sábado, 16 de diciembre de 2023

Cómplices...

   

   Cuando éramos pequeños solíamos salir juntos a eventos, pero no por voluntad propia de los tres, sino porque las hermanas -mayores- debíamos llevar a nuestro hermano menor con nosotros. Era la manera que tenía mi madre, seguramente, de descansar un poco y darse tiempo para sí, o de encontrar espacio para hacer otras cosas, sin la necesidad de estar pendiente del menor de sus hijos. Es así como, a regañadientes, teníamos que, casi literalmente, "cargar" con nuestro fratello, lo que no nos hacía mucha gracia. Nuestros intereses diferían bastante, aunque la distancia temporal entre todos era mínima. Mi hermana era dos años y medio mayor que yo y tres y medio que mi hermano. Yo le llevaba casi un año exacto de diferencia a my brother. Y si bien mi hermana, siendo la mayor, era " la voz de la sabiduría", no solía ser la más amorosa con nosotros. Resultábamos un verdadero "cacho" para ella. Cumplíamos la función de "chaperonas" sin conciencia de tales. Ella era, felizmente para nosotros, pragmática y ejecutiva, según como veo los hechos habiendo pasado más de medio siglo.    

   Recuerdo que una vez mi madre nos adosó a nuestro "hermanito", 😂.Vivíamos en una localidad rural con una sola escuela, una iglesia católica, un Retén de Carabineros, seguramente una Posta (aunque no la recuerdo) y unos pocos "negocios" (locales comerciales). Por tanto, lo que ocurría en la Escuela, la nuestra, era importante. En aquella ocasión se celebraba un evento especial en el establecimiento, un acto cultural. No me acuerdo si mi hermana participaba en él  o no, pero era en horario fuera de clases. Fue después del gran Terremoto de 1960, porque la dirección que seguimos para llegar al colegio era la posterior a aquel desastre, después del cual instalaron una escuela provisoria en el "centro" de la localidad (la anterior se había venido abajo con el movimiento telúrico). Nosotros no nos íbamos por el camino vehicular (que era de ripio), sino que tomábamos por la "derechura". Es decir, cruzábamos pampas, que, además de ser menos riesgosas desde el punto de vista de los accidentes, nos acortaba el trayecto. Claro que eso implicaba tener que pasar por algunas cercas y sus respectivas "tranqueras o trancas". No siempre aquéllas estaban abiertas, por lo que debíamos sortearlas subiéndonos a ellas. Tampoco eran livianas para nuestras fuerzas infantiles como para abrirlas y moverlas. En esta ocasión teníamos el obstáculo de una tranquera al menos. Mi hermana no tenía dificultades para traspasar el obstáculo. Era delgada y ágil. Más de un problema debo haber tenido yo, que era chica, gordita y poco atlética, 😂 😂.  Pero quien sí tuvo problemas para salvar el obstáculo fue nuestro hermano. En ese tiempo la diferencia de un año con respecto a mí se notaba, tanto en lo alto como en lo ancho, 🙈. Así que no pudo subir (se nos podía caer además) y tuvimos que buscar por dónde pasarlo. La escena debe haber sido muy divertida: mi hermana mayor, al otro lado de la cerca tirando al Lucho, mientras yo lo empujaba desde el lado contrario, obviamente teniendo como superficie de empuje su trasero, 😂. Seguro yo no pasé por el mismo orificio, porque no habría cabido, 😂. No sé si fue en la misma oportunidad o en otra que no alcanzamos a llevar a tiempo al baño a nuestro compañero de aventuras, de manera que tuvimos que estar con él y sus efluvios por el resto de la actividad o, lo más probable, regresar anticipadamente con él a nuestra casa 🏡 , 🤧🥴.  

 Hace unos días, los integrantes del mismo "triunvirato" de los años '60 del cual formé parte, nos juntamos con motivo del cumpleaños de nuestro padre, fecha en que antaño, cuando estaban ellos vivos, celebrábamos yendo a la casa paterna. Y aunque nada teníamos planificado en conjunto, salvo la visita a nuestros progenitores y a nuestro hermano Ernesto en el Parque Los Laureles de Valdivia (¡vaya coincidencia que acabo de hacer consciente!: por años vivimos en la calle Los Laureles de La Unión), todo se fue dando de manera natural. Me refiero a recorrer lugares de nuestra infancia, adolescencia y juventud, cercana a la ciudad de La Unión, como una especie de rito emocional necesario. Posterior a nuestra visita al Parque, fuimos a Niebla a almorzar, a la Feria Gastronómica, como tantas veces lo hicimos con nuestra madre una vez que nuestro padre había partido. Y yo, como en ocasiones anteriores, compré empanadas mixtas y cerveza Kunstmann, que era lo que consumíamos con Mirella, que también formaba parte del grupo cuando nos juntábamos.   

