Salimos escapando de Santo Domingo el martes 2, sin haberle ni divisado la cola al Huracán Beryl, aunque pendía sobre nosotros desde el oscuro cielo dominicano como una verdadera espada de Damocles. Llegamos con tiempo suficiente a la oficina de la empresa de buses para esperar con toda calma, aprovechando el wifi existente para informarnos y entretenernos. Nos pidieron llegar 50 minutos antes, lo que cumplimos con creces, pero el bus no permitió subir a nadie sino a la misma hora de la partida, 🤨, lo que significó obviamente atraso en la salida. Mientras íbamos en el uber, llovió un poco, pero en tanto esperábamos subir a la "guagua" no cayó ni una gota. Al contrario, al igual que en cada jornada en este país, hacía calor. Cuando abrieron el bus, cada cual, sin orden ni concierto, subió como pudo, 😂 😂. A nosotros no nos sirvió de nada haber llegado temprano. Igual quedamos de la mitad para atrás en la "guagua", 😁. En República Dominicana venden los pasajes, para el momento o con anticipación, pero sin número de asiento.
Ya arriba, con wifi en el bus, pudimos ir viendo el avance del Huracán, que pasaría primero por Punta Cana,🙈🙈,precisamente hacia donde nos dirigíamos. Cualquiera hubiera dicho que andábamos "cazando" huracanes. Salimos con el cielo relativamente despejado, pero ya a la media hora de trayecto las nubes negras se observaban amenazadoras y algo tenebrosas. De pronto, aparece en el cielo cercano una especie de tornado de nubes y la lluvia comienza a golpear el techo y los cristales del bus xomo condenada, mientras rachas de viento con agua pasan delante de nuestros ojos y la visibilidad baja considerablemente. El conductor aminora la velocidad. Seguimos el trayecto y en el camino nos encontramos con dos obstáculos, separados por algunos kilómetros de distancia entre ellos: ramas de árboles que ocupan parte de la carretera y un camión dado vuelta de campana. La lluvia termina y nos salvamos por el momento. Llegamos a nuestro destino luego de 4 horas y media en un viaje que debía demorar 2 horas menos. Lo importante es que estamos enteritas.
Nos bajamos en el Terminal Bávaro, sector ya conocido. Podríamos habernos bajado mucho antes, pero a alguien del grupo se le antojó pasar a comprar pizzas 🍕 🍕 para llevar al depto. ¡Paciencia! ...Compramos las pizzas, pero no nos prestaron wifi en el local.¡Qué pesados! No obstante, una joven cliente de la misma pizzería nos compartió Internet y pudimos pedir un uber, que llegó prontamente. Felices, con 2 pizzas 🍕🍕 😋 calentitas en los brazos, con el uber a punto de llegar, no cabíamos dentro de nuestros cuerpos, que no dejan de ser amplios y generosos, debo agregar, 😂 😂, más aún con la cantidad de veces que consumimos este sano y vegetariano alimento, 🤭. El día, que no se presentaba muy auspicioso que digamos, parecía estar llegando a un desarrollo feliz y auspicioso. Porque para que la lluvia arreciara, como anunciaban nuestros celulares, todavía faltaba. Así que el panorama de ir a refugiarnos en un lugar seguro y cómodo, con la alimentación precisa para no pasar hambre, era promisorio.
Sin embargo, nada hacía presagiar la humillación mayúscula que íbamos a sufrir. Llega el taxista y nos aprontamos a subir. La tarifa era 440 pesos dominicanos ($7,550). Nos mira y nos señala que debíamos pagar más de lo indicado por la aplicación, que por la cantidad informada por la página sólo podía llevar a 3 de nosotras. Quedamos ¡plop!, sin entender la razón, pues en todas las ocasiones anteriores no habíamos tenido ningún problema con nuestras 4 bellas personas. Obviamente preguntamos la razón y como respuesta escuchamos que porque éramos "grandes"🙄😬😱😡.Lógicamente, entendimos que se nos estaba discriminando no por la estatura, sino por nuestra abundancia de buena salud,😂😂.¡Quedamos estupefactas primero, e indignadas después! Y comenzamos, no a presentar nuestros descargos ni a intentar "echar la guata pa'dentro", 😅, sino a expresar nuestra molestia evidente por tamaña ofensa y exclusión. Nuestra amiga Marcela, más serena y controlada, hizo la pregunta del millón, mientras "Soa" Lidia estaba a la espera, sosteniendo las dos cajas de pizzas calientes, lo que no le impedía alegar también. La pregunta que salió de los serios labios de Marce fue :¿y cuánto más nos cobra? 400 PD, contestó el buen hombre. ¡Vuelta al alegato! Ahí casi tapamos con palabras al susodicho, pero todo en forma elegante, digna, sin improperios que nos acerquen al estilo poblacional, 😉. Eso hay que dejarlo estipulado. Y la historia se transformó en una verdadera puja. ¿Quién da más?, 🤣.Dijimos 200 y finalmente 100. O sea, aceptábamos que estábamos un poco pasaditas de peso pero ¡nunca tanto!, 🤨. El gentleman no quiso seguir discutiendo y después de un "bueno, ya", comenzó a subir el equipaje.
