miércoles, 1 de junio de 2016

Sólo un paréntesis...


  Sólo fue un paréntesis, la verdad, aunque haya durado más de lo presupuestado. Me corrijo: no había presupuestado nada al respecto. Simplemente me dejé llevar  por el deseo.
- ¡Guauu! Amiga mía! Esto se parece a unas Confesiones tipo Triple X.
- ¡Cierto!  ¡Jajaja! Claro que sí, sacado de contexto. Entendido así, erróneamente,  habría que ponerle como titular  "Confesiones íntimas de doña Principessa". 
- ¿Lo has pasado bien en estas semanas de silencio ...y de "dejarte llevar por el deseo", como dijiste? Porque la verdad, no veo ninguna huella para poder deducir si ha sido así o no...
- ¿Huellas? ¿La "vida loca" deja indicios? 
- ¡Claro que sí! Una sonrisa de oreja a oreja, el cutis más terso (dicen, jajaja), el ansia en la mirada (parece letra de tango), el cabello revuelto y desordenado, el caminar más ligero...y otros más....
- ¡Tranquilein! Debo puntualizarle que los "deseos" humanos pueden ser múltiples y los que, en mi caso,  me llevaron a un torbellino de veinte días aproximadamente, no fueron los que usted, maliciosamente ha supuesto...
   ¡No, pues! Mi estirpe no me permitiría jamás- nunca caer en un vórtice de sensualidad y sexo. Hay normas del buen comportamiento, valores internalizados, imagen que cuidar, riesgos a los que uno no se debe exponer si  tiene dos dedos de frente...
   ¡Humm! ¿Esos "dos dedos de frente" desde dónde hasta dónde se medirán? En el caso de las personas calvas, no hay problema. Tienen una ventaja comparativa en relación a este sesudo enigma, pero los pelucones, si quieren cumplir con esta condición, literalmente se entiende, no a todos'les alcanzaría la frente que natura les dio. ¿De dónde habrá surgido esta expresión? ¿Tendrá la misma antigüedad de los primeros homínidos descubiertos? Porque , al parecer, la frasecita hace alusión a la menor capacidad intelectual de nuestros antepasados, cuya frente no era que digamos muy despejada. Al contrario, creo que era más bien difícil distinguir el final de las cejas y el comienzo del cabello, por lo que no quedaba espacio realmente para una frente aunque sea para que la gente no pele (digo yo).
   Después de estas profundas disquisiciones, vuelvo a lo central. 
    Estuve sumergida durante tres semanas en una especie de Triángulo de la Bermudas que me engulló, metafóricamente hablando. En estos días no hice más que preparar mis clases, trabajar, alimentarme y ....LEER. Rato libre que tenía lo dedicaba a volver al siglo XVIII para seguir las vicisitudes  de la vida de los personajes de la saga de ocho tomos de Diana Gabaldón.  El lunes, a las 7 y tanto de la mañana, logré terminar el último volumen y quedar  definitivamente tranquila y relajada. ¡Ya estaban todos están en casa, a salvo, con sus seres queridos! 
- ¡Humm! ¡Eso era! Pensé que había algo más interesante en tu vida, Principessa. Algo así como una aventurilla un tanto tránsfuga o pecaminosa.
- ¡Jajaja! ¡De ninguna manera! Aún en plena juventud (jajaja, hoy precisamente estoy cumpliendo un año más), ya no estoy para decisiones irreflexivas y arriesgadas..., sobre todo si no aportan mucho como experiencia positiva.
    En estos días, anduve entre bosques y montañas, entre lagos y pantanos, bajo un sol abrasador, soportando el frío, el viento y la nieve otras veces. Anduve escondida en algunas esquinas, con el sabor del miedo en la garganta y el corazón latiendo a cien por hora, mientras repetía mentalmente algunos conjuros de buena suerte, cruzando los dedos de las manos ...y de los pies (jajaja). Todo ello, por mis queridos amigos-ficticios (no imaginarios, que quede claro, aún no llego a ese extremo).
   Ahora, he quedado como casa deshabitada, casi como perro sin hogar ni amo. He estado como en ascuas, sin ver el rumbo. No obstante, esta bajada del telón en la vida de mis amigos-literarios me ha permitido valorar la enorme compañía que un libro (más bien ocho) puede entregar a las personas que saben valorarlos. 
   Está terminando el día. Hoy he estado chispeante y energética, sin necesidad de ningún elemento externo. He recibido el saludo de los más cercanos, es decir, de quienes valoran la importancia de la palabra y del gesto por sobre el compromiso vacío. Sin duda, ha habido silencios no esperados, pero sí intuidos. La vida tiene de todo y hay que prepararse para aquello. Los cariños y las fidelidades son cambiantes, como el ser humano, y quien no acepte aquello, está perdido/a. En mi caso, felizmente, la brújula sigue funcionando. ¡Buona sera!

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