Casi quedé en shock al terminar de leer la última línea del tercer volumen y final de Trilogía de la Fundación de Isaac Asimov, largo tiempo postergado inmerecidamente (me refiero al autor). Sólo luego de escuchar por segunda vez la recomendación de su lectura de parte de un escritor y crítico chileno que sigo en YouTube tomé la firme decisión de acometer la tarea, que se me hizo más fácil porque acababa de leer la Trilogía Marciana de K.S.Robinson hacía pocos días. Sin embargo, la vara estaba bastante alta considerando mi experiencia lectora en el ámbito de la ciencia ficción, con "monstruos" como Ray Bradbury, Frank Herbert, K.S. Robinson y R.Sawyer, entre otros.
Debo confesar que no me resultó fácil sumergirme en la lectura de la trilogía (900 páginas en total). El estilo es poco habitual a este tipo de creaciones; es distinto y casi "extraño". En estos textos, Asimov no da prioridad a los acontecimientos cotidianos y específicos. No presenta un mundo con una humanidad descubriendo, conquistando, asentándose en colonias interplanetarias de nuestro sistema solar o en otros cercanos, con un cúmulo extraordinario de avances tecnológicos. No. Presenta una humanidad que ya no tiene memoria de su raigambre terrestre (su origen se ha perdido en el confín de los tiempos). Es una especie que ha sobrevivido milenios hacia el futuro y se ha extendido por la galaxia en millones de sistemas estelares. Es tal la cantidad de sistemas, mundos, planetas y asteroides colonizados (veinte millones, para ser exactos) que esto ya no es ni siquiera novedad en el año 12 mil de la Era Galáctica.
Las distancias siderales se recorren por medio de "saltos" en el hiperespacio que permiten viajar por la galaxia en tiempos mínimos. Sólo baste un ejemplo para graficar el avance en este ámbito: para llegar hasta la más "cercana" estrella, Próxima Centauri, a la máxima velocidad que puede desplazarse una nave espacial en nuestros días, se necesitarían 17 mil años. Es decir, cualquiera que lo intente llegaría a su destino hecho polvo, literal y metafóricamente. Cierto es que el mundo de Asimov es ficticio, por lo tanto no resulta difícil ir de salto en salto. No obstante, si nuestra especie no desaparece, en unos milenios más seguramente estaremos en posesión de la tecnología que permita viajes en que el tiempo y el espacio sean variables superadas. En esta idea existe coincidencia con la saga Dune de F. Herbert., salvando las diferencias propias de cada genio creador. En realidad, la obra de Asimov es colosal, en todo el sentido de la palabra.
[Entre paréntesis, comparto con ustedes un detalle curioso. Isaac Asimov, ruso de nacimiento y nacionalizado estadounidense, nació el año 1920; Ray Bradbury, norteamericano, nació el año 1920 y, como corolario, Frank Herbert, estadounidense, ¡adivinen!, también vino a este mundo el mismo año 1920. Al parecer hubo una conjunción astral espectacular ese año... Cierro paréntesis].
Independiente de que la saga completa de "Fundación" del autor en la actualidad contemple una totalidad de 16 volúmenes, considerando precuelas y secuelas, los textos iniciales fueron estos tres: Fundación, Fundación e Imperio y Segunda Fundación. Cabe destacar que esta trilogía recibió la impresionante nominación de ser la "mejor serie de Ciencia Ficción de todos los tiempos" (el año 1966), premio y honor que se concedió por primera vez ese año. Por lo tanto, me vi en la obligación moral y literaria de recorrer sus páginas con mis humildes medios tecnológicos propios de este siglo XXI correspondiente a los albores de la humanidad, milenios distantes de la era galáctica, escenario futuro de nuestra especie.
En nuestro lejano futuro, Hari Seldon, un famoso psicohistoriador del Imperio Galáctico, es acusado de causar la alarma pública y con ello, atentar contra la paz del Imperio. Es condenado al exilio en un lejano planeta ubicado en un extremo de la galaxia, junto a todos sus seguidores y familias. El planeta en que se ven confinados recibe el nombre de Términus.
¿En qué consistió su "pecado"? Me explico.
