Tres [Mañana]
Nuevamente aguzó el oído. No, definitivamente no se escuchaba
nada. Era raro no escuchar ...¡nada! Sólo había silencio. Eso, no
obstante, no la tranquilizó. Al contrario, no recordaba una ausencia de
sonido tan intensa. No era parte de su mundo. Precisamente por ello, se les
obligaba a usar unos protectores, que impedían que algunos sonidos y ruidos
dañaran sus oídos. Con sus padres no habían tenido ese cuidado y a la
tercera década ya debían hacer uso de la tecnología para mejorar su capacidad auditiva,
que tenían absolutamente deteriorada. Fue un buen invento, sin
duda.
Acercó sus manos a las orejas para cerciorarse si acaso el problema era que sus
protectores se habían averiado, pero, para su sorpresa, no los tenía
puestos. ¡Los había perdido! Y a pesar de eso... ¡¡no escuchaba nada!!
Salió de su escondite con desconfianza. Se enderezó
lentamente, mirando para uno y otro lado, pero poco es lo que podía ver: estaba
en penumbras, aunque había algo de claridad. Por el momento, no podía distinguir
si estaba oscureciendo o amaneciendo. No era fácil saber aquello, después de
vivir toda su vida bajo una luz perpetua.
Añoró estar en su domo, en un día normal y
aburrido. ¿¿No será esto una pesadilla??, se preguntó por un instante. No lo
parecía, se sentía lúcida y absolutamente despierta. Veía, no muy
bien, pero veía; podía tocar, oler... ¿oler? Hizo un esfuerzo para
reconocer lo que su olfato estaba captando; no lograba hacerlo. Era
indefinible, pero no le resultaba grato
Al fin logró identificar el lugar donde estaba. Era
un especie de subterráneo, de esos anticuados espacios que existían antes
de la tercera guerra. Recordó que una vez, su abuela la llevó a conocer
ése y otros lugares parecidos. Habían ido, si la memoria no le fallaba, a la
ciudad vieja, en el sector extramuros este. ¿Estaría en la ciudad vieja ahora?
¿Cómo pudo haber llegado allá?
Lo último que recuerda es haber escuchado un
sonido sibilante primero, seguido de un gran estruendo. Hasta allí llega su
memoria. Intentó traer algo más a la conciencia, pero por más esfuerzos
que hizo no registraba nada más. Estaba en blanco...o negro...Dejaría eso para
más adelante, ahora era urgente salir al exterior y tratar de hacerse una idea
de lo que había pasado.
Intentó ascender como acostumbraba (conectándose mentalmente con el elevador), pero fue inútil. O no lo había o se había deteriorado. Debería
subir mecánicamente. Examinó el lugar buscando por donde hacerlo. ¡Eureka!
Encontró la "escalera". Rápidamente llegó hasta ella y comenzó a
ascender, eludiendo algunos objetos destrozados que estaban sobre ella.
Disminuyó su empuje. Al llegar arriba debió aplicar toda su fuerza para
despejar el suficiente espacio que le permitiera salir al exterior sin
lastimarse.
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