho, no todo es tan negro o gris. También estas reacciones psicosomáticas tienen su versión positiva: hay voces amadas; otras, inspiradoras. Cuando las voces amadas son reales aún, es una alegría para el corazón escucharlas, lo que se transforma en añoranza cuando ya no están. En estos casos, la mejor alternativa para recuperarlas es recurriendo a una grabación, si se tiene. Si no es así, la memoria será el único "soporte" hasta que falle, ojalá lo más tarde posible. 

    Las voces inspiradoras son un fenómeno especial. A veces son un don natural; otras, aprendido -por lo tanto no es don-. La cultura grecolatina le asignó la categoría de arte a la Oratoria. Se transformó en un aprendizaje deseado para los jóvenes de la élite si se quería contar con una educación digna de su clase que les permitiera prestigio y poder político. Para ello, la voz debía ser educada pues era -y sigue siéndolo- el principal instrumento para persuadir (emociones) y convencer (razones) y, de esta manera, lograr el propósito de la comunicación. La elocuencia también tiene aquí un papel protagónico. La voz es el instrumento, pero lo que esta voz diga -contenido- es lo que completa el cuadro de un buen orador... ¡Uff! Parece que me fui más allá de lo que esperaba, pero retrocedo un poco. A ver... Esas voces inspiradoras habitualmente son "aprovechadas" -potenciadas y usadas- por sus poseedores, desde un comunicador de medios, pasando por un hipnotizador, un actor, un cantante, un líder religioso, un político (no Jaime Naranjo precisamente) hasta un Fidel Castro, un Hitler o un Martin Luther King (perdón Sr. King  por ubicarlo en tales compañías). Personalmente no me he sentido "atrapada" por ninguna de estas voces, salvo la de un buen actor o de un cantante. Son las voces amadas las más cercanas a mi vida.

    Acabo de "escuchar" el llamado de la voz del deber, en muchas ocasiones impertinente y poco grata al oído pero necesaria. Debo abocarme a otras tareas, por lo que con una voz que va diluyéndose en el espacio les digo "hasta proooonnntoooooo!

jueves, 23 de diciembre de 2021

Locura!!

   

   En lugar de hincharme de chocolates y alimentos sobresaturados en grasas y azúcares para pasar el trago amargo del domingo, el lunes decidí salir a vitrinear, 😁. La idea era buscar entre las ofertas de temporada alguna pieza de ropa que estuviera a la altura de mi bello cuerpo y que me elevará la autoestima que estaba más aplanada que hamburguesa de 55 grs. Primero, eso sí, pasé a la  peluquería 💇‍♀️, así el tratamiento sería completo.

    La peluquera principal tampoco estaba en sus mejores días pude notarlo desde el comienzo. Eso debía haber sido la señal de alerta, pero lamentablemente no la procesé en forma adecuada, pues estaba inmersa en mi penar (😂, sonó como a canción tradicional chilena). En fin, cuando el día empieza mal, sigue mal (ley de Murphy). La cosa es que, a pesar de ser la primera atendida por la peluquera-dueña, a ésta se le atravesó uno de sus subalternos. El joven, muy metrosexual en su actitud, llegó a trabajar muy pintoso pero sin el uniforme institucional, una camisa tipo chef con el logotipo de la peluquería (bien bonita diría yo). Cuando su jefa le preguntó por su atuendo simplemente dijo que no lo había llevado quedándose tan fresco. Siguió atendiendo a su cliente como si la cosa no fuera con él, conversando acerca de series de Netflix, el gran logro de haberse comprado un departamento y su meta vital de irse a vivir al extranjero entre otras minucias. Mientras sucedía esta guerra soterrada entre jefa y subalterno tirado a grande, a mí no me quedaba otra que escuchar las conquistas de este "patriota" pues sólo estaba recibiendo la atención mecánica de quien me atendía. Captando la inquietud de ella, me sentí en la obligación de volver a especificar lo que yo quería que me hiciera en mi cabellera, pues la distracción, en casos como éstos, podría resultar fatal (se han visto casos terribles, 😅)

   En fin, al parecer no era mi día, pues pronto debió dejarme para atender un técnico informático que había llegado a solucionar un problema. Sumando y restando, pelos más y pelos menos, la verdad es que no quedé conforme con el corte, lo que confirmé cuando llegué a casa y me miré en los mil espejos que tengo en palacio. Se olvidó de que el corte era diagonal y me quedó más bien al estilo seta, 😞. Para felicidad y tranquilidad personal, el cabello me crece rápido, así que creo que sólo un mes andaré disfrazada de callampa. 

   [ Abro paréntesis: Esta situación me ha llevado a confirmar que la tranquilidad mental es necesaria para obtener buenos resultados. Independiente del lugar y la tarea que emprendas si no se está atenta/o al cien por cien en lo que ejecutas, más de una falla se va a producir. Claramente recuerdo, a pesar de los años, que cuando adolescente preparaba algo de pastelería o panadería de mala gana, no me lo agradecían mucho los comensales obligados -mi familia-. Cierro paréntesis].

