Dieciséis... [Mañana]
Por unos segundos se quedaron mirando y midiéndose, casi como si fueran protagonistas de un enfrentamiento heroico. Internamente, una vez remitido el susto y la sorpresa, Maui sintió unos enormes deseos de reírse, como hacía días que no lo hacía. El gato, al parecer, con su felino instinto, captó que el peligro había pasado, dejó la actitud de tensión y lanzó un coqueto ronroneo. "¡Hum!, este gato sabe de humanos, parece", pensó Maui, extendiendo una mano. La respuesta no se hizo esperar. Un miau medio arrastrado, junto a un acercamiento ladino, parecía marcar el comienzo de una relación humano-gatuna.
"Bien", pensó, Maui. "Es hora de continuar. Ojalá mi único amigo por ahora, quiera acompañarme".
Continuó el camino trazado en su mente, mirando hacia atrás a ratos, para comprobar que el minino la seguía sin dificultades. Quedaba poca luz ya. Antes que se oscurezca totalmente debía buscar un lugar donde pasar la noche. Se estremeció de frío: la temperatura había bajado a un nivel que no estaba acostumbraba, probablemente por lo sucedido.
"¡Pronto, pronto!", se apuró a sí misma. Había llegado a un sector habitacional juvenil, al parecer. Alcanzó a divisar un domo caído en la superficie, pero en buen estado. "Ahí podría ser. Ojalá tenga suerte, perdón, gatito, "tengamos", pensó. Se acercó para revisar si el sistema de elevación estaba funcionando. "¡No, qué lástima! Así como voy, habrá que buscar refugio en la vía, en algún rincón en que no corra el riesgo de ser aplastada, ups, aplastados!" Se sonrió, a pesar de la situación en que estaba, por el "amigo" que había hecho. Al parecer, especuló, la solidaridad es un tema transversal a los seres vivos. "¡Jajaja!, ¡qué locura! Es el único animal con el que he tenido contacto y ya me estoy considerando una experta."
Caminó alrededor de la base del domo y para su sorpresa, encontró el switch que, seguramente, abriría la "puerta" . Lo pulsó, esperando que no revistiera un peligro y que funcionara en su provecho. "¡Eureka!" exclamó en voz alta, al percatarse que el dispositivo había iniciado su funcionamiento y empezaba a abrirse para permitir el ingreso ... o la salida.
Una vez abierto el espacio suficiente se acercó, seguida de Liu, su flamante y cuadrúpedo acompañante. Caminó cautelosamente, con su "arma" preparada para la defensa o el ataque, según fuera necesario, con movimientos felinos, al igual que Liu.
Aunque la luz de ingreso no era potente, era suficiente para detectar el extraordinario desorden que había al interior. Estaba prácticamente todo volcado y no se veía a nadie. Avanzó hacia el pequeño cubículo correspondiente al aseo, deteniéndose bruscamente, al pensar que el dueño o dueña pudiera estarle esperando allí para sorprenderle. Extremó las precauciones, pulsó el botón open y esperó agazapada (o mejor dicho, "agatunada"). Respiró sonoramente. No se había percatado que había estado conteniendo el aire. No había nadie ni "nada" al interior, por lo que aprovechó para utilizarlo y recuperar algo de dignidad en un acto tan básico y personal.
-Bien, ha llegado el momento de buscar algo para comer y luego... ¡a descansar!
Miró a su alrededor y dedujo que en ese maremágnum sería imposible hacerlo, si es que no ordenaba lo mínimo necesario, en primer lugar.
- "¡Liu, manos a la obra!".
Miró a su alrededor y dedujo que en ese maremágnum sería imposible hacerlo, si es que no ordenaba lo mínimo necesario, en primer lugar.
- "¡Liu, manos a la obra!".
Lo que tenían de extraordinario los domos era la optimización de los espacios y la manera práctica en que los elementos básicos se encontraban incorporados en la misma "vivienda". Por lo tanto, no tendría que levantar muebles tradicionales, sino solamente lo que se colocaba sobre o dentro de ellos, que, en esos momentos, estaba esparcido por el piso, especialmente en aquel rincón donde se ubicaba habitualmente el espacio para dormir. Decidió comenzar por despejar el centro del lugar, dejando adosadas a la pared los distintos objetos: ropas, aparatos tecnológicos, calzado,...
-¡Veamos, veamos!¿Qué tipo de persona vive o vivía aquí?
