Doce [Mañana]
Doce minutos para las 20 horas fue lo que logró ver en una pantalla que, al parecer milagrosamente, estaba funcionando, entregando intermitentemente la hora, además de la temperatura, la velocidad del viento y el índice U.V. Paradójicamente, esta última medición era mínima. Claro, la gran capa artificial que rodea la Tierra impide que dicho indicador sea de alto nivel al interior de la cúpula terrestre. Los datos, tan necesarios en un día normal y cotidiano, resultaban estériles en ese momento. Sólo los podía aprovechar Maui, pues no había nadie más en los alrededores.
"Pensándolo bien, es muy extraño que no me haya encontrado con nadie", se dijo. "Si el resto de las personas ha muerto, ¿dónde están?", siguió interrogándose.
Era cierto que cuando todo sucedió muchos estarían al interior de sus domos y aptos, pero también debería haber gente en las vías o entre los escombros. ¡Y no era así! Incluso si todo hubiera ocurrido en la noche, ya llevaba varias horas despierta y consciente y sus humanos ojos no se habían encontrado con otros. Era como si la gente hubiera desaparecido misteriosamente, producto de un acto de magia, pero negra.
Al darse cuenta de la hora que indicaba la pantalla, hizo mentalmente el cálculo de lo que restaba de ese día, siempre y cuando fuera el mismo que ella recordaba: 26 del mes quinto.
A sus 19 años, era más madura que otros jóvenes de su edad, pero seguía muy atada por los sentimientos a sus seres queridos. Y si bien es cierto esto la hacía dependiente emocionalmente, sentía su vida más plena y feliz, situación que muchos no tenían la suerte de experimentar. Y eso mismo la apartaba de sus iguales, cuyas prioridades no eran precisamente sus familias de base, haciéndola diferente y objeto de ciertos desaires en sus funciones laborales. Pero no la preocupaba, a pesar de que su madre y la madre de ella, al enterarse, sufrían por ella. Felizmente, debía agradecer a su sistema laboral el funcionamiento. Como casi todas las empresas de su tipo, sólo era necesario concurrir un día a la semana al núcleo; durante los demás, desarrollaba su trabajo desde su domo, así como podría hacerlo desde cualquier lugar en que se pudiera acceder a la nox. Para todos, las ventajas eran numerosas. No obstante, también tenía como contrapartida el hecho de mantenerla bastante alejada de lo que se pudiera entender cómo actividad "social", aunque fuera rudimentaria, pues no necesariamente en el ambiente laboral se cultivan relaciones humanas muy profundas.
Un ruido la sacó imprevistamente de sus pensamientos. Se puso en alerta. Un sensación de expectación la invadió abruptamente. El miedo y la esperanza lucharon por la supremacía. Rápidamente, alcanzó a esconderse, mientras, con absoluta sorpresa, veía aparecer al responsable del ruido, junto con escuchar su inhabitual lenguaje. Era primera vez que veía uno...¡vivo! No salía de su asombro. "Entonces, ¡existen verdaderamente! ¡No son sólo entes creados por la imaginación de los cerebros tras los juegos tridimensionales! ¡Guau!", pensó, casi respondiendo al sonido escuchado. Preparó su cámara incorporada y pestañeó. ¡Listo! La imagen estaba grabada.
El gato -porque eso era- se encogió sobre sí mismo al darse cuenta de su presencia y se dispuso a escapar, si podía, o a defender cara una de sus vidas, si era necesario...
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