martes, 31 de agosto de 2021

Infidelidad...

   

   Estuve dudando acerca de escribir sobre este tema, pues no sabía cómo enfrentarlo. Me resulta un tanto delicado. El techo no es de concreto, precisamente, sino transparente,😓. Finalmente tomé la decisión y considerando que, a estas alturas, las máscaras están de más creo yo, aquí estamos en la palestra. La necesidad de escribir surgió al leer y conocer de primera mano el dilema que se le presenta a Clara Rosell, una madre y profesional madura, 45 años (jovencísima desde mi perspectiva actual, jajaja) entre su ya rutinario matrimonio de 20 años con dos niños pequeños y una nueva relación, intensa, vivificadora y muyyy atractiva. ¿Cómo volver a vivenciar emociones ya olvidadas en el tiempo y no correr el riesgo de perder a sus hijos?, se pregunta Clara. No es que no quiera perder pan ni pedazo; ella no es así, como no lo son ni lo han sido muchas infieles de este mundo. Lucha contra lo que siente por Héctor pero el contexto no le ayuda precisamente y, a pesar de toda la resistencia moral, maternal y conyugal que levanta como barreras de defensa para contrarrestar el poderoso imán de la atracción sensual y sentimental, termina "quemándose" como polilla en la fogata. Veamos... 

   Días de menta y canela es el nombre de la novela de Carmen Santos (que de santa parece tener poco, como creadora de historias digo yo). "Menta y canela", dos aromas intensos que aluden a ese breve interludio vivido. No sé si en otro contexto puedan inducir al "pecado", salvo que sea el de la gula, Tal vez. En mi caso, me gusta sólo uno de ellos: el aroma-sabor a menta, porque la canela me genera un rechazo surgido de haber sido parte permanente de postres y pasteles consumidos durante la niñez (no había mucha variedad en esos tiempos o, mejor dicho, eran pocas las posibilidades de obtener variedad en nuestro caso, toda vez que habitábamos en zona rural). En el caso de Clara, no alcanzan a "abutagarle" estos aromas y sabores - como a mí uno de ellos- porque sólo los "degustó" durante los tres días que duró su affaire.

   Una aclaración en defensa de ella, no por solidaridad "sororal"( pa' ponerme en onda inclusiva feminista, jajaja -me cargan los fundamentalismos y, paradojalmente, caigo en ello al señalarlo, jajaja), sino por justicia lingüística. Debo corregir y reemplazar el término "affaire" pues no se ajusta a esta situación. Lo que la pareja vive no es una aventura sin compromiso, aprovechando que están juntos y lejos de sus respectivos cónyuges. No, ambos experimentan un sentimiento avasallador, que los desestabiliza y supera y les obliga a elegir. No pretenden una doble vida. Al contrario, Hector está dispuesto a renunciar a su familia, a su empresa y su posición social por ella, pero ... no adelantemos acontecimientos.  

    El argumento presenta a una periodista que volvió a trabajar luego de años en casa criando a sus hijos pequeños. Aún lo son, pero necesita recuperar su vida anterior, ser algo más que madre y esposa y  consigue un trabajo por intercesión de un amigo. Sin embargo, debe validarse ante su jefe. Para ello, propone investigar la vida y muerte, sobre todo esto último, de un anciano emigrante español que fue encontrado fallecido en su vivienda en Düsseldorf luego de dos semanas; vivía solo. Dos detalles que forman parte de la última escena de aquel connacional llaman la atención: la Biblia abierta en determinado salmo y la presencia de una botella de un tradicional licor español. Junto con ello, su único hijo al que ubicaron en España se desentendió del "muertito", rechazando incluso un dinero que le correspondía. El jefe de Clara acepta que investigue para elaborar un reportaje y es allí donde empiezan sus problemas. Los medios con los que dispone son escasos y el hecho sucedió en Alemania, por lo que no pasa día en que no se arrepiente de haber sugerido aquello. Logra ubicar al hijo del anciano emigrante español fallecido, quien es el flamante director de una empresa tecnológica y que no tiene ningún interés en ese padre que los abandonó cuando él tenía  seis años, dejándolos a la deriva con su madre y que en 40 años jamás supo nada de él. Es al conocer personalmente a Héctor Laborda hijo cuando la tranquila y apacible vida sentimental de Clara sufre un vuelco, quedando "prendada" (¡qué  palabra más  antigua!, jajaja) de los verdes ojos de este elegante directivo de empresas, lo que es recíproco, según se entera más adelante (alguna vez les hablaré de otros ojos verdes, reales...)

   Además de los elementos del argumento y de la historia amorosa de los protagonistas, la novela tiene un recurso narrativo interesante. El relato se desarrolla desde la perspectiva de Clara,  pero no de manera lineal en el tiempo y espacio, porque el presente va intercalándose con recuerdos de su niñez cuando con su familia vivieron también una vida de emigrantes en Alemania, precisamente en la ciudad de Düsseldorf, todo lo cual sirve de insumo para entender las relaciones familiares y personales de Clara y sus cercanos. Junto a lo anterior, muestra la compleja realidad vivida por muchos españoles que debieron emigrar de su país en tiempos de postguerra para lograr sobrevivir con su familia.   