   Después de salir de la tienda de disfraces -perdón, de la peluquería- me fui a recorrer el Mall y otros locales aptos para la gente Pro (como dice Diego, 😉). Cero resultado positivo -Murphy seguía con su ley vigente-. La gran ventaja: no hice gastos superfluos -quid pro quo-. Lo que obtuve como aprendizaje luego de la observación más allá de mi ombligo, fue que la "locura navideña" había contaminado a toda la gente, numerosísima, que copaba las calles, el Paseo Independencia, los locales, tanto al interior como en los accesos, pues había filas y colas para todos los gustos y cada 10 metros, si no era más la frecuencia. Por lo visto, nadie muriéndose de hambre y todos buscando regalos, aprovechando ofertas del Viejo Pascuero o haciendo algún trámite. ¡Para qué decir la cantidad de vendedores ambulantes y el escaso espacio para transitar en las grandes avenidas de mi patria, perdón, Rancagua!

   Al final ('a la finale', en lenguaje poblacional), llegué a palacio con un cargamento de agua mineral que pasé a comprar al Tottus (que queda apenas a media cuadra) luego de haber caminado 5 kms-. Al menos me había despejado de los bocinazos, griteríos, mensajes "amorosos, amorosos" para el contrincante y celebraciones varias de la noche anterior hasta tarde en Plaza de los Héroes, ya míticos -los héroes- a estas alturas del siglo XXI. Fue un lunes 20 para olvidar. 

viernes, 17 de diciembre de 2021

Despedida...

     

   Este fin de semana recién pasado dije adiós a Curepto. Fue mi último viaje a esta pequeña ciudad de la región del Maule ubicada entre colinas y cerros, con una excelente conectividad con la costa y a sólo 69 kms.de Talca. Viajé el viernes en la jornada de la tarde, llegando a las 19,30 a la localidad en calidad de turista ignorante y tomada por sorpresa porque a pesar de los 9 años en que he viajado a la zona, olvidé que su clima, muchas veces, es distinto a la capital regional, pues la "famosa" vaguada costera marca la diferencia. Salí veraniega de palacio como correspondía a la situación meteorológica local, pero llegué casi en calidad de congelamiento, con un vestido sin mangas y sandalias. Sin embargo, como no hay nada que no arregle un buen café ,  pronto recuperé mi temperatura corporal sin inconvenientes una vez sentada a la mesa familiar, que estaba apetitosa como siempre: carne al horno, papas, ensaladas, con un exquisito vino que no podía faltar, para terminar con café, pasteles y pan de pascua del lugar. 

   Conocí Curepto el año 2012 y desde ese tiempo a la fecha, lo visitaba unas dos veces al año, en algunas ocasiones con mi hermana y otras, sola en la llegada, pero acompañada en la estadía. Mención aparte cabe hacer a las Fiestas Patrias 2019 que juntó a casi la familia en pleno (16 personas) transformados por unos días en unos cureptanos más.   

   La llegada y salida de Curepto se realiza rodeados de una naturaleza fantástica, con bosques de pinos (algunas plantaciones aún en recuperación luego del devastador incendio de 2017 en la zona), extensas y abundantes viñas, sembradíos de árboles frutales y de otros productos como sandías y melones mayoritariamente. La verdad, es un descanso para la vista recorrer el camino que lleva a Curepto, a lo que se agrega la emoción de una carretera sinuosa y con subidas y bajadas, que exigen un buen conductor si se quiere ir rápido.    

    Llegando a la localidad, lo primero que nos da la bienvenida es la escultura de "El traspalador", lugar donde aprendí cómo se le llamaba a esa actividad campesina, que más de una vez vi cuando aventaban trigo.

   Sobresale, a la distancia, la estructura de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario pero sin la gallardía y belleza de antaño debido a los daños sufridos por el Terremoto del 2010, del cual aún no se recupera, por lo que permanece cerrada al público desde esa fecha. La construcción aledaña a la iglesia se logró restaurar en su mayor parte, de manera que al ingresar a alguna de sus dependencias uno puede apreciar la antigüedad y características constructivas, además  de la nobleza de su madera y puede proyectar, en parte, las características arquitectónicas de la iglesia.

   Otros elementos típicos son la escultura del Padre Joseph Cappel en bicicleta (misionero y hombre santo que tuvo a Curepto como centro de su misión apostólica por más de 50 años) y la Plaza de Armas de Curepto, que junto a las construcciones aledañas (entre ellas, la Iglesia y la Casa parroquial) fueron declaradas Zona Típica y Monumento Nacional con toda razón, pues allí comienza y termina toda actividad comunitaria de la localidad.      

