Este fin de semana recién pasado dije adiós a Curepto. Fue mi último viaje a esta pequeña ciudad de la región del Maule ubicada entre colinas y cerros, con una excelente conectividad con la costa y a sólo 69 kms.de Talca. Viajé el viernes en la jornada de la tarde, llegando a las 19,30 a la localidad en calidad de turista ignorante y tomada por sorpresa porque a pesar de los 9 años en que he viajado a la zona, olvidé que su clima, muchas veces, es distinto a la capital regional, pues la "famosa" vaguada costera marca la diferencia. Salí veraniega de palacio como correspondía a la situación meteorológica local, pero llegué casi en calidad de congelamiento, con un vestido sin mangas y sandalias. Sin embargo, como no hay nada que no arregle un buen café ☕, pronto recuperé mi temperatura corporal sin inconvenientes una vez sentada a la mesa familiar, que estaba apetitosa como siempre: carne al horno, papas, ensaladas, con un exquisito vino que no podía faltar, para terminar con café, pasteles y pan de pascua del lugar.
Conocí Curepto el año 2012 y desde ese tiempo a la fecha, lo visitaba unas dos veces al año, en algunas ocasiones con mi hermana y otras, sola en la llegada, pero acompañada en la estadía. Mención aparte cabe hacer a las Fiestas Patrias 2019 que juntó a casi la familia en pleno (16 personas) transformados por unos días en unos cureptanos más.
La llegada y salida de Curepto se realiza rodeados de una naturaleza fantástica, con bosques de pinos (algunas plantaciones aún en recuperación luego del devastador incendio de 2017 en la zona), extensas y abundantes viñas, sembradíos de árboles frutales y de otros productos como sandías y melones mayoritariamente. La verdad, es un descanso para la vista recorrer el camino que lleva a Curepto, a lo que se agrega la emoción de una carretera sinuosa y con subidas y bajadas, que exigen un buen conductor si se quiere ir rápido.
Llegando a la localidad, lo primero que nos da la bienvenida es la escultura de "El traspalador", lugar donde aprendí cómo se le llamaba a esa actividad campesina, que más de una vez vi cuando aventaban trigo. Sobresale, a la distancia, la estructura de la Parroquia de Nuestra Señora del Rosario pero sin la gallardía y belleza de antaño debido a los daños sufridos por el Terremoto del 2010, del cual aún no se recupera, por lo que permanece cerrada al público desde esa fecha. La construcción aledaña a la iglesia se logró restaurar en su mayor parte, de manera que al ingresar a alguna de sus dependencias uno puede apreciar la antigüedad y características constructivas, además de la nobleza de su madera y puede proyectar, en parte, las características arquitectónicas de la iglesia.
Otros elementos típicos son la escultura del Padre Joseph Cappel en bicicleta (misionero y hombre santo que tuvo a Curepto como centro de su misión apostólica por más de 50 años) y la Plaza de Armas de Curepto, que junto a las construcciones aledañas (entre ellas, la Iglesia y la Casa parroquial) fueron declaradas Zona Típica y Monumento Nacional con toda razón, pues allí comienza y termina toda actividad comunitaria de la localidad.
También es destacable la arquitectura de las viviendas más antiguas (centro histórico) verdaderos monumentos patrimoniales, muchos de ellos perdidos tras el terremoto. Algunas construcciones se salvaron de la demolición, otras parecieron reconstruirse respetando el modelo original. Sin embargo, pronto estalló el escándalo, pues las hermosas fachadas reconstruidas eran falsas, un ejemplo más de un Chile a medias. A pesar de ello, caminar por las calles de Curepto es un descanso, casi un volver al pasado, donde se respira tradición y la tranquilidad propia de la provincia.
Me despedí de Curepto porque ya no habrá razón para viajar hasta allá. Mis sobrinos dejan el lugar para iniciar otra etapa de sus vidas en tierras patagónicas. Me quedará un poco más lejos, pero no faltará ocasión para trasladarme hasta esa zona también, más helada y sacrificada, pero bellísima. En tanto, el traspalador seguirá realizando su tarea hasta que la carcoma y el tiempo digan basta, hasta aquí no más llegas.
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