   Al día siguiente, luego de ir a la Feria de frutas y verduras de La Unión, mientras volvíamos a dejar las compras a casa de my sister, al pasar por la Plaza de la Concordia, la cuñada dio el aviso que había visto a mi ex -marido- en la esquina e, inmediatamente, surgió la idea (que mi hermano se encargó de poner en práctica ipso facto al conducir alrededor de la plaza) de solazarnos del "mal estado" físico del susodicho, 😂 😂.¿Bulling, funa? Ni siquiera nos cuestionamos, así de relajados están los valores en este país, 😉. Los cuatro, sin excepción, cómplices en el hecho, nos dispusimos a imponer nuestra bella presencia y buena salud ante un "acabado" Ex. Obvio, conseguimos que nos vea, sonrientes y dicharacheros, plenos de juventud, 😂 🤣. Ignoro si él se dio cuenta de la "broma", aunque tampoco importa. Fue un momento divertido a costa de un ex integrante de la familia. Allí actuamos como los Tres mosqueteros, aunque éramos cuatro, toda una proeza considerando lo que cuesta que la gente se  ponga de acuerdo en la actualidad. Poco faltó para que nos pusiéramos al nivel de la ex Dama argentina.  

   Luego de tamaña hazaña, el menor del triunvirato nos llevó a Lago Ranco, donde almorzamos a orillas del Lago, para luego regresar por Llifén, Futrono, Coique, San Pedro y Puerto Nuevo, todas localidades lacustres que fueron nuestros lugares de veraneo, especialmente cuando jóvenes solteros y con algunos años de casados, con los hermanos del segundo triunvirato y nuestros padres en varias ocasiones. En Puerto Nuevo nos detuvimos un rato y bajamos a la playa. Mi hermano, bien preparado, ingresó a las heladas aguas del Ranco, mientras mi hermana caminaba por la playa hacia el hotel y los terrenos aledaños, donde estuvo la escuela en la que ella inició su educación básica. Fue un día de regreso al pasado familiar en compañía, grato a pesar de las ausencias temporales y definitivas. Fue la ocasión para intentar la réplica de una fotografía de los tres con 63 años de diferencia. La fotógrafa y autora de la idea fue nuestra cuñada -"al César lo que es del César"-. El montaje posterior fue mío, 😉.El resultado fue tan fantástico que casi ni se nota el paso del tiempo, 😂 😂.    

  El día domingo se repitió en parte la historia relatada al principio. Claro que esta vez, quien llevó a pasear a las hermanas adultas mayores (los 3 ya lo somos, 😂), fue el menor, eso sí, voluntaria y libremente, en pleno uso de sus facultades mentales, 😁 😂. El balneario elegido fue Coique. Avisadas de antemano, fuimos preparadas para el baño. Fue una grata tarde en todo sentido: ambiente veraniego, buena temperatura, aguas tranquilas y cristalinas a pesar de la cantidad de bañistas para la fecha, conversación natural y relajada. El regreso, sin sobresaltos.  

   El corolario de nuestro encuentro se produjo esa noche (tal como lo relaté en la anterior crónica) en que reconstruimos parte del pasado unionino a través del recuerdo de personas conocidas en nuestro paso y estadía por La Unión, mientras fuimos adolescentes, jóvenes y adultos. La reconstrucción nocturna también abarcó casas y edificios emblemáticos, sobrevivientes algunos, desaparecidos otros. En el fondo, muy en el fondo, un ejercicio contra la desmemoria, un antídoto contra los efectos del paso del tiempo, un brebaje casi mágico para la recuperación  de la juventud. 









lunes, 11 de diciembre de 2023

Ojos verdeazulados...

 

   De tanto mirar pampas, cerros, bosques, montañas, volcanes, cielo, ríos, lagos, lagunas y saltos de agua en la zona sur de nuestro país, mis ojos han cambiado de color y ya sólo reflejan la maravilla de la naturaleza en la que han estado inmersos. Y todo en su máxima expresión de vida y exuberancia. Pampas con pasto verde tachonadas de flores de colores diversos, árboles plenos de verde follaje entrelazados de enredaderas y habitáculos de diversos seres alados, oídos nítidamente en los bosques recorridos. Aguas correntosas o calmas, de colorido verde, turquesa o azul, cristalinas al acercarse a ellas, en su mayoría. Cielos azules y despejados absolutamente o con nubes retozonas de color más bien blanco que negro -por suerte-. Volcanes aún con bastante nieve recortándose orgullosos en el fondo azul celeste, en tanto, el Villarrica, como casi siempre, expulsando el humo de su fuego interior. Todo aquello desde el 28 del mes pasado al 6 del presente mes. Seguro veré alguna otra maravilla verdeazulada en los días que restan de mis andares por estos lares (me salió verso...😁), pero hasta el momento éste es mi bello catastro. 

  He andado en compañía pero también en solitario. Cuando la primera es grata al corazón y a la vida, es un verdadero goce. Cuando la soledad es parte de tu costumbre también la segunda modalidad resulta un disfrute. Así ha vuelto a suceder, para alegría de las involucradas. Intereses comunes, gustos similares,  recuerdos compartidos, historias divertidas, chascarros, situaciones sorpresivas, todo, un nuevo recuerdo que atesorar y abonar a la cuenta de risas futuras.  