 También es destacable la arquitectura de las viviendas más antiguas (centro histórico) verdaderos monumentos patrimoniales, muchos de ellos perdidos tras el terremoto. Algunas construcciones se salvaron de la demolición, otras parecieron reconstruirse respetando el modelo original. Sin embargo, pronto estalló el escándalo, pues las hermosas fachadas reconstruidas eran falsas, un ejemplo más de un Chile a medias. A pesar de ello, caminar por las calles de Curepto es un descanso, casi un volver al pasado, donde se respira tradición y la tranquilidad propia de la provincia.

   Me despedí de Curepto porque ya no habrá razón para viajar hasta allá. Mis sobrinos dejan el lugar para iniciar otra etapa de sus vidas en tierras patagónicas. Me quedará un poco más lejos, pero no faltará ocasión para trasladarme hasta esa zona también, más helada y sacrificada, pero bellísima. En tanto, el traspalador seguirá realizando su tarea hasta que la carcoma y el tiempo digan basta, hasta aquí no más llegas.  









lunes, 13 de diciembre de 2021

Guerra sucia...

   

    No, de ninguna manera yo habría dado ni el perfil ni habría "servido" para la vida en el ámbito político. Al primer ataque personal me habrían tumbado. Es que también tengo mi corazoncito. No es que los candidatos no puedan tenerlo (al menos no tengo certezas ni de lo uno ni de lo otro), sino que, habitualmente, son personas que han participado gran parte de su vida en la dirigencia grupal. Nacen y/o se contagian del germen "social", por así decirlo, además de contar con el "don de la palabra" aunque no siempre sea mucho lo que se diga o se repita lo mismo hasta el cansancio. No, no habría calificado para ponerme al "servicio del pueblo". Mi servicio  no es de este mundo, 😂 (¡qué  herética soy! Estuviera en la edad media y, más encima, en España, a ver si estaría  haciendo esta paráfrasis).

   Estoy bien hastiada de la atmósfera que se respira en estos días en las calles y en los medios. En mi caso, especifico, en Plaza de los Héroes, pues no hay día que no se realice o concluya en este sector alguna manifestación en favor de uno u otro candidato (más del 1 que del otro). Lo único bueno es que esta vez no hay lanzamiento de  piedras ni lacrimógenas. ¡Ojalá dure esta situación mejorada en comparación con el período 2019-2020 prepandemia! Claro que, según los resultados de la próxima  elección, podríamos volver a este estado anterior. ¡Sería lamentable, pero si se decide respetar la democracia no se podría impedir que las "barras bravas" se manifiesten! Habrá que prepararse para ambos escenarios (que gane uno u otro), aunque al principio es posible que todo sea similar. Mal que mal va a haber casi una mitad de electores -los vencidos- obligados a aceptar la derrota y las directrices del vencedor, siempre que éste actúe dentro de las leyes. Estamos en un punto jumbar o en una encrucijada histórica. 

    Este término y el concepto que encierra fue toda una novedad cuando entré en su conocimiento. Junto a él aparece el vocablo "ucronía", que no es otra cosa que una historia alternativa producto de ese punto jumbar o encrucijada histórica.  No hace mucho leí un libro llamado Patria y vi una serie televisiva, El hombre en el castillo. En ambas obras, la Segunda Guerra Mundial había sido ganada por Hitler. Obviamente este resultado distinto había actuado como una especie de "efecto dominó" que había traído como resultado un mundo económica y políticamente diferente al actual. Imaginarse estos escenarios es lo que se llama hacer "ciencia ficción política", que no deja de ser un ejercicio interesante. Es lo que realizan los creadores de variadas distopías que tanto disfrutamos en el mundo del cine (por suerte, sólo "reales" en la pantalla). 

   Una de las primeras distopías que leí fue Un mundo feliz de A. Huxley (empezando la preadolescencia por sugerencia de mi profesor de Matemática de octavo año, don Juan Gatica F.), para luego derivar a relatos de Bradbury y Asimov y toda una serie de narraciones subliterarias de ciencia ficción.  Ya les he contado en alguna ocasión que he pasado por etapas, cual si siguiendo una órbita elíptica pasara cada cierto tiempo tras la cara oscura de la Luna (o de otro ser celeste) y durante esas "pasadas" volviera a incursionar en dicho ámbito de lecturas. 