   Interesante y controvertido tema éste de la infidelidad. Recién  ayer una amiga, cuando le compartí  sobre lo que iba a escribir, me decía que le pregunte a ella no más,  jajaja. Ahí estuvimos un buen rato conversando sobre el amor y su supervivencia o sobrevivencia más bien. El tiempo deja sus huellas en todo y todos. Los que fuimos ayer enamorados a rabiar, "nosotros, los de antes, ya no somos los mismos" -como dijo el poeta-, hoy hemos cambiado y con nosotros, también han cambiado nuestros sentimientos, prioridades, necesidades y aspiraciones; es decir, ya no amamos tanto al de antes o simplemente hemos dejado de amarlo y sin querer o queriendo estamos en condiciones de volver a enamorarnos como la primera vez o más si cabe, ya sea en libertad de acción o no, pero sí en pleno conocimiento de lo que queremos o podemos arriesgar. Sólo nuestra agudeza, intuición o "chispeza" serán capaces de visualizar si el nuevo otro se lo merece y el tiempo dará razón o no de aquello. Pero ése no es el momento de  pensar en si es "merecedor" de nuestros "quebrantos" (otra palabra antigua y cuasi cebollesca) ni tampoco es relevante pensarlo expost. Lo que fue ya fue. Lo importante, como escribió Machado una vez, es tener  la capacidad de sentir amor aunque duela que no sentir nada: "Aguda espina dorada / quien te pudiera sentir / en el corazón clavada".

   Así que, que cada cual se las arregle con sus infidelidades. No soy quien para aconsejar ni recomendar. Lo que debe quedar claro, eso sí, es que siempre hay consecuencias con las que cargar, para bien o para mal y el arrepentimiento, una vez cometida la falta, no borra el hecho. Además, quien es infiel debe estar preparado/a para sufrir una infidelidad del otro/a y actuar en consecuencia, sin que eso signifique que por ello han quedado en "tablas".

viernes, 27 de agosto de 2021

Caminando bajo la lluvia...

   

   Caminando bajo la lluvia anduve el sábado pasado, entre la Carretera del Cobre y Miguel Ramírez (desde Easy a Sodimac). Los microbuses brillaban por su ausencia en ese sector y aunque corrían colectivos, yo no los utilizo por el exceso de cercanía entre los pasajeros. Lo que era una lluvia casi soportable al comienzo de la caminata fue aumentando de intensidad, de manera que cuando ya cerca de casa debí caminar tres cuadras, llegué en calidad de "pitío" (ave sureña que canta bajo la lluvia) 

    Me acordé de mis años universitarios en que por puro derroche de juventud recorríamos la Costanera valdiviana con Oriana bajo la llovizna mientras hablábamos de lo humano y de lo divino. Es inevitable viajar al sur cuando veo llover, con la gran ventaja que acá nunca llueve tanto y tan seguido y que al arribar a palacio tengo la certeza que puedo cambiarme y secar lo mojado sin los inconvenientes que suponía una vida estudiantil fuera de la casa paterna. En las pensiones o piezas arrendadas no siempre se contaba con las comodidades, especialmente  si eran arriendos económicos. Además, no es lo mismo mojarse al inicio de una jornada en que no se volverá a casa sino luego de horas, a mojarse poco antes de regresar. En el primer caso, el resfrío por enfriamiento es insalvable.

   He estado algo floja en estos días.  El estado del tiempo influye extraordinariamente en mi ánimo, como sucede a la mayoría de mis congéneres, especialmente a los que ya no tenemos la obligación de un trabajo activo. Cuando uno pertenece a la masa laboral sabe que tiene que ir a trabajar así llueva o truene. Incomoda hacerlo, pero no hay tiempo para deprimirse. Sin embargo, cuando uno ya vive de sus rentas y de su pensión, la realidad metereológica cobra importancia fundamental. El cielo gris no combina con el buen ánimo; al contrario, pesa sobre él, por lo que es fácil caer en el abatimiento y cierto marasmo. Mis lecturas han estado lentas igual que los días, pero siguen formando parte de mi rutina diaria. He leído apenas dos novelas en la última quincena. Algo es algo. Les cuento.   

    Ha estallado la paz, tercer volumen de la tetralogía sobre la Guerra Civil Española de José  María  Gironella  de más de 800 páginas, continúa con la historia iniciada en los volúmenes anteriores. Como se deduce de su título, la guerra ha terminado, luego de tres años, con el triunfo de los nacionales bajo el mando de Francisco Franco Bahamonde y se da comienzo a la infaltable etapa de la venganza, con la que no todos están de acuerdo, pero frente a lo cual poco es lo que se puede hacer. Las delaciones son la tónica cotidiana, tal como sucedió  en la etapa republicana hasta que perdieron la guerra. También comienza, como es lógico, la dura etapa de la reconstrucción del país. Numerosas ciudades fueron víctimas de bombardeos del bando nacional ayudado por la ✈ ✈ aviación de la Alemania nazi y de la Italia fascista, mientras otras sufrieron los ataques aéreos de fuerzas republicanas apoyadas por los rusos y la coalición internacional.  La quema y destrucción de edificios y fábricas no fue menor en toda España. Se venía, entonces, la ingente tarea de la reconstrucción, sirviendo de modelo la misma ciudad de Gerona. Al mismo tiempo que la actividad cívico-militar, la Iglesia se ubica en primerísima línea, abocándose a la recuperación espiritual de la Patria, casi en co-gobierno con el gobierno central.