    Llegué a COÑARIPE el domingo 3, a un hospedaje frente a la playa, con el pequeño inconveniente de que era bajo el sistema compartido. Nada qué hacer. Ya lo tenía reservado. Felizmente había una dueña de casa y nadie más. La primera tarde me dediqué a recorrer la playa y sus alrededores lo más que pude. Miré con preocupación cada vez que pude el Volcán Villarrica que seguía con sus fumarolas, a veces tenues y en ocasiones más intensas. Esperé el atardecer en la playa, que llegó cerca de las 20 horas en un sector. Volví al alojamiento, tomé una reconfortante once con un pancito con chicharrones, me dediqué a revisar youtube y luego a dormir como un ser humano sin problemas de conciencia, 😊.  
    El segundo día en el sector, luego de desayunar frugalmente, me fui a la avenida principal a tomar locomoción que me llevara a LICANRAY. No es que no conociera la ciudad. Había pasado por ella un par de veces -o más-, especialmente por el sector donde se ubican las letras del balneario. Recorrí la calle principal interiorizándome del nutrido comercio del lugar y luego me fui a caminar por la playa de pé a pá. No quise ingresar a un parque ubicado en un extremo de ella, para no apoyar con dinero a la comunidad concesionaria, 😂, y alargué al máximo el recorrido por el otro extremo que me llevó a pasar por medio de un pequeño bosque y llegar a un puente de madera en riesgo de colapsar. Luego volví a la civilización, 😉, donde me subí a un microbús que me llevó a la siguiente ciudad: VILLARRICA.  
    Era cerca de las 13 horas cuando llegué a esa populosa ciudad. Me anduve extraviando. No lograba llegar al paseo lacustre. Con las indicaciones de un jovencito de unos 12 años, logré arribar a destino: las letras corpóreas y el Paseo Costanera. Estaba muy soleado y el Volcán seguía lanzando fumarolas. Era una jornada muy grata, lo que me llevó a quedarme sentada un rato frente al lago, al cielo y al Volcán. Pronto me dio hambre y comencé a buscar un restaurante que me permitiera consumir una fresca ensalada. Lo encontré. Tenía una vista privilegiada.  Allí ingresé aunque sabía que no era económico. Pero no importaba: yo me merecía lo mejor, 😂.Una ensalada Pucará -gigantesca y exquisita- y una rica michelada con merkén fueron los protagonistas. Como no especifiqué la cerveza que quería, me llevaron la más cara, 🙈.¡Parece que me reconocieron! $18.500 tuvo el precio de mi fama en aquella ocasión. 🙃. 
     Luego de recorrer un poco más, busqué el Terminal de Buses y, aunque en principio había pensado ir hasta Pucón, desistí. El calor reinante tomó la decisión por mí: quería darme un baño en el lago, lo que significaba que debía regresar a Coñaripe. A las 18 horas estaba a orillas del Lago Calafquén buscando el mejor lugar para bañarme. Sólo ingresé a las aguas y me sumergí hasta el cuello un par de veces. El oleaje, producto de un viento permanente en el lugar, no me permitía aventurarme  toda vez que no soy una nadadora. El agua estaba excelente. La once de ese día fue más entusiasta luego se haber gozado de mi primer baño de temporada.  
     Adiós a Coñaripe dije el día siguiente a las 9,30 hrs., momento en que estando arriba de un bus, iniciaba el trayecto a NELTUME, cuyo primer tramo me llevaría a la ciudad PANGUIPULLI. Para mala pata mía, el autobús a la localidad cordillerana de Neltume, había salido hacía poco cuando llegamos a Pangui... El próximo transporte no era sino en dos horas, así que opté por dejar el bolso en custodia  y salir a patiperrear por el centro de la Ciudad de las Rosas🌹 🌹 🌹. Fue muy bueno el ejercicio, pues me permitió tomar contacto con la calle, 😁. Caminé por la zona céntrica de la ciudad, fui hasta la Catedral y alcancé a llegar a un Mirador del Lago Chauquén, antes de regresar y subirme al microbús, que en poco más de una hora y media me dejó en mi destino, a una cuadra del hospedaje. Estaría allí sólo una noche, por lo que tenía sólo esa tarde para conocer el lugar, por el que había pasado veloz un par de veces.  