   Tal como lo dije, ha llegado la hora de hacer ficción política y ponerse en los dos escenarios posibles (porque no creo que se dé el caso presentado por José Saramago en su texto  Ensayo sobre la lucidez; nosotros, los chilenos, estamos a años luz de la lucidez,  😃). Los insumos que tenemos para esta tarea son bastantes y para todos los gustos, partiendo de las biografías  personales de los contendores, pasando por su actuación como alumnos de educación superior, como profesionales o no, dirigentes y hombres públicos.  En lo último  hay que tener en cuenta lo expresado, ejecutado y escrito desde que ingresaron a ese "mundillo". Asimismo, revisar y sopesar comentarios, discursos, posturas ante situaciones públicas y privadas (lo privado, mal que les pese a todos los pertenecientes a esta casta también resulta necesario e imprescindible ser conocido y evaluado cuando aquello tiene que ver con el aspecto valórico, judicial o económico, por ejemplo). Analizar proyectos, planes y programas en que se han visto directa o indirectamente involucrados,  etc.etc. Todo este trabajo debiera darse un elector bien informado y que desea votar por la opción que más se acerque a sus intereses y, ojalá, a los intereses de todos o casi todos. También correspondería evaluar los posibles escenarios en cada caso, sobre la base de la información obtenida del ejercicios de análisis  anterior. 

   Cuando uno como ciudadano "de a pie" no cuenta con todos los elementos para tomar una decisión o teniéndolos desea reafirmar su postura,  hay mucha información seria en los diferentes medios. Lo conveniente es escuchar, leer y mirar algo de lo que se dice o escribe  de ambos lados. No resulta fácil porque ya a estas alturas los que somos votantes de toda nuestra corta o larga vida tenemos una postura definida y no faltan los anticuerpos que se han ido creando por quien no es el elegido. Personalmente, a mí me cuesta mucho escuchar las declaraciones del no-elegido y sus partidarios; es un tema de rechazo a nivel de piel (u oído más bien). Casi no soporto sus tonos de voces. Lamentablemente, la intolerancia ha ido ganando terreno en mi persona y no sólo  es a nivel ideológico, lo que no deja de preocuparme un poco, aunque también creo que es un signo más de "vejentud", 😂.  Está claro que a nuestra edad algunas sujeciones y normas sociales ya no nos interesan. Es así como ya no estamos dispuestos a ser tan pacientes, a ser tan "comprensivos" con los que piensan extremadamente distinto, a callarnos ante lo que nos molesta o nos parece ofensivo y poco respetuoso, etc. Imagino que tiene que ver con aquello de que ya no nos vemos en la obligación de cuidar un trabajo, un cargo o una imagen social, entre otras cosas, por lo que ya no nos esforzamos igual que antes en darles en el gusto a todos o casi todos. A pesar de esta intolerancia que gana algo de terreno, debe quedar claro que no he caído en la ofensa o el ataque personal. ¡Eso  sí que no!

   Hacer ficción política del futuro que nos espera según sea el ganador, no es difícil si se tienen los insumos oficiales y más de alguno extraoficial que se le ha escapado a los candidatos o a sus asesores. Y en ese futuro no se puede dejar de considerar los demás poderes e instituciones que forman parte de la marcha del país, pues según quién salga electo actuarán de una manera o de otra. Eso no hay que olvidarlo...Ya queda sólo una semana para dilucidar el gran enigma, lo que no deja de ser un alivio a la incertidumbre presente. No obstante, se abrirá una nueva incertidumbre. ¿Podrá implementar su programa como corresponde? o ¿Perderemos mucho de lo obtenido y se dará inicio a una realidad distópica? ¡Sólo lo sabremos el próximo  domingo en la noche! En mi caso, además de ir a votar,  realizaré una serie de pequeñas acciones que contribuyan, aunque sea en forma ínfima,  a que el universo entero sea propicio para nuestros deseos, 😅! Hasta pronto.

sábado, 4 de diciembre de 2021

Entre juncos ...

  

   Hacía tiempo que no leía un libro con tantas ganas. Lo más curioso es que no es una "historia" de ficción. Fue una situación similar a cuando leí acerca de la génesis y existencia de la pintura de Pablo Picasso, Guernica, que debió "experimentar" -como si las obras de artes pudieran hacerlo-  un largo periplo desde su creación hasta finalmente volver a España y ser instalada en su locación definitiva en Madrid. Hace poco más de un año, vibraba con ese texto. 

   Esta semana lo he hecho con El infinito en un junco de la española Irene Vallejo. Es un ensayo de 450 páginas (¡vaya ensayo!) publicado el año 2019. Recomendable para todos los amantes de la lectura, para los viajeros sedentarios, para aquellos que nos gusta sumergirnos en esa máquina del tiempo que son los textos. En esta belleza de libro (¡gracias, Pepe, por la recomendación indirecta!) la autora presenta en un ameno texto, con un manejo extraordinario de información académica, el recorrido de treinta siglos que han seguido los libros hasta llegar a lo que son hoy. Nos recuerda sus distintos materiales y formatos y logra transmitir a quien lee la importancia monumental que tuvo cada pequeño paso que dio la humanidad y algunos personajes en específico para que nosotros podamos hoy, en la comodidad de un sillón o sofá favorito, deleitarnos, divertirnos o emocionarnos con esos mundos creados de palabras que es posible ver desarrollarse en las hojas de un libro físico o en una pantalla  electrónica.  