   En la historia ficticia, la familia Alvear sigue siendo la protagonista de la trama literaria, cuya mirada y actitud mayoritaria es de comprensión y ayuda con el vencido conocido y buena persona, aun cuando ellos también sufrieron la pérdida de un integrante, César, completamente inocente, víctima del odio republicano a la iglesia y todo lo que representa. Les recuerdo que este adolescente y seminarista sólo tenía 16 años, lo que no fue obstáculo para ser detenido y ajusticiado. Por el lado de los vencidos, la desesperada diáspora se produce a distintos países, algunos con más suerte que otros, especialmente los que emigraron a Sudamérica, pues Francia y la URSS transformó a una mayoría de los emigrados españoles en mano de obra barata o carne de cañón para sus propias guerras. La historia de este volumen llega hasta diciembre de 1941, cuando ya a nivel internacional van dos años de la II Guerra Mundial con la marcha imparable del ejército alemán por Europa, norte de África e inicio de la arremetida contra la URSS.   

   Hay un cuarto volumen que desistí de leer a pesar de quedar inconclusa la historia de sus personajes. Me cansó un tanto la morosidad de la narración,  así que cambié  de tema y me fui a una saga de dos volúmenes, de la cual me bastó con el primero. Todos somos culpables de Alberto Vásquez-Figueroa es una especie de thriller entretenido, fácil de leer, livianito. No da pa' más, 😊. Lo interesante es el planteamiento de un problema que ya es una realidad en muchos lugares del planeta: la falta de agua dulce y la necesidad de la desalinización del agua de mar, que ya tiene carácter de urgente en países de África. 

   Pensé que este escrito iba a quedar obsoleto por la presencia del sol en todo su esplendor los días miércoles y jueves recién pasados, pero no ha sucedido así.  Hoy viernes la grisura volvió a hacer acto de presencia, acompañada de frío y viento. Al parecer se acerca otro frente, ojalá  con agüita 💧 💧 💧 de la buena para la tierra que la necesita, aunque por ello yo deba quedarme en 🏡.  No importa, lo primero es lo primero. Y si es suave, igual puedo salir a mojarme un poco para recordar tiempos de juventud radiante y poderosa.  En una de ésas...

jueves, 26 de agosto de 2021

Sálvese quien pueda...

  

   Éste pareciera ser el lema en estos días, no sólo en Afganistán (donde ha llegado a su máxima expresión), sino también en Haití, México, Estados Unidos, Turquía, Grecia, China, España y hasta Argentina. Las razones no tienen un solo origen. Hay principalmente dos: crisis climática y crisis socio-política. Y en ambos casos, los más sufrientes, por razones lógicas, son los desfavorecidos por la diosa fortuna, aunque, en algunos eventos, la catástrofe no cataloga por lo que se tiene en la billetera.   

   A salvarse a como dé lugar es lo que intentan los extranjeros y colaboradores en tierra afgana. En una carrera contra el tiempo los aviones evacúan al máximo de sus capacidades, pero parece que la batalla está perdida para muchos. Nosotros, meros observadores y sin ningún poder político y escaso poder económico, no podemos hacer nada, lo que no nos impide sentir que podríamos hacer algo, por ejemplo, ofrecer un techo a quien lo necesita. Claro, más de alguien pensará, con justa razón, por qué no mejor ofrecemos cobijo a algún compatriota en situación de calle. ¿No será que nos ponemos generosos porque sabemos que la posibilidad que se nos cobre el ofrecimiento es nulo? Tal vez haya algo de aquello. Si así fuera sin duda invalidaría completamente nuestra "altruista" actitud y no pasaríamos de ser la personificación de un fraude de los tantos existentes. Porque si se piensa en dar refugio es porque se puede. Y si se puede por qué no hacerlo efectivo con cualquier ser humano. 

   A mi favor, su señoría, debo señalar que las situaciones son distintas. Los chilenos que viven en situación de calle, en un alto porcentaje, son personas que no se ajustan a vivir de una manera "socialmente" aceptable. Muchos han elegido esa vida, se sienten libres; otros han derivado a ella por infortunio pero tampoco se avienen a una vida hogareña, amén de los que arrastran consigo historias envueltas en las drogas y el alcohol, imposibles de erradicar. Y como no soy santa ni me llamo Teresa, cero posibilidad  de ponerme generosa con un o una indigente connacional. No, mi bondad no da para tanto. Junto con ello, no tengo ganas de acarrearme problemas gratuitamente ayudando a quienes ni agradecen. Porque ésa es otra cosa. 

   Las personas ya no saben agradecer y, al contrario, se sorprenden si uno da las gracias frente a un gesto de deferencia o amabilidad básica. También es cierto que uno no debiera hacer algo esperando que le agradezcan o le rindan pleitesía, pero tampoco es grato observar la indiferencia o el desagradecimiento en el que recibe una ayuda. En la actualidad, se considera tener "derecho" a todo por el sólo hecho de pertenecer a la especie humana, por lo que si entregas una ayuda con tu obligación no más cumples en darla. Parecieran estar pensando "soy una persona "igual" que usted por lo que no estoy obligado/a, ni siquiera por consideración, a agradecerle lo que me entrega. Su deber es ser solidario y contribuir a la equidad y dignidad, de otra manera estoy mi derecho de quitárselo si no lo hace voluntariamente y con la cara llena de risa". Más de alguno, deja entrever esto a través de su discurso.    

    Y a pesar de lo anterior, vivimos en una especie de oasis. Sí, tal como lo lees. Rodeados de desierto, metafórica y casi literalmente hablando, sobre todo en los últimos años de una sequía creciente. El desierto aumenta y los vergeles se reducen. La tranquilidad de apenas hace un par de años se ha roto y nuestro oasis ya parece una Torre de Babel. Se hizo atractivo para muchos foráneos que llegaron a pie o en caravana (como sea ya da lo mismo), con buenas y malas intenciones (lo que siempre sucede), con el objetivo de mejorar sus vidas familiares o hacerse la América personal, con ánimo de trabajar honestamente o traficar... En fin, nada nuevo bajo este sol cada vez más presente y cotidiano. 

