miércoles, 2 de agosto de 2017

Los martes de Merino...

- ¡Jajaja! ¡Siempre tan chistosa esta Principessa! !
- ¿Qué te causa esa hilaridad?  ¿Me lo podrías explicar? 
- El título de tu escrito me trajo recuerdos de aquel personaje...
  ¡Claro que sí!  ¡A quién de los jóvenes y adultos de la década del '70 no le trae recuerdos!...y no buenos,  precisamente.  Eran los días del terror, en que había  más de algún anuncio nefasto o, simplemente,  reiteración de las diatribas contra los "enemigos de la Patria". 
  Pero no voy a hablar de aquello. Ha pasado mucha agua bajo el puente y ya se ha dicho tanto. Sólo tendría sentido hablar desde la experiencia personal  y de la revelación. Y como no es el caso...
  Mientras caminaba este mediodía -13 horas para ser más exacta- a realizar un  trámite, vino a mi mente esta expresión, a pesar de ser miércoles. Elucubraba acerca de la actividad en que iba a ocupar mi tarde libre, cuando tomé una decisión: volver a escribir en forma sistemática. Fue en ese momento que, desde los entresijos de mi  memoria, gracias a esa maravilla que se llama asociación de ideas,  surgió Merino y su costumbre de hacer acto  de presencia ante los medios los días martes. Así de caprichoso suele ser el funcionamiento de nuestras neuronas. 
   Cuando pienso en lo último bueno que me ha pasado,  quiero hacer el esfuerzo consciente de seguir compartiendo en la red, con los que están al otro lado de la pantalla,  aunque signifique salir del marasmo en que a veces me sumerjo, lo que servirá justamente para evitar hundirme en aquellas arenas movedizas . ¡Aún es muy pronto!!
   La vida, sola, sin nuestra ayuda ni esfuerzo, habitualmente,  va resolviendo las dificultades.  Por tanto,  hay que tratar de revestirse de sabiduría y dejar que actúe,  aunque cueste una enormidad no interferir, o al menos preocuparse gratuitamente.  
   Y aquí estoy,  hablando de la vida,  mientras ésta pasa, minuto a minuto, dentro y fuera de palacio.  Estoy en la mecedora,  arrellanada y en un estado de tranquilidad envidiable,  en tanto, a través del ventanal veo la ciudad funcionar, mientras el día se estira como un gato flojo y despreocupado, azul aún (la tarde, no el gato), pero helado -el día-. ¡Ya  se siente el frío a través de la ventana!  
   Buenas noticias he recibido,  especialmente la que  me permitirá que sea una opción verdadera,  tomada en plena  libertad,  el seguir trabajando o no el próximo año.  Cuando ya sea un hecho  no dudaré en celebrarlo.  Mientras tanto, a guardar la compostura y cruzar los dedos. 
- ¿No hay alguna primicia para los amigos más cercanos, por ser?
- ¡Ja! Nada por ahora. Más que una cábala es prudencia. ¡Paciencia, ya lo sabrás!  
- ¡Hum! ¿Acaso te vas a casar con un Millonario?  ¿Obtuviste una herencia Fabulosa?  ¿O, te hiciste la América en el Monticello? 
- ¡Jajaja!  ¡¡¡Ninguna de las anteriores!!!
    Junto con ello, a pesar de unos trámites inesperados que he tenido que hacer en detrimento de mi tiempo libre, he recibido un par de hermosas compensaciones: un pequeño pero significativo obsequio de una alumna, en la clase de ayer. Un hermoso marca-página creado, dibujado y pintado por ella. ¿¿A título de qué me lo entregó al final de la jornada?? No lo tengo claro pero lo vislumbro. Ella, Ana, es muy callada, se sienta en primera fila y aunque casi no participa, es muy buena alumna. Hace unas tres semanas le pregunté si le pasaba algo, porque  me parecía excesivamente seria, por no decir enojada (jajaja). La verdad,  poco cambio había detectado desde esa conversación, pero me imagino que tuvo eco. Junto con ello, ayer, sin planificarlo para nada, antes de terminar la mañana, le agradecí a los alumnos su actitud de trabajo en general, manifestándoles que tenía confianza en que iban a mejorar sus resultados.  Si sumamos dos + dos,  tenemos cuatro... Después de aquello, recibí el regalo... 
   En ese mismo grupo, hay un alumno que no le va muy bien, aunque le hace bastante empeño ("Lo que no da Natura, Salamanca non presta", dicen...). Junto con ello, siempre contesta contento al saludo matinal.  A él,  después, le di gracias por ser así. Quedó sorprendido, casi estupefacto... y me preguntó por qué le decía aquello. "Porque eres alegre y acogedor", le dije... Se fue contento... y yo también, por haberlo alegrado...
   Para mayor abundamiento, hoy, un alumno que se ubica al final de la sala y que siempre parece estar aburrido (el mal de la juventud actual), prácticamente no trabajó en la última clase y cuando lo insté, al pasar por su puesto, a hacerlo, me contestó, displicente, que hoy estaba "disperso". Yo, que suelo reaccionar como puercoespín ante la falta de buena disposición, le contesté, preguntando: "¿Hoy no más?"  Interiormente, me dije: ¡qué desperdicio de capacidad!, porque es muy buen alumno, aunque la actitud no suele ser la más adecuada.  La grata sorpresa la tuve al finalizar. Se quedó a conversar conmigo, a pedirme disculpas y a explicarme que había fallecido su mejor amigo y eso lo tenía muy afectado. Como "nobleza obliga", yo también le pedí disculpas por mi respuesta. Se despidió afectuosamente.  Lo valioso de su actitud es que el resto del curso no se enteró de su respuesta, pero él se quedó para aclarar que su respuesta no tenía nada que ver conmigo. 
   Pequeños detalles, pequeños momentos, que van dándole color a la vida...
   Así que ya es un hecho...y un compromiso. Los miércoles en la tarde, escribiré. Todo, con tal de no dejar a la Humanidad sin mi valioso aporte...He dicho. 

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