sábado, 23 de abril de 2016

¿Importará el tamaño..?

                             ¿Importará el tamaño...?

-¡Jajaja! ¿Tú, Principessa, con esas inquietudes, a estas alturas?
- ¡Ohhh! Definitivamente soy una incomprendida...
- Creo no equivocarme en ...la interpretación de tu interrogante? - ¡Ja! ¡Eres una mal pensada, según veo! ...aunque no debiera extrañarme...
    Mejor contextualizo...
    No hace mucho, mientras disfrutaba de un recreo en sala de profesores, llegó un estimado colega, simpáticamente haciendo alarde de su celular recién recibido, que era de mayor tamaño y con más "gracias" que el anterior que tenía. Cuando lo vi, casi como un niño con  juguete nuevo, un par de neuronas hicieron sinapsis en mi interior y, apenas en susurros, escuché lo que decían:
    Reproducción de diálogo neuronal:

              -  ¡Realmente los hombres son sólo niños grandes!
              - ¡Cierto!  ¡Todo parecieran juzgarlo por el tamaño!
              - ¡Jum! ¡Mientras de mayor envergadura es alguna de sus  posesiones, más felices parecieran ser!
              - Me parece que el dicho "El tamaño no importa" es producto de frustraciones y carencias no superadas...
  Frente a esta interesantísima y enjundiosa charla, más degustada que oída, me dediqué a observar a mio fratello de professione. Los ojos le brillaban mientras las yemas de sus dedos bailaban por la pantalla, a velocidad moderada eso sí (él no nació con celular, como los adolescentes actuales). Aclaro, para ser justa, que yo tampoco nací con celular (jajaja). Los teléfonos que conocíamos en aquellos tiempos sólo se reducían a una imagen en una revista (jejeje). En todo caso, Graham Bell ya había muerto hacía un buen rato (jajaja).
   Una vez que logró quitar la vista y los dedos de su juguetito, aproveché para preguntarle, inocentemente, si el mayor tamaño de su aparato (celular) le reportaba ventajas. Dijo que aún no podía responderme, pues estaba recién acostumbrándose a su uso y sonrió pícaramente lo que realmente me sorprendió en él, un hombre tan serio. En fin...
 
 
- Después de esta profunda exposición de ideas y situaciones, estimada Principessa, me surge una pregunta... - Te escucho, amiga mía.
- Finalmente, ¿cuáles son tus preferencias en relación a la menor o mayor proporción de las cosas? - A ver...a ver... Todo depende del objeto en cuestión, de la situación, de las necesidades...
- ¿Por ejemplo? ¡Ilumíname!
- Jajaja! Verbigracia: si voy a la Feria y compro manzanas, yo no  elijo las más grandes, sino que las prefiero  medianas o incluso pequeñas.
- ¡Ajá! ¡Privilegias cantidad! ¡Interesante!...O sea, no te importa el tamaño... - ¡Por supuesto que me importa!
- Pero, no acabas de decir que eliges manzanas que no sean voluminosas... - Cierto, pero es que todo depende...de la fruta...
- ¡Ah, ya! Es decir, los melones te gustan grandes y las sandías, pequeñas..., jajaja... ¡Clarito!
    Ayer, después de haber presenciado y escuchado una conversación sobre Mecánica Cuántica, en la que escasamente entendí algo, y que ante mi mirada estupefacta me explicaron que lo que uno "ve" y "observa" como "concreto" realmente no existe, por un tema de incertidumbre, átomos y no sé cuántas otras razones, no me queda más que pensar que las cosas, sean del tamaño que sean, si no existen, no vale la pena preocuparse por su envergadura, pues ésta (la envergadura) sólo será un engaño de nuestros sentidos. ¡Qué cosas!, ¿no?

¡Humos al nooorteee!


    "¡Humos al Norteee!", pensé, como Rodrigo de Triana,  mientras iba caminando hacia...... ¡NO! ¡De veras que el tal Rodrigo no gritó  nunca, que yo sepa, "humo" sino "¡Tierra, tierra!"... ¡Diablos! Ya se me están confundiendo algunas expresiones históricas importantes ...y eso que están distantes entre sí unos cuantos siglos. Ojalá sólo sea cosa del momento y no un estado permanente y... progresivo... Tal vez, el haber madrugado, el hecho que está lloviendo, la casualidad - o no tanto- que sea día sábado, ¡qué sé yo!  O todas las anteriores o ninguna de ellas (toco madera...¡Humm! La única madera que tengo cerca, eso sí, es la del mango de mi paraguas, pues estoy instalada en un Bus, en el Terminal de Rengo, desde donde viajaré a Santiago). 

   Hoy ha sido el primer sábado de esta temporada en que me he trasladado a la gran urbe de Rengo. El motivo: primera clase del PREU para los alumnos de Cuarto Medio del Colegio Asunción, establecimiento al que he asistido a desarrollar programas de CPECH a  grupos de alumnos por tres años seguidos.  Este año sólo trabajaré con Cuarto año,  cuatro horas pedagógicas cada jornada sabatina. Varios de estos alumnos los conozco desde Segundo Medio, por lo tanto, a pesar de los viajes y de mi ya intenso horario en Rancagua, acepté gustosa trabajar con ellos. ¡Es un grupo que promete! 
   Terminada las clases iba caminando con mis botitas de goma,  recorriendo el camino que me conduciría al Terminal, cuando mi olfato,  más que mi  visión periférica,  detectó el olor a humo de leña quemada, olor que cuando se hizo consciente, me sorprendió. La asociación de ideas se produjo antes de tener la certeza: fui y volví de mi infancia, en el sur natal, a una velocidad supersónica. 
   Una vez que racionalicé ese breve momento, me di cuenta de la capacidad de nuestra mente, en que nada se olvida, en que todo está allí, guardado, como durmiendo, casi al acecho, como un felino dispuesto al salto, en espera de la mínima coincidencia para hacer presentes los recuerdos queridos (y otros no tanto). El olor a leña quemada me trajo la tibieza del hogar, de la compañía familiar, de ese mundo mágico y feliz, de las presencias que ya no están, de lo perdido y añorado, de lo significativo y realmente importante...
   Hay muchos olores que me trasladan, cuando los percibo,  a momentos felices, únicos e irrepetibles: el olor a las galletas o pan recién horneados o a un buen café recién servido. ¡Mmmm! Cierro los ojos y me traslado, cual gato Tom, reptando por las  ondas de esos aromas. En otro ámbito, me resulta inconfundible el olor a pasto recién cortado así como el de la tierra cuando recibe gozosamente el agua después de una temporada de sequedad...
    Hay otros, sin embargo, cuyo significado es oscuro. Por ejemplo, el aroma de una determinada  marca de un jabón de tocador, me lleva a unos días en un Balneario Sureño, donde debimos permanecer alejadas con mi pequeña Mirella, tratando de sobrellevar los ecos de un acontecimiento infausto. Han transcurrido más de 20 años, y,  sin embargo, aquella fragancia sigue evocando lo mismo : días de terror e incertidumbre, de no saber qué nos depararía ni dónde nos llevaría el futuro, días de culpa y de desasosiego...
   He llegado a casa, a su casa...Es tiempo de almorzar. El desayuno fue frugal y  han pasado  más de 7 horas...Mi  estómago ya está reclamando. ¡Mmmm! Como soy medio masoquista, ahora sólo quisiera sentir el olor a carne a la parrilla (¡uyy! ¡qué sufrimiento, jajaja!) o  a una rica comida que me alegre y sacie el cuerpo y que permita seguir disfrutando de lo simple y cotidiano que nos depara la vida a cada instante...

lunes, 18 de abril de 2016

Diluvios de culpa...


