
Hoy viernes 7 amanecí con un franco dolor de garganta. El resfrío tuvo su origen en Oporto, cuando subiendo cuestas me acaloraba en exceso y luego venía el cambio de temperatura. Eso me hizo salir más tarde que otros días (9,30 horas), pues sabía que es una ciudad más helada (ayer me di cuenta) y que los excesos iban a ser contraproducentes. Sin embargo, había que salir, moverse, hacer algo. Decidí ir al encuentro del Río Tormes, la cuna de Lazarillo. Pero antes, pasé a una farmacia. Pedí remedio para el dolor de garganta y sin arrugarse para nada la farmacéutica me cobró 10 euros por una miserable caja de 20 grageas para chupar. Ganas me dieron de preguntarle si eran milagrosas, pero me contuve. Al salir, saqué una, no, dos mejor, total si el milagro es doble nadie se va a enojar. Al darme cuenta que las pastillitas me adormecían la lengua 😛 y sus alrededores, pensé que este "remedio" lo único que hacía era eso, actuar de analgésico y la garganta dejaría de joder, 😁 😁 si uno no se olvidaba de chuparlas cada cierto tiempo. Total, así el dolor desaparecería y uno terminaría por creer que el problema estaba solucionado. ¡Lindo cuasi-placebo!

Casi sin darme cuenta (¡claro!, casi estaba anestesiada, 🤣 🤣) llegué en las cercanías del Río Tormes, salvaje, con la naturaleza a su alrededor, a ratos calmo, a ratos, intenso y sonoro; su cauce, algo sinuoso en algunos tramos, en otros se divide en dos. Camino a su vera por el paseo superior. Las aves hacen sentir sus voces. Varios árboles que habitan su ribera ya están en flor, anunciando la primavera. Paso al lado de un primer puente. Cerca hay unos asientos, techo para sombrear y una foto con leyenda. Lo reconozco, sentado sobre el pasto a orillas del Río Tormes. Es don Miguel de Unamuno, que, además de escritor y filósofo, fue también Rector de la Universidad de Salamanca por 3 períodos. Mientras vivió en Salamanca, su ciudad por adopción, don Miguel daba largos paseos por estos lugares y en sus poemas, en más de unos versos, le cantó al Río Tormes.

Sigo caminando. Ha salido el sol con fuerza y pienso en para qué me habré puesto la parca impermeable. ¡Qué tontería esto de equivocarse con el pronóstico del tiempo! En fin... Más allá, otro puente se asoma, ¡el que yo estaba esperando! Es el Puente Romano, que lleva casi dos milenios permitiendo el cruce del río. Su nombre es "Puente Mayor de Salamanca". Aunque ha sido restaurado en varias oportunidades, una parte de él es esencialmente romana. Fue originalmente construido en la segunda mitad del siglo I d.C.cuando Vespasiano era emperador dicen algunas fuentes, mientras otras plantean la posibilidad de que haya sido en tiempos de Augusto. ¡Qué no se hizo en tiempos de este último!...Cruzo el puente, lo fotografío, trato de calibrar su importancia durante tantos siglos... Hasta 1973 todavía pasaban vehículos por él; ahora sólo peatones, bicicletas y similares.

Continúo hasta el final --o comienzo- del Puente Romano. Me olvidaba comentar la "extraña" escultura existente en el extremo más cercano del puente al casco histórico. Es un Verraco de Piedra, sin cabeza, la estatua más antigua de la ciudad. Los estudios indican que no es romana, sino de un pueblo prerromano llamado los vetones, una tribu celta que ocupó el lugar y acostumbraba a levantar estas estatuas que hacían honor a su actividad característica: la ganadería. Si bien un "verraco" es un 'cerdo reproductor', por acá se le conoce también como el Toro de Salamanca y aparece incorporado en el escudo de Salamanca. Su construcción se remonta a la Edad de Hierro, lo que es bastante decir, 😲😳.

