sábado, 7 de agosto de 2021

Me habría gustado...

    

   Me acercaba a la esquina de Avda.San Martín con Mujica, desde oriente a poniente, en mi camino de regreso a palacio, cuando vi cruzar a una joven ciclista en sentido contrario que me llamó la atención. Mi curiosidad no tuvo que ver con nada negativo, sino todo lo contrario. ¡Se veía  tan feliz y relajada que daba envidia -de la sana-. Iba cantando en voz alta y al cruzar las miradas levantó uno de sus brazos en señal de mayor contentamiento. De no mediar la mesura necesaria en la conducción, creo que con gusto habría levantado los dos brazos. Esa breve imagen me trajo a la memoria la escena desencadenante del final del film "El ángel  enamorado", cuya fatalidad nos hizo caer unos lagrimones cuando la vimos con Mirella. 

  Aunque yo no hubiera podido soltar ni un solo brazo, igual me hubiera gustado aprender a movilizarme en bicicleta 🚲, pero mi torpeza motora y mis problemas de lateralidad no hicieron posible semejante hazaña. Sólo conseguí desplazarme unos metros para terminar incrustada entre los matorrales, después de lo cual desistí definitivamente y vendí mi bicicleta 🚲, casi como en el chiste de don Otto.

  [Abro paréntesis: A mi padre le pasó lo mismo (o mejor dicho a mí me pasó lo que a mi padre): compró una bici e  intentó infructuosamente aprender a usarla. Recuerdo una imagen: mi padre subido a un cajón frutero para acceder a la bicicleta, ¡qué recuerdo, papá! Antes de vender el dichoso aparato, más "chúcaro" que el Serpentín (caballo institucional de color plomizo, más cerril que una cabra), mi hermana, de unos 10 u 11 años en ese tiempo, logró domar el artefacto. Yo, al parecer, tengo mayor porcentaje en mi adn de mi padre...se nota en varios aspectos...Cierro paréntesis]. 

    Ello me llevó a pensar en cuántos anhelos y sueños han surgido a lo largo de mi vida que ya será imposible cumplirlos, especialmente en el ámbito físico-deportivo; mucho menos soñar con estar a la altura de clasificar para una olimpíada. Algunas de mis aspiraciones se vieron frustradas por mi estatura y contextura física (chica y gordita,  😂). Por ejemplo, la práctica del básquetbol o vóleibol, que algo intenté pero sin resultados (el balón no me llegaba nunca, 🙈 y cuando así sucedía apenas alcanzaba el tablero o la red). 

   El único deporte que practiqué cuando niña mientras me aceptó el resto de los niños de la tribu fue el fútbol, babyfútbol más bien. Una vez que ya crecimos no hubo invitación alguna a participar. No era para niñas. Tampoco tuve nunca ninguna gracia con la danza, gimnasia o atletismo. La delicadeza del cisne, de la gacela o de una pantera, no formaron parte de mis cualidades. ¡Ni siquiera aprendí a bailar cueca! Y , esto ya lo he contado alguna vez, todos los ritmos los bailo al estilo cumbia, 😁. Tampoco en la música 🎶 ni en la pintura salí favorecida; es decir, soy "negada" para el arte. ¡Con lo mucho que me hubiera gustado aprender a tocar piano, tener buena voz para el canto o hacer caricaturas!  

    A pesar de ello, tuve una infancia feliz, llena de actividades al aire libre durante el buen tiempo. Juegos de niños como "la escondida", "las naciones", la "chola", la "tiña", "el luche", caminar sobre tarros, cazar mariposas, subir a los árboles frutales, recolectar frutos silvestres y cosas parecidas era  la de cada día. Si bien la localidad era lacustre (y sigue siéndolo), vivíamos a dos kilómetros del lago. Mis padres no eran aficionados a la playa (tampoco tenían tiempo), así que pudiendo ser, eventualmente, una Kristel Kobrich cualquiera, no aprendí nunca a nadar 🏊. Sólo me desplazo por el agua hasta donde doy pie. Ya un par de veces estuve a punto de ahogarme y la experiencia no es muy grata.  

  Con tantos factores en contra, preferí (no me quedó  otra) que dedicarme a alguna actividad  in door. ¿Cuál fue ésa? El estudio y la lectura, a lo que cabe agregar algunas tareas domésticas femeninas obligatorias, pero que no me desagradaban para nada y que, posteriormente, les he sacado provecho. Me refiero a la cocina, al bordado y al tejido. Éstas eran tareas de vacaciones pues durante el año era el trabajo escolar la actividad más relevante, lo que me llevó a obtener muy buenas calificaciones en todos los niveles y me preparó para ser una profesional dedicada en mi trabajo. De eso no puedo quejarme, en absoluto.  Sin embargo... 

  ...me hubiera gustado conducir un vehículo como persona normal, por ejemplo. Ya saben -lo he dicho más de una vez- que fui un peligro al volante, tanto así que yo misma decidí no ponerme nunca más detrás de uno. Creo que debí insistir más en aquello. Tal vez habría superado el problema una vez sola e independiente, obligada a "batírmelas" sin apoyo masculino en esto. En todo lo demás, salí muy bien parada, lo que tampoco es un mérito extraordinario toda vez que miles de mujeres deben sacar adelante una familia sin apoyo de una pareja.  

  En fin, algo sí puedo anotar a mi favor en el cumplimiento de aspiraciones y anhelos. Conocer y caminar gran parte de Chile, por ejemplo, especialmente  en la zona norte y central, en que el clima me ha permitido recorrer muchísimos lugares del litoral en temporada baja. Alcanzar varios hitos chilenos relevantes: el Lago Chungará (lago más alto del mundo), el histórico Morro de Arica, la oficina salitre de Humberstone, fotografiarme con el monumento natural de La Portada de fondo, recorrer en varias ocasiones San Pedro de Atacama y sus atractivos turísticos y arqueológicos, visitar los lugares más destacados de Rapanui, etcetc... hasta llegar a las Torres del Paine, el Fuerte Bulnes, recorrer la Isla de Tierra del Fuego (amén de otras islas como la de Chiloé, Quinchao, Puqueldón y Apiao), pasando por la Laguna de San Rafael y su glaciar, las Catedrales de Mármol, Coyhaique y Caleta Tortel... 

   Anoto también a mi favor el conocimiento y visita de algunos países y ciudades, con una cantidad de riqueza arqueológica y patrimonial extraordinaria, además de tener el privilegio de haber recorrido el río Nilo en más de una embarcación, desplazarme un trecho a espaldas de un  camello, subirme a un globo aerostático en la milenaria ciudad de Luxor, estar en tierras donde se originó nuestra cultura occidental (Grecia e Italia), subir caminando el Peñón de Gibraltar, llegar hasta Ceuta, en África y observar desde allá el continente europeo. No puedo dejar de mencionar el contacto con la cultura Incaica en Perú (Arequipa, Cusco, Machu Picchu) y la cultura Tiahuanaco en Bolivia. 

     Espero que este paréntesis pandémico de dos años sea sólo eso, un paréntesis. Me quedan -y a muchos- incontables proyectos que ejecutar, muchos deseos que cumplir, numerosos sueños que alcanzar. Por el momento, bastan los sueños de horticultora y cocinera.

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