Me gusta estar sola. Me gusta vivir sola. Aprendí a hacerlo y a gustar de aquello. Elegí hacerlo. Se lo debía a ella. Gozo de mi soledad, del mundo que he creado con su ayuda, de este mundo de letras escritas y leídas, de notas musicales, de silencios. Sin embargo, no soy una ermitaña en medio de la ciudad, comparto lo necesario con los que me rodean fuera de mis paredes, no me encierro ni me enclaustro, pero tampoco abro mis puertas, salvo en algunas ocasiones, y sólo a algunas personas.
Mientras escribo sentada en la mecedora con los pies instalados en uno de los sillones-nido de la terraza, subo el volumen del "rojito", cierro los ojos y dirijo la orquesta que interpreta una pieza de Vivaldi, moviendo las manos al ritmo de un Allegro vivace (taratarataratán...). Las notas invaden mi cabeza a través de los audífonos.
Y aunque no uso siempre este recurso, pues prefiero el pequeño parlante azul externo, con la música de Silvio (mientras estoy en el balcón, aclaro), esta modalidad es más intensa, es más directa, no hay espacios ni separaciones ente la música y yo. Cierro los ojos y disfruto las notas en su conjunto magistral. Soy una convencida que si existe la reencarnación y yo ya tuve una o más vidas, sin duda, debo haber sido una artista, pianista, violinista o director de orquesta. Y digo "director" porque en tiempos anteriores a éste, no existieron mujeres directoras (que yo sepa). Si hubiera sido así, espero haber tenido más estatura, pues con frac y baja estatura la elegancia se iría al tacho de la basura. A ratos, gesticulo con fuerza y luego de hacerlo me río y pienso que si me vieran me creerían loca. Felizmente no estoy loca ni tampoco pueden veme. Siempre me ubico tras la parte de la malla que permanece fija, de manera que yo veo pero no me ven, salvo que me vislumbren, pero nada más. Además, nadie va a estar preocupado/a de quién hay en mi balcón. Es como estar en un jardín pero rodeada de un cerco de panderetas que me resguarda de intrusiones.
Si estoy en el living, temprano en las mañanas, en las noches o en días helados o muy calurosos, escucho la música de piano del TV Cable o voy disponiendo los discos de vinilo en el plato del tocadiscos, capricho hasta hace poco sólo anhelado y ahora una realidad. Tengo muchos cds también, pero por el momento están juntando polvo. El equipo tiene en mal estado el cdroom y escucharlos en el Pc es una pena, pues no dan un buen sonido ni el volumen necesario. En esta semana solucionaré el problema, que lleva más de 10 años de existencia (sólo me duró un año en buen estado y es un don equipo; veremos si puedo encontrar el técnico adecuado).
Ahora, seguiré leyendo a Alice Munro, escritora canadiense, Premio Nobel de Literatura 2013, recomendada por mi hermano Patricio, a quien estoy recién estoy conociendo (a la escritora, no a mi hermano, al que conozco más de 50 años, jajaja) .
... "Serenata" de Shubert...
Me gusta mi vida, la vida que he logrado armar después de tu ausencia. Sin embargo, a veces, aunque no me caracterizo por ser conversadora, echo de menos la compañía para intercambiar comentarios o puntos de vista.
Denantes, mientras disfrutaba del programa "Recomiendo Chile" que fue grabado en la Región de Aysén, qué ganas de conversar sobre esos lugares que mostraban, que hace apenas 15 días visitamos con mi hermana: Lago Gral. Carrera, Puerto Tranquilo, las Cavernas de Mármol, el sector de la pesca, lugar cercano de donde estuvimos también haciendo fuego a orillas de lago para cocinar una pequeña parrillada (aunque no de pescado) bajo la lluvia. En momentos como éstos o mientras ves las noticias o un programa en vivo (Festival, por ejemplo) es cuando echas en falta al compañero/a (con quien se pueda hablar, discutir, analizar, por supuesto). Pero tampoco es cuestión de vida o muerte. Al contrario, cuando paso varios días con compañía, en los viajes, busco la soledad en determinados momentos, se me hace necesaria, surge como una urgencia para recargar pilas, de recuperar energía gastada en el esfuerzo constante de compartir. Soy una loba esteparia, sin duda.
Nuevo movimiento de Vivaldi, Allegro pero non tanto (jajaja). Como estoy leyendo, pruebo a dirigir la orquesta con los pies y logro sincronizarlos al ritmo de los violines y del clavecín. ¡Qué maravilla!
Me ha "tocado" el libro de Alice Munro, Escapada. No podía no hacerlo. Leer a esa protagonista-madre que trata de explicarse el alejamiento y silencio de su única hija, joven de 20 años que partiera a un período de reflexión en el que ya lleva meses... Ir descubriendo que cuando ya no recibió ningún indicio de que ella continuaba viva, 5 años, desistió de seguir esperándola físicamente aunque nunca perdía la esperanza de que algún día se hiciera presente a través de una nota, de una carta, de una llamada. Conocer la búsqueda interior maternal de los por qué de su no-regreso y silencio de años, me estremeció. Indudablemente, no es la misma situación, pero no dejo de pensar en los primeros meses de tu partida, cuando busqué por todos lados tratando de hallar las respuestas a lo sucedido, incluso retrocediendo al inicio de nuestro encuentro (cuando eras pequeñita), pensando en lo que hice y no-hice para formarte y guiarte por la vida, de manera que no hubieras tenido que callar lo que estaba sucediendo y me hubieras pedido ayuda. Ahora bien, ¿estaba yo en condiciones de ayudarte si vivíamos en ciudades distintas? Difícil responder sobre la base de supuestos y sobre un hecho que ya no tiene vuelta atrás. Y por allí está ese diario adolescente, en standbyte, que osé comenzar a leer y que dejé a medias, para no ver en el espejo de tus palabras el reflejo de mi desnudez defectuosa... No sé cuándo me atreva a reiniciar la lectura de ese período de tu vida visto desde tu perspectiva de los 16 años, que seguramente no será muy positiva para mi autoimagen...