Mi caminata continuó por la otra ribera y allí, a poco andar, me encontré con una sorpresa mayúscula: un Molino-aceña en las aguas del RíoTormes, 🙊 .Pero reviso mis archivos de memoria y si hien Lazarillo nació en un molino a orillas del Río Tormes o en él, eso fue en Tejares, una localidad cercana a Salamanca. Averiguo y encuentro en el mapa una ciudad del mismo nombre a más de 200 kms. de donde estoy, 😱.No me lo explico. Sigo averiguando y logro desentrañar el misterio. Salamanca en tiempos del Lazarillo (a mediados del siglo XVI) era una localidad pequeña y Tejares, más aún, distaba a unos kilómetros de la mayor. En la actualidad no sería más que un barrio de Salamanca. Investigo: la estructura que veo y fotografío recibe el nombre Molino-aceña del Arrabal y no es la que busco. Al final, 🥵, obtengo lo que busco: en el lugar donde hay una fábrica conservera ya en ruinas estuvo el molino-aceña en que nació Lázaro. No lo digo yo, lo dicen los investigadores salmantinos y ellos sí que son estudiosos, 😊😁. En fin, la cosa es que en ese mismo sector en donde el río Tormes se transforma en espejo y duplica la Catedral, las casas, los árboles y el Puente Enrique Estevan, está el Molino-aceña del Arrabal y estuvo, al frente, el molino-aceña de Lazarillo. ¡Emocionante!

Cruzo el nuevo puente y vuelvo al centro histórico, aunque en Salamanca todo parece historia, con ese gran número de edificios patrimoniales y los que no lo son respetan el colorido café claro de los otros, de tal manera que se hermanan con los anteriores. Llego a una plaza con cipreses, que tapan el frontis de un edificio antiguo con un pórtico bellísimo. Subo a la plaza, la cruzo y voy hasta el edificio. Es el Convento de San Esteban. Me acerco y veo que es visitable. Averiguo el precio de la entrada e ingreso. Para mí, sólo 3,5 eurillos. Es un enorme edificio. Se tiene acceso a las salas capitulares, iglesia, sacristía, coro, dos claustros, museo y otras dependencias. El frío al interior es intenso. Pronto estoy tiritando luego de haber estado acalorada. Así y todo, lo recorro en su totalidad.

Aparte de los claustros, las dependencias que llaman más mi atención fueron dos. El Capítulo Antiguo, hoy Panteón de los Teólogos, donde al ingresar uno se encuentra con lápidas en el piso y unos largos asientos de piedra adosados a la pared. Se escucha una voz masculina con fondo de música gregoriana. Quien habla señala ser un sacerdote que pertenecía al grupo que asesoraba -o algo así- a los reyes y se reunían en ese lugar junto a sus antecesores ya muertos para decidir asuntos trascendentales. Menciona que allí se decidió el apoyo de los Reyes Católicos a Colón, así como después se levantó la voz por los derechos de los indígenas americanos, pues llegaron a la conclusión que también eran seres humanos y, por lo tanto, tenían alma. ¡Brillante deducción!👏 Se menciona al franciscano Juan Pérez (del que oí hablar en Palos de la Frontera) y a otro fraile, dominico, muy poderoso, llamado Diego de Deza como los principales valedores de Colón ante los Reyes Católicos.

La otra minidependencia que me pareció sorprendente fue un confesionario pequeño, en la pared del pasillo del claustro inferior. Uno podía ingresar, sentarse y un video comenzaría a funcionar. Así fue: tras la ventanilla de barrotes del confesionario apareció una monja que iba de nuevo a conversar, a plantearle sus ideas e inquietudes a uno de sus confesores. Habla de la necesidad de cambios y reformas y otros aspectos de la vida religiosa. Primero aparece mirando hacia otro lado y luego mira hacia la ventanilla sorprendiéndose de quien tiene al frente y sorprendiéndome. Buena actriz, sin duda, la que realiza el monólogo. Al salir del confesionario leo que se trata de Sta. Teresa de Jesús, destacada reformista de la iglesia y que echó las bases para la creación de la orden de las Carmelitas Descalzas.

Valió la pena el estado de cuasi-congelamiento al que llegué con mi visita al convento, que no sólo fue casa de un buen número de frailes, varios de ellos muy destacados, sino también habitación actual de al menos un par de cigüeñas que vi sobre el techo. Asimismo atrajo mi curiosidad una escalera muy bella, llamada la Escalera de Soto, 😁, aludiendo al fraile dominico del siglo XVI, Domingo de Soto, que hizo de mecenas para la construcción de la escalera, cuya peculiaridad es que se sostiene sobre sí misma y se apoya en la pared. ¡Qué caprichos religiosos!

