¡Hola, hola! Ya en Chile, habiendo escapado por los pelos del destructor Huracán Beryl, tratando de sobrevivir al cambio drástico de temperatura con capas y más capas de ropa de abrigo, volviendo a un entorno social y lingüístico conocido, con automovilistas que, en general, respetan las normas del tránsito, con conductores de Uber que no te cobran por lo que pesas, 😂 😂, les compartiré un resumen de lo vivido en 10 días que duró nuestro viaje a República Dominicana, que incluye observaciones realizadas, situaciones experimentadas por mí y/o mis amigas, opiniones y comentarios propios y/o compartidos. Empezamos...🤗🤗.
República Dominicana es una nación isleña, ubicada en medio del Mar Caribe en la isla "La española" descubierta para el mundo conocido en ese tiempo por Cristóbal Colón el año 1492. Fue en este territorio donde se establecieron los primeros asentamientos de los recién llegados, siendo Santo Domingo, su capital, la ciudad más antigua de las fundadas por los españoles existente en la actualidad. En el presente, en esta ínsula existen dos naciones, la ya mencionada R.D. y Haití, siendo la primera la que más territorio posee aunque su población es poco más de 11 millones de habitantes. De su historia no voy a hablar, la que es de actividad intensa, con distintos dependencias políticas y administrativas, pasando de ser colonia, a invadidos, nuevamente colonia hasta finalmente libres, entre comillas por un tiempo, porque hubo un período no menor de una dictadura brutal, según algunos.
Su economía está sustentada en la producción de caña de azúcar (aunque inferior en el último tiempo) y en el turismo, pues es poseedor de playas cotizadas a nivel mundial, que se ubican esencialmente en el sector conocido como Punta Cana, lugar que fuimos a visitar. Fue un viaje particular, gestionado por nosotras mismas, buscando lo más conveniente que pudiéramos financiar dos pensionadas con PGU y dos profesionales de educación clase media emergente, 😂😂,con sueldos reguleques. Lógicamente no podíamos elegir "resorts all inclusive". Eso estaba descartado, porque no íbamos sólo a comer y beber a Punta Cana, ni tampoco sólo a estar echadas tomando el sol y bañándonos. La piel se adelgadaza tanto baño, dicen, 😁. Así que buscamos un apto/residencial. Acertamos en el primero. No estaba a orillas de playa pero había un carrito que pasaba por fuera del condominio a determinadas horas para llevarnos a "Playa Arena Blanca". Fuimos una vez en los tres días que estuvimos. Hermosa, larga y extensa playa. Los otros días "puntacanescos" participamos en sendos tours, uno a Bayahíbe-Isla Saona y otro a Higüey-Playa Macao. No podemos quejarnos, sumando y restando, lo pasamos muy bien, una de nosotras mejor que las otras, 😁 😂.
Fue en este lugar en que nos vimos en la obligación de abrir los ojos y aceptar que el Mito acerca de que Punta Cana era la baratura encarnada no era verdad o, al menos era una verdad a medias. Los taxis cobraban un mínimo de 25 dólares por viajes que no deberían costar más de 5 y los souvenirs costaban un mínimo de 5 dólares, pudiendo costar 2 ó 3, por su calidad y tamaño. La cerveza y el vino 🍷 tampoco eran baratos. El costo de la mantequilla nos hizo desistir de su compra y consumimos el pan con mermelada, queso y mortadela, además de aguacate 🥑, pero sin mantequilla. Un traslado en moto era más barato, pero significaba arrimarse a un moreno oscuro desconocido, oloroso quién sabe a qué, sin poder llevar carga pues había que afirmarse -o agarrarse-. El viaje de algunas cuadras costaba $2.580, que fue lo que pagó Soa Lidia, quien quiso tener esa experiencia extrema y quien además, no tenía ganas de caminar.
El equipamiento urbano público más o menos no más en Punta Cana. Las construcciones de regular calidad. El aseo público es como en muchos países latinoamericanos, más menos que más. Algunas calles se llenaban de agua cada vez que caía un aguacero tropical. Esto en Santo Domingo se transformaba en impedimento de paso incluso vehicular. Por suerte tuvimos la posibilidad de visitar, voluntariamente en una ocasión, por azar en otra, sectores top, tanto en P.C. como en S.D., porque de otra forma nos habríamos quedado con una visión incompleta y sesgada de la realidad. En la capital dominicana se nos ocurrió, el penúltimo día ir a visitar un Mall. Fue una forma de liberarnos de la angustia luego de estar rodeadas de personas que no nos inspiraban precisamente tranquilidad en el Terminal de buses, donde fuimos a comprar los pasajes para regresar a Punta Cana. Entonces, para desestresarnos, la jefa eligió uno al azar, Blue Mall, que le sonara a vip y ... ¡claro que lo era! Allí sólo había gente linda, pero morena, 😂. Nosotras era las más poblacionales. Nos sentimos mal, la verdad, 😁 😁. No pudimos comprar nada; todo era Gucci, Aldo, Versage, Louis Vuitton, Prada, Cartier y otros nombres por el estilo. Dimos una vuelta, descansamos un poco y abandonamos con la cola entre las piernas el lugar. Ese sector de la ciudad era el polo opuesto a la "Ciudad Colonial". Edificios altos y modernos, de lujo, jardines, todo lindo y nuevo como de paquete. Algo parecido nos pasó, cuando de regreso a P.C., el penúltimo día, el bus hizo el trayecto por una carretera interior, de uso de los resorts, los que no se ven desde la carretera general. Todo verdura, jardines, portales lujosos, fuentes de agua, etc. Un mundo distinto y mejorado al visto en la primera estadía. Aquéllos eran los resorts all inclusive.
