jueves, 21 de marzo de 2024

En la playa sin Di Caprio...

 

   Estamos en Krabi, sur de Tailandia, región conocida mundialmente por sus numerosas islas y bellas playas. Llegamos el jueves al anochecer. Realmente han sido días paradisíacos en cuanto a paisajes, islas, playas, hoteles y resorts. El único punto negro ha sido el calor. ¡Ah! casi me olvido, también el ataque de las medusas y las avispas de mar, que dejaron a varias víctimas enronchadas y adoloridas (no más que eso). Suerte que no atacaron a la víctima número 1 del grupo, que si no hasta yo estaría rezando por su recuperación (¡qué mala soy!, 🤪😈). 
  Krabi es una ciudad al sur de Tailandia, en la parte delgada de su territorio, en las cercanías a Malasia, a orillas del Mar de Andamán, perteneciente al Océano Índico. La ciudad tiene unos 80 mil habitantes y la provincia, del mismo nombre, se acerca al medio millón, aproximadamente. Está a una distancia de 783 kms.de Bangkok, de allí que nos desplazamos hasta acá en avión ✈.Es una urbe esencialmente turística, con mucho comercio y locales de servicio de alimentación y alojamiento. No se ve muy ordenada, más bien al contrario, algo caótica, con presencia de visitantes de diversas nacionalidades y razas. Parece una ciudad cosmopolita, de mucha actividad, con locales de entretención y alimentación abiertos las 24 horas del día. En cuanto al clima, desde noviembre hasta abril es verano, sin lluvias, caluroso y húmedo. Estos días las temperaturas han oscilado entre 33 a 36 grados, con sensaciones térmicas superiores a 40°, mientras la humedad ha llegado hasta el 98%. Para quien no está acostumbrado a este calor y con este porcentaje de humedad, no resulta fácil de soportar, salvo que se esté a la sombra o con aire acondicionado.  

   Estuvimos 3 días completos en Krabi, con cuatro noches en el "Resort ShellSea" (⭐⭐⭐⭐⭐), un lugar maravilloso, con playa privada, la que prácticamente no ocupamos porque nos dedicamos a recorrer la costa y las Islas cercanas a Krabi, varias de ellas famosas por haber sido locación de un par de películas. Una, de James Bond, el año 1974, llamada "El hombre de la pistola de oro" y otra de Di Caprio, año 2000, llamada "La playa". Esos "títulos" han amplificado sobremanera la presencia de visitantes extranjeros. Pero, vamos por parte.

     Viernes 15

** Visita a la Isla Hong: fue nuestra primera visita insular. Durante el viaje de ida, logré ubicarme en la proa de la embarcación sin inconvenientes, debido a que estuve en el grupo que abordó primero. Eso me permitió una buena  visión de la gran cantidad de islas que conforman parte del territorio de Tailandia, además de obtener una buena provisión de fotografías de primera mano. La peculiaridad de las islas es que son de relieve irregular, de conformación rocosa, algunas con formas asimilables a lo conocido. Llegamos a esta primera isla a través de un largo y colorido muelle plástico y bamboleante. Caminamos por tierra unos cinco minutos hasta llegar a un rincón de la playa de arenas blancas y finas, de aguas cálidas y de profundidad ideal para las personas como yo (chicocas, 😁). ¡Fue nuestro primer contacto con el mar y las playas de la Joya del Sudeste Asiático. ¡Delicioso! Estuvimos no más de 50 minutos, pues de allí debíamos partir a otras ínsulas. 

** Isla James Bond, cuyo nombre es Tapú ('clavo' o 'uña' ): más que isla es una formación rocosa escarpada, de unos 20 metros de altura. Allí, por razones obvias, no nos bajamos ni atracamos (no se puede) . Lo que sí hicimos fue detenernos frente a ella y uno por uno, posar con pistola en mano. ¡Qué ridículos!, 😂 😂.  ¡Yo también lo hice, 🙈! Nos ubicábamos en la proa con las poses elegidas y uno de los guías nos fotografiaba. Creo que no publicaré esas fotos; quedarán para mi álbum personal y supersecreto (como James Bond, 😂), porque no son precisamente mis mejores tomas. Decididamente no soy fotogénica.