  Para que esta actividad tan propia e intrínsecamente humana pudiera llevarse a cabo en nuestra cotidianidad, fue necesario, primero, hacer un laaaarrgo recorrido. Ademanes, gruñidos, comunicación rudimentaria, pinturas rupestres sin duda fueron los antecesores imprescindibles para ir derivando a símbolos indicativos de cantidad y de tiempo. De allí a la escritura hubo un paso -gigantesco-. Sumerios, egipcios, cretenses, chinos, fenicios fueron trascendentales. No todos los sistemas de escritura fueron del mismo tipo, lo que derivó en alfabetos diferentes. En el caso de Occidente, somos deudores de fenicios y griegos. Estos últimos fueron quienes dieron forma definitiva a lo que es nuestro alfabeto actual, modificaciones más o modificaciones menos. Eso por un lado, grosso modo (disculpen la simplicidad los historiadores).      

   Por otro lado, está el tema del soporte lingüístico. De la piedra se derivó a la arcilla (tablillas), al códice (varias tablillas), de éste al papiro (rollos), al pergamino, a los libros manuscritos, a los libros impresos, a la tablet y Kindle. Todo nos parece de un desarrollo natural y lógico. Sin embargo, para aquello debieron transcurrir milenios, amén de más de una mente brillante en la que surgió  la idea, que la llevó cabo, a las que se agregan él o los visionarios que vieron las ventajas del gran invento. La autora destaca los sueños ecuménicos de Alejandro Magno, en cuya capital imperial se levantó la primera y extraordinaria Biblioteca de Alejandría, objeto de las llamas en más de una ocasión. Sucede que más de una vez se ha considerado a estos "faros" culturales altamente peligrosos. Se nombra a Ptolomeo I como el ejecutor de los sueños de Alejandro Magno: hacer de Alejandría el centro político, económico y cultural del Imperio a su cargo. Nos habla de la Biblioteca de Pérgamo, de las bibliotecas privadas, de los primeros libreros ambulantes y venta de libros en lugares establecidos entre muchos otros objetos, de lo que significó la democratización de la lectura esencialmente luego de la invención de la imprenta, etcetcetc...

  No quiero entrar en más detalles mencionados y desarrollados en el libro. Espero que más de alguien emprenda su lectura y disfrute con sus páginas, independiente del soporte. Hace años ya que yo opté por el electrónico por la comodidad de transporte y la ventaja cierta de aumentar a voluntad el tamaño de sus letras para una mejor visión. No se obtiene -¡qué duda cabe!- el plus que otorga el sentir las hojas y constatar el avance, potenciado por el aroma indefinible de los libros, mezcla de celulosa, tinta y tiempo detenido entre sus páginas. Sin embargo, los ojos, con el tiempo, condicionan la forma y cantidad de lectura y no queda más que asumirlo. A pesar de aquello, conservo mis libros más valiosos -para mí-. No gano yo ni ganan ellos, pero forman parte de mi vida y seguirán allí, acompañándome.    

  Tuve la fortuna de conocer los
juncos que permitieron la vida de tantos mundos maravillosos. A orillas de la Fuente de Aretusa
(Isla Ortigia, ciudad de Siracusa, Sicilia) pude disfrutar de la belleza del lugar que dio origen al mito. Allí hay plantas de papiro en medio del agua de la fuente. Asimismo, en el Instituto del Papiro de El Cairo pudimos observar el proceso de elaboración para transformar el junco en una superficie plana y delgada que permite escribir y dibujar sobre ella. Allí es posible entender la gigantesca deuda que tenemos con elementos de la naturaleza y seres humanos anónimos, ya perdidos en el tiempo y en la historia, que hicieron posible uno de los mejores vehículos del pensamiento humano.


domingo, 28 de noviembre de 2021

Volteretas...

   

   En estos días la palabra voltereta se ha vuelto trend topic, a pesar de que es más antigua que el hilo negro. Su categoría de "tendencia" tiene que ver con los malabares atléticos, en sentido figurado, que han estado haciendo los Candidatos a la segunda vuelta presidencial, uno más que otro, seguramente por su juventud, para qué vamos a pensar mal, 😁.  Decía que 'voltereta' era muy antigua, no porque yo la conozca desde niña, sino que porque es parte de nuestro idioma seguramente desde su nacimiento, a mediados de la edad media. ¡Qué duda cabe que también los romanos deben haber hecho más de un movimiento de este tipo, literal y metafóricamente! ¡Para qué hablar de los homínidos y anteriores!, que para salvar sus vidas deben haber sido expertos atletas (los que sobrevivieron  porque harto torpes que eran, al parecer; les faltó motricidad fina, es decir, enseñanza parvularia, 😅)   

   Yo conservo algo de los homínidos (¡bravo!, jajaja). Soy torpe de nacimiento, ya se los he comentado. Esta vez no les hablaré de mis pocas habilidades "dancísticas" (pensé que la palabra no estaba en la RAE pero ¡¡¡sí!!!), sino de mi torpeza motora en el área de la gimnasia, como se le llamaba en ese tiempo. Debo contarles sin ni una pizca de vergüenza que la nota en esta asignatura fue por varios años 5,5 (no más allá, a pesar de que era alumna promedio superior a 6, así que me bajaba el NEM) y hasta creo que con ayuda de la profe. Cuando vivíamos en Pichirropulli City (pueblito cercano a Paillaco), estando en séptimo u octavo básico, recuerdo que ensayaba en el patio con prado del Retén de Carabineros (mi padre oficiaba allí de Jefe de Retén) mis "vueltas de carnero" y a pesar de ello no me resultaban nada de perfectas. Terminaba adolorida y frustrada, por lo que me descargaba en el estudio y la lectura (no me quedaba otra si quería conquistar el mundo). La rueda nunca la pude ejecutar (habría sido un suicidio) y otros ejercicios como lanzarse como "pescadito" a la colchoneta (no recuerdo como se llamaba ese ejercicio, 😂) tampoco. Era un desastre en el arte olímpico. Pero por persistencia no me quedaba atrás: corría hasta que no daba más aunque llegara de las últimas. Los saltos en cajón fueron sólo un sueño para mí. No me atrevía a realizarlos y creo que la profe tampoco lo permitía. Además era hija de la autoridad local, 😉, y había que cuidarme. En lo que no fallaba era en los desfiles escolares: ¡me encantaban! Continuamente tenía que corregir el paso mientras marchaba, eso sí, pero había aprendido a hacerlo. Claro que por mi estatura, habitualmente iba casi al final del desfile, aunque siempre digna, seria y empoderada.    

   Hoy tenía  planes de ir a la Feria de Avda. Grecia a comprar unas frutas y tierra para mi huerto-jardín. Debí desistir al sentir dolor en otro sector de la espalda diferente al de un par de semanas. No sé si la dolencia fue psicosomática (no me extrañaría porque no tenía muchas ganas de volver arrastrando el saco de tierra, 😁) o real. Como pueden ver ya es tiempo de masajes y no de ejercicios atléticos. Felizmente, para caminar no me echo atrás, así que igual realizo la actividad física necesaria para mi etapa de juventud, 😏. Además, está toda la acción desarrollada como hortelana. Esta mañana estuve dedicada por un rato a la tarea de mantención de algunas hortalizas.  Arranqué  unas plantas de tomates 🍅 🍅 sin ninguna flor pero con mucho oidio (hongo en hojas y tallos), porque a pesar de los fungicidas éste seguía  diciendo "presente" -hoy y siempre, 😁- (¡más porfiado el hongo!). Les he aplicado agua con manzanilla, h2o con bicarbonato, ajo con ají y alcohol, h2o con detergente, purín de hortiga y ¡nothing! ¡Así que a la basura con ellos! Con pesar y mucha reflexión, he debido aprender de los espartanos.  

  [Abro paréntesis: cuando conocí Esparta quedé encantada. Más aún, cuando, a unos 8 kilómetros de la actual ciudad, fuimos a visitar Mystras o Mistrá (fundada en el siglo XIII) en el monte Taigeto, que llegó a ser la segunda ciudad en importancia del Imperio Bizantino después de Constantinopla. Las ruinas que iban apareciendo entre la niebla el día de la visita y exploración daban cuenta de un mundo fabuloso y extraordinario. Iglesias, monasterios y palacios aún muestran la maravilla de la cultura bizantina que se asentó en aquel privilegiado lugar. Cierro paréntesis].

   Haciendo una voltereta en mis actividades dominicales, terminaré de escribir para dedicarme a otra cosa. Les cuento que estoy leyendo un libro llamado El infinito en un junco de Irene Vallejo (no confundir con Camila, ¡por favorcito!). ¡Interesante! Habla de la creación de las bibliotecas en el mundo antiguo. El junco es el papiro, que tuve el privilegio de conocer en Siracusa y en Egipto (su lugar de origen). Ya les hablaré de él próximamente. ¡Qué tengan un buen domingo!   

viernes, 26 de noviembre de 2021

Diez años...

    

    Hace diez años, a las 8 de la mañana recién me enteraba de la noticia más terrible jamás recibida por mí: la muerte  -por femicidio- de mi querida y única hija Mirella. Ella había sido asesinada hacía más de 7 horas, en la madrugada del 26 de noviembre de 2011, cuando aún no se habían acallado los últimos ecos de la conmemoración del Día contra la Violencia de la Mujer (25 de noviembre). Su muerte -y todas las posteriores hasta el día de hoy- son una clara evidencia de que la violencia hacia la mujer sigue vigente a pesar de campañas, programas y esfuerzos de muchos. Es una realidad lamentable, que no ha mejorado en lo más mínimo. ¿Qué será necesario para que ello ocurra? ¿Tiempo? ¿Cambios en la educación familiar y escolar? ¿Sistemas legislativo y judicial más efectivos y eficientes? ¿¡Quién sabe!? Nadie al parecer ha conseguido dar con las acciones adecuadas para aminorar el flagelo, del que América Latina marca un triste récord a nivel mundial.   

   Estos diez años que parecen una enormidad en la ausencia, no se ajustan a la distancia objetiva transcurrida. Todo lo sucedido es tan "reciente" en la emoción y en el sentimiento que la década resulta como una especie de mala jugada del calendario. Con 25 años a cuestas y un mundo lleno de ilusiones y proyectos, Mirella salía adelante en sus estudios y en el trabajo con éxito, en tanto, nuestra relación había llegado a un punto óptimo de intercambio de ideas y experiencias. Le "robábamos" tiempo a nuestras otras actividades y a cercanos para compartir quincenalmente horas valiosas que no sabíamos que serían las últimas. 

   Todo bien hasta que ya nada más pudo ser: ni navidades, ni cumpleaños, vacaciones, encuentros familiares o, por último, tardes de cine en casa luego de un rico almuerzo casero. La vida dio un vuelco, la muerte pasó a ser omnipresente aún sin entenderla ni aceptarla hasta que seguir negando lo evidente no fue posible. Nunca más podría verla salvo en sueños (muy pocos) y en fotografías, en las que permanecería inmutable, con su bella sonrisa y su mirada especial. La vida que soñó, anheló y por la que tanto se esforzó había llegado a un fin abrupto, inesperado y brutal. 

 No  me  detuve  a  realizar  un  análisis y re- planteamiento  de mi vida. Todo se fue dando casi en forma natural dentro de lo poco natural en  nuestro  esquema que tiene la muerte.  El dolor  se  fue  aminorando sin desaparecer, la ausencia pasó a formar parte de mi cotidiani- dad  y  los  ritos  se consolidaron. Cientos de visitas y fotografías en su lápida, miles de co- loridas flores, leal compañía en ocasiones y las hojas del ca- lendario disminuyendo sin pausa para iniciar un nuevo ciclo. El tiempo se detuvo para Mirella, no para nosotros. Es una de las pocas certezas con la que contamos, como que también la pátina del tiempo irá realizando su tarea. 

 El martes recién pasado busqué en Curicó el recinto de la Estación de Ferrocarriles que fuimos a visitar con Mirella y mi madre Urbana el año 2009, pero ya no existía. Pregunté y no supieron darme antecedentes de aquello. Sin embargo, yo conservo las imágenes que me confirman que no fue un sueño ni una idea fantasiosa de  mi parte. Estuvimos allí por una única vez y aquello forma parte de nuestra historia aunque el edificio haya desaparecido.    

   Hoy se cumplen diez de una separación físi- ca inapelable  y también, paradójicamente, de una  unión  madre-hija  indisoluble.  Para  mí, son diez años caminando por la vida en Ran- cagua y otros lugares, en soledad y en medio de los recuerdos; para Mirella son diez  años de silencio en esta vida y de aprendizaje, tal vez, en otra "vida". Un abrazo que encierre y traspase las barreras del tiempo, hija mía.

miércoles, 24 de noviembre de 2021

Condoricosas...

 

    Mis pasos me han llevado a la tierra de nuestro amigo Condorito, el pueblo de Cumpeo por un par de horas. Me avisaron con anticipación que dicha visita no daba para más. Así que preparé mi mochila en Rancagua y subí a un bus Andimar, ayer martes a primera hora, que me traería a Curicó (161.626 habitantes)No todo fue miel sobre hojuelas, pues como los hospedajes en la red eran escasos y caros, opté por venirme "a la buena de Dios" y, como ya saben que yo y Dios no somos precisamente amigos, casi fracasó mi expedición. Ya iban siete intentos infructuosos en dos horas y nada. 

    Un par de hoteles consultados estaban sin funcionamiento; un par de hostales de medio pelo, completo uno y el otro con sólo habitación para un día; y los locales restantes, residenciales bastante populares al parecer y ya pelo no les quedaba, estaban completas. Claro, sin hoteles funcionando, los hospedajes son la alternativa disponible. Ya estaba casi pensando en terminar el viaje ayer mismo cuando me encontré con otro alojamiento que había visto desde lejos al comienzo. Allí sí había habitación disponible, la que no era muy católica que digamos pero sí tenía un baño privado, minúsculo pero baño al fin y al cabo. Nada de petición de pase de movilidad ni nada. Al menos, anotaron mi nombre en un libro de registro. Dejaré a Curicó como un lugar poco recomendable para volver. Es el problema que tienen los algunos pueblos y ciudades sin mar, en los cuales la oferta hotelera de calidad es escasa y cara. Que quede claro que no pretendo 4 ó 5 estrellas. Tampoco pagaría las dichosas estrellas. Prefiero algo más económico y simple como yo misma, pero privado y aseado, lo que no siempre es así.   