El Imperio lleva ya 12 mil años de existencia y desarrollo. Gobierna veinte millones de sistemas estelares desde su centro administrativo y capital, un planeta llamado Trántor, donde 40 mil millones de funcionarios realizan la tarea. También allí se encuentra el palacio imperial. Sólo para dimensionar la amplitud del imperio, cabe señalar que en esta metrópoli habita cinco veces la población actual de la Tierra (población mundial terrestre 2021: 7.730 millones de habitantes vs. sólo la capital del Imperio Galáctico: 40.000 millones, 😶). En ese escenario surgen las teorías psicohistóricas de Hari Seldon, que plantean, contra todo pronóstico, la caída del Imperio en un horizonte de cinco siglos y una etapa posterior de caos y anarquía de treinta milenios antes de que surja un nuevo Imperio que aglutine y lleve nuevamente la prosperidad a la humanidad. Sin embargo, si bien él no tiene la clave para evitar el colapso imperial (pues su decadencia ya ha comenzado), sí ha elaborado un plan para que la duración del interregno se reduzca a sólo un milenio. Por supuesto que no es creído en absoluto; al contrario, es condenado y enjuiciado, como ya lo señalé, pero esto ya estaba en los planes de Seldon. ¿Cómo es posible?, te preguntarás.
Bien; aquí va la explicación. Sucede que, según Seldon, se puede hacer una proyección a más de un milenio de distancia temporal, guiándose por la Psicohistoria, una "ciencia" que realiza un pronóstico con probabilidad cercana al 100%, sobre el futuro de la humanidad, haciendo uso de la Psicología aplicada a las masas, en conjunto con la Historia y la estadística Matemática. Obviamente esto es un invento de Asimov, que sustenta toda la trama novelística. El Plan Seldon contempla el desarrollo de dos mundos separados entre sí, ubicados en los extremos de la galaxia, que cumplirán un rol fundamental en cada fase del plan. Uno se llama "Fundación" y el otro "Segunda Fundación". Las diversas maneras como van enfrentando y superando las crisis que la historia les presenta (ataques de otros mundos, guerras, negociaciones, posesión de energía atómica y otras) cada ciertas décadas, amortiguando los efectos de la caída del Imperio, son relatadas en Fundación. Sin embargo, pasados tres siglos, surge un elemento inesperado, individual, no previsto por Seldon. Es un ser mutante, el Mulo, que con su extraordinario poder -el control emocional y mental de los demás- pone en jaque el orden galáctico y, por una década, se transforma en el Primer Ciudadano de la Unión de los Mundos. Al no ser contemplado por el plan matriz, casi lo conduce al fracaso, lo que es impedido por habitantes del mundo Segunda Fundación, cuya salida al escenario galáctico estaba prevista para más adelante. Que son ellos quienes realizan el 'control de daños' lo sabemos los lectores, aunque los de Fundación lo sospechan. Estos últimos no están contentos, puesto que sus casi homólogos usan también el control mental como arma y ellos, los fundacionistas, algunos científicos y muchos comerciantes, son hombres de acción. Así que mientras un grupo inicia una especie de cacería de brujas para evitar el intervencionismo, los otros se ocultan, infiltran a los suyos, ayudan a reconducir el plan y a algunos de los personajes claves tras las sombras, pues aún no ha llegado su tiempo. Necesitan seguir siendo un mito.
La verdad es que en unas pocas palabras es imposible plasmar la maravilla de estos relatos, su creatividad, misterio, entresijos, donde la verdad parece al fin descubierta pero es una falsa ilusión y las vueltas y caras que ésta tiene son interminables. Casi como una caja china o, -¡qué mejor dicho!- una matrioska, en su forma, no así en su significado. De pronto, un personaje parece haber sido 'descubierto' en acciones de traición, pero, ya todos convencidos de que es así incluido el lector, surge otra verdad, no todo está dicho, hay algo más oculto al interior, que hay que seguir indagando.
Para terminar el escrito y ya en lo personal, me encantaría manejar más de estadística, psicología e historia, con el fin de visualizar nuestro futuro y saber a dónde iremos a parar como país en los próximos años: si acaso nos transformaremos en un Estado fallido, en una dictadura extremista, en una nación escindida, en una anarquía o pasaremos a ser una colonia china. Eso, si antes no se "agarran de las mechas" Rusia con Ucrania y Estados Unidos o Israel con Irán, los más beligerantes en estos días. En fin,'pensándolo en oro', mejor sigo ignorante como hasta ahora y viviendo el día a día como el animalillo que soy. 😁