De tanto mirar pampas, cerros, bosques, montañas, volcanes, cielo, ríos, lagos, lagunas y saltos de agua en la zona sur de nuestro país, mis ojos han cambiado de color y ya sólo reflejan la maravilla de la naturaleza en la que han estado inmersos. Y todo en su máxima expresión de vida y exuberancia. Pampas con pasto verde tachonadas de flores de colores diversos, árboles plenos de verde follaje entrelazados de enredaderas y habitáculos de diversos seres alados, oídos nítidamente en los bosques recorridos. Aguas correntosas o calmas, de colorido verde, turquesa o azul, cristalinas al acercarse a ellas, en su mayoría. Cielos azules y despejados absolutamente o con nubes retozonas de color más bien blanco que negro -por suerte-. Volcanes aún con bastante nieve recortándose orgullosos en el fondo azul celeste, en tanto, el Villarrica, como casi siempre, expulsando el humo de su fuego interior. Todo aquello desde el 28 del mes pasado al 6 del presente mes. Seguro veré alguna otra maravilla verdeazulada en los días que restan de mis andares por estos lares (me salió verso...😁), pero hasta el momento éste es mi bello catastro.
He andado en compañía pero también en solitario. Cuando la primera es grata al corazón y a la vida, es un verdadero goce. Cuando la soledad es parte de tu costumbre también la segunda modalidad resulta un disfrute. Así ha vuelto a suceder, para alegría de las involucradas. Intereses comunes, gustos similares, recuerdos compartidos, historias divertidas, chascarros, situaciones sorpresivas, todo, un nuevo recuerdo que atesorar y abonar a la cuenta de risas futuras.
Llegué a COÑARIPE el domingo 3, a un hospedaje frente a la playa, con el pequeño inconveniente de que era bajo el sistema compartido. Nada qué hacer. Ya lo tenía reservado. Felizmente había una dueña de casa y nadie más. La primera tarde me dediqué a recorrer la playa y sus alrededores lo más que pude. Miré con preocupación cada vez que pude el Volcán Villarrica que seguía con sus fumarolas, a veces tenues y en ocasiones más intensas. Esperé el atardecer en la playa, que llegó cerca de las 20 horas en un sector. Volví al alojamiento, tomé una reconfortante once con un pancito con chicharrones, me dediqué a revisar youtube y luego a dormir como un ser humano sin problemas de conciencia, 😊.
El segundo día en el sector, luego de desayunar frugalmente, me fui a la avenida principal a tomar locomoción que me llevara a LICANRAY. No es que no conociera la ciudad. Había pasado por ella un par de veces -o más-, especialmente por el sector donde se ubican las letras del balneario. Recorrí la calle principal interiorizándome del nutrido comercio del lugar y luego me fui a caminar por la playa de pé a pá. No quise ingresar a un parque ubicado en un extremo de ella, para no apoyar con dinero a la comunidad concesionaria, 😂, y alargué al máximo el recorrido por el otro extremo que me llevó a pasar por medio de un pequeño bosque y llegar a un puente de madera en riesgo de colapsar. Luego volví a la civilización, 😉, donde me subí a un microbús que me llevó a la siguiente ciudad: VILLARRICA.
Era cerca de las 13 horas cuando llegué a esa populosa ciudad. Me anduve extraviando. No lograba llegar al paseo lacustre. Con las indicaciones de un jovencito de unos 12 años, logré arribar a destino: las letras corpóreas y el Paseo Costanera. Estaba muy soleado y el Volcán seguía lanzando fumarolas. Era una jornada muy grata, lo que me llevó a quedarme sentada un rato frente al lago, al cielo y al Volcán. Pronto me dio hambre y comencé a buscar un restaurante que me permitiera consumir una fresca ensalada. Lo encontré. Tenía una vista privilegiada. Allí ingresé aunque sabía que no era económico. Pero no importaba: yo me merecía lo mejor, 😂.Una ensalada Pucará -gigantesca y exquisita- y una rica michelada con merkén fueron los protagonistas. Como no especifiqué la cerveza que quería, me llevaron la más cara, 🙈.¡Parece que me reconocieron! $18.500 tuvo el precio de mi fama en aquella ocasión. 🙃.
Luego de recorrer un poco más, busqué el Terminal de Buses y, aunque en principio había pensado ir hasta Pucón, desistí. El calor reinante tomó la decisión por mí: quería darme un baño en el lago, lo que significaba que debía regresar a Coñaripe. A las 18 horas estaba a orillas del Lago Calafquén buscando el mejor lugar para bañarme. Sólo ingresé a las aguas y me sumergí hasta el cuello un par de veces. El oleaje, producto de un viento permanente en el lugar, no me permitía aventurarme toda vez que no soy una nadadora. El agua estaba excelente. La once de ese día fue más entusiasta luego se haber gozado de mi primer baño de temporada.