 ** Isla Ko Yak Noi, del árbol gigante: allí almorzamos, no en un restaurante, sino bajo un techo básico, con piso y mesas, frente a la playa. La comida había sido traída en viandas por los guías.  Estaba caliente. Mientras ellos instalaban la mesa de autoservicio con los implementos y viandas, algunos fuimos a conocer el árbol más gigante de la isla, un ejemplar de Shorea Laevis, con un tronco bastante ancho e irregular. Una vez de regreso, dimos cuenta de la comida, que variaba entre el típico arroz tailandés, los tallarines de arroz, la carne de pollo, los arrollados primavera, acompañada de agua o bebida, terminando con postre de frutas y/o café.  
   Un rato de descanso y regresamos al continente, la mayoría en calidad de amebas o algo parecido por el calor. Luego, a subirse a las Van que nos conducían al resort. A las 16 horas estuvimos de vuelta, con un par de horas a favor nuestro para el descanso y/o entretenimiento. Yo me dediqué a refrescarme con una buena ducha, un lavado de cabello (que estaba como esparto a pesar del lavado diario). También estuve escribiendo un poco. A las 18,30 debíamos estar arriba del bus, destinado a usos fiesteros al parecer, pues en el primer piso tenía mesas y asientos como para consumo grupal. ¡Raro!😆😉.

  Pronto llegamos al lugar de la primera Cena en la ciudad de  Krabi. La sorpresa fue mayúscula pues el, "comedor"  estaba al aire libre, bajo luces y adornos varios, mesas dispuestas y cocineros y garzones ídem, para disfrutar de una cena buffette de nivel superior. Al mismo tiempo que disfrutábamos del alimento, había un par de jóvenes que amenizaban el evento con música anglo conocida. La joven tenía una bella voz. Algunas canciones conocidas fueron coreadas por mis compañeros. Yo, cero inglés, así que no fui parte de los coristas. Al ir terminando se nos dio una hora para ir a pasear por la Avda. Costanera y/o vitrinear. Ya eran las 20 horas. La cantidad de locales era inmensa. Varios de ellos se vieron privilegiados por nuestra visita. Alguna cosilla pasó a nuestro poder pero poca cosa. No tuvimos suficiente tiempo. Cuando llegamos al lugar del encuentro nos pidieron que nos "instaláramos" en unos escaños, porque pronto comenzaría un Show de fuego. Frente a nosotros, en la vereda, se estaban preparando los artistas.

   Show de fuego: comenzó a las 22 horas. Fue extraordinario. Diferentes piruetas y pruebas, por un largo rato. Uno de los artistas principales nos dedicó algunos números, así que luego aportamos a su show con las propinas correspondientes. Yo había visto, al menos en dos ocasiones, este tipo de show, pero nunca tan duradero y variado. Con esta actividad dimos término  a las actividades de ese día, que se habían extendido más allá de lo presupuestado. Todo muy bien, eso sí. 

Sábado 16 

   Es un nuevo día en Krabi, Tailandia. Día de playas y de islas. Día de cielos azules, de mar y de navegación. De calor y agua mineral helada para contrarrestarlo. Día de navegación deliciosa entre islas; de fotos maravillosas y de selfies. 

    La Isla Railey Bay, con su Cueva Phra Nang y sus penes tallados de madera para homenajear a la diosa de la fertilidad recibió nuestra visita en primer lugar. Allí mismo estaba la Playa Princesa, casi protegida tras unas islas de superficie relativamente pequeña, pero altas de relieve, de nutrido e intenso color verde oscuro. En tanto, a un costado de la playa, unas formaciones rocosas en altura se extendían por sobre el agua, mostrando sus estalactitas colgantes sobre el mar. Bello lugar, que además albergaba dos sectores de práctica de escalada, uno en la misma playa Princess. Allí estuvimos a lo menos una hora, caminando, disfrutando del esfuerzo escalador de otros y bañándonos. Pronto nos espantaron las medusas y avispas de mar, que andaban en abundancia y atacaban a mansalva. Recibí unos piquetazos en brazos y piernas. Después de unas fotos, salí arrancando del agua, 🏊‍♀️🏃‍♀️ del agua.    
  De ese lugar nos desplazamos hasta el sector denominado Cuatro islas. Visitaríamos un rato una de las pequeñas, Koh Mor, que según sea la marea, deja al descubierto un banco de arena que permite llegar caminando a una isla cercana, también pequeña, Koh Thap Podríamos haber hecho ese trayecto, pero nos quedamos en la primera playa. Había mucha gente. Por suerte no nos dieron demasiado tiempo en ella, pues no había vegetación a la orilla (la playa era el banco de arena) y el sol era calcinante. En un breve lapso me metí dos veces al agua para aminorar el calor. Antes de la hora de encuentro, nos fuimos con Ruth a la embarcación. Ese día Claudia se había quedado en el resort pues no se sentía del todo bien. 
   Partimos, por suerte, rumbo a la Isla Koh Poda, una de las grandes de las cuatro, con aguas turquesa, extensa playa de arenas blancas y práctica del esnórquel. Allí almorzamos de la misma forma que el día anterior: una comida de campamento, con unas cuatro variedades de comida, postre, bebida y café. Todo, por suerte, bajo la protección de un techo que, con unos árboles, daba sombra a un sector de playa donde dejamos nuestras esterillas para descansar después del almuerzo. Varios partieron a practicar esnórquel, a menos de 100 m. de donde estábamos. Yo ni siquiera lo intenté, pues apenas floto en un lugar en que dé pie (que no puede ser muy profundo por razones obvias, 😂). Suerte que no lo hice, pues otros que lo intentaron debieron desistir rápidamente. Algunos fueron atacados por medusas furiosas, 😠🐙. Debe haber sido una experiencia hermosa, pero no todos pueden todo. C'est la vié... 