    Excelente lugar donde me alojé. Todas las comodidades necesarias y con baño privado. Aproveché  de almorzar en el restaurante del hotel y a las 15 horas iba saliendo para comenzar mi tour particular. Una caminata de unos 800 metros y ya estaba en una de las entradas de las Reserva de Huilo-Huilo, aquella que permite el acceso a la maravilla que da nombre al sector : el Salto del Huilo-Huilo, un salto-cascada de 37 metros de altura, que lanza sus aguas al Río Fuy. Hice los dos senderos, el fácil y el de mediana dificultad a orillas del río, subiendo y bajando numerosas escaleras,  sorteando senderos de piedras y raíces, hasta llegar a un Mirador donde cae la llovizna del agua del salto, que moja con rapidez a todo el que se asoma por allí.  Primera tarea cumplida, pero no era suficiente. Quería ver otro sector. Opté por buscar el Parque de los Ciervos 🦌. Sabía la dirección en que quedaba. Entendía que debía cruzar todo el pueblo,  pero ignoraba la distancia exacta. Pregunté a unas residentes del lugar y con los datos entregados y consejos, casi me hacen desistir. No obstante,  para quien no lo sabe, cuando a mí se me pone una idea en la cabeza, es difícil  sacarla de allí y olvidarla. "Que era muy lejos, que no podía ir a pie, que demoraría mucho", etc. me aseguraron las lugareñas. ¡Fui...y caminando! El día estaba parcial, hacía algo más de calor de lo recomendable, pero no era contraproducente caminar. A los 50 minutos de caminata, cuando sólo me faltaba el último tramo, una cuesta en subida pronunciada, una camioneta se detuvo para llevarme. Yo no había hecho "dedo". No estoy en la edad ni son los tiempos para hacerlo sin riesgos, pero igual me subí, 😂, y en un par de minutos estuve en mi destino. 
   No había nadie en la entrada. No obstante,  iban saliendo un  par de personas y por eso decidí ingresar. ¡Que toda la caminata sirviera de algo, digo yo! Después de caminar poco más de una cuadra me encontré con la boletería cuyos encargados parecían haber sido abducidos. ¡Nadie por aquí, nadie por allá! Los letreros me indicaron el sendero, así que me interné en medio del parque. Llegué  al criadero de jabalíes (feos, mal olientes y sucios animales en un reducto) para luego dirigirme al Mirador desde donde se avistaban los ciervos. Sólo pude ver cuatro de ellos y a una distancia de 100 metros. La verdad, la verdad, consideré que la "experiencia" no había valido tamaño esfuerzo de mi parte. En fin... También había cerca de allí un Museo, pero lo obvié e inicié el camino de regreso, 5 kms. si considero hasta el alojamiento.  ¡Uff! Llegué a las 19 hrs., con un récord de temporada de 20 kms. caminados (el día anterior había hecho 16 k.solamente,🚶‍♀️). Una rápida ducha fría para recuperar la energía y una rica once con yoghurt, galletas y una lemon bien helada.  
     Día siguiente: ¡partiendo! De Neltume a Panguipulli y de Pangui a LANCO. ¡Apenas había estado tres noches sola! Llegué a tiempo de almorzar un rico salmón con porotos y crema de champiñones, más ensalada de lechugas. Un buen vaso de un rico vino 🍷, más postre de castañas en conserva. ¡Todo delicioso preparado por la anfitriona! Esa tarde fui a visitar a mi ex compañera de trabajo del LCHG de Lanco, la querida Glady Ríos.  Luego de compartir un ☕ con galletas y de ponernos al día en relación a nuestras vidas, regresé a casa de Marcela, donde se celebraría una junta de las cuatro mujeres más bellas y divertidas: nosotras (dejando en claro que falta una, pues somos cinco, 😂). Una parrillada de manos de la dueña de casa, con  papas, ensalada y algo líquido para no atorarse, 😅, fue de lo que dimos cuenta en unas horas. Obvio, no podía faltar el Ramazzotti, casi transformado en trago representativo del grupo. Siendo ya la medianoche pasada, terminamos el evento, pues, al menos dos de las participantes, debían trabajar temprano al día siguiente.  