Después de salir aterida del convento, me encontré que afuera estaba lloviendo, así que debía ir terminando el paseo. Ya era la 1 pm., por lo que me encaminé hacia el alojamiento, que quedaba a buena distancia. Aproveché los soportales de varios edificios para no mojarme, pasé a un supermercado a comprar comida y algo más. Me decidí por unas guiso de orejas 👂, imagino que de 🐖, 😁 😁. Esperaba que hayan estado bien limpias cuando las cocinaron, 😂 🤣. No las había probado nunca y se veían ricas. Pedí que las calentaran más y me fui al alojamiento. Ya eran las 14 horas. Preparé la mesa para mi almuerzo, en que, además del principal, tenía una ensalada de canónigos (unas plantas con hojas redondas como las cabezas de muchos curas o frailes vistas de atrás o de arriba, 😂 😅, imagino que de allí su nombre..., 🤣 🤣 Preferí buscar el origen de su nombre y na' que ver, 🙈; se llaman así porque habitualmente se le encontraba en los huertos de los monasterios, 🤭🤫🤫). Había comprado una bolsa el día anterior para probar esa ensalada y me gustó; de hoja suave aunque algo insípida, 🤭, pero mejorarían con sal y 🍋. A eso le agregué un poco de pan, un yoghurt y ☕️. ¡Qué mejor!

En la tarde no salí. Estaba lloviendo y seguía con dolor de garganta. Preferí "guardar cama", 😁 (quedarme en la habitación nada más), pues ya la tarde anterior había recorrido todo el centro histórico y había fotografiado todo lo posible. Fui hasta la Catedral, pero como el año 2017-2018 (diciembre a enero) ya había estado por estos pagos, no quise volver a ingresar. En aquella ocasión estaba nevando y la vista fue espectacular. También llegué a la Casa de las Conchas, antiguo palacio construido a fines del siglo XV, de estilo gótico y plateresco, que hoy funge de biblioteca pública. Lo último me permitió ingresar para disfrutar y fotografiar su bello patio-claustro. Otras bellezas arquitectónicas a las que accedí fue al Palacio B La Salina, del que se podía admirar el patio-claustro también, con una cantidad de ornamentos impresionantes. Lo otro destacable en el casco histórico es la Plaza Mayor, muy parecida en dimensiones y estructura general a su homónima de Madrid, pero con el típico colorido salmantino.

¡Uff! Llueve a cántaros, 🫨mientras viajo hoy sábado 8 a Madrid, habiendo dejado Salamanca lloviendo también esta mañana. Se me ha ocurrido buscar alojamiento cerca del "Aeropuerto Barajas", para que mañana sea más expedito mi acceso en el momento de iniciar el regreso a Chile 🌶, 😉. Con estos días de lluvia en casi toda España, imagino que no me quedará otra alternativa que pasarme encerrada el resto de las horas en la Madre Patria. También hay bastante viento, que espero no impida volar. Y si así fuera, nada qué hacer, sólo resignarse cristianamente, 😇🙏. Con tanta visita a iglesias, conventos y claustros, estoy con el ánimo casi ad hoc.
Llegué muy bien al Terminal 1 del Aeropuerto. Ya en el lugar, me dediqué a buscar el paradero de taxis, que tiene una cantidad numerosa de estos ejemplares, que resultan de la misma "estirpe" de los existentes en nuestro país, casi con el mismo lema: sacarle lo más que puedan al turista. Lo digo porque el hotel en que tenía reserva estaba a un kilómetro del aeropuerto, aproximadamente. Sin embargo, el tipo, sin ninguna vergüenza, me dice cuando llegamos, que son 22 euros. Pero, ¿cómo?, le digo, si la distancia es mínima. ¿No funciona su taxímetro? Me contesta: tenemos una tarifa de 22 euros si son menos de 10 kms. Me indigné y le dije que se aprovechaban porque tenían el monopolio al interior del aeropuerto y que eran unos sinvergüenzas, 😠😠. No contestó, seguro ya curtido. Obvio, tuve que pagarle, pues no pregunté lo del taxímetro al subirme o antes de... Después vi autobuses en el sector Barajas donde me quedé, pero habría tenido que andar averiguando cómo funcionaba el tema del pago y con mi maleta, bolso y mochila a cuestas, mientras llovía. La comodidad siempre tiene su costo. En todo caso ya están avisados por si deciden venir por estos lares, ¡cuidado con los taxistas! Hasta pronto.










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