... Posiblemente pueda estar preparada cuando me perdone los errores cometidos...y para aquello faltan algunos años. Mientras tanto, tu Diario de vida seguirá allí, en paciente espera...
Súper martes...
Terminé la lectura de Escapada. Si bien sólo el primer relato lleva ese nombre, hubo alguna otra "escapada" en al menos en otros dos relatos, con más o menos éxito para sus protagonistas, dependiendo de la perspectiva. Y aún cuando no soy aficionada a leer cuentos por cuenta propia, una vez comprado el libro y sabiendo que era de una escritora nobel, de la cual no conocía nada, me di a la tarea de incursionar en sus narraciones y la verdad es que ...¡me encantó! Se nota la visión femenina en sus relatos, que va mucho más allá del hecho concreto de que sus protagonistas sean mujeres. Es más que eso: hay un conocimiento acabado de la psique femenina, que se observa en sus acciones, en sus pensamientos, en sus percepciones, decisiones o locuras, ya sean juveniles o maduras. Hay sabiduría vital y literaria. Son mujeres valientes, tal vez un poco irreflexivas a veces, más guiadas por el corazón que por la razón, en ocasiones, no siempre con aciertos, pero, al menos, con la convicción y tranquilidad de que fueron capaces de dejarse llevar por sus sentimientos, aunque éstos hubieran sido políticamente incorrectos o "locos". Y de nuevo me surgió la imagen de Irene corriendo a lo largo del andén tras el tren en el que se iba Benjamín. Y pienso: ¡Hay tantos Benjamín a lo largo de nuestras vidas! (Irresolutos, pusilánimes, "razonables"), cuando lo que uno hubiera preferido y anhelado hubiera sido un partner, un Daniel (personaje del relato Desencuentro de esta misma colección de cuentos de Alice Munro).
- ¡Hello!
- ¡Ohh! ¡Ahí estabas! ¡Bienvenida! (...espero)
- ¡Gracias! Aprovechando tu buena disposición, me asiste alguna inquietud...a propósito de lo que escribías...
- ¡Ah! ¿Sí?
- Aquí va : Si, a estas alturas de tu vida, tuvieras que hacer un balance, ¿dónde ubicarías tus acciones más relevantes: en el ámbito de lo razonable y racional o en el plano de lo emocional y de lo irreflexivo?
- Compleja pregunta, no porque me cueste llegar a una respuesta, sino porque requiere poner en el "papel" (más bien, en la tablet) situaciones personales guardadas en un archivo oculto, jajaja.
- ¿Tan "terribles" fueron?
No se trata de aquello, en verdad. Más bien es el legítimo derecho a la privacidad que uno se reserva, más para cuidar su imagen externa, que la autoimagen. Uno, a grandes rasgos, sabe lo que ha hecho bien y/o mal (creo). Pero, de allí, a que todos sepan de eso, hay una distancia. ¡No!; ¡siempre uno debe guardarse algunas cosas, pensamientos, acciones, intenciones, sentimientos! ¡No todo hace bien a los demás! Tampoco se trata de que yo, emulando a la Madre Teresa, ahora que, por lógica temporal, estoy más cerca de mi desaparición de la faz de esta tierra, esté pretendiendo ganar puntos a mi haber, porsiaca...¡No! Creo que, más bien, es un proceso natural de revisión de nuestras acciones, sobre todo si surgen ante nuestros ojos, los posibles resultados o, llegan hasta nuestros oídos, los ecos de nuestros pasos, detenciones y desvíos en el camino...
- ¡Ya pues! ¡Qué más te cuesta!
Hace años, hice un viaje largo y sacrificado para conocer a alguien, con toda la ilusión del mundo en mi maleta. Conocí paisajes preciosos, ciudades de las que sólo sabía el nombre, supe de alguna que otra costumbre, obtuve hermosas fotografías, pero.... no conocí al motivo de mi viaje. No estábamos en la misma sintonía y mientras yo lo tomé en serio, para él yo fui una raya más en el agua (jajaja). Mi integridad física no sufrió, no corrí peligros, pero mi sueño quedó pisoteado, no por malas acciones, sino por la indiferencia. El sentimiento de ridículo duró el tiempo suficiente, porque, ahora me doy cuenta que fue así, opté por ver el vaso medio lleno: me había atrevido a hacer un largo viaje sola, me "las había arreglado sin problemas" y había conocido una de nuestras maravillas paisajísticas. ¿Qué más podía pedir?
- ¿Fue tu única locura?
- ¡Jajaja! Noooo, tengo un magíster en locuras autodidactas... Pero sólo desclasifico aquélla...
Después de esa "aventura" descubrí, intuitivamente, que mi capacidad de recuperación era por sobre el promedio. No me dediqué a llorar sobre la leche derramada, a cerrarme como un caracol cuando se siente o es atacado, a maldecir a los hombres (sólo a algunos, jajaja), a cubrirme con una armadura medieval (no me vería muy chic, jajaja). Tampoco me quedé lamiendo las heridas. ¿Para qué? ¡Qué cicatricen, con el viento, con el tiempo, con otras actividades! O, en último caso, lloré todas las lágrimas posibles en el momento y cuando ya el stock se acabó, me paré y seguí adelante. Ocasiones para gastar nuevas existencias en bodega habría más adelante...¡Y así fue!
¿Conoces algo de la obra de Alice Munro? ¡Sin pensarlo dos veces, te la recomiendo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario