lunes, 13 de mayo de 2019

Amapolas...

     Soñé con amapolas hace unos días. No sé lo que pueda significar, pues, últimamente, no he visto ni fotografiado a alguna/s de ella/s, pero no importa.   Me encantan esas flores: su delicadeza, su color, su forma. Me parecen las destinatarias ideales de los versos de Góngora: 
      "...Para tan breve ser, ¿quién te dio vida?
        ¿Para vivir tan poco estás lucida, 
        y para no ser nada, estás lozana?".
    Las vi en un sitio eriazo de Coyhaique, hace un par de años, preciosas ellas. 
Encontré una solitaria subiendo hacia el Partenón, en Atenas (yo subía, ella estaba en un sector de la subida, asomándose a la vida, entre valiosas ruinas). Las hubo en el jardín de mi infancia, literalmente hablando. 
  Soñé con amapolas  hace unos días, y decidí traerlas a mi jardín. Logré encontrar semillas, que ya debieran estar germinando en dos jardineras. Estoy a la espera de su aparición, regando a diario la tierra que puse sobre ellas, con el fin de contribuir a su despertar a la vida. Desconozco su desarrollo; sólo sé de su florecer efímero. El tenerlas conmigo me dará la posibilidad de que el paso por su vida vegetal sea menos pasajero de lo que indica mi experiencia, que seguirá siendo fugaz en comparación con las vidas humanas. 
    Seguiré esperando vuestra llegada a la luz, para gozar, luego, de la maravilla del color.
   He tomado conciencia de que me atrae la belleza efímera y natural.  Trato de captarla a través de la cámara,  a ver si logro aprehender su esencia. 
Y en esa misma categoría incorporo a  los vilanos, a las pompas de jabón, a las puestas de sol, al sol reverberando en las olas del mar, al vuelo de una mariposa, libélula o  gaviota sobre el mar, a un arco iris..., también a los aromas...Lástima que estos últimos sean intangibles e invisibles. Seguramente con tecnología es posible "visualizarlos", pero eso es imposible para mi ojo,  demasiado humano. Últimamente me noto más sensible a los olores, como necesitada de sentirlos, casi en el nivel de la adicción un perfume, una varita de  incienso consumiéndose lentamente, los efluvios del alisum cada mañana en el balcón... ¡Mmmmm!
   Pareciera que me estoy re-sumiendo, sintetizando en grado sumo, volviendo elemental, potenciando mis sentidos...Espero no desaparecer de pronto, y que sólo quede de mí un montoncito de cenizas. Si así sucediera, ojalá, al abrir la puerta de entrada, se produzca la suficiente corriente de aire que me permita salir "volando" por las ventanas del balcón. Así podría integrarme a la naturaleza y no terminar en la bolsa de la basura, confundida con el polvo de los muebles.

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