   No he visto a Noé, pero seguro debe estar apuradísimo terminando de construir su arca. Creo que será la única manera de cruzar el Cachapoal cuando viaje al Sur...si sigue lloviendo. 
   La verdad, de los 10 años que llevo viviendo en Rancagua, es primera vez que llueve en forma persistente varios días seguidos (si la memoria no me falla). Si bien es cierto no estuvo lloviendo en forma continuada, los ratos de descanso fueron breves. Todo esto comenzó el miércoles en la tarde-noche. Ese día, llegué como un pitío (ave sureña que debe su nombre a su manera de comunicarse) a palacio, pues no había llevado paraguas. Con el cabello recién lavado por la lluvia y los zapatos un tanto mojados. Al día siguiente, jueves, la lluvia se trasladó para la tarde, pero no tuve clases y me salvé de un remojón, lo que no sucedió con todos. El viernes, don Isidro sólo descansó para almorzar, pero en la tardecita, debe haber abierto las compuertas de la represa porque prácticamente diluviaba. A ratos, mi delicada garganta debía esforzarse algo más, para ganarle en volumen al sonido de la lluvia y que  los alumnos me pudieran escuchar. Al regresar a mi residencia, lo único que no me mojé fue el cabello, pues esta vez llevaba paraguas, pero mis patitas y medias  llegaron chorreando líquido vital. ¡Las calles estaban anegadas y la única forma de cruzarlas era sumergiendo las extremidades  en los correntosos cauces(jajaja). Recién ayer, terminé de secar mis zapatos al lado de la estufa a gas. 
  Don Isidro y sus ayudantes sólo descansaron a ratos el fin de semana y le siguieron "dando" hoy lunes en la mañana. Temprano, me fui orgullosa,  pisando fuerte y segura,  calzada con un par de botas de lluvia, que apenas había alcanzado a estrenar el año pasado. El orgullo me duró sólo hasta la esquina, a una cuadra de palacio, pues unos desconsiderados automovilistas pasaron raudos por el lugar, duchando a todos  los que se encontraban a su paso
(jajaja, no me mojé las patitas pero sí las piernas y la ropa). Sin más novedades, llegué a mi trabajo, donde menos de la mitad de los alumnos asistió a clases. Felizmente, al parecer a las nubes se les agotó la provisión de agua, de manera que ya  a mediodía pudimos ver algunos tímidos rayos solares. Los meteorólogos informan que ha terminado el frente de mal tiempo, por lo que podemos volver a la normalidad... la gran mayoría. 
   Pero no todos... Hay un número no menor que ha sufrido pérdidas importantes y que ha visto su vida cotidiana transformada  en un desastre, producto del tiempo y de la imprevisión o negligencia de algunos. 
   No estoy entre los afectados, como le sucede también a muchos, ¡por suerte! Sólo sufrí un par de mojadas que ni siquiera derivaron en resfrío. No es que quiera resfriarme, aclaro en seguida, ¡para nada! Simplemente lo menciono como una  forma de ejemplificar que no hubo ninguna consecuencia por menor que ésta haya sido. No obstante, hay numerosas personas que perdieron parte de lo que tenían (los del Costanera Center), otros, que han quedado sin hogar y, los más perjudicados, que perdieron la vida (afortunadamente los menos)
   ¿Se pudo prever lo sucedido? Sin duda que sí. Y aunque hasta a mí me parecieron exageradas las advertencias de los medios, al ver los resultados, no podemos dejar de reconocer que colaboraron en la prevención. Sin embargo, frente a la porfía y negligencia de algunos particulares, es difícil actuar incluso para quienes tienen el poder de la autoridad. 
   Mientras gozo de una grata temperatura en el balcón, pienso en lo difícil que resulta que se pongan de acuerdo aquellos que, directa o indirectamente, tiene relación con el bienestar de los demás. Más de alguien podría decir, "¿de qué te admiras?","Eso no es novedad", "Siempre ha sido así", etc. ¡Muy cierto todo aquello! No es nada nuevo, tanto que ya pareciera ser parte de una ley consuetudinaria. Pero no puedo caer en el cinismo ni tampoco en aceptar algo que no debiera ser simplemente porque no ha mejorado o está lejos de aquello. Tampoco se trata de actuar con resentimiento o amargura vital exacerbados. ¡No! Las oportunidades no les llegan a todos, es cierto, pero no todos aquellos tampoco saben aprovecharlas. El que las supo aprovechar y con ello mejorar su forma de vida, ¡qué bien! El que no pudo o no supo reaccionar a tiempo y con inteligencia, una pena, pero, sin duda, le faltó visión y  valentía. Los que no han tenido oportunidades, debieron buscarlas. Estas no los van a ir a buscar a sus casas. Ahora, si han preferido la cómoda actitud de pedir y exigir en lugar de buscar con esfuerzo, tienen lo que se merecen, ni más, ni tampoco menos...
   ¿A qué viene todo esto?, se puede preguntar algún espíritu vivaz y perspicaz. Para allá voy...
   El desastre en esta ocasión afectó, con fuerza, a un sector acomodado. Muchos pueden decir que hasta es "bueno" que alguna vez les "toque a ellos". Y algo de razón podrían tener, pero eso no quita que, sea cuál sea la familia, pobre o no, la pérdida de los bienes obtenidos con mayor o menor esfuerzo, en gran o pequeña cantidad, signifique dolor, rabia, impotencia. Si  sólo fuera consecuencia de un movimiento telúrico (evento imprevisible e inmanejable, aunque altamente democrático) se asume que la culpa es nada más que de una u otra placa, de la ley de las probabilidades, del destino ...o, por último, de Dios,  molesto con sus creaturas. Pero, aun siendo un evento natural lo ocurrido en estos días, considerando la "publicidad" previa que tuvo, los efectos catastróficos debieron ser mínimos. 
   Ojalá la Justicia, aunque tarde un tanto, logre que se castigue a los culpables e indemnice a los afectados. Y si así resulta, no todos estarán satisfechos por el logro, preguntándose si estas voces fueron más escuchadas y atendidas porque eran más importantes socialmente. En caso que así sucediera, no faltaría razón para dudar si la Justicia es realmente ciega o ve cuando le conviene.  
   