Con una rápida mirada a la vestimenta y zapatos, se dio cuenta que el residente era un "ella", joven y deportista. Lamentó no haberla encontrado, pues habrían podido apoyarse y aminorar el impacto de lo sucedido. Siguió ordenando hasta que, cuando al levantar la ropa de cama en el sector nocturno, la sorpresa fue mayúscula. Tapada por unos cubiertos y cojines estaba el cuerpo de la "dueña de casa", al parecer. Se rió al pensar en aquella expresión antigua, absolutamente en desuso en su mundo. La joven, de unos 15 ó 16 años, se había golpeado en la cabeza: un hilillo de sangre, ya detenido, había dejado su huella desde la sien derecha hasta la mejilla.
Le habló suavemente, la tocó con cuidado, nada. Se acercó más, tocó su cuello para detectar si estaba viva... ¡Sí! Se sentía su pulso, con bastante fuerza. Por lo tanto estaba herida, pero no de gravedad. Se sintió muy aliviada. De todas maneras, optó por no moverla del lugar, aunque sí la liberó de la carga que la había cubierto. La examinó visualmente lo mejor que pudo sin detectar ninguna otra herida, lo que podía indicar que no habría sufrido otro golpe salvo el que recibió al precipitarse el domo a la superficie. Esperaba que no tuviera alguna herida interna, pues en tal caso, el panorama sería distinto. Felizmente, los domos contaban con un sistema de amortiguación incorporado, que disminuía ostensiblemente los efectos del impacto.
Luego de ordenar todo lo posible, estuvo en condiciones de circular con mayor facilidad. Se acercó al sector de alimentación, para buscar agua, bebida y algo de comer. Liu la siguió, mientras manifestaba su acuerdo con la acción. La inspección resultó fructífera: encontró provista la "despensa" de todo lo necesario y urgente. Extrajo agua y alimento para ella y Liu, dirigiéndose al espacio central. Allí descansaría en un sofá de pared y esperaría el despertar de la "bella durmiente".
Ya alimentados, Maui aseguró el ingreso al domo, de manera que no se pudiera abrir desde fuera. Un silencio absoluto reinaba en el interior y exterior. El cansancio los venció y pronto ambos estaban durmiendo. Mientras Liu, echado a los pies de Maui, soñaba con gatitos, mariposas y moscas, ella se sumergía e internaba en una selva holográfica, poblada de voces y presencia de antiguos y extintos animales.
-¡Veamos, veamos!¿Qué tipo de persona vive o vivía aquí?
Con una rápida mirada a la vestimenta y zapatos, se dio cuenta que el residente era un "ella", joven y deportista. Lamentó no haberla encontrado, pues habrían podido apoyarse y aminorar el impacto de lo sucedido. Siguió ordenando hasta que, cuando al levantar la ropa de cama en el sector nocturno, la sorpresa fue mayúscula. Tapada por unos cubiertos y cojines estaba el cuerpo de la "dueña de casa", al parecer. Se rió al pensar en aquella expresión antigua, absolutamente en desuso en su mundo. La joven, de unos 15 ó 16 años, se había golpeado en la cabeza: un hilillo de sangre, ya detenido, había dejado su huella desde la sien derecha hasta la mejilla.
Le habló suavemente, la tocó con cuidado, nada. Se acercó más, tocó su cuello para detectar si estaba viva... ¡Sí! Se sentía su pulso, con bastante fuerza. Por lo tanto estaba herida, pero no de gravedad. Se sintió muy aliviada. De todas maneras, optó por no moverla del lugar, aunque sí la liberó de la carga que la había cubierto. La examinó visualmente lo mejor que pudo sin detectar ninguna otra herida, lo que podía indicar que no habría sufrido otro golpe salvo el que recibió al precipitarse el domo a la superficie. Esperaba que no tuviera alguna herida interna, pues en tal caso, el panorama sería distinto. Felizmente, los domos contaban con un sistema de amortiguación incorporado, que disminuía ostensiblemente los efectos del impacto.
Luego de ordenar todo lo posible, estuvo en condiciones de circular con mayor facilidad. Se acercó al sector de alimentación, para buscar agua, bebida y algo de comer. Liu la siguió, mientras manifestaba su acuerdo con la acción. La inspección resultó fructífera: encontró provista la "despensa" de todo lo necesario y urgente. Extrajo agua y alimento para ella y Liu, dirigiéndose al espacio central. Allí descansaría en un sofá de pared y esperaría el despertar de la "bella durmiente".
Ya alimentados, Maui aseguró el ingreso al domo, de manera que no se pudiera abrir desde fuera. Un silencio absoluto reinaba en el interior y exterior. El cansancio los venció y pronto ambos estaban durmiendo. Mientras Liu, echado a los pies de Maui, soñaba con gatitos, mariposas y moscas, ella se sumergía e internaba en una selva holográfica, poblada de voces y presencia de antiguos y extintos animales.
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