   No culpo a los que han llegado por la pérdida de tranquilidad, aunque algo han colaborado, especialmente en el Norte y en la capital. Son muchos los factores que han contribuido a este estado actual de cosas, en que la incertidumbre sanitaria, económica y política se disputan la supremacía. A ello se agrega la violencia verbal y física, el inconformismo permanente de varios y el resentimiento de muchos, que consideran que ha llegado el momento de "cobrar deudas históricas" y ascender al poder. 

   Sin embargo, a pesar de esto y del negro futuro económico y político que se vislumbra (cruzo los dedos para que sólo sean nubarrones que se los lleve el viento), nuestro país aún es un oasis. Hay vacunas, hay alimentos, hay trabajo (para los que quieren trabajar), hay ayudas estatales, uno puede salir a la calle sin sufrir los efectos de una guerra, ocupación o dictadura (a excepción de la delincuencia que afecta a varios pero no a todos), hay educación, "maoma" pero la hay, un sistema de salud "robusto", libertad de expresión, libre competencia, etcetc. Y no hay, por ahora (toco madera), incendios, huracanes, tornados, terremotos, aluviones y riadas catastróficas, guerra, dictadura, ocupación territorial, pobreza extrema, hambre (estamos bastante gorditos muchos), volcanes en erupción... 

   No obstante, tarea ingente y, ojalá consciente, tienen nuestras autoridades para prepararnos para el futuro inmediato y mediato. Somos un territorio que debiera estar en estado de alerta frente al cambio climático ya en marcha. Según cálculos científicos estamos severamente expuestos. Si a ello le agregamos el deterioro social, económico y político al que podemos llegar, será el momento en que nosotros estaremos corriendo a un aeropuerto para salvarnos de la hecatombe (voy a cruzar los dedos ahora por si tocar madera no es suficiente). Así que, aunque no seamos autoridades y no tengamos un amplio poder, somos parte del engranaje y más de algo podemos hacer desde nuestra pequeñez (en mi caso, metáfórica y literalmente hablando, jajaja): decir "no estoy de acuerdo" cuando corresponda, votar a conciencia cuando sea el caso, condenar lo condenable, no caer en la violencia verbal o física, dejar de rezongar por todo, valorar lo que se tiene, actuar sin dañar a los demás, estar unido a los tuyos y a los que piensen similar. Es probable que no logres mucho, pero tu ejemplo algo dejará. Los actos dicen más que las palabras...siempre.  Hasta pronto.

martes, 10 de agosto de 2021

Después de mí el diluvio...

 
   "Aprés mi le déluge" dicen que expresó Luis XV en los últimos años de su vida en que la situación  sociopolítica de su reino no era la mejor. Y se supone que era católico, apostólico y... bueno, no era romano, era francés. ¿Sería algo más descafeinado el catolicismo de los franceses? ¿Debería  haberle importado algo siquiera, digo yo, el más allá? ¿¡Cómo  tan poca valoración de sus semejantes!? No tengo información sobre su catolicismo ni su grado de caridad cristiana, así que mejor no especularé. Una buena cantidad de amigas y un amigo son profes de Historia,  amén  de dos sobrinos y también un enemigo, jajaja
(siempre hay alguna oveja negra en el gremio). En todo caso, a Luis XV, así como le importaban un bledo sus súbditos, menos aún la salud de nuestro planeta, de la que a fines del siglo XVIII no se tenía conciencia. Lo que sí consta es que del Diluvio había oído hablar o leído (me imagino que sabría  leer el rey)
   

    Hace un par de días la ONU (no Luis XV) "evacuó" un informe espeluznante (habitualmente evito usar el famoso verbo "evacuar" porque me lleva a asociaciones mentales poco aromáticas pero en este caso se ajustaba) sobre el futuro mediato de nuestro planeta (hacia el año 2030 y siguientes, ¡no queda casi nada!) que, a no mediar alguna acción conjunta de las grandes potencias y de todos, hacia ese año deberemos andar en taparrabos y caminando a saltitos por el exceso de calor, además de todo lo que pueden significar 4 grados más de temperatura promedio en comparación con la actualidad. A ello se agrega el retroceso de glaciares, sequías, desaparición de las cuatro estaciones (las de Vivaldi sólo quedarán en el recuerdo), aumento del nivel de las aguas de los mares y océanos con los consiguientes efectos en la agricultura, la forestación, la habitabilidad de las zonas costeras, la fauna y la flora,  etcetc. Los pronósticos de 1,5° más hacia 2050 de informes anteriores (2014, 2018) se están quedando cortos.  

     Frente a estas lapidarias conclusiones, ¿qué  harán los líderes mundiales? ¿Dirán lo que Luis XV, según las malas lenguas, o lo que don Juan Tenorio? ("¡Qué largo  me lo fías!" respondía cuando ante sus fechorías sexuales se le recordaba el castigo eterno). Seguramente algo harán: firmarán otro tratado, acuerdo o alguna otra medida. Sin embargo, la bola de nieve ya comenzó a rodar desde la cumbre y sólo queda, al parecer, correr para salvar la vida (evacuar, 😄).   