   

martes, 12 de abril de 2016

¡¡¡Más feliz que una lombriz...!!!


...¿ o como una perdiz? ¡No importa! Da lo mismo, igual rima. 
   Hoy tuve mi primera clase oficial de la temporada 2016 (parece una serie televisiva la cosa, jajaja) y regresé a palacio completa y absolutamente feliz.
- ¡Oh! ¿No me digas que te encontraste un tesoro en el camino, Principessa? 
- No fue en el trayecto, sino allá mismo. 
- ¡Upss! ¿En serio? ...¡Oye!!! ¿Qué estás haciendo? ¿Te dio un ataque?
- ¡Nooo! Estoy dirigiendo la orquesta! 
- ¡Ja! ¡Cómo casi siempre nada más, de qué me extraño!
- Jajaja, era verdad;  estaba escuchando el mejor movimiento de la Novena Sinfonía, la parte Coral, que es extraordinaria. 
   En eso estaba precisamente, pasadas las 22 horas de este lunes, deseando que mis vecinos no estuvieran enojados por el volumen de la música. Una vez terminó, inmediatamente decidí apagar el equipo e irme a mis aposentos. 
   Junto con contarles que terminé de leer Viajera (tomo 3 de la saga que estoy leyendo), acción en que estuve  desde las 15 hasta cerca de las 22 horas aproximadamente, sólo con las interrupciones necesarias para calmar la sed y algo el hambre. Luego de escribir esto, comenzaré el cuarto volumen. A ver, que más aventuras están a la vuelta de la página (virtual, por supuesto). 
  A ver, a ver..., retrocedamos un poco...¿Cuál habrá sido el tesoro que encontré? Les cuento...
   Mientras comienzo la explicación,  toco madera, para exorcizar a la mala suerte. Ya saben todos que mi trabajo me apasiona y aún cuando ésta (la pasión) y la experiencia son pilares en mi desempeño, no deja de ser estresante enfrentar grupos nuevos, con los que uno trabajará durante todo un año  y a los cuales debe uno entregarles la guía necesaria para que alcancen sus objetivos. Considero que el primer encuentro es fundamental para ambos, pues una clase grata es un buen alimento para el alma (los que la tienen, , jejeje),  el corazón y ...el logro de los objetivos. Cuando no se produce esa corriente de simpatía recíproca, el camino se hace largo,  desgastante y poco fructífero. Por ello, me preparo con todo el entusiasmo y ánimo posibles, además del verbo, para que todo sea fluido y el encuentro se produzca.  
   Hoy me correspondió conocer y entrar en contacto con el primer grupo anual de la Temporada 2016, programa Egresados, es decir, jóvenes que ya están fuera del sistema 1 ó más años, algunos de los cuales trabajan o ya han estudiado otras carreras o parte de ellas y quieren volver a intentarlo. Por tanto, son chicos con más claridad en las metas, pero con los que hay que recuperar el hábito de estudiar, mayoritariamente. Y a pesar de que los augurios previos no fueron muy satisfactorios (debieron cambiarme de sala porque el pc no funcionaba y luego en la otra sala, el pc no estaba configurado), igualmente salí airosa y con entusiasmo al finalizar la jornada, 
   El primer bloque de clases no fue todo lo normal que hubiera querido. Aquello de que no logré ingresar a la página institucional porque no estaba sintonizado el pc con el proyector me desajustó momentáneamente. Es lo mismo que más de alguna vez le suele suceder a un cantante al que le falla la amplificación en algún concierto. ¡Una lata! No es la mejor manera de comenzar, la verdad.  En la segunda clase, los jovencitos y jovenzuelas estuvieron muy participativos, tanto que llegó un momento en que debí decir "stop", para avanzar con la clase (jajaja).  El tercer período estuvo -como dirían ellos- "bacán". Más de alguna broma, participación permanente, despedida con agradecimientos, etc. Y de colofón, tres alumnos al final, para conversar conmigo. ¿Qué de raro tiene esto?, pensarán ustedes. Pues les digo que no es habitual, especialmente en la primera jornada. Después de 6 horas pedagógicas lo único que quieren hacer es irse, jajaja. Sin embargo, se quedaron 3, que no se conocían entre sí, uno a averiguar su puntaje de diagnóstico, del que se alegró mucho (estaba entre los mejores y yo ya había detectado su superioridad).  Resultó que lleva años de preparación en un Conservatorio, es músico y quiere ser Director de Orquesta...
- Jajaja, ¡estaría bromeando!
- No, era verdad. Y lo divertido fue que otro joven, ya no tan pollito tampoco, al escucharlo, le pidió datos acerca de algún organismo para estudiar música porque él también lo era.
   Fue impresionante escucharlos cómo comenzaban a establecer vínculos gracias a sus intereses comunes y de qué manera hablaban y hablaban y yo ya sólo era espectadora, pues estaban en su "salsa". El otro joven, mientras tanto, también de la "familia Miranda" en esos momentos (jajaja), luego que yo le pregunté si también era músico, me señaló que le gustaba, pero su real interés era ser Docente de Lenguaje y Comunicación y quería que lo aconsejara en sus lecturas. Fueron  realmente unos minutos vitamínicos .... mientras el auxiliar de aseo, esperaba, afuera, seguramente no muy contento, que desocupáramos la sala. 
   Al llegar al sector administrativo, terminé de colmarme de buena onda, pues uno de los colegas estaba hablando en un espanglish muy  poco ortodoxo, provocando la hilaridad de todos, lo que no es una situación inhabitual, porque siempre hay muy buena onda en la institución, especialmente entre los que ya nos conocemos. 
    .....
  Hoy martes, enfrentaré dos grupos más, de aquellos que en su mayoría están en Cuarto Medio y que por su carga horaria en sus colegios, asisten al Preu en la jornada de la tarde. Ya tengo todo preparado para ellos y cruzaré los dedos para que todo resulte bien. 
- Oye, amiga. ¿No crees que ya estás un poco "madurita" para ponerte nerviosa?
- Jajaja. A ver, ¿a qué te contesto primero? ¿A tu "simpático" calificativo de "madurita" o a la explicación de la suerte de nerviosismo que me "dentra" en estas ocasiones?
- Jajaja, cómo quieras...
   No creo que sea inadecuado que, a pesar de la experiencia en el rubro, me preocupe cada vez que inicio el trabajo con nuevos grupos. Lo que no sería conveniente es que suceda todo lo contrario, pues eso me llevaría a descuidar algunos aspectos. Si bien es cierto uno está en un nivel de autoridad por la formación académica y por la experiencia laboral (jijiji), los cursos son todos diferentes porque están compuestos por seres individuales y únicos, que se les "uniforma" debido a algunas características que poseen. Y aunque todos tienen el mismo objetivo, sin duda, sus prioridades no son las mismas. Y es a esta diversidad a la que debemos atender de la manera más grata y eficientemente  posible. Les comparto un detalle, que puede parecer insustancial, pero que para mí es casi una cábala: para la primera jornada de cada temporada me visto con ropa de color rojo, principalmente. ¿Por qué? ¡Yo me entiendo!, como dijo don Quijote.  Jajaja.
  

sábado, 9 de abril de 2016

Absolutamente atrapada...