En la capital dominicana se ve con más claridad la pobreza de una buena parte de la población. En el sector Colonial hay mucho comercio ambulante en ciertos sectores, lo que vimos acentuado en Higüey, la "provincia" a la que pertenece Punta Cana. Estando en tour se nos llevó a conocer el Mercado de Higüey. ¡Qué impresión menos estimulante para nuestros sentidos fue aquella visita! Aguas servidas corriendo por la calle y por donde pasábamos, con sangre de los animales que estaban faenando, a la vista, sin ninguna cadena de frío, sin protección para moscas y demás insectos, cadáveres de pollos colgando en situación similar, un olor espantoso a cualquier cosa, ¡uff! Y pensar que la carne que más se consume es la de pollo, ¡guácala! 🤮🤮; un corral de pollos de distintos tamaños, listos para ir al matadero, ...En fin, gente alimentándose en ese mismo sitio, ya acostumbrados al ambiente, otros durmiendo en las calles.
A propósito de comer, los alimentos omnipresentes son las habichuelas (porotos), el arroz, la carne de pollo; en menor medida, la de cerdo y vacuno. También, para atender los gustos de los visitantes, nos encontramos con muchas pizzerías y hamburgueserías. Muchos frutas, lo propio de las naciones caribeñas: plátanos, mangos, mamones, guayabas, maracuyás (chinolas), piñas, cocos, cerezas, unas enormes paltas (aguacates), papas, yucas y más de algún producto desconocido.
En sectores turísticos había policía exclusiva para esa función, muy amable y atendiendo cualquier consulta o ayudando al ver que uno estaba dudosa de algo. Esos funcionarios usan uniformes azul oscuro y llevan el nombre de "politur". En cambio, la policía que atiende los problemas de orden público se moviliza en motocicletas y viste uniforme plomo.
Lo que nos resultó cansador y molesto en más de una ocasión fue la petición de propina para todo. Uno pagaba los tours pero había que cooperar con propina para los conductores, por ejemplo. En la calle, hasta un señor que barría la calle se acercó a nosotras a pedir dinero porque lo que hacía era importante, dio a entender. Y claro que sí, pero no nos correspondía a nosotros pagarle su trabajo. En el sector histórico de S.Domingo estaba yo leyendo una placa que señalaba que en esa construcción habían vivido los jesuitas y se acercó un anciano, a explicarme lo mismo que allí decía y luego pidió "contribución". Yo no le había solicitado ayuda ni información. En algún momento, un conductor de uber nos advirtió acerca de los "buscones", personas que se acercaban a los turistas, daban y ofrecían información y luego pedían dinero.
Durante nuestro viaje no podíamos no vernos envueltas en más de una situación divertida o no tanto, pero de la cual sacamos lección y la asumimos por el lado positivo. Lo peor y más humillante que vivimos sucedió en Punta Cana, con el último conductor de Uber, que no nos quería llevar a todas a la Villa donde estaba nuestro alojamiento, pues éramos "grandes", entiéndase gordas, obesas, entraditas en carnes, 😂 😂, o algo parecido. Pero como la necesidad tiene cara de cualquier cosa, tuvimos que tragarnos la humillación, el mal trato, la discriminación y demases, subirnos al auto y pagarle más por los kilos extras, 😂 😂. Y, luego, para mayor desgracia y profundización de la vergüenza, tener que contratarle para el "acarreo" al aeropuerto. La única venganza a nuestro alcance fue la evaluación deficiente que le realicé cuando me vi en la situación de volver a contratar un uber, ya acá en Chile. No lo dejé bueno pa'ná, ¡qué se habrá creído! 🤷.Aunque, justo es reconocer que los amortiguadores de su vehículo deben haberse quedado con varices, jajaja 😂 😜.