   Ya de regreso a Krabi, pasamos por una isla llamada Koh Kai ('cabeza de pollo'), porque, en realidad, en uno de sus extremos se levanta una formación rocosa que semeja una cabeza de pollo. No nos bajamos en su superficie; sólo nos detuvimos para posar, uno a uno frente a la cabeza de plumífero. Yo no tenía mucha fe en esta nueva performance, porque ninguna me ha resultado. ¡Y tenía razón! Obvio; salí como una gallina gordita, lista para la olla, 😂 😂 😂, con cero glamour, muy lejos de muchas de mis compañeras de viaje, que se lucían a la hora de posar (¡qué envidia!,😡). En fin, uno hace lo que puede con lo que Natura dio, 😉.  Sigo prefiriendo mis selfies de ojos hacia arriba, 😂.  

 La cena de esa noche estuvo espectacular -nuevamente-. Era un restaurant ubicado con vista a la playa y el mar. Llegamos allá a la hora del atardecer (el sol ya se había puesto) y el cielo mostraba unos tonos fucsia impresionantes. Una vez sentados, llegaron a nuestras mesas unas especies de torres ardientes, con seis tragos cada una, de acuerdo a lo que habíamos pedido (sin alcohol, eso sí, 😒).¡Maravillosa sorpresa! La comida fue a pedido, de acuerdo a una elección que habíamos hecho días atrás, de lo que ya ni nos acordábamos, 😂. Nuestra mesa, viendo que los vecinos habían recibido de regalo una botella de vino (por contar con un viajero frecuente), tomó la decisión de pedir un vino. Maritza se hizo cargo de la elección. Pidió un vino italiano, que demoró en llegar una barbaridad. Al fin lo hizo y era bastante bueno. A la hora de pagar, debimos desembolsar 450 bahts cada una, lo que significaba que el vino nos había costado la friolera de 2.250 bahts (casi 61 mil pesos, 🥵😱😱). ¡Fue un verdadero derroche, pero ya no había nada qué  hacer! Sólo a dos de las 5 nos pareció excesivo (las dos profes jubiladas, 😟). Las otras eran más pudientes o se reservaron el comentario. ¡Nunca en mi vida había tomado un vino tan carooo! Cuando lo pienso, me dan ganas de llorar, 😂 😂.  

  [ Entre paréntesis, cabe señalar que en Tailandia el alcohol  es caro. Cualquier trago está por sobre los 10 mil pesos. La cerveza es más barata. Consumí dos, la Chang ('elefante'), me costó 90 bahts (2.430 pesos), mientras que por la Singha pagué 120 bahts (3.240 pesos). Con razón no nos incluían el alcohol en las comidas, 😂 😂. Cierro paréntesis].

Domingo 17, último día en Krabi.

 A las 8,30 de esta jornada ya íbamos navegando. Yo y mis amigas más cercanas, Claudia y Ruth, logramos ubicarnos en la proa, al descubierto. El paisaje era espectacular, el aire vivificante, el sol, ya a esa hora, tostaba. Nuestro objetivo era llegar ese día al Archipiélago Phi Phi, visitando dos islas, esencialmente. En primer lugar, la Isla Maya Bay, más conocida como la Isla de Di Caprio, donde éste participó en la filmación de la película "La Playa" el año 2000. Tiene una playa espectacular, con una bahía casi oculta, ya que hay dos islas delante, frente a la playa, lo que le da un aire de misterio y secreto al lugar. La llegada al muelle de la isla es caótica si uno llega avanzada la mañana. Hay una cantidad impresionante de embarcaciones luchando por atracar, una al lado de la otra, mientras los visitantes que suben y bajan de ellas se amontonan deben moverse rápido hacia su objetivo para no colapsar el muelle. Luego viene una escalera dividida en dos para ordenar los que ingresan a la Isla y los que salen de ella. Se camina unos cinco minutos por una vía de madera y se llega a un Mirador y luego a la playa propiamente tal, en la que está prohibido bañarse, aunque sí uno puede introducirse al agua un poco para posar para las cámaras. Hay policías instalados en el lugar cuidando su uso adecuado. No estaba Di Caprio, por más que lo llamamos mentalmente, 😂. Nos fotografiamos solas, por lo tanto, tratando de no salir con la muchedumbre al lado nuestro. Luego nos sentamos un rato a disfrutar  de las vistas, con Ruth, Claudia, Patricio (colega de Castellano) y otra persona, que no pude reconocer de espaldas por la similitud de las características  con otra persona. Fueron unos momentos hermosos, que pasaron a la posteridad por la fotografía que nos tomó Javi, una de las guías. 