    No creí que de nuevo me sucedería. "¡Tan descreída!", diría más de alguien. Bueno, algo de ello hay. La cuestión es que sucedió nuevamente a pesar de todo...
   ¡Humm! ¿Qué es lo que me tiene tan sojuzgada?, pensarán ustedes. Simple y sencillo: una saga literaria (o subliteraria, dependiendo de los escrúpulos estéticos del lector). ¡Ni más... ni menos, tampoco!
    Desde pequeña fui una lectora ansiosa. Cuando tenía 5 años llegó a mis manos una historieta de Superman pero en italiano. Como yo no sabía leer daba lo mismo en qué idioma estaba. Lo que sí recuerdo fue el ansia que me  "dentró" por aprender a leer, por saber qué decían esos diálogos que los personajes intercambiaban. Junto con ello, más de un libro de cuentos con ilustraciones alimentó mi anhelo. Una vez que aprendí, ya nada me detuvo. Me pasaba tardes enteras leyendo. Cuando adolescente, me atacó la fiebre por las novelas de ciencia ficción y las de color rosa, y fue tal la "calentura" (en el buen sentido de la palabra, se entiende,  jajaja) que solía hacer esfuerzos ímprobos por no quedarme con la angustia de no saber qué sucedía y cómo terminaba la historia. Sucede que mi dormitorio daba al patio de la casa (por la ventana solía arrancar cuando no quería saludar a visitas que se encontraban en el comedor). El patio tenía salida a un pasaje de la población en que vivíamos y en ese pasaje había una luminaria, cuya luz llegaba hasta la ventana de mi suite. Debido a la prohibición de tener la luz prendida hasta muy tarde, si no había alcanzado a terminar mi lectura, descorría las cortinas y me instalaba al lado de la ventana para poder leer con la luz que ingresaba desde la calle. ¡Así de fanática era ya! 
   Creo que una de las primeras sagas que leí fue la obra de 4 tomos de Jorge Inostroza, Los Húsares Trágicos. Estaba en el liceo cuando los leí y tuve la posibilidad de comprarla, posteriormente, y lo hice, para contar con esa obra que marcó un hito en mi gusto por la lectura de novelas históricas, hace más de 40 años (para ser exacta, el 4 de julio de 1973 A.P. Traduzco: "Antes de Pinochet", jajaja)  
Esa tendencia, se vio refrendada más adelante, cuando me di el lujo -casi- de comprar la obra de Valerio Manfredi, Alexandros y
 otras como El Príncipe Siddharta e Isabel, la Reina, todos de tres volúmenes. 

 Más adelante, fueron Los Reyes Malditos , de Maurice Druon, de 7  tomos, así como Los Hijos de la Tierra, de Jean M.Auel, con 5 partes y que desarrolla un relato en tiempos prehistóricos, que me cautivó desde el principio. 

La misma temática estuve leyendo no hasta hace mucho bajo la pluma de Sue Harrison, que ambienta  a sus personajes en tierras cercanas al Polo Norte. 
   De estas novelas con un fuerte componente histórico y costumbrista,  pasé, cuando decidí leer Harry Potter, a las sagas  que presentan mundos maravillosos, como Juego de Tronos y la Saga del Brujo, Geralt de Rivia, con 6, 6 y 8 tomos respectivamente. 
Tampoco han quedado atrás estas nuevas sagas y trilogías, que incursionan en la ciencia ficción y que han sido muy bien aprovechadas por el cine: Los juegos del hambre y Divergente, que también leí primero, antes de ver sus versiones fílmicas, algunas de las cuales no han resultado para nada afortunadas. Lo mismo puedo decir de algunas famosas trilogías eróticas la más conocida, Cincuenta Sombras de Grey, con unos protagonistas deslucidos y sin convicción. Código da Vinci, que luego me llevó a las otras novelas de Dan Brown, donde el mismo personaje protagónico lucha contra fuerzas oscuras, místicas y...mafiosas.
  Sin duda, es mejor leer los textos y luego ver la puesta en escena, y, en varios casos, resulta más conveniente sólo quedarse con el texto literario.  En el mundo del misterio y de las intrigas religiosas me introdujo mi hija cuando me recomendó el
   ......
    Llevo más de 12 horas sin leer. Ya estoy con los primeros síntomas de abstinencia. Además de levantarme muuuyyyy tarde hoy (11,15 horas), estuve escribiendo, cocinando, almorzando y ahora viendo Sábado de Reportajes, que me encanta.  Y como este programa tiene de todo lo que me gusta: cocina, costumbres, lugares, naturaleza, he decidido no desatenderlo, pues  no es rotativo. Si no lo veo hoy, no lo veré. En cambio, Jamie y Claire pueden esperarme, los tengo atrapados en el kindle. No podrán escapar...espero... 
  Ha sido un acierto ver TV. Precisamente hoy presentaron a Paula Larenas recorriendo y recomendando diversos lugares de la Novena Región. ¡Me encantó el programa! Sin duda, era necesario que lo viera. Ahora, estoy disfrutando (o sea, sigo disfrutando) de "mi" sábado, esta vez tomando el sol otoñal sentada en el sillón tipo mecedora en el balcón, como una flor entre las demás flores y verduras de este espacio, mientras escucho un nuevo álbum de Silvio, que me regalara Manuel (un colega que sabe de este gusto mío). De pronto me disperso y me entretengo un rato en una labor típicamente femenina (que no confesaré, jajaja), pero que resulta muy grata, relajante y ...necesaria. 
   He releído lo escrito y me he dado cuenta que aún no menciono quién o qué me ha atrapado. ¡Ya va!... Ha sido la saga Forastera de Diana Gabaldón, una  historia de 8 libros que me tiene agarrada de las mechas y  por la que estuve sin escribir varios días.
   Les cuento: con cierta periodicidad, cual hormiga que guarda para el invierno y el tiempo de  vacas flacas, de algunos sitios "interneicos" bajo libros de autores que me gustan y otros que me "tincan" aún sin conocerlos (uff, ha llegado a mis glándulas olfativas un olor a parrillada que casi me tiene salivando; por suerte almorcé bien aunque no haya sido carne). Entre estos últimos encontré, hace casi dos meses, uno que se llamaba Atrapada en el tiempo. Pues, también me atrapó y cuando deduje que tenía continuidad busqué en la red y me di cuenta que era el tomo número dos de ocho. Para gran suerte mía, pude descargarlos todos. Por un tema de lógica, me fui al libro 1, Forastera,  y quedé sencillamente obnubilada. Realmente fue un ejercicio interesante, ir descubriendo el pasado inmediato de los personajes, ya conociendo su futuro. Puse en la práctica, sin quererlo, algo parecido a lo que la trama de la novela plantea: un viaje al pasado, desde 1945 a 1743.   Seguro que al terminar la saga - ya voy en el tomo 3, Viajera-  tendré más conocimiento del que nunca habría pensado acerca de las costumbres e historia  escocesas de los siglos XVIII y XX. 
 Junto con ello,  un deseo profundo  de visitar el lugar, especialmente Stonehenge, Patrimonio de la Humanidad, monumento megalítico del siglo XX A.C. Espero contar con la fuerza, el tiempo y los medios para hacer realidad estos anhelos. Y si no, a buscar un artilugio mágico que me lleve hasta allá y a otros lugares. Total, soñar nada cuesta. 

 Alimento con agua el jardín y la huerta. Me sonríen agradecidos. Ya está...todo listo entonces... Ahora, me voy al siglo XVIII... Espero regresar....Hasta pronto...

Reinvención...


 
  Eran las 14,40 cuando llegué a casa luego de andar 5 horas fuera, caminando y comprando. Casi como la Mujer Bonita, abrí la puerta con el pie -suavemente claro, con estilo-  para proceder inmediatamente a desactivar la alarma. ¡Ufff! Mis patitas habían terminado cansadas y yo estaba algo  acalorada, pero no tanto como para darme una ducha fría.  Había salido el sol desde temprano, de manera que la frescura de la breve lluvia del día anterior ya había desaparecido. Claro que la calidez del día no estaba nunca a la altura de la estación estival. Sin duda, ya estábamos en OTOÑO y sin ninguna posibilidad de arrepentimientos. 
    Esa mañana salí con un  sinfín de tareas in mente  para realizar durante mi recorrido, pero apenas llegué a un 50%, algunas no eran tan urgentes. La verdad, ninguna era urgente, jijiji. 
- Conociéndote me imagino que ninguna, efectivamente.
- Es verdad, pero muy gratas. 
- Por ejemplo... - Comprar una película fotográfica (un "rollo")  en blanco y negro; sacarme una foto de estudio pero en traje de época...
- Jajaja, ésa está buena... ¿Y qué época te gustaría? 
- No sé si se podrá elegir, pues no alcancé a llegar a calle Puente. Pero debe ser de principios de siglo XX, por la ropa que tienen. Algún día lo haré...
- ¡Se me acaba de ocurrir una idea! ¿Por qué no buscas en tu propio baúl y ya estás en traje de época?,  jajaja
- ¡Muy graciosa! ¡No me simpatizas! 
   Otra tarea, la que más me demoraría y cansaría, era pasar por las grandes tiendas aunque no para una foto, sino para actualizar mi guardarropa del presente año laboral, que comienza a full el lunes 11. ¡Ésa sí que fue tarea cumplida...y con mucho gusto! 
- Seguro que sí.
- ¡Ah, estás ahí todavía...!
- Siempre estoy aquí, soy tu sombra, jajaja...Oye, ¿cómo quedó la Mujer Bonita?
- ¡Humm! ¡Absolutamente satisfecha...y con unos cuantos morlacos menos en su cuenta corriente!
- ¡Te faltó el hombre que se ponga! 
- ¿A estas alturas? No me interesa encontrarlo ni buscarlo y .... creo que tampoco lo hallaría, jajaja. Ellos las refieren jóvenes y rubias...
- Jajaja, Creo que exageras...
    Creo que no tanto. Durante años me han llegado a  mi correo electrónico propuestas de una página llamada TWO, en que aparecen nombres y fotografías de candidatos...a una relación de "amistad".  Resulta esclarecedor ver las preferencias de algunos: José, por ejemplo, "busca mujer entre 35 y 65 años". El tal José (un nombre cualquiera, dicúlpenme los José que lean esto)  tiene 61 años  y acepta lo que le llegue, ojalá, seguramente de 35. Total, pensará, en pedir no hay engaño. 
- Apuesto que le escribiste a José, porque, por un pelo, alcanzas a estar dentro de sus "aspiraciones", jajaja.
- ¿Cómo se te ocurre? ¡Ya pasó la "vieja", perdón, la época, jajaja! Lo que hago es inmediatamente borrar esos correos. He pedido que no me los envíen, pero siguen llegando...
- Nada tan grave en todo caso...
   Es cierto, me divierte divisar, desde la casilla electrónica, esos hombres solos o no tanto, que buscan a través de la web lo que no han encontrado en su contexto. En fin, cada cual hace lo que puede. Yo, menos que nadie, puedo criticarlos. Tenía el tejado de vidrio, jajaja. Ahora no (a buena hora, ¿no?). Como han pasado los años, las hojas de numerosos otoños, el smog y otros elementos de la naturaleza citadina (suena algo contradictoria la expresión "naturaleza citadina") han solidificado "mi tejado" y ya no es de vidrio, jajaja.
  En fin...
  Volviendo a la carretera principal:  aunque pueda a algunos parecerle muy frívolo e impropio de mi bella persona el que me parezca necesario  comprar más de lo que tengo,  tiene un sentido. Me gusta mi trabajo (lo he escrito innumerables veces), pero me gustaría más (y no sólo a mí) quedarme en palacio descansando, leyendo, escuchando música, disfrutando del cine, cocinando...y otras cosillas más. Por tanto, como aún no puedo darme ese lujo indefinidamente, debo optar por seguir practicando esta profesión que tan bien elegí. Y para ello, me preparo y estimulo convenientemente. Y eso es lo que hice el miércoles, recordando un viejo , pardón, "antiguo" (jajaja), adagio : "Una Principessa no sólo debe serlo, sino parecerlo", sobre todo en este mundo en que quedamos tan pocas (jajaja)
  

 ¡Salud! 
  

martes, 5 de abril de 2016

Fresca y otoñal...


   Antes que todo, para evitar malas interpretaciones, especialmente de algunos, adelanto que el título de esta entrada al blog no es una descripción personal  -lejos de aquello-, sino simplemente una sintética descripción de cómo amaneció esta mañana en la capital de nuestro reino y como, seguramente, será esta tarde-noche. Así y todo, yo agradecí la tibia mañana que me permitió caminar sin incomodidades de temperatura por las calles de Santiago Centro.  