    Nuestro país, en este aspecto, será víctima privilegiada. Tenemos 6435 kms. de costa, de manera que serán numerosas las ciudades, pueblos y caletas de nuestro largo litoral que sufrirán el efecto del aumento del nivel de las aguas marinas. La disminución de cuatro a dos estaciones climáticas ya está siendo un hecho. Este año en nuestra VI región hay un déficit de agua caída  de 48 %, con días durante el mes de julio con una temperatura propia de la cercanía veraniega, superior a 20 grados y hasta 24° en algunas ocasiones y si bien agosto ha comenzado con bajas temperaturas ya ayer mismo el termómetro se estuvo reivindicando con un día bastante soleado. Si el problema se quedara sólo en este ámbito no habría tantas dificultades en un horizonte cercano, pero a los efectos mariposa o dominó hay que tenerles respeto, dejando claro que no somos nosotros quienes accionamos la primera pieza (del dominó) en esta situación puntual (ya lo hicimos décadas atrás y dejamos que el desmoronamiento silencioso continuara)

   TODAS nuestras actividades sufrirán los efectos, producto de que nuestro hábitat, con poca o nada de agua, cambiará,  se desertificará, la agricultura perderá tierras cultivables, no habrá agua suficiente para el riego ni para el ganado, por lo tanto, verduras, legumbres, frutas y carne animal escasearán y subirán de precio y así, suma y sigue. Tengo entendido que las aguas aumentarán también su temperatura, lo que implica que podremos extraer pescados que vayan directo al plato, ya a medio cocinar para quienes les guste la carne punto medio, 😁.  Bromas aparte, habrá especies que no serán capaces de adaptarse, como sucederá con muchos de nosotros también, así como del resto del mundo animal y vegetal.    

   Con este panorama, parece que el segundo Diluvio llegará antes de lo esperado y nos encontrará inermes y con lo puesto. A los creyentes, les sugiero que vayan adelantando tarea y confesando sus pecados mientras tanto. Yo, no- creyente y sin pecados, 😂, me dedicaré a cuidar como "huesos santos" mi Kumquat y mi Limonero de Pica, tal vez los últimos en la Tierra en su especie. En tanto, en el ámbito familiar, seguro que habrá preguntarle a mi hermano Luis, fanático acérrimo y experto en el film "2012", cómo salvarnos de lo que viene. 



sábado, 7 de agosto de 2021

Me habría gustado...

    

   Me acercaba a la esquina de Avda.San Martín con Mujica, desde oriente a poniente, en mi camino de regreso a palacio, cuando vi cruzar a una joven ciclista en sentido contrario que me llamó la atención. Mi curiosidad no tuvo que ver con nada negativo, sino todo lo contrario. ¡Se veía  tan feliz y relajada que daba envidia -de la sana-. Iba cantando en voz alta y al cruzar las miradas levantó uno de sus brazos en señal de mayor contentamiento. De no mediar la mesura necesaria en la conducción, creo que con gusto habría levantado los dos brazos. Esa breve imagen me trajo a la memoria la escena desencadenante del final del film "El ángel  enamorado", cuya fatalidad nos hizo caer unos lagrimones cuando la vimos con Mirella. 

  Aunque yo no hubiera podido soltar ni un solo brazo, igual me hubiera gustado aprender a movilizarme en bicicleta 🚲, pero mi torpeza motora y mis problemas de lateralidad no hicieron posible semejante hazaña. Sólo conseguí desplazarme unos metros para terminar incrustada entre los matorrales, después de lo cual desistí definitivamente y vendí mi bicicleta 🚲, casi como en el chiste de don Otto.

  [Abro paréntesis: A mi padre le pasó lo mismo (o mejor dicho a mí me pasó lo que a mi padre): compró una bici e  intentó infructuosamente aprender a usarla. Recuerdo una imagen: mi padre subido a un cajón frutero para acceder a la bicicleta, ¡qué recuerdo, papá! Antes de vender el dichoso aparato, más "chúcaro" que el Serpentín (caballo institucional de color plomizo, más cerril que una cabra), mi hermana, de unos 10 u 11 años en ese tiempo, logró domar el artefacto. Yo, al parecer, tengo mayor porcentaje en mi adn de mi padre...se nota en varios aspectos...Cierro paréntesis]. 

    Ello me llevó a pensar en cuántos anhelos y sueños han surgido a lo largo de mi vida que ya será imposible cumplirlos, especialmente en el ámbito físico-deportivo; mucho menos soñar con estar a la altura de clasificar para una olimpíada. Algunas de mis aspiraciones se vieron frustradas por mi estatura y contextura física (chica y gordita,  😂). Por ejemplo, la práctica del básquetbol o vóleibol, que algo intenté pero sin resultados (el balón no me llegaba nunca, 🙈 y cuando así sucedía apenas alcanzaba el tablero o la red). 

   El único deporte que practiqué cuando niña mientras me aceptó el resto de los niños de la tribu fue el fútbol, babyfútbol más bien. Una vez que ya crecimos no hubo invitación alguna a participar. No era para niñas. Tampoco tuve nunca ninguna gracia con la danza, gimnasia o atletismo. La delicadeza del cisne, de la gacela o de una pantera, no formaron parte de mis cualidades. ¡Ni siquiera aprendí a bailar cueca! Y , esto ya lo he contado alguna vez, todos los ritmos los bailo al estilo cumbia, 😁. Tampoco en la música 🎶 ni en la pintura salí favorecida; es decir, soy "negada" para el arte. ¡Con lo mucho que me hubiera gustado aprender a tocar piano, tener buena voz para el canto o hacer caricaturas!  

    A pesar de ello, tuve una infancia feliz, llena de actividades al aire libre durante el buen tiempo. Juegos de niños como "la escondida", "las naciones", la "chola", la "tiña", "el luche", caminar sobre tarros, cazar mariposas, subir a los árboles frutales, recolectar frutos silvestres y cosas parecidas era  la de cada día. Si bien la localidad era lacustre (y sigue siéndolo), vivíamos a dos kilómetros del lago. Mis padres no eran aficionados a la playa (tampoco tenían tiempo), así que pudiendo ser, eventualmente, una Kristel Kobrich cualquiera, no aprendí nunca a nadar 🏊. Sólo me desplazo por el agua hasta donde doy pie. Ya un par de veces estuve a punto de ahogarme y la experiencia no es muy grata.  

  Con tantos factores en contra, preferí (no me quedó  otra) que dedicarme a alguna actividad  in door. ¿Cuál fue ésa? El estudio y la lectura, a lo que cabe agregar algunas tareas domésticas femeninas obligatorias, pero que no me desagradaban para nada y que, posteriormente, les he sacado provecho. Me refiero a la cocina, al bordado y al tejido. Éstas eran tareas de vacaciones pues durante el año era el trabajo escolar la actividad más relevante, lo que me llevó a obtener muy buenas calificaciones en todos los niveles y me preparó para ser una profesional dedicada en mi trabajo. De eso no puedo quejarme, en absoluto.  Sin embargo... 

  ...me hubiera gustado conducir un vehículo como persona normal, por ejemplo. Ya saben -lo he dicho más de una vez- que fui un peligro al volante, tanto así que yo misma decidí no ponerme nunca más detrás de uno. Creo que debí insistir más en aquello. Tal vez habría superado el problema una vez sola e independiente, obligada a "batírmelas" sin apoyo masculino en esto. En todo lo demás, salí muy bien parada, lo que tampoco es un mérito extraordinario toda vez que miles de mujeres deben sacar adelante una familia sin apoyo de una pareja.  

  En fin, algo sí puedo anotar a mi favor en el cumplimiento de aspiraciones y anhelos. Conocer y caminar gran parte de Chile, por ejemplo, especialmente  en la zona norte y central, en que el clima me ha permitido recorrer muchísimos lugares del litoral en temporada baja. Alcanzar varios hitos chilenos relevantes: el Lago Chungará (lago más alto del mundo), el histórico Morro de Arica, la oficina salitre de Humberstone, fotografiarme con el monumento natural de La Portada de fondo, recorrer en varias ocasiones San Pedro de Atacama y sus atractivos turísticos y arqueológicos, visitar los lugares más destacados de Rapanui, etcetc... hasta llegar a las Torres del Paine, el Fuerte Bulnes, recorrer la Isla de Tierra del Fuego (amén de otras islas como la de Chiloé, Quinchao, Puqueldón y Apiao), pasando por la Laguna de San Rafael y su glaciar, las Catedrales de Mármol, Coyhaique y Caleta Tortel... 

   Anoto también a mi favor el conocimiento y visita de algunos países y ciudades, con una cantidad de riqueza arqueológica y patrimonial extraordinaria, además de tener el privilegio de haber recorrido el río Nilo en más de una embarcación, desplazarme un trecho a espaldas de un  camello, subirme a un globo aerostático en la milenaria ciudad de Luxor, estar en tierras donde se originó nuestra cultura occidental (Grecia e Italia), subir caminando el Peñón de Gibraltar, llegar hasta Ceuta, en África y observar desde allá el continente europeo. No puedo dejar de mencionar el contacto con la cultura Incaica en Perú (Arequipa, Cusco, Machu Picchu) y la cultura Tiahuanaco en Bolivia. 

     Espero que este paréntesis pandémico de dos años sea sólo eso, un paréntesis. Me quedan -y a muchos- incontables proyectos que ejecutar, muchos deseos que cumplir, numerosos sueños que alcanzar. Por el momento, bastan los sueños de horticultora y cocinera.

miércoles, 4 de agosto de 2021

Absolutismos....

  

    Hace tiempo conocí a una persona ya con sus años (disculpando lo presente, 😁), que cuando veía a un niño -o a cualquier persona- mantenerse "en sus trece", decía, de él o ella, que se había "puesto absoluto". Y la verdad es que esta expresión que, en un análisis rápido pareciera ser una tontería más  -de las tantas que pululan hoy por doquier- al aplicarle un análisis más detenido hay que reconocer que tiene fundamento semántico.  

    Ser o estar en una actitud "absoluta" o "absolutista" significa actuar con "genio imperioso y dominante" (RAE). Es sinónimo de 'déspota' o 'despótico', respectivamente. Es quien no acepta otra visión sino la propia, que es "entero, total" y completamente porfiao (jajaja), un gobernante "que ejerce el poder sin ninguna limitación", reteniendo para sí mismo todas las facultades; en síntesis,  un dictador. 

   En tiempos de mi infancia (¡uhhhh!) a los "cabritos" que se "ponían absolutos" se les aplicaba "en breve" una bofetada cariñosa, una mirada materna o paterna de las de antes, una orden perentoria de "ir a acostarse", una buena palmada en las nalgas, un coscorrón amoroso pero no en broma o, en caso extremo, una visita rápida a las profundidades marinas (es decir, un paseo bajo la ducha...si había ducha). Ahora, en que todo es extremada y políticamente correcto (como si nuestros políticos, la mayoría, actuara con corrección), eso no se puede hacer. ¡Te arriesgas a ser acusado de maltrato infantil! Y no se trata de que no exista el maltrato infantil (acción absolutamente condenable y repudiable y quienes lo ejerzan no merecen tener bajo su cuidado a ningún niño, además  de ser castigados), lamentablemente existe, pero un correctivo para un niño/a que está bajo nuestro cuidado y guía es de todo punto necesario y hasta saludable cuando corresponde, sin que ello provoque ningún trauma posterior.    