Ya arriba del vehículo, intentó conversar con nosotras. No estábamos con muchas ganas ni con el mejor humor, la verdad. Igualmente hubo que contestarle algo, pues cada una pensaba que estábamos prontas a que empiece el diluvio universal y preferíamos estar bajo resguardo cuando llegara. Las "grandes" que íbamos en el asiento de atrás, para callao y entre dientes, opinábamos resentidas, 😁 😁 y ensayábamos gestos contundentes, 😉. En el intertanto, el hombre perfecto nos ofrecía sus servicios para llevarnos al aeropuerto esa madrugada, indicando su precio. Nos pareció mucho, pero él argumentó la hora (3 de la madrugada) y que por lo mismo no íbamos a encontrar servicio. Seguro que lo vamos a contratar a él, el Sr. Modales, pensábamos. ¡Nunca, jamás, nothing!
Dicen que las cosas no son tan negras ni tan blancas, que también las hay de color gris. Y "el muy simpático", que se había reído de nosotras porque estaríamos bajo lluvia torrencial y encerradas, ahora le tocó a él pasar un mal rato. Llegamos a la entrada del Condominio y allí se trenzó en una acalorada discusión, en un tono cada vez más elevado, con el guardia de turno. Que "polqué" dejas pasar a "otlos" y no a estas "tulistas", que "segulo" más de alguien te paga para que lo dejes "entlar", que yo también soy dominicano, "helmano", etc.etc. Se elevó tanto el intercambio comunicativo que pensamos que se iban a agarrar del moño, 🙄😬😆. Nada con el guardia, no cedió, pues por ahí ingresaban los vips y nosotras no pertenecíamos a esa tribu urbana, 😂 😂. Retrocedió nuestro héroe con la cola entre las piernas pero aún indignado, y le salió al paso otro guardia, con las "mechas más largas", 🤣, que le explicó las razones, mi helmano, para ir a la otra entrada. Nos "juimos", entonces, a unas cuantas cuadras de distancia. Ingresamos sin problemas (el guardia no estaba o no se dio cuenta) y, una vez adentro, empezaron nuevamente los problemas..¡otra vez! 🥴. La anfitriona de Airb&b me había ido entregando la información a cuentagotas y a primera hora de ese día había enviado otro mail mencionando que habría una persona esperándonos. Al ingresar al condominio nos dimos cuenta que los edificios eran numerosos y no sabíamos en cuál de ellos estaba el depto. reservado. Volvimos a la entrada, le mostré al guardia, que ahora sí estaba de cuerpo presente, los chorrocientos mails que me habían llegado. Luego de hacer una llamada, me pidió el pasaporte, me dio la dirección, no sin antes llamar a un "seguridad" en moto para que nos llevara a nuestro alojamiento. Finalmente procedió a ponernos las "pulselas identificatolias ".