Hubo otros chascarros y casi desgracias para alguna o varias, que, por suerte no pasaron a mayores. Por ejemplo, lejos, no fue menor el riesgo que corrió nuestra amiga Vilma cuando se vino animando el "shos" en el catamarán de regreso de la Isla Saona, luego de haber ingerido varios vasos de ron con coca, más ron que coca. La estabilidad, es sabido, es un problema a atender y más si se viene navegando. Suerte que no tuvo alguna caída (lo que podría habernos aguado la fiesta), salvo el de perder algo el equilibrio, recuperado de inmediato con y sin ayuda, y no conseguir más compañeros de baile que los morenos a cargo del tour, que fueron bastante simpáticos a pesar de que nuestra amiga los trataba de "negros" igual, 😂 😂, pero con respeto. Los celulares, mío y de Marcela, pasaron susto. Eso de atender más de una cosa a la vez a veces nos sobrepasa, 😂. A mí me sucedió en el Mercado Modelo de Sto. Domingo. Estábamos tan emocionadas comprando, al fin a precios "decentes", que pagué los productos que había elegido y partí para otro lado, olvidando mi Galaxy S23 plus encima del mesón. Por suerte, el celular, tan llamativo como mi mochila Masai, (casi fucsia y naranjo fosforescente, respectivamente) permitió el reconocimiento inmediato y la salvada del año. ¡Uff! ¡Gracias, Marcela! No habría sido yo nuevamente si lo hubiera perdido.
A Marce también le ocurrió algo parecido, pero al interior de la Basílica Primada, lo que, sin duda, permitió su recuperación. Ella, no podía andar con un solo celular, debía portar dos. Pues el más apreciado, por ser regalo materno, se le quedó al interior, en una banca de la Catedral donde estuvimos sentadas un rato. Habíamos salido hacía ya unos minutos, estábamos en la Plaza, conversando y descansando del sol, cuando echó de menos el aparato. Volvió a la Catedral y no me creerán que lo encontró, en poder de un señor que se lo entregó de inmediato. Mi teoría acerca de este olvido dice relación con la "faldita" que le obligaron a vestir para ingresar a la casa catedralicia, pues no vestía con la decencia necesaria, 🤭🤭 (llevaba short). Entonces, al verse casi en calidad de penitente (por la vestimenta), su mente se sintió obnubilada y se olvidó de su aparatito. Ya afuera y recuperada su pertenencia, nos llamaba la atención por no preocuparnos de sus cosas, 🙄. Y yo, por mucho reírme de la desgracia ajena, recibí un castigo, cuyo ejecutor terrenal fue una paloma, que dejó mi hermoso vestido color turquesa "bautizado" con sus heces, 🥺😡. Por eso y mucho más no me simpatizan las palomas, 😠.
Esperar uber en Sto. Domingo para volver al apto/residencial (no tan top como los de P.C.) se transformó en un verdadero suplicio. Nuestra amiga Marcela era la encargada de solicitarlos. Para ello, se separaba de nosotras y se iba a la Plaza Colón, en la que se contaba con wifi. Las demás debíamos esperar como a media cuadra, a orillas de la calle por donde aparecería el famoso uber. Sin embargo, al ver que las esperas se repetían casi inexplicablemente y que los paseos y actitudes de nuestra encargada eran sospechosos, empezamos a pensar que había gato encerrado. Nuestra hipótesis -que no pudimos probar lamentablemente- más razonable era que nuestra amiga se dedicaba, en primer, segundo y tercer lugar a hacer llamadas personales, a contestar whatsapps, a revisar sus redes, antes de llamar un uber. Desde la distancia la veíamos pararse, sentarse, sonreír, fumar, hablar y el uber nada que llegaba. ¡Lo he escrito y qué! 😂 😂 😂. Además, no soy la única que pensaba lo mismo, 😉.
Nos sentimos vengadas cuando un chofer de uber, al bajarnos, la trató de "muñeca" y a ella se le fue el habla pa'dentro, 😂 😂. Lo que no quedó claro era qué tipo de "muñeca" era, 😁... Suma y sigue...En nuestra segunda visita del Mercado Modelo fuimos a un local de joyas. Queríamos llevar alguna con la piedra semipreciosa, característica de República Dominicana, llamada larimar. Mientras elegíamos, nos ofrecieron un traguito de "Mamajuana", un brebaje típico (elaborado con plantas, miel y licor). No lo habíamos probado a pesar de toda la propaganda desde el primer día en esas tierras. Esta vez aceptamos y de un vasito nos servimos tres. Después llegó nuestra amiga a unirse al grupo y le ofrecieron probar también el brebaje. ¡Se bebió toda la cantidad sola, sin compartirla con nadie! ¡No podíamos creer tan poca solidaridad de su parte! 😂 😂. El licor, en realidad era bastante bueno, pero no habríamos podido ingresarlo a Chile: es elaborado con parte leñosa de las plantas y esos elementos vegetales no habían sido autorizados por el SAG.
Aun cuando hay más chascarros y comentarios que estaría en condiciones de compartir, prefiero no abusar de vuestra paciencia y, por añadidura, no ganarme el odio de mis amigas. Tampoco es recomendable contar todo. A veces se producen malos entendidos y capaz que puedan "sacarme de contexto", como suelen decir por ahí, 😂. Entonces, hasta aquí dejo los relatos de este viaje, el primero y el último a este lugar, 😁, para todas. Ya nos encontraremos en otros itinerarios y destinos. Hasta pronto.
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