Adiós a Coñaripe dije el día siguiente a las 9,30 hrs., momento en que estando arriba de un bus, iniciaba el trayecto a NELTUME, cuyo primer tramo me llevaría a la ciudad PANGUIPULLI. Para mala pata mía, el autobús a la localidad cordillerana de Neltume, había salido hacía poco cuando llegamos a Pangui... El próximo transporte no era sino en dos horas, así que opté por dejar el bolso en custodia y salir a patiperrear por el centro de la Ciudad de las Rosas🌹 🌹 🌹. Fue muy bueno el ejercicio, pues me permitió tomar contacto con la calle, 😁. Caminé por la zona céntrica de la ciudad, fui hasta la Catedral y alcancé a llegar a un Mirador del Lago Chauquén, antes de regresar y subirme al microbús, que en poco más de una hora y media me dejó en mi destino, a una cuadra del hospedaje. Estaría allí sólo una noche, por lo que tenía sólo esa tarde para conocer el lugar, por el que había pasado veloz un par de veces.
Excelente lugar donde me alojé. Todas las comodidades necesarias y con baño privado. Aproveché de almorzar en el restaurante del hotel y a las 15 horas iba saliendo para comenzar mi tour particular. Una caminata de unos 800 metros y ya estaba en una de las entradas de las Reserva de Huilo-Huilo, aquella que permite el acceso a la maravilla que da nombre al sector : el Salto del Huilo-Huilo, un salto-cascada de 37 metros de altura, que lanza sus aguas al Río Fuy. Hice los dos senderos, el fácil y el de mediana dificultad a orillas del río, subiendo y bajando numerosas escaleras, sorteando senderos de piedras y raíces, hasta llegar a un Mirador donde cae la llovizna del agua del salto, que moja con rapidez a todo el que se asoma por allí. Primera tarea cumplida, pero no era suficiente. Quería ver otro sector. Opté por buscar el Parque de los Ciervos 🦌. Sabía la dirección en que quedaba. Entendía que debía cruzar todo el pueblo, pero ignoraba la distancia exacta. Pregunté a unas residentes del lugar y con los datos entregados y consejos, casi me hacen desistir. No obstante, para quien no lo sabe, cuando a mí se me pone una idea en la cabeza, es difícil sacarla de allí y olvidarla. "Que era muy lejos, que no podía ir a pie, que demoraría mucho", etc. me aseguraron las lugareñas. ¡Fui...y caminando! El día estaba parcial, hacía algo más de calor de lo recomendable, pero no era contraproducente caminar. A los 50 minutos de caminata, cuando sólo me faltaba el último tramo, una cuesta en subida pronunciada, una camioneta se detuvo para llevarme. Yo no había hecho "dedo". No estoy en la edad ni son los tiempos para hacerlo sin riesgos, pero igual me subí, 😂, y en un par de minutos estuve en mi destino.
No había nadie en la entrada. No obstante, iban saliendo un par de personas y por eso decidí ingresar. ¡Que toda la caminata sirviera de algo, digo yo! Después de caminar poco más de una cuadra me encontré con la boletería cuyos encargados parecían haber sido abducidos. ¡Nadie por aquí, nadie por allá! Los letreros me indicaron el sendero, así que me interné en medio del parque. Llegué al criadero de jabalíes (feos, mal olientes y sucios animales en un reducto) para luego dirigirme al Mirador desde donde se avistaban los ciervos. Sólo pude ver cuatro de ellos y a una distancia de 100 metros. La verdad, la verdad, consideré que la "experiencia" no había valido tamaño esfuerzo de mi parte. En fin... También había cerca de allí un Museo, pero lo obvié e inicié el camino de regreso, 5 kms. si considero hasta el alojamiento. ¡Uff! Llegué a las 19 hrs., con un récord de temporada de 20 kms. caminados (el día anterior había hecho 16 k.solamente,🚶♀️). Una rápida ducha fría para recuperar la energía y una rica once con yoghurt, galletas y una lemon bien helada.
Día siguiente: ¡partiendo! De Neltume a Panguipulli y de Pangui a LANCO. ¡Apenas había estado tres noches sola! Llegué a tiempo de almorzar un rico salmón con porotos y crema de champiñones, más ensalada de lechugas. Un buen vaso de un rico vino 🍷, más postre de castañas en conserva. ¡Todo delicioso preparado por la anfitriona! Esa tarde fui a visitar a mi ex compañera de trabajo del LCHG de Lanco, la querida Glady Ríos. Luego de compartir un ☕ con galletas y de ponernos al día en relación a nuestras vidas, regresé a casa de Marcela, donde se celebraría una junta de las cuatro mujeres más bellas y divertidas: nosotras (dejando en claro que falta una, pues somos cinco, 😂). Una parrillada de manos de la dueña de casa, con papas, ensalada y algo líquido para no atorarse, 😅, fue de lo que dimos cuenta en unas horas. Obvio, no podía faltar el Ramazzotti, casi transformado en trago representativo del grupo. Siendo ya la medianoche pasada, terminamos el evento, pues, al menos dos de las participantes, debían trabajar temprano al día siguiente.