   Son las 15 horas del martes y el termómetro marca 27 grados en Curicó. Es un calor seco y agobiante, que me ha llevado a la sombreada y fresca Plaza de Armas luego de dar cuenta de un chacarero con bebida. El asiento está bastante duro. Creo que volveré al alojamiento y saldré más tarde "con la fresca". Primero pasaré a un supermercado, de los cuales hay bastantes en el centro de la ciudad. Bien, se pensó y se hizo./.../  

   No me creerán pero me anduve perdiendo. No anoté la calle ni el número del hospedaje aunque sabía, más o menos, cómo llegar a él. Era "menos" que "más". Anduve algunas cuadras antes de ubicarme. De inmediato, busqué un supermercado de los varios que había visto en la mañana. Ahora no encontraba ninguno. Así suele pasar. Al final, a las 17 horas, roja como una pancora estaba recibiendo bajo la ducha un chorro de agua helada para bajar la temperatura. Algunas fotos buenas logré en medio de la canícula. Definitivamente, a Curicó hay que venir cuando el cielo esté nublado. Me recordó a San Felipe, que es lo más parecido al infierno en Chile.  

    Hoy miércoles, unos minutos antes de las 9 horas me dirigí al Terminal de buses que me llevaría hasta Cumpeo (4551 habitantes). Una hora y media de viaje, luego de pasar por un cuanto hay de pueblos y lugares: Maquehua, Lontué, Molina, Santa Rosa, Casablanca, Porvenir, Bolsico...¡uff! y, al fin, Cumpeo, pasadas las 10,30 horas. Caminé  por la plaza, por una avenida larga y sectores del centro del lugar y ...¡san se acabó! Obtuve imágenes de los distintos personajes pertenecientes al mundillo de Condorito que adornan los diferentes locales comerciales del sector. Obvio que también me saqué unas selfies con Condorito y Washington de recuerdo.  Pretendía almorzar allá pero encontré abiertos sólo lugares de comida rápida. Lo mejor de todo y a destacar fue que, al parecer, anoche o en la madrugada, había caído una pequeña lluvia sobre el pueblo, de manera que se respiraba un ambiente de frescura y el día nublado estaba ideal para caminar. Pasado el mediodía me subí a un autobús para iniciar el regreso por escalas.    

   Me bajé a conocer Molina (38.521 habitantes)ciudad muy comercial. Luego de caminar unas cuantas cuadras para conocer y comprar medio kilo de almendras, encontré un restaurante al que ingresé y me serví un buen y sabroso plato con una chuleta de cerdo con papas fritas, jugo de naranja, pebre, ensalada y postre. Nada sofisticado pero alimenticio y bastante rico. Mientras estaba allí el sol había aprovechado para hacerse presente con fuerza. Caminé un poco, descansé en un banco de la plaza y cuando empezó a ganarme la modorra decidí regresar...Y finalmente me ganó. Desperté cuando el autobús iba ingresando al Terminal en Curicó.  ¡Por suerte desperté, 😂! Cuánto ronqué en el intertanto no tengo idea y quien no sabe no puede sentirse culpable, 😅.   

    Algo más de Curicó antes de irme mañana  (y tal vez no volver más  que de pasada). La actividad que la lleva sin duda es el comercio; hay de todo y para todos. Al igual que en todos los pueblos y ciudades, mucho comercio ambulante. Hay sectores en que todo es casi una Feria persa. En los alrededores, camino a Cumpeo hay extensos y abundantes cultivo de vides y de árboles frutales. La fruta y verdura debiera ser más barata pero no se nota, al menos en lo que vi. A orillas de prácticamente todo el trayecto del recorrido hecho en bus hoy día, observé un cauce de agua, angosto pero con fuerza. Ignoro si es uno de los ríos que ha sido encauzado artificialmente o simplemente es algún canal de regadío creado. Ello explica la exuberancia de las viñas observadas.  

    En cuanto a mis registros personales destaco los 17 y medio kilómetros caminados ayer y los 12,30 de hoy. Los más gratos fueron los últimos caminados, la mayoría, en condiciones óptimas de temperatura. Mañana volveré a palacio con la satisfacción de haber conocido, no Pelotillehue, pero sí Cumpeo. El creador del personaje Condorito, René Ríos Boettiger (de seudónimo Pepo), ubicó el pueblo ficticio de Pelotillehue entre Buenas Peras y Cumpeo, siendo este último el único real, de lo que se aprovecharon sus habitantes para hacer suyo al personaje y darle al lugar un destino turístico, genial idea 💡  que hace borrosos,  una vez más,  los límites entre la realidad y la ficción.  Hasta pronto.