    Salir de la ínsula de Leonardo fue toda una odisea, casi con características de tragedia. Estábamos esperando nuestra embarcación en un atestado embarcadero, cuando coincide una en que comienzan a bajar pasajeros de una nave y llega otra al lado, sin control (una compañera de viaje señaló que había alcanzado a ver al patrón de la nave convulsionando). Uno de los pasajeros que descendía del otro barco cayó, por suerte no al mar ni de cabeza, cuando la embarcación sin control chocó con el muelle, justo donde estábamos nosotros, que rápidamente retrocedimos alarmados, en tanto, el afectado visitante y el conductor eran auxiliados, ninguno de ellos, al parecer, con problemas serios.  
    Una vez que embarcamos, salimos "pitando" para la  isla Phi Phi más grande, la llamada Phi Phi Don, una de las  que sufrieron el tsunami del año 2004, con cientos de muertos y con olas de hasta 30 metros de altura. Precisamente de aquel suceso terrible se hizo una película llamada "Lo imposible". Ése  fue el lugar que iba a recibir nuestra última visita y en donde almorzaríamos en un Resort 5 estrellas. Para nuestra "desgracia" la marea estaba muy baja y la embarcación  no podría avanzar hasta la orilla de la playa. Debió "estacionar" a unos 100 metros de la arena y sus pasajeros, nosotros, cual comando del ejército aliado en Normandía, debimos desembarcar  con nuestros pertrechos y caminar por el agua, que estaba baja, pero igual nos llegaba hasta más arriba de la rodilla. Quise evitar que mi vestido quedara como el de Alfonsina y el mar, pero fue imposible. Al final, me rendí y caminé con mi👗a merced del agua salada. Igual saqué mi Galaxy S 23 e inmortalicé el momento, 😅 😅. Llegamos a una playa top top, con reposeras dispuestas y sombrillas de paja. Pero grande fue la decepción cuando nos dimos cuenta que aquello no era para nosotros, sino para pasajeros permanentes del resort. Nuestro grupo sólo iba a almorzar, con un menú exquisito, pero no podría bañarse. ¡Plop!   
   El almuerzo fue espectacular: tartar de atún, sopa de  langostas, costillas de cordero, postre de frutos del bosque y jugos varios. Todo rico y con una presentación de "miedo". Un cafecito para terminar y ya nos fuimos de regreso, esta vez sin tratar de emular a Cristo caminando por las aguas, 🤣 🤣. La marea había subido, por lo que la embarcación  nos fue a buscar al muelle sin problemas. De allí, al alojamiento, a descansar un poco, para juntarnos algo más temprano. La idea era ir a ver la puesta del sol en la punta de un cerro, 😂 😂, donde se ubicaba el restaurant de despedida del sur de Tailandia. Yo, como varias, había quedado con las ganas de bañarme, así que, apenas me bajé del "carromato" que nos llevó al hotel, me fui a conocer la playa del mismo y aprovechar de desquitarme metiéndome unos momentos al agua. Realmente un lugar hermoso, que aproveché de recorrer en parte una vez salí del agua. Estaba de bañista cuando llegaron 3 compañeras de viaje, que habían pensado lo mismo que yo: bañarse a cómo dé lugar.

   La cena se atrasó. No alcanzamos a ver la puesta de sol, pero nos encontramos con un genial restaurante, hasta donde llegamos encaramados en una especie de camión colectivo. Allí nos sirvieron una cena tailandesa en 7 tiempos. ¡Uff! Todo era probar y probar platos y pasar con otros, muy picantes o que no nos simpatizaban. Ya nos imaginábamos rompiendo nuestras pesas al llegar a nuestras casas, 😰. Fue una extraordinaria manera de decirle adiós al Krabi nocturno. Al día siguiente partiríamos temprano a Bangkok, desde donde tomaríamos el vuelo de regreso a nuestro país. Ya les contaré de aquello en mi penúltimo relato tailandés. Hasta pronto.





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