    Me quedé hasta después del almuerzo en la Muy Noble y Leal ciudad de Lanco, 😉 , no porque se me pegaran las sábanas, sino porque quise retribuir, al menos con la preparación del almuerzo, a tanta atención y cariño. Me dediqué a preparar unas pastas rellenas, con los elementos básicos de los que disponía, y así y todo, los ravioles quedaron bastante bien. La anfitriona  dijo más que eso, pero como soy modesta me lo guardo,😊😇. Unas pastas simples, sin relleno, secadas al sol matinal, quedaron para consumo de la dueña de casa. Esa misma tarde abandoné Lanco para llegar a Valdivia, y de allí a LA UNION, próximo destino.  
    Arribé a La Unión a las 18,25 hrs.de ese día jueves. Allí, en el flamante terminal de buses, estaba esperándome mi hermana. Además de visitarla, nos movía el objetivo de encontrarnos con uno o más de nuestros hermanos. Al día siguiente, era el cumpleaños de nuestro padre y nos habíamos puesto de acuerdo en encontrarnos los que pudiéramos, como por muchos años lo hicimos cuando nuestros progenitores estuvieron  con vida. Por ello, el día Sábado 8 partimos a VALDIVIA, único lugar donde podríamos encontrarlos, simbólicamente, en la actualidad. Llegamos a la capital de la Región de Los Ríos, compramos flores y llegamos hasta el Parque Cementerio.  Además de nuestros padres, allí también yace nuestro querido hermano Ernesto, que en marzo pasado sucumbiera ante una enfermedad demoledora. Mientras hacíamos esto en representación de la familia, nuestro hermano Luis (Lucho para los amigos, 😉) se acercaba a la ciudad habiendo salido de Coronel esa misma mañana. Nos encontramos con él y Carmen en la Costanera y, ya siendo hora de almorzar, nos dirigimos a la Feria Gastronómica de Niebla.  
    Fue un entretenido fin de semana en familia. Conversamos de un cuanto hay, con la ventaja que todos estábamos alojando en casa de nuestra hermana Gladys. Aprovechamos de recorrer en esos días lugares archiconocidos por todos nosotros, pero no por ello menos queridos. Lago Ranco, Llifén, Futrono, Puerto Nuevo, localidad en que los tres pasamos nuestra infancia cuando nuestro padre era funcionario en el Retén de Carabineros. El último día juntos, los tres hermanos nos fuimos al balneario de Coique a darnos unos buenos chapuzones, los primeros en forma de la temporada. Fue una grata tarde bajo un sol con pocas nubes y muchos bañistas de todas las edades. Esa noche cerramos la jornada del encuentro tratando de recordar cómo era la ciudad en que vivimos parte de la infancia, la adolescencia, juventud y demás, según la fecha en que emigramos o no lo hicimos, como es el caso de mi hermana. Con pesar, debo decir, que la que menos se acordaba de dueños de construcciones emblemáticas unioninas fui yo, en tanto, quien recordaba casas y residentes con detalle fue nuestra cuñada Carmen. Como atenuante, Sr.Juez, los Álvarez-Saldaña presentes, deben señalar que no llegaron a vivir a La Unión sino hasta el año 1969, cuando ya éramos adolescentes de 14, 15 y 17 años, 😊😉. También hicimos un recordatorio pormenorizado de los profesores que tuvimos en el Liceo, de algunos compañeros, de los que siguen vivos y de los que han partido, etc. ¡Todo un conversatorio para finalizar nuestro encuentro! Eran pasadas las 2 de la madrugada cuando decidimos acostarnos. Al día siguiente -hoy- las visitas abandonarían la ciudad unionina, lo que hicimos en jornada matinal. 
   Mi hermano ya hace unas horas que está en Coronel, mientras yo aún estoy en Valdivia. Recorrí parte de esta bella ciudad, sede de mi vida universitaria, hasta hace un par de horas. Ahora escribo mientras espero la hora en que el bus me llevará de regreso a mi palacio, ubicado en la heroica ciudad de Rancagua. El clima ha variado completamente  en relación al día de ayer. Nubes oscuras y amenazantes cubren la ciudad, la que seguramente será lavada por la lluvia en unas horas más. Así y todo me dio gusto caminar por las calles céntricas de siempre y llegar hasta el Terminal luego de caminar por la Costanera, paseo obligado y necesario cada vez que visito esta hermosa urbe. Regreso a casa más que ahíta de cariño, afecto, gestos amistosos, respuestas amables, momentos y risas compartidos con amigas y parte de la familia. ¡Han sido dos semanas inolvidables y nutritivas, que sólo resta por agradecer a sus causantes! Hasta pronto.