Al fin llegamos al edificio que nos correspondía. Antes de bajarnos, nuestra amiga Marcela tuvo una verdadera epifanía (revelación). Con todos los obstáculos habidos y por haber con que nos encontramos hasta conseguir la dirección, iba a ser bien difícil lograr que alguien desconocido pudiera ingresar en forma expedita esa madrugada al condominio para de allí trasladarnos al aeropuerto. Así que, haciendo de tripas corazón y dejando de lado cualquier resto de dignidad que nos quedaba a esa altura, le pidió a "don Pablito" que nos fuera a buscar y nos llevara hasta el aeropuerto. Después de todo la necesidad tiene cara de hereje, 😬. Llegamos al edificio que nos correspondía, el C 6. ¡Bravo, al fin!👏👏. Con todos los problemas para ingresar y que el conductor no nos había abandonado a nuestra suerte, optamos por pagarle 600 PD ($ 10.340). El guardia motorizado estaba marchándose cuando me llegó a mí la iluminación. "¡Oigaaa!", grité. Al regresar le informé que no podríamos ingresar al depto. pues carecíamos de llave o código. Fue muy amable 😊. Me compartió Internet para que me comunique, lo que no pude hacer, pues la anfitriona había bloqueado el correo, 😤. Fue en ese momento en que el guardia señaló que no era primera vez que Giselle no llegaba a atender a sus clientes. ¡Y justo nos tenía que tocar a nosotras ésta como administradora!, pensé. El "seguridad" Intentó llamarla en más de una oportunidad sin resultados. Se fue del lugar dejándonos en espera mientras intentaba solucionar el problema. Esperamos varios minutos junto a las 🍕 🍕. Las viciosas del grupo aprovecharon de manejar sus nervios con unas cuantas pitadas, en tanto las-sin-vicio intentábamos encontrar la resignación cristiana.
Al rato regresó el joven con la llave del depto., el que la encargada había dejado abierto, pero como no sabíamos ni había indicación alguna, imposible haber entrado. ¡Bonito departamento! Eso no se podía negar. Nos instalamos. Atacamos las 🍕 🍕 que apenas estaban tibias, pero que, igualmente, saciaron nuestra hambre. Ya eran pasadas las 15 horas cuando logramos calmar nuestro apetito. Miramos noticias, descansamos y al ver que la lluvia torrencial anunciada no llegaba, a las 17 horas nos acercamos a la piscina. Allí había unos "chiquillos" aprovechando sus aguas. Las más "jovencitas" de nosotras optamos por bañarnos y como que no quiere la cosa, nuestra amiga Vilma, como una silenciosa anguila, 😁 😁, fue disminuyendo la distancia que la separaba de los bañistas nativos, estableciendo un diálogo con ellos, 😉 😉. No obstante, no estuvimos mucho rato en las aguas piscinescas, pues estaban cargadas de cloro. Al rato ya no era grato respirar el olor a desinfectante.
Terminamos ese día acontecido, con más amenazas que riesgos reales, ¡felizmente! Fuimos a un supermercado en las afueras del condominio buscando el inicio de la Ruta de la Chela, 🍻🍻, para celebrar como corresponde, dijo el curaíto, 🙈 😉 😁, el término de nuestro viaje por República Dominicana, país que no conocíamos y al que no volveríamos, 😂 😂, y en el cual podríamos haber pasado un grave percance, que no fue simplemente porque el caprichoso Beryl no quiso acercarse a La Española. Al final, resultó ser una nación muy cara, con excesivo aprovechamiento del turista de parte de la mayoría de los locales. Esa noche nos acostamos temprano, luego de dejar nuestras maletas preparadas y todo listo para despertar a las 02,30 a.m. "Pablito" nos vendría a buscar a las 3,30 para llevarnos al aeropuerto, del cual saldríamos en vuelo a Panamá a las 06,16 horas. Todo resultó expedito, nuestro equipaje de cabina se fue a bodega como queríamos, para dedicarnos a vitrinear en el "Aeropuerto de Tocumen" de Ciudad de Panamá, sin el contratiempo de una maleta. Las 4,30 horas de espera no se nos hicieron eternas porque nos dedicamos relajadamente a desayunar, vitrinear, comprar unos souvenirs, conversar y a acceder a Internet, como la diosa IA manda, 🤣. A ratos caía mucha lluvia, seguro que eran secuelas del Huracán, tanto así que en varios lugares al interior del aeropuerto había envases conteniendo el agua de las goteras, 🤣 😄
. Ahora, en viaje a Santiago de Chile, unas duermen, otras aprovechan la cartelera de entretenimiento del avión ✈. Yo escribo, luchando con la modorra y falta de sueño. He tenido que rehacer partes del escrito, pues he borrado líneas completas al quedarme traspuesta. En fin, gajes del oficio. Un par de días más y compartiré los chascarros del viaje, que son numerosos, 😈. Se vienen "cositas", 😂 😂, se vienen. Hasta pronto.
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