   Abandoné la comodidad del palacete a eso de las 10 de la mañana, para dirigirme a calle o pasaje Sótero del Río. Sabía que estaba cerca del Paseo Huérfanos pero no a qué altura. En eso me acordé de google maps y ...¡eureka! ¡la solución a la mano! Estaba detrás de La Moneda, así que a caminar por la Alameda para llegar a destino. Unas quince cuadras de caminata, considerando mi sedentaria vida, las recibí como un regalo de Navidad. Me sentí feliz ambulando entre la multitud -mujer-masa en momentos- libre, sin apuros, mientras la mayoría se desplazaba rauda a sus quehaceres o, por último, tal vez por inercia. Claro, no es fácil caminar lenta y pausadamente entre la muchedumbre que en día lunes va al trabajo o a trámites urgentes. La verdad, gocé del privilegio de tener estos días libres para descansar en Santiago.  
- ¿Como vas a "gozar" de días libres en Santiago? ¿Estás de broma?
- Jajaja, un poco más y te sale "estás de "joda", jajaja. Pues te contesto inmediatamente: nooo.
- Pero, ¿qué descanso va a ser ése? 
- ¡Ufff! Podré vitrinear a destajo, caminar hasta agotarme, alimentar la vista hasta quedar obesa...de los ojos, se entiende, jajaja
- ¡Ahhhhh! ¡Eso sí, pero cuidado con tu presión ocular, jajaja!
- ¡Jajaja, lo tendré en cuenta! 
  Claro, porque el trayecto hasta la oficina central de CONADI no lo hice a ojos cerrados. Al contrario, fui degustando la libertad de este casi "veranito de San Juan", que tendré hasta el jueves, pues del viernes en adelante, para mí, comienza el año laboral en toda su intensidad, de lunes a sábado, sin vaca... de invierno (¡Uyy, deberé de acordarme de comprar vitaminas!). 
   Ustedes se preguntarán qué fui a hacer a CONADI, ¿verdad? Bueno, si no se lo han preguntando, igualmente se los voy a contar.
   Han de saber ustedes que, aunque no conocimos a ningún abuelo o abuela cuando niños (todos ya habían pasado a mejor vida cuando éramos infantes), estaba en el conocimiento familiar que el  segundo apellido del padre de mi padre (es decir, de mi abuelo paterno) era de ascendencia mapuche: Llanquilef. Sin embargo, como ya a  nosotros  no nos llegaba ninguna letra de aquel apellido, no nos afligimos (jajaja)  ni nos interesamos. Me refiero a los mayores. Pero el tiempo ha pasado y nuestra sociedad ha cambiado..., nosotros también (¡vaya que sí!). Lo que antes parecía natural y menos relevante para muchos, en la actualidad es signo de orgullo...o de rechazo... También lo es de apoyo y posibilidades de acceso a beneficios, sobre todo en el ámbito educativo y social, por parte de organismos estatales.  Junto con ello, da la casualidad (¿o no?) que dos de nuestros hermanos están trabajando y residen en la Octava y Novena Región, donde el tema de los ancestros adquiere mayor relevancia, especialmente para mi hermano menor, Héctor-Janito, quien se desempeña en Cañete, zona roja del conflicto mapuche. Sea por lo que sea, no voy a "meterme" en honduras (ni viajar hasta allá, a Honduras, quiero decir, jajaja) y no revelaré ni especularé acerca de sus motivaciones, pero lo cierto es que realizó el trámite para reconocimiento de su calidad de indígena perteneciente a la etnia Mapuche y ...¡resultó! ¡En la línea de descendencia estamos en la Tercera Generación!  Hace poco, mi hermano Ernesto, el valdiviano, también realizó el trámite, de manera que en mi último viaje al sur, hace diez días, salió el tema en la conversación. Yo estaba enterada, por supuesto: nuestro hermano nos había enviado a todos los documentos que había que presentar, aunque no me había planteado realizarlo. 
   Hoy iba en camino para gestionar aquello. ¿Por qué? ¿Qué oscuros designios - o no tanto-  me movieron a hacerlo?
   Lo he analizado y he llegado a una conclusión. Es muy simple: el sentimiento de pertenencia  a la familia que me queda (que no es poca, son 5 mis hermanos, jajaja) ,  un elemento más de cercanía a mi querida hija y el cariño-respeto al origen de mi padre han pesado en la balanza. No conocí al abuelo Augusto, ni siquiera en una foto en sepia o en blanco y negro. Mi padre quedó huérfano siendo pequeño, alcanzando apenas a estudiar un par de años en una escuela básica rural,  para después ingresar al mundo laboral pues debía  aportar a la familia compuesta de 11 hermanos (él fue el último del clan en partir, hace ya 8 años). También su madre murió  joven y tampoco la conocimos. Por parte de nuestra madre pasó lo  mismo: sus padres murieron jóvenes, especialmente su madre, de manera que terminó criándose con una abuela -bisabuela nuestra-, de quienes tampoco tenemos memoria, salvo algunos antecedentes. Claro que ésa es otra historia..., volvamos a la carretera principal...(si fuera conductora, seguro me "metería" a cuanta bifurcación  encontrara)
    Decía que ésa fue mi motivación, en realidad. A mí no me interesa el provecho que pueda  obtener de dicha acreditación (¡diablos!, ahora que lo pienso, en el próximo Censo deberé "confesar" mi procedencia, jajaja). Total, ya estoy "medio grandecita" para seguir estudiando (ahora podría postulaf a beca)  y tampoco pretendo ponerme un trarilonco e irme a instalar a la Novena Región. Sería muy esnob, por decir lo menos. Además, no estoy en absoluto de acuerdo  con la violencia delictual desplegada, la virulencia y el resentimiento de muchos de mis congéneres en la zona roja y en otras zonas. El defender causas, justas o no, no valida acciones violentistas, ni quemas ni asesinatos. Es cierto que fueron (fuimos, jajaja) víctimas durante cientos de años, pero el contexto era otro. El mundo ha evolucionado, la sociedad ha cambiado (no mucho en algunos aspectos, jaja), nosotros mismos lo hacemos día a día y el pasado no nos puede servir indefinidamente de excusa  y justificación para lo que está reñido con los valores fundamentales. Es cierto que, en la actualidad, la discriminación continúa y bastante fuerte. Todos, cual más cual menos, tenemos guardado en el clóset algún sentimiento discriminatorio hacia algún oficio, profesión, religión, partido político o de fútbol, etnia, nacionalidad, opción sexual, estrato social, especie, procedencia planetaria, etc., con fundamento o  no. Pero, a estas alturas del desarrollo humano y social, sabemos que esos pensamientos y sentimientos casi atávicos son moral y  políticamente incorrectos, por lo que hay que domeñarlos, contar hasta diez, respirar y espirar y sólo confesárselos a la almohada, para que no nos hagan daño ni perjudiquen a quien no se lo merece. 
  Y no somos los únicos que discriminamos. También recibimos de vuelta el rechazo de parte de los "discriminados", seguramente como un mecanismo de defensa. Lo observé pecisamente cuando estuve en CONADI. Allí había tres personas atendiendo al público y había que sacar un numerito. ¡Por suerte! Es lo más fácil y justo. Mientras esperaba, llegó una mujer de unos 50 años, obtuvo su número y no se sentó, se puso a leer los documentos que había en unos murales. La escuché, a mi lado, hablar en mapudungún, mientras observaba los documentos, no sé si leyendo o hablando en voz alta nada más. Al cambiar la pantalla de atención, un señor mayor mira su papelito y aunque le tocaba a él, otra persona fue a la atención pues tenía un número anterior. Al ver aquello, la mujer le habló en mapudungún, con cierta prepotencia. Sin embargo, el viejito, humildemente, le dijo que no sabía  hablar el idioma. No puse atención a lo que siguieron conversando, pero me sentí violentada por la actitud: la prepotencia... y la humildad rayana en la humillación. ¡Guau, pensé, que no se le ocurra dirigirse a mí esta fémina! No sé qué le habría contestado, pero mi reacción no habría sido sumisa, aunque tampoco agresiva - supongo, jajaja.-  Luego, cuando fui al stand para que me atendieran, llegué a pensar que me iban a inocular el suero de la verdad para adivinar mis ocultas motivaciones (jajaja) por la poca afabilidad de la joven que atendía.  Luego, agudizando mi capacidad de observación saqué un par de conclusiones: digitaba con guantes sin la punta de los dedos y cerca de ella colgaba un adorno hindú-turco (un elefante con un ojo azul). ¡Tate!, me dije. No es tan "pura"  como se pudiera creer (jajaja). A favor  de ella debo decir que no estuve más de 5 minutos y ya tenía el documento de mi "Calidad de indígena perteneciente a la etnia Mapuche", sólo habiendo presentado mi carné de identidad  y dando el nombre del abuelo. ¡Todo estaba en el sistema! Al abandonar el edificio, ya contaba con dos mensajes de CONADI  en mi celular (del trámite realizado, jajaja, no de invitación a la lucha).