   En estos días, los absolutismos y fundamentalismos están a la orden del día.  Hay personas, incluso, que parecen haber abrazado absolutamente todas las causas surgidas de similar estilo y se han transformado en modernos inquisidores, dispuestos a crucificar a cualquier pecador (según sus  cánones fundamentalistas), en especial a quienes no son sus conocidos, amigos, camaradas o compañeros; es decir, todo el que no pertenezca a su círculo de hierro. Así es como están inscritos o participan en todas las causas de 🐩s y 🐱s abandonados, para los que se desviven haciendo colectas y pidiendo ayuda sin importar que algunos animales "humanos" (porque somos animales aunque nos cueste asumirlo) estén en peores condiciones que los cuadrúpedos. ¡No, los animalitos son seres vivos que tienen derecho a una vida digna y no a una "vida de 🐩🐩🐩", argumentan (justificación válida para todo). Los árboles, el mar, las aves, los espíritus del bosque, la Pachamama o Wallmapu, los mapuches y todo el lote de pueblos originarios (en los cuales casi todos cabemos, porque nos hemos originado en alguna parte; aunque seamos una mezcla entre indígenas y conquistadores venidos de ultramar, igualmente nuestras raíces están aquí y si no, en otra parte, o sea, somos "originarios" de algún locus), los sin casa, los sin trabajo, los sin auto (ahí estoy yo), los sin tierra (me repito), los inmigrantes, los homosexuales, los locos, los presos, los ciegos y también  los viejos y pensionados (ídem). 

    En fin, para ponerme a tono con el lenguaje inclusivo y contingente, pareciera que estamos inmersos en una dictadura de lo políticamente correcto (¿o debo decir "dictadure"?) cuyos comisarios e inquisidores "trabajan" a tiempo completo por la causa, usando todos las plataformas a su disposición, desplegándose a lo ancho y largo de "los territorios", participando en los "espacios sociales y políticos" con el objetivo de "materializar las profundas transformaciones" que "los" pueblos necesitan, entre otras, la desaparición de los modelos "extractivista", "patriarcal", "capitalista", "colonialista" , etc.,etc. 

   ¿Qué hacer, cómo actuar en medio de este ambiente socio-político tan tóxico?   

   Difícil situación. Las alternativas son varias: 1) enfrentarlos abiertamente cuando aparecen en televisión, jajaja (con cero riesgo asociado, salvo que tu vecino te escuche y sabiendo que vives sola piense razonablemente que te has vuelto cucú), 2) debatir con ellos, ellas o elles a través de las redes sociales (te arriesgas a que te "tapen" con expresiones poco académicas), 3) unirte a algún movimiento contrario y transformarte en anti-activista (inútil; harías lo mismo con distinta orientación), 4) consumir Bilz y Pap todos los días y vivir en un mundo naranja... ¡Humm! Compleja decisión. Pero, ahora que lo pienso, como no soy "absoluta" -creo, jajaja-, tal vez lo más sano mentalmente sea hacer de todo un poco según el ánimo y la energía (de esta última tengo bastante, traducida a calorías, eso sí, 😢), en último término, según cómo esté el tiempo (¡qué profunda soy,😅 ).    

lunes, 2 de agosto de 2021

Fe...

   

   Mientras iba una mañana como única pasajera en un microbús que pasaba por fuera del parque-cementerio, llamó mi atención el programa radial que escuchaba el conductor. Se llamaba "El consultorio de la felicidad " (el programa) y era de carácter religioso cristiano. Curioso nombre, me dije. Ignoro si alguien había planteado una "consulta", pero sí se escuchaba una voz monotemática entregar "recetas" sobre la felicidad, al parecer, dando por entendido que ser feliz es sentirse bien con uno mismo. Tal vez sea algo tan simple -y complejo- como eso. Pasadas unas horas, las palabras ya me habían entrado por una oreja, 👂, y me habían salido por la otra, como decían nuestros padres ante la desatención a sus consejos u órdenes. Según lo visto en mi "corta" vida, 😅,  los cristianos evangélicos parecen tener el don de la escucha, pero da la impresión de que a más de alguno le sucede lo que nos pasaba a nosotros cuando niños, que nos entraba por una 👂 y... También es justo señalar que conozco a varias personas de este credo, principalmente mujeres, que dan más de un testimonio de sus creencias. 

  Ustedes ya saben que lo mío no es la fe. Lamentablemente, a la hora de la repartija, no resulté beneficiada y que conste que realicé algunas acciones concretas con el fin de atraerla a mi lado, pero no hubo caso, 🙉. Así que no se puede decir que no fui a la montaña. Demás está decir que envidio sanamente a los creyentes que ponen en práctica su fe. Sólo a aquéllos, pues cuando veo a otros que son mucha boca sin obras en consonancia con sus palabras me permito desconfiar de todo lo demás que dicen.

    ¡Tantos misterios que tiene la vida...y  la muerte,  y tan poco a nuestro alcance! 