lunes, 4 de diciembre de 2023

Aventuras extremas...

 

   Dicen -yo también ya lo he dicho- que es mejor tener amigos que plata. Y sigo pensando aquello, en estos días más que nunca. Buenas amigas en Rancagua, en Machalí, Coínco, en Lanco, Valdivia, Talca, Chiloé (ojalá no me olvide de nadie, 🧐). Los días que he pasado en compañía de personas queridas por elección han sido fantásticos. Ya les he contado de las peripecias en Rancagua, Santiago y en el viaje de regreso a la gran ciudad de Lanco. También  di abundante cuenta de lo vivido en la aventura a la Cascada Mili-Mili. Ahora van algunas infidencias de un encuentro en una casa blanca a orillas de carretera, un viaje a Cinépolis de Temuco, el recorrido por el Parque Conguillío, la búsqueda del Lago Pellaifa que se nos movía del mapa y la llegada a Coñaripe. 
  El último día de noviembre fue una jornada más tranquila...para algunas. Mientras unas trabajaban en el Liceo o en su "pensión", yo me dedicaba a cocinar, para corresponder, aunque sea en una mínima parte, las atenciones recibidas. Mi plato estrella, según mi anfitriona, es el salmón a la plancha -o sartén- con salsa de champiñones. ¡Mmm! Eso fue precisamente lo que preparé para cerrar noviembre y empezar diciembre. Pero el acompañamiento era nuevo, especialmente para la dueña de casa, que se arriesgó al comprar un par de 🍆 🍆. Yo debía cocinarlas porque ella nunca ha preparado ni probado en su casa este extraordinario producto. El primer día decidí osadamente utilizar la freidora de aire para aquello, aparato que personalmente no había utilizado nunca y del cual recibí un curso intensivo de menos de un minuto, 😂. ¡Vamos que se puede! Había visto las papas "fritas" que hizo Marcela el día anterior en el mismo aparatito, así que ya me consideraba una entendida. Tenía todo cronometrado, para que cuando llegué la patrona, su nana peruana, 😂, le tuviera todo listo para servir, sin que hubiera nada frío ni recocido. El postre fue el primero en la mesa (unas castañas en conserva para la patroncita y un tutifruti para la cocinera, pues no había más castañas,🤭), luego, la ensalada (de lechugas con aceitunas). Las porciones de salmón comenzaron a caer a la sartén de dos en dos y las berenjenas picadas como papas fritas ya estaban al interior de la freidora pero ésta no funcionaba. Me había olvidado averiguar el detallito de cómo echar a andar el artefacto, 😂. Mandé un SOS a través del wsp con foto y todo, pero no recibía la respuesta que esperaba y faltaba menos de media hora para la llegada de la comensal de honor. ¡Uff! Al fin pude solucionar el problema con sólo mi capacidad intelectiva. ¡Aplausos para mí! Bien, dejé cocer las berenjenas 🍆 lo suficiente, pero, al final del proceso me encontré con el problema de que no tenían una gracia. Claro, cuando yo las freía en aceite, además de que absorbían todo el aceite que podían, quedaban ricas, como todo lo frito. Pero en una freidora de aire sin aceite cero gracia. "¿Qué  hago?", me pregunté. "Marce no ha comido berenjenas (salvo unas en vinagre y aceite que probó en palacio) y no le voy a hacer comer éstas que están más desabridas que..." (completen l'oración como quieran). "A ver, a ver, ¿cómo  las aliño?". Apareció  el chef que todas llevamos dentro y les eché sal, limón, cilantro y aceite de oliva. ¡Resultado, espectacular 👌! El almuerzo lo complementamos con un buen vaso de vino blanco Casillero del Diablo (para la nana, pues la patrona debía volver a trabajar, 😜) y todo estuvo perfecto. Satisfecha de  solucionar el doble impass y tener una nueva receta berenjenística, 😂 😂 😂.    
     A las 15,30 nos juntamos todas (las 4) en el Hospital de Lanco. Propósito: aplicarse un refuerzo de la vacuna contra el Covid que ha estado aumentando su presencia. Todas lograron su objetivo, menos yo, 😷🥴.Sucedía que era obligatorio que hubiera transcurrido UN año luego de la última vacuna y, en mi caso, había sido vacunada el 1 de diciembre de 2022, así que faltaba 1 día, 😂 😂, ¡plop! La única ventaja sobre mis amigas fue que yo no tendría restricciones en la bebida, pues no estaría vacunada, 😜. Así que, a las 19 horas, cuando fuimos a casa de nuestra amiga Adda (sólo Marcela y yo), no le hice ascos al rico borgoña que tenia preparado la anfitriona de la casa blanca a orillas de carretera, 😂.   
    Como en cada ocasión,  nuestra común amiga se lució, no porque le guste aquello (🤔,no la creo tan modesta en todo caso), sino porque atiende de la mejor manera a quienes aprecia. Además que ella misma lo ha dicho, nos consta. Nos tenía preparada una cena en toda regla, con cuya entrada nosotros mostramos la "chala". Bueno, al menos yo. Pensé que era jaiba lo que en realidad era centolla y rebajé al nivel de "choritos" a las ostras, 🤯😳🥺. ¡Qué  poco roce mostré, realmente! ¡Una vergüenza! 😩😫. Por suerte que el asado era sólo de jabalí y no de wagyú o ciervo, 😂. Más encima con varias y ricas papas, 😂. Fue una cena de mantel largo, que se completó con kucken de nuez y de frambuesas, unas delikatessen que ya había probado de sus manos. Todo acompañado de varios vasos de borgoña, 🍷🍷🍷¡Suerte que no me había vacunado! 😂. A la hora de Cenicientas volvimos a casa de Marcela, porque ésta y Adda tenían  que laborar al día y mes siguiente. Como comprenderán ustedes, no sólo degustamos deliciosos platos y preparaciones. También batimos bastante la lengua, 😛, uno de nuestros deportes favoritos, a falta de otros, 😂. No hubo conocido que no pelamos, jajaja🤣😅. Y luego empezaron las confidencias y confesiones personales. ¡Uhhh, si supieran! 😱😳. Obvio, que no puedo compartirlos, porque son secretos, 😉. Aunque, ahora que lo pienso, no sé si alguien grabó algo. ¡Upps! Si es así, espero no se filtren como otros audios, 🥺. ¡Gracias,  Adda, por tu cariño!   