    Después del éxito de la tarea principal de la mañana me dediqué a vitrinear, resultado de lo cual llegué a casa con un par de zapatos color azulino (¡lindos!) y unos productos de belleza necesario. Aclaro inmediatamente que no es para aumentarla, sino simplemente para conservarla. ¡¡¡Pewkayall !!!

sábado, 2 de abril de 2016

Lluvia hollywoodense


  Aunque nunca he viajado a Hollywood y, por lo tanto, tampoco he podido sacarme una selfie con las letras que adornan una de las colinas de la ciudad como telón de fondo, he estado bastante cerca de muchos de sus habitantes, ya sean permanentes o de paso. No se trata de que yo tenga una vida social extraordinariamente farandulesca y que eso me haya permitido "codearme" con la "realeza" hollywoodense, ni tampoco un apellido perteneciente a las más altas castas criollas (al contrario, mi ascendencia nativa pronto saldrá a la luz), por lo que ese aspecto de mi cuna no me incluye entre los del jet set chileno. ¡Noooo, nada de eso!(por suerte!). Aunque, pensándolo bien, no habría estado nada de mal tampoco (el único problema es que, a estas alturas, me habría tenido que teñir mi cabellera, jajaja).
   Analizando lo primeramente dicho, quizás no es un imposible llegar hasta allá, en los tiempos que corren y con mi hobby de conocer distintos lugares de Chile y de América de sur, por el momento. En una de ésas, en un par de años más, estoy sonriéndole a la cámara desde esa capital el espectáculo, donde la palabra "imposible" no existe, donde la belleza es parte y característica de todo y de todos, donde la felicidad es el único estado de ánimo permanente. 
- Jajaja. ¡Buena, oh! 
- ¿Qué? ¿He dicho algo cómico...o ingenioso? 
- ¡Cómico, por supuesto! De ninguna manera ingenioso. La descripción de Hollywood que acabas de hacer es absolutamente irreal...
- ¿Tú has visitado, alguna vez,  aquella urbe?
- No, pero ....
- Jajaja, estamos en las mismas  condiciones: hablando de algo que no conocemos, jajaja
- Muy cierto, pero lo que tú has dicho es fantasía pura...
    Eso es precisamente lo que nos ofrece Hollywood a muchos de los fanáticos: fantasía pura, pero también arte e inteligencia, momentos de felicidad o de terror, dependiendo del género de películas que te gusten y, las hay para todos los gustos, normales y...otros no tantos. En estos días, he viajado por lugares y tiempos diversos. Tanto, que incluso he llegado a Marte. ¡Es verdad! Es la magia del cine, que fácilmente se transforma en una nave espacial o en una máquina del tiempo, trasladándonos, desde una ciudad a otra, entre barrios diversos, desde espacios reducidos hasta extensos territorios. Ahora les cuento en detalle: 
    Me congelé como condenada viendo las peripecias en las heladas y nevadas tierras de Dakota que recorrió El Renacido, interpretado por Di Caprio, flamante ganador del Oscar al Mejor Actor 2016. Sufrí junto con él y admiré su actuación. ¡Bien merecido el premio! 
  Casi no me sale la sangre de la ropa con toda la que se repartió en el filme de Tarantino , Los 8 más odiados, con una excelente actuación como siempre de Samuel Jackson, en un papel que le queda muy bien, de hombre fuerte e impenetrable. Y aunque no tuvo premios de actuación, sí tuvo en la parte musical, con el aporte de Ennio Morricone.
  Con La Quinta Ola, que en las trailers prometía mucho casi me quedé dormida. ¡Fome la cuestión! Además que era una mala copia pirata de la película, por lo que ni las imágenes eran buenas (jajaja).