Me quedé hasta después del almuerzo en la Muy Noble y Leal ciudad de Lanco, 😉 , no porque se me pegaran las sábanas, sino porque quise retribuir, al menos con la preparación del almuerzo, a tanta atención y cariño. Me dediqué a preparar unas pastas rellenas, con los elementos básicos de los que disponía, y así y todo, los ravioles quedaron bastante bien. La anfitriona dijo más que eso, pero como soy modesta me lo guardo,😊😇. Unas pastas simples, sin relleno, secadas al sol matinal, quedaron para consumo de la dueña de casa. Esa misma tarde abandoné Lanco para llegar a Valdivia, y de allí a LA UNION, próximo destino.
Arribé a La Unión a las 18,25 hrs.de ese día jueves. Allí, en el flamante terminal de buses, estaba esperándome mi hermana. Además de visitarla, nos movía el objetivo de encontrarnos con uno o más de nuestros hermanos. Al día siguiente, era el cumpleaños de nuestro padre y nos habíamos puesto de acuerdo en encontrarnos los que pudiéramos, como por muchos años lo hicimos cuando nuestros progenitores estuvieron con vida. Por ello, el día Sábado 8 partimos a VALDIVIA, único lugar donde podríamos encontrarlos, simbólicamente, en la actualidad. Llegamos a la capital de la Región de Los Ríos, compramos flores y llegamos hasta el Parque Cementerio. Además de nuestros padres, allí también yace nuestro querido hermano Ernesto, que en marzo pasado sucumbiera ante una enfermedad demoledora. Mientras hacíamos esto en representación de la familia, nuestro hermano Luis (Lucho para los amigos, 😉) se acercaba a la ciudad habiendo salido de Coronel esa misma mañana. Nos encontramos con él y Carmen en la Costanera y, ya siendo hora de almorzar, nos dirigimos a la Feria Gastronómica de Niebla.
Fue un entretenido fin de semana en familia. Conversamos de un cuanto hay, con la ventaja que todos estábamos alojando en casa de nuestra hermana Gladys. Aprovechamos de recorrer en esos días lugares archiconocidos por todos nosotros, pero no por ello menos queridos. Lago Ranco, Llifén, Futrono, Puerto Nuevo, localidad en que los tres pasamos nuestra infancia cuando nuestro padre era funcionario en el Retén de Carabineros. El último día juntos, los tres hermanos nos fuimos al balneario de Coique a darnos unos buenos chapuzones, los primeros en forma de la temporada. Fue una grata tarde bajo un sol con pocas nubes y muchos bañistas de todas las edades. Esa noche cerramos la jornada del encuentro tratando de recordar cómo era la ciudad en que vivimos parte de la infancia, la adolescencia, juventud y demás, según la fecha en que emigramos o no lo hicimos, como es el caso de mi hermana. Con pesar, debo decir, que la que menos se acordaba de dueños de construcciones emblemáticas unioninas fui yo, en tanto, quien recordaba casas y residentes con detalle fue nuestra cuñada Carmen. Como atenuante, Sr.Juez, los Álvarez-Saldaña presentes, deben señalar que no llegaron a vivir a La Unión sino hasta el año 1969, cuando ya éramos adolescentes de 14, 15 y 17 años, 😊😉. También hicimos un recordatorio pormenorizado de los profesores que tuvimos en el Liceo, de algunos compañeros, de los que siguen vivos y de los que han partido, etc. ¡Todo un conversatorio para finalizar nuestro encuentro! Eran pasadas las 2 de la madrugada cuando decidimos acostarnos. Al día siguiente -hoy- las visitas abandonarían la ciudad unionina, lo que hicimos en jornada matinal.
Mi hermano ya hace unas horas que está en Coronel, mientras yo aún estoy en Valdivia. Recorrí parte de esta bella ciudad, sede de mi vida universitaria, hasta hace un par de horas. Ahora escribo mientras espero la hora en que el bus me llevará de regreso a mi palacio, ubicado en la heroica ciudad de Rancagua. El clima ha variado completamente en relación al día de ayer. Nubes oscuras y amenazantes cubren la ciudad, la que seguramente será lavada por la lluvia en unas horas más. Así y todo me dio gusto caminar por las calles céntricas de siempre y llegar hasta el Terminal luego de caminar por la Costanera, paseo obligado y necesario cada vez que visito esta hermosa urbe. Regreso a casa más que ahíta de cariño, afecto, gestos amistosos, respuestas amables, momentos y risas compartidos con amigas y parte de la familia. ¡Han sido dos semanas inolvidables y nutritivas, que sólo resta por agradecer a sus causantes! Hasta pronto.
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