miércoles, 22 de febrero de 2017

Desde hace unos días...

   Desde hace unos días, semanas incluso, que no he escrito.  Los Musos no han  venido a visitarme -o no me han encontrado,  jajaja-, además que he estado, para ser honesta, en otras tareas.  ¡Adivinen en cuáles! ?..... 
  ¡Obviamente viajando! 
 Anduve en ValdiviaLa Unión, ocasión en que aprovechamos,  con mi hermana, 
 de visitar el Puerto de Trumao y realizar el circuito del Lago Ranco,  en un deseo no plenamente consciente de  recorrer lugares de la infancia y adolescencia.
  Infancia en Puerto Nuevo, viajes veraniegos durante la adolescencia y juventud al mismo lugar, así como a San Pedro, Coique,  Futrono. 
Viaje con los ojos llenos de verde y azul,  complementado a la perfección con un recorrido fluvial por el Río Bueno entre paredes de  verdes álamos blancos y vegetación propia de la ribera...¡y una calma impresionante,  mientras el sol reverberaba sobre las aguas!  ¡Uno de esos momentos mágicos! 
 También los ríos Valdivia,  Calle-Calle y Cau-Cau fueron testigos de nuestro paseo por sus aguas, incluido el famoso Puente Basculante. 
   Después de unos días por esos lares, tan amados y recordados, parte de nuestra historia íntima,  viajamos a Santiago a un encuentro con nuestro hermano Patricio.  Fueron unas gratas horas de compartir experiencias de viaje, toda vez que ellos venían de visitar unas ciudades de Uruguay y Brasil.  Luego, un par de días en Rancagua,  para llegar ayer a Talca y Curepto.  
   Impotencia fue lo que sentimos ayer mientras nos acercábamos a Curepto al constatar los efectos de los incendios forestales que han afectado parte de nuestro  país.  
 Ver extensos sectores, verdes hace un par de meses y ahora absolutamente carbonizados,  no resulta placentero.  ¡Tanta especie arbórea reducida a cenizas o destruida por inescrupulosos!
   Es hora de la siesta,  pero no duermo. Me he  trasladado al patio,  a un espacio sombrío y verde, fresco, para escribir,  leer y escapar del calor veraniego, que supera fácilmente los 30 °. Por el momento,  toco pandereta, jaja, estoy sola, disfrutando el instante, aunque unas hormigas me acaban de atacar. ¡No todo puede ser perfecto! , aunque es casi...
    Anoche terminé de leer el tomo 1 de la Trilogía acerca del Emperador TRAJANO,  primer césar no romano en el Imperio, a fines del siglo I d. C . Es de un autor novel para mí, Santiago Posteguillo,  español contemporáneo.  Me gustó su estilo. No es una narración completamente lineal, a veces regresa días o décadas en la trama, dejando el presente en un suspenso angustioso muy bien logrado.  ¡Recurso muy efectivo! 
   Ha sido muy enriquecedor seguir recorriendo la historia del Imperio Romano de la mano de este otro novelista histórico.  Después de los 13 libros conociendo las peripecias vitales de los centuriones Cato y Macro en tiempos del César Claudio (del novelista Simón Scarrow), he podido hacer una especie de seguimiento de personajes como Vitelio y Vespasiano, que en el tomo 1, LOS ASESINOS DEL EMPERADOR, del escritor Posteguillo, aparecen en calidad de Césares, con el final lógico y  merecido para cada uno, de acuerdo a la saga leída anteriormente del otro autor: uno, asesinado después de provocar una cruenta guerra civil, el otro, sacando adelante el imperio con sagacidad y firmeza, sin excesos,  respectivamente.  
    ¿Cómo llegó TRAJANO a ser el hombre más poderoso del Imperio Romano, sin tener la calidad de ciudadano romano? Es la incógnita que la novela devela con mucha perspicacia, todo lo cual tiene fuentes históricas indiscutibles e investigadas concienzudamente. 
    Después de todo lo leído en este último tiempo, he descubierto que lo que me atrae de esta categoría de relatos,  como a la abeja la miel, es conocer las motivaciones y  pasiones  humanas tras los hechos históricos. En un libro de Historia uno sabe de los hechos objetivos que fueron modelando la vida de un pueblo, nación, imperio o civilización. En la novela histórica,  a lo anterior, se le agrega el ingrediente personal y humano, encontrando la respuesta a por qué seres humanos de similar capacidad y formación general, logran resultados tan diversos, que marcan la vida de tantos congéneres,  para bien o para  mal. Y así nos encontramos, por ejemplo, con un Domiciano, envidioso hijo  menor de Vespasiano, que tanto dolor provocó a su propia familia y a miles de súbditos,  por el hecho de haberse sentido inferior a su extraordinario hermano Tito. Ello, agregado a sus  gustos por una vida licenciosa, a su afición por el vino con ralladuras de plomo, lo llevan a la locura,  que alcanza a la mayoría que lo rodea. 
    Luego de luchar denodadamente con varias hormigas mientras escribía,  voy a iniciar una nueva aventura: me sumergiré en las páginas del Tomo 2: CIRCO MÁXIMO.  Nos vemos,  en algunos años,  más o menos. 

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