    ¡Día  Viernes, nadie se enoja! Luego de almorzar salmón con puré de berenjenas 🍆  con la segunda y última 🍆  comprada, nos dirigimos con Marcela a Temuco. Objetivo: llegar a una sala de cine para disfrutar de la película NAPOLEÓN antes de que la saquen de cartelera, lo que debe haber sucedido al día siguiente que fuimos  porque había muy poca gente en la función a la que asistimos. Filme bastante largo (dos horas 38 minutos), con una extraordinaria puesta en escena y ambientación  de época y una excelente actuación de Joaquín Phoenix. Ya sabíamos de algunos errores históricos, pero, según entiendo, son los menos. También pudimos comprobar que hay unas escenas muy crudas y otras, sexuales, muy explícitas, todo depende de los espectadores. Sumando y restando, es una película absoluta recomendable... Primer día de diciembre terminado con éxito. Esa noche nos acostamos más temprano que otras veces pues había cansancio acumulado.  

    Sábado dos:  iniciamos la actividad especial del día pasadas las 10. Por la carretera 5 sur nos dirigimos hacia la ciudad FREIRE, donde ingresaríamos para acceder a la ruta que nos llevaría al Parque Conguillío. El trayecto fue sensacional, como todos los que hemos recorrido estos días, plenos de naturaleza. Han sido jornadas matizadas de verde y amarillo, con cielos parciales o despejados.  Al llegar a MELIPEUCO, lugar que yo no conocía, nos detuvimos un rato. El Volcán Llaima se veía en todo su esplendor. ¡Una maravilla! 

   

   Al ingresar al Parque, una vez hecho el trámite de comprar entrada vía Internet, pudimos apreciar el Volcán Llaima y Sierra Nevada con bastante nieve. Primero incursionamos en el terreno invadido por la escoria dejada por la lava de las últimas erupciones del Volcán, en tanto que la primera detención la realizamos en la Laguna Verde, hermoso paraje de color verde azulado. Seguimos la ruta hasta llegar al bosque, que nos condujo a otra Laguna, la Arcoiris. Continuamos recorriendo, encontramos letreros señalizando la Casa del Colono, pero llegamos demasiado tarde: esta se había destruido el 2022. Hacía mucho frío en el lugar, 8 grados apenas. Pronto descubrimos unos servicios muy oportunos, de los cuales hicimos uso. Aparecieron las araucarias en todo su esplendor y señorío en la ruta que recorrimos por un rato más, hasta que ya no pudimos seguir. El auto casi queda enterrado en tierra poco firme. ¡Vuelta con retroceso! Tomamos otra vía, que nos llevó, caminando hasta el Lago Conguillío, lugar amplio donde había locales comerciales y una ancha playa, aunque no muy larga, pero si lo suficientemente  atractiva para llegar hasta allá y, en tiempo de verano, tomar sol y bañarse. Por el momento vimos unas personas pescando al interior del lago.   
   Al regresar hasta el vehículo, volví a descubrir numerosas plantitas de frutillas silvestres. Ya había visto una gran cantidad en otro sector y no faltó quien me hizo un guiño, 😜 . Hasta me pareció escuchar que se quejaban de frío.  Cerré mi mente y mi corazón a esos cantos de sirena. Yo, como Ulises, vencí la tentación...al menos la primera vez. Luego de volver desde el Lago hacia el troncomóvil, de nuevo el canto sireneico llegó a mis oídos, con más intensidad e insistencia. No pude resistir. Debería haberme tapado los oídos con cera como hizo Ulises con sus hombres. Esperemos que las "sirenas" de mi anfitriona den fruto, así como la (una) que yo me llevaré hasta Rancagua también.  

   Luego de conocer el Lago Conguillío iniciamos el regreso, pasando por Melipeuco, Cunco y otras pequeñas localidades. Estuvimos en Lanco pasadas las 20 horas, cuando aún era de día. Un café, algo para la sed y el hambre y a acostarse. El día siguiente yo me iría a Coñaripe los boletos, sin boleto, claro, porque mi amiga iría a dejarme. Así, cualquiera viaja de un lado a otro,😘.   

    A las 11,15 ya estábamos en COÑARIPE. Ya instalada en una cabaña compartida (😒), fuimos a recorrer un poco la ciudad y luego de almorzar un consomé y una riquísima empanada de queso-camarón con bebida (🥴), de comprar varios kilos de papas a 800 pesos el kilogramo (yo, unas frutas), nos fuimos a buscar el Lago Pellaifa. En la mañana, mientras hacíamos hora para llegar al hospedaje, habíamos encontrado el río, pero nos faltaba el lago. Seguimos indicaciones de la española del GPS y algo nos ayudó. Igualmente anduvimos perdiéndonos y casi quedando con el vehículo imposibilitado de continuar en una cuesta con "eventos" y ripio suelto. Pero, al fin, llegamos, a la misma parte donde el año 2021 habíamos estado con mi familia, con la gran diferencia que esta vez la cuesta de acceso al lago estaba más resbalosa porque había mayor cantidad de barro. Logramos bajar a duras penas en la parte final, con evidente peligro de caernos y quedar enterradas en el fango. Sin embargo, logramos bajar indemnes y subir, después, sin problemas. Un poco antes de las 16 horas nos separamos y mientras Marcela regresaba a su hogar, yo iba hasta el hospedaje y, luego, salía a caminar a orillas del Lago Calafquén en Coñaripe. Un nuevo día había terminado. 