   He estado poco creativa en estos días.Ya se fue Julio (muy prolífico para los memes, divertidos la mayoría, jaja) y ha llegado Agosto (deberé extremar mis cuidados, jeje). Nada he escrito en más de una quincena (espero no "agostarme" en agosto). No he estado de vacaciones, no he sido contagiada  por el desánimo ni la depresión. He estado atareada en otras tareas y la inspiración no ha venido a mí.  ¿Deberé  ir yo hasta ella? ¿O será que me falta la alegría de la fe? Si es esto último, nada qué hacer. No saldré de la mediocridad. Si es lo primero, algo puedo hacer, ...creo. Además, debo añadir, que aquellos que quieren triunfar en la tarea 'escritural' deben crear las condiciones y eso es lo que he descuidado en este último tiempo, en que me he pasado la mayor parte con las manos en la tierra o en la harina. Entonces, deberé  detenerme, bajar las revoluciones físicas y dedicarme a pensar, observar y analizar. Y también a sentir, mal que mal lo que se escribe desde la experiencia no puede estar exento de emociones. 

   A pesar de las hojas en blanco de estas semanas, no puedo quejarme. Sería una desagradecida. No dejan de ser aún tiempos complejos y mi ánimo ha estado de lo mejor. Bastante conversación, creatividad y práctica culinarias, experimentos vegetales exitosos, algo de lectura, caminatas cotidianas bajo el sol rancagüino y ya primaveral.   

  Algo de lectura, señalé. Cierto. He comenzado el tercer volumen de la tetralogía de José María  Gironella acerca de la Guerra Civil Española. ¡Si supieran cuántas características se reconocen de lo sucedido en la península en lo que se está viviendo actualmente en nuestro país! ¡Resulta abrumador y poco esperanzador!, salvo que medie alguna intervención humana, divina o extraterrestre, como dice alguien conocido. Un millón de muertos es el título del volumen dos de la saga. El autor aclara que no es ésa la cantidad oficial ni aproximada, sino que el guarismo encierra no sólo a las víctimas que efectivamente perdieron la vida en ambos ejércitos sino también a los miles de desplazados, presos y condenados una vez que terminó la lucha a fines de marzo de 1939.  

    En Un millón  de muertos (novela de 800 páginas) se relata lo sucedido durante toda la conflagración, tanto desde el punto de vista histórico como de lo argumental de los personajes literarios. Mi yo-lector se documentó acabadamente de las diferentes batallas y escaramuzas que fueron parte del ataque y defensa en los diferentes frentes de ambos ejércitos, de la llegada y participación de numerosos combatientes extranjeros de diversas nacionalidades que simpatizaron en mayor número con la causa republicana, aunque los "nacionales" no estuvieron exentos de ayuda proveniente de la Italia del Duce y de la Alemania del Führer.  En el otro bando combatiente, Rusia con Stalin, presente, compañero. ¡Cuántas vidas truncadas, cuantas ilusiones y proyectos cercenados  de cuajo por una bala o una bomba, ya sea en el frente de batalla, al interior de las trincheras, en las ciudades bombardeadas o en las prisiones y checas instaladas en las diversas ciudades, especialmente en este período a cargo del conglomerado republicano! Después, serán ellos los que por décadas sufrirán la "justicia" de los vencedores. 

  Me impresionó sobremanera leer acerca del bombardeo y lucha encarnizada en varias ciudades visitadas (Guernica, Girona, Guadalajara, Teruel, Segovia, Toledo, Badajoz, Valencia, Barcelona y la misma capital, Madrid), así como la destrucción y quema de tanta construcción religiosa, además del ajusticiamiento de numerosos sacerdotes y monjas. Claro, de la debida justicia-vengativa se encargaron posteriormente los "triunfadores" (¿¡quién triunfa realmente en una guerra fratricida!?).

  Y, como siempre, las principales víctimas, el pueblo llano (debido a la lucha, a los bombardeos, las delaciones, el hambre), en tanto, la dirigencia (o parte de ella) con las vías de escape aseguradas, por un lado, o con los altos cargos y el poder, por el otro. Y sin embargo, ellos fueron los responsables de la conflagración, no el pueblo. Este último creyó los discursos, siguió las consignas, obedeció las instrucciones. Lo que se vivió en ese tiempo, hace ya 85 años, no fue un "estallido" ni una "reivindicación" (como se estila ahora). Por lo tanto, fueron las autoridades oficiales, civiles y militares, unidas (bien o medianamente) a los dirigentes de los partidos y movimientos políticos las que actuaron guiadas por el ansia de retener u obtener el poder, independiente del costo que ello supusiera. A ello hay que agregar los intereses foráneos intervinientes. En la actualidad, las "masas" tienen muchas más posibilidades de movilizarse por propia convocatoria gracias a redes que no existían antes, las socio-tecnológicas, lo que no quita que no haya partidos y movimientos políticos, internos y del exterior, en la sombra -o no tanto- actuando de mecenas o autores intelectuales, "abonando" el terreno para futuros beneficios, sin importar el daño que provocarán a los que no piensen ni actúen como ellos y al propio país.  

   Así  está  el mundo grande y los pequeños, aquellos en los que cada uno de nosotros pululamos. La tentación de desentenderse de esta realidad es intensa, pero a las avestruces también les afectan los movimientos telúricos y humanos. No hay escapatoria. Esconder la cabeza no sirve de nada. Hay que estar consciente de la marcha del mundo grande y de los pequeños. ¿Para qué? Para aportar llegado el momento  o para arrancar con lo puesto. Ene, tene, tú...