El sábado 23 amaneció algo más tarde, con menos horas de sueño de lo acostumbrado, con la cara algo larga de alguna de nosotras, que se acostó más temprano y no logró dormir debido a los canturreos, conversación y risas de las dos amantes de cerveza que se habían mantenido estoicamente bebiendo hasta la última gota -¡peor es que se pierda!, seguramente pensaron-. Claro que parece que no lograron su total cometido, pues ese barrilito va en estos momentos en uno de mis bolsos como trofeo de guerra, y se escucha algo líquido en su interior al moverlo. Algo así como sucede con las caracolas ... o las "tripas" humanas en rebeldía, 😂.
El penúltimo día en "las Argentinas" no salimos de San Martín. Fue un día especial e ideal para caminar y realizar compras de recuerdo y de conveniencia. Las viciosas aprovecharon de comprar cigarrillos por cartones (cuyo valor era una quinta parte en comparación con Chile). Las demás compramos algún producto de belleza (no tan necesario por la ya existente en forma natural, jajaja), condimentos, chocolates y algo más. Como grupo extendido nos "tomamos" la Costanera para sacarnos hermosas fotos a orillas del Lago Lácar. Un grato café en una terraza (para poder usar los baños, nuestro karma,😅) y más vitrineo. El almuerzo fue apoteósico. Cuando me acuerdo mis papilas gustativas empiezan a funcionar ipso facto. Nuestro grupo (de acuerdo a los pasajeros de cada auto) optó por lo gourmet que nos ofreció el Restaurante Berlín. Dos platos de trucha a la beurre noir con ensalada mixta y dos platos de carne de ciervo 🦌 🦌, uno con salsa de champiñones y otro con salsa de frutos rojos. Yo pedí lo último y, realmente, estaba nivel Dios. Ubiqué la preparación entre los top 5 de mi experiencia gastronómica de toda la vida. La carne tierna, jugosa, con la salsa entre lo dulce (de las frutillas y arándanos) y lo cítrico (de las frambuesas), que acompañé de una ensalada Munich espectacular: arroz graneado de fondo con gajos de peras asadas, rúcula, tomates deshidratados, nueces y queso rallado. ¡Exquisita! Y como corolario: una Quilmes bock. ¡Mmmm! 😋 Todo ello por casi 20 mil pesos chilenos. Algo similar, con carne de reno, aunque en menor cantidad, en Estocolmo me costó 45 mil pesos.
Luego de ese fantástico y pantagruélico almuerzo, seguimos recorriendo San Martín, tomando fotografías mientras caminábamos y se buscaba en más de una farmacia algún encargo para humano o animal. La perra 🐕de una pariente -entiéndase "la mascota", 🙈- iba a ser beneficiada por la baratura de un remedio encargado. De regreso al alojamiento, a descansar, a tomar té, a caminar por el parque y a orillas del Río Traunco tomando fotos, cada cual según gustos y preferencias. Y al atardecer, la Jefa y yo, de vuelta al centro a buscar unos productos. No nos fue muy bien, pero vimos caer la noche en la ciudad, olimos más de un pito de marihuana en los alrededores de una feria artesanal última de "cuma" (daban pena los objetos "artísticos" que tenían a la venta, 😂) y regresamos al grupo. Se preparó una once con todo lo que hubiera (aportes varios, "duelos y quebrantos" diría don Quijote), se sacrificó la última palta chilena y luego, se consumió un pack de Quilmes para que no se note pobreza, se "apuraron" los restos de un Casillero del 😈 sobreviviente de la noche anterior y calabaza calabaza, todas a dormir a una hora decente, como niñitas de un Internado de monjas. ¡Ahora sí que sí! ¡Ah! Me olvidaba: esa noche la "tía" Lidia estrenó sus reciclados anteojos en un estilo muy sui generis: con una pata colgante (casi simulando el Puente Cau-cau, 🤣). Se veía especial, como es ella.
Domingo 24: ¡último día, nadie se enoja! ¡Qué nos íbamos a enojar, si el día era óptimo, lo habíamos pasado súper e íbamos a volver por el Paso Fronterizo Mamuil Malal, que nos permitiría salir a Curarrehue, Pucón y Villarrica, antes de llegar al Cuartel general de Lanco, y todo bajo el gentil auspicio y conducción de Marcela! Pero, antes, a llenar el tanque...de combustible (cuyo precio era $400 pesos chilenos por Chile, ¡una ganga!). También pasamos a un supermercado en Junín de Los Andes, a gastar los últimos morlacos, lugar donde no recibieron ni despidieron muy bien a nuestra amiga y conductora. De entrada, un llamado de atención o algo así por el lugar o la forma en que ingresó al estacionamiento. El tirón de orejas fue firme pero educado. El de salida, no lo fue tanto: allí fue gritadito y de pasada (con fuga incluida de parte del hechor). El "¡Fijate, boluda!"('fijate', no 'fíjate') sonó al más puro acento argentino. ¡Muy fea la actitud, sin duda, aunque había un error de tráfico, 😅.