  El Libro Negro, buenísima película que disfruté con mi hermano Patricio en Cine en su hogar (jajaja), que nos llevó al tiempo del poderío nazi cerniéndose sobre Europa, momentos en que seguir viviendo era una lucha cotidiana. 
   Otro día degustamos  la excelente actuación de  Ricardo Garín, ese actor argentino extraordinario, que en Truman nos presenta el drama humano de saber el poco tiempo de vida que te queda y en ese difícil período debes decidir a quién entregarle a tu mejor y fiel amigo -Truman-, con el objeto que no quede abandonado y a su propia suerte. 
  A   Spotlight (Primera Plana) la fui a ver a la pantalla grande. Encontré muy buena la actuación de Mark Ruffalo, aunque no ganó premio pero sí estuvo nominado. En cambio, la actriz premiada, no me llamó tanto la atención, que también pertenece  a este filme. Me gustó la película, aunque no sé si le habría dado el primer lugar. Es que es una  temática tan distinta con las otras nominadas, que resulta muy difícil compararlas. Ahí está la experticia del jurado, me imagino, y también  sus gustos. 
   Puente de Espías con Tom Hanks  dirigido por Steven Spielberg, también  nos hace retroceder a la Segunda Guerra Mundial, no ya a una tarea de sobrevivencia personal, sino en el ámbito del trabajo diplomático, en que se ve inmerso el protagonista James Donovan, quien debe negociar el intercambio de "espías", que realmente eran de menor cuantía. Y como suele suceder en las películas, el "jovencito" obtiene lo que desea sin claudicar en sus principios. Es destacable también el personaje soviético, tanto en su personalidad como en la actuación, que le llevó a obtener el Oscar al mejor Actor Secundario, precisamente. 
   Con Brooklyn  me trasladé al Estados Unidos de  mediados del siglo XX, cuando este "barrio" era el destino de muchos inmigrantes europeos. Hasta allí llega una jovenzuela irlandesa llamada Eilis, quien, luego de enfrentar las dificultades propias de un inmigrante para integrarse a un mundo desconocido, logra establecerse con un trabajo y estudios, conoce a un simpático y honesto joven descendiente de italianos, con quien inicia una relación sentimental, que se ve interrumpida cuando debe regresar a su tierra producto de la muerte de su hermana. Sin preverlo, poco a poco se ve atrapada por ese mundo conocido y amado, pero Brooklyn la está esperando y debe y quiere regresar. ¿Lo logró? ¡Ta ta tán! ¡Averígüenlo! (jajaja).
   La Chica Danesa me sorprendió con la extraordinaria  actuación de Eddie  Redmayne, que precisamente estuvo nominado al Oscar como Mejor Actor. Historia también basada en hechos reales, presenta  aspectos de la vida de un fotógrafo, que se vio atraído irremediablemente a transformarse en la mujer que se sentía y vivía en su interior, aunque en su tiempo, primera mitad del siglo XX,  esto resultaba socialmente condenable. De ser un profesional y artista normalmente casado,  va mutando, poco a poco, a una atractiva mujer que debe asumir haber nacido con un cuerpo ajeno a su persona.
     La Habitación me recordó ese caso real de una joven que estuvo secuestrada y  encerrada por años en un sótano. ¡Debe ser como vivir en la cárcel sin tener culpa de nada! ¡Qué tremendo! Y lo peor de todo: a merced de tu verdugo, desaparecida o muerta para tus seres queridos, y tan desprovista de voluntad  y condicionada como un verdadero ratón de laboratorio, que, después, hasta la libertad recuperada es una carga. Queda para la reflexión el pensar en las muchas cárceles existentes, sin rejas ni cerraduras, en las que viven miles de inocentes. 
    Misión Rescate  con Matt Damon no me decepcionó. ¡Al contrario! ¡Tanto la película como el actor merecían un Oscar! ¡Extraordinarios! En todo caso, siempre Damon ha sido excelente actor. Aquí estuvo soberbio. A lo anterior, cabe agregar que el guión es interesantísimo, dando justo en el blanco de mi gusto por la ciencia ficción.
    Superman & Batman una gran decepción. Película no sólo obscura en cuanto a sus escenarios nocturnos y faltos de luz, sino que también oscura en el sentido de la historia, que tiene verdaderos "hoyos negros" (jajaja) que uno no logra dilucidar a tiempo. De pronto,  estás en penumbras en relación a las motivaciones de algunos personajes y a su relación con el resto de la historia. Lo rescatable son los efectos especiales, que se disfrutan en la pantalla grande, porque ni siquiera las actuaciones son dignas de alguna mención honrosa. Sin duda, hay celebrities en la actuación, pero no aportan al resultado. ¡Una pena! Me imagino sí que a los "cabros chicos" les ha encantado. Lo peor de todo: ese monstruo ordinario del final (en realidad, no era ordinario, era de Kriptón, o sea, un verdadero lujo de visita extraterrestre, jajaja).
     Estuve esperando por meses la tercera parte de la saga Divergente, "Leal", continuación de la historia de Beatriz Prior y Cuatro. Tremendos escenarios, extraordinaria tecnología, bastante acción, pero no quedé conforme. Le faltó "magia". Por ahí suelen decir que ganar una batalla (la que sea) tiene más sabor a triunfo si tu contrincante está a tu altura o es superior. Aquello le da un valor agregadísimo al resultado. Los triunfos fáciles  no son atesorados. Creo que ésta es una actitud general o mayoritaria del ser humano. ¡Es que somos muy masoquistas! Pienso que aquello ocurrió en este filme, que fui a disfrutar al Cine en la úúúúltima función, regresando al otro día a palacio (jajaja), el miércoles recién pasado.  El contendor de Tris no estuvo a su altura: tenía poder pero no gracia ni presencia (lo que no ocurre en Los juegos del hambre, en que el malvado sí se nota un personaje fuerte). Por ello, la acción de los protagonistas se vio deslucida y como sin gracia. Junto con ello, hay un hecho importante no atendido en la historia literaria: la muerte de la protagonista, que no se produce por lo que le resta dramatismo a la trama. Tal vez han decidido matarla en una próxima entrega. Es probable que la industria cinematográfica así lo haya decidido ¡Una verdadera lástima!
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  Como pueden ver, no me ha faltado acción ni dramas. Los viajes de todo tipo han abundado y me han tenido alejada de la escritura, aunque no de la lectura. También he estado leyendo mucho en este tiempo y me he encontrado, casualidad o no, con una par de novelas, de autores distintos, que me han llevado a la Escocia de los años 1700 y tanto. Un interesante ejercicio de adaptación que debe realizar un contemporáneo para sobrevivir en un mundo en que no existían celulares (¡qué terrible! jajaja), no había agua potable, menos caliente para darte una buena ducha y donde el sistema de alcantarillado aún era un sueño (las ciudades eran verdaderas cloacas de aguas servidas), todo lo cual redundaba en múltiples enfermedades y en una esperanza de vida escasa en relación  a la actualidad. No era nada de fácil la vida en esos tiempos: los hombres estaban a merced de sus señores, las mujeres, de su familia o esposo, todos en una lucha diaria de sobrevivencia.
   Sin embargo, a pesar de lo complejo que puede ser vivir en un tiempo que no es el de uno, cada individuo, en el tiempo y en el lugar que le haya correspondido por nacimiento o destino, debe enfrentarse, sin duda, a sus circunstancias personales e históricas, haciendo lo posible por superarlas o aprovecharlas al máximo, según la suerte -y la fuerza- de cada cual. ¡Eso es vivir, ni más...ni menos!