    Hasta pronto, que la aventura aún no se acaba.  








domingo, 3 de diciembre de 2023

Seguimos gozando...

 

  El 28 nos levantamos un poquito más tarde. Aún tenía día libre mi anfitriona, por lo que decidió preparar su plato estrella: lomo saltado, que yo, habiendo ido varias veces a Perú, no había probado. ¡Exquisito! Estrella Michelín para ella. Seguro que con este premio virtual, que no tiene ningún valor monetario porque quién soy yo para otorgar premios, 😂, igual mi amiga queda contenta (las cosas que hay que hacer por los amigos, 😉). Hablando en serio, la preparación estuvo deliciosa. Trataré de replicarla en palacio, 😊🤞.  
   La tarde del mismo día la aprovechamos a concho, en grupo. Las mismas bellezas viajeras nos dirigimos por la ruta a Panguipulli, doblando a la altura de Huellahue para pasar por Coñaripe, Pucura y llegar hasta un sector donde acceder a la casi desconocida Cascada Mili-Mili y al Mirador Ruca-Klen. El trayecto fue tan hermoso como todos los caminos secundarios de ésta y otras regiones sureñas. Mucha vegetación, cerros, animales, subidas-bajadas y curvas, que hacen de cada tramo una hermosa sorpresa. Y todo ello, en algunos kilómetros, bordeando más de algún lago. 

   El camino no fue directo a la Cascada, pues tomamos (¡salud!, 😂) una ruta equivocada por unos kilómetros, que nos llevó, ¡bravo!, al sector de CALAFQUÉN, que yo no conocía. Estuvimos un rato en la playa, conversando, mis amigas acordándose de otras visitas a esta playa en tiempos pretéritos, mientras yo captaba parte del paisaje. Una vez que nos alejamos de allí, esta vez sí hacia nuestro verdadero destino, pasando, antes, por PUCURA, una playa que fotografiamos al regreso, ubicada muy cerca de COÑARIPE 

    Antes de llegar a la Cascada nos fuimos al Mirador Ruca Klen por un camino secundario y de ripio, con subidas, vueltas y rodeado de árboles. Bonito trayecto, que si le preguntáramos al vehículo no sé si diría lo mismo, 😂. Además, bastantes casas, muchas de ellas nuevas, lo que da cuenta del aumento de residentes en muchos sectores de la zona sur de nuestro país.  Llegamos a un cerco metálico de color verde, que anunciaba que por allí se accedía al Mirador. Obvio, había que pagar. Según la señora que nos dio las indicaciones para subir, se podía ir en auto. Partimos y no llegamos más allá de unos 50 metros. ¡Todas abajo! Había que subir caminando. Una se quedó a mitad de camino, sentada sobre una piedra, en calidad de estacionada. Al regreso la pasaríamos a buscar. No subimos mucho más. Desde arriba, en una planicie sin nada de equipamiento e indicaciones, se veía un lago con algunas islas. Bonita vista, sin duda, pero los dueños del terreno se ganaban el importe sin ningún esfuerzo ni inversión. En fin, el que puede puede... 

    Bajamos, salimos del terreno, sin que siquiera un can nos ladrara a manera de despedida y nos dirigimos a la Cascada Mili-Mili. Nuevo portón que abrir luego de pagar la entrada.  No se veía nada a simple vista. A unos 150 metros estaba la bajada al riachuelo que se formaba de la Cascada y cuyo cauce corría impetuoso. Caminamos trescientos metros en penumbras, pues había paredes rocosas y vegetales por ambos lados. Pasamos por varios puentecillos y tablones, incluso troncos de árboles.  Era una verdadera aventura extrema, hasta que llegamos a la Cascada, que, desde unos 10 metros, lanzaba una enorme cantidad de agua. 

    Numerosas selfies 🤳, fotografías grupales e individuales quedaron grabadas en nuestros celulares y más de un video. Luego de estar un tanto mojadas por el agua saltarina, hicimos el camino de regreso a la superficie sin ningún contratiempo. Bebimos h2o, un par se fumó su pito y luego procedimos a iniciar el regreso, deteniéndonos breves instantes en Pucura y en Licanray, para llegar cerca de las 21 horas a Lanco y a casa de nuestra amiga Lidia, que nos ofreció una rica once con asado de cordero, 😋,
y parece que algún tragullo, 😂.Terminamos ese día divirtiéndonos con unos fotomontajes, en que las cuatro, cual deportistas consumadas, colgábamos con una mano de varios elementos en altura, 💪💪😆🤣😂. Al día siguiente había que trabajar, al menos dos de nosotros, así que a una hora prudente, casi las 24, 🙈,  nos fuimos a casa. El jueves estaba a la vuelta de la esquina y había que descansar. Hasta pronto.