El resto del camino por suelo argentino lo hicimos rodeados de cerros y montañas con nieve, varias araucarias que aumentarían su cantidad una vez que nos internamos en territorio chileno. El Volcán Lanín, un tanto esquivo con su figura, finalmente se mostró en toda su majestuosidad al llegar a la frontera. ¡Una muy buena despedida! Ningún problema en la Aduana vecina, tampoco en la nuestra, aunque allí la revisión fue más exhaustiva, pero no al interior de los vehículos. Por tanto, nada de lo comprado cambió de dueño. Sólo Anita lamentaba haber tirado a un basurero una grande y jugosa mandarina transandina. El paisaje mejoró a ojos vista llegando a nuestra patria: más nieve, más araucarias, incluso algunas a mitad de carretera. Cuando nos fuimos acercando a Curarrehue nos llegó la información que se había decretado alerta naranja por culpa de nuestro Volcán Villarrica, tan blanco, tan nuestro y tan 'travieso'. Así que ya nos veíamos como en la película 2012 (ésa que ha visto 100 veces mi hermano Luis) arrancando de las rocas, humo y lava a "todo cachete", 😂.
El hambre nos obligó a detenernos en Pucón (además de nuestra inclinación al turismo de desastre). Sin embargo, practicamos la prudencia en todo sentido: almorzamos en el segundo piso de un local desde cuyos ventanales podíamos ver parte del volcán y sus fumarolas. No estábamos del todo a salvo pero al menos veríamos prontamente si al volcán mal genio se le ocurría enojarse más y empezar a lanzarnos piedras. Si tuviéramos que ponerle nota al almuerzo podríamos calificarlo con un 5,8 "no más". No valió de mucho el tremendo sacrificio de servirme un trozo de salmón y ensalada surtida con h2o mineral, pues ésta me salió tan cara como una copa de vino, lo que resultó excesivo para sólo ser agua, 😡. Así que le bajamos la nota.
Salimos del restaurante con el ánimo de conocer algún punto de interés de Pucón. Nos acercamos caminando a la Costanera o Paseo lacustre. ¡Hermoso! Día soleado y un volcán a punto de hacer erupción. Como pueden ver, ¡todo pasando,😂!Luego de aquello, la conductora Jessi con su preciosa carga humana, a la que se sumó doña Lidia...¡partieron!🚩🏃🏇, directo a Valdivia y pasando por Lanco. Nosotras (Marcela, Anita y yo) nos quedamos bartoleando por Pucón. Fuimos a la playa y recorrimos algunas calles del centro histórico. Luego, enfilamos camino a Villarrica. Desde la Costanera de la ciudad se veía que el Volcán seguía en sus trece, fumando, a ratos, discretamente. Fue un maravilloso trayecto de regreso, plagado de naturaleza, música de fondo y buena conversación, aunque hubo algunas pestañaditas por parte de las acompañantes de la conductora, debido, aseguraron ellas, a los rayos del sol de atardecer que daba de frente, 🙈.
La despedida grupal se dejó para el lunes 25 en la noche, a la que asistieron 5 de las viajeras. Antes de llegar a ese momento crucial, hay que hacer un pequeño retroceso... El día anterior, al arribar a la mansión de nuestra anfitriona ya nos habíamos provisto de pan, frutas y algunas verduras. Antes de "meternos al sobre", dimos cuenta de una once frugal, 😂, para evitar el peligro de inanición. Dormimos como marmotas y alcanzamos a recibir las instrucciones de la dueña de casa para preparar el almuerzo. ¡Nooo! ¡Bromita! Cero instrucción. Nosotras le prepararíamos un rico almuerzo a nuestra espectacular anfitriona, con el objetivo de retribuir en una mínima parte las atenciones recibidas. Salmón a la plancha, con salsa de champiñones, tomates a la chilena y ensalada de lechugas, más un mix de frutas picadas. Las visitas acompañamos el almuerzo con un fresco sauvignon blanco de Bodega Volcanes de Chile (muy ad hoc), mientras la "pobre" dueña de casa debía conformarse con un vaso de Coca-cola, pues debía ir a trabajar .
A continuación, café de sobremesa, limpieza y orden (como corresponde), caminata por los alrededores bajo unos rayos solares inesperados. Estábamos regresando a casa cuando nuestra patroncita nos comunicó que nos estaba esperando para hacernos una invitación. ¡Excelente! ¡Justo donde pensábamos apenas oímos la palabra "invitación"! Fueron unas horas maravillosas -otras más- de recorrer la costa norte de la Región de Los Ríos, entrando por San José de la Mariquina, yendo y bajándonos en Mehuín, llegando hasta las caletas Queule y Mississipi. Siendo las 20,45 hrs. llegamos a casa. Cerca de allí nos esperaba, "sita" Lidia y Queen Elisabeth, con una gigantesca pichanga para compartir, mientras nosotros llegábamos con una humilde docena de empanadas de mariscos comprada en Mehuín City. Unos cafés de acompañamiento y luego unos "peritivos" de calafate, arándanos y chocolate-naranja fueron el toque final de un encuentro de 6 días. La hospitalidad sureña se hizo sentir en todo su esplendor, de manera tal que quedamos más endeudadas que clientes de la Tía Rica. Maravillosa experiencia, que tuvo un cierre redondo con un viaje a La Unión, Valdivia, Niebla y Corral, del que ya les entregaré detalles espeluznantes, 😂. Hasta pronto.
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