jueves, 3 de marzo de 2016

Verdades ocultas...


  Desde el comienzo, les aviso que esto no es una confesión. No voy a sacar a la luz mis más recónditos secretos. ¡No, aún no! 
  Lo que voy a hacer es escribir acerca de verdades ocultas por el sistema: por el Estado, por la Iglesia, por las Fuerzas Armadas.  Pero no os preocupéis: no voy a hacer una crítica personal  y a levantar pancartas contra estos gigantes (no me serviría de nada). ¡Tampoco voy a hacer humor contingente! Sólo voy a comentar las verdades ocultas que muestran una película y dos libros leídos (por el momento)
 
  Spotlight o Primera Plana, film ganador del Premio Oscar 2016 a la Mejor Película.
  Cuando, luego de acceder virtualmente a la cartelera del Cinemark porque tenía ganas de ir a disfrutar la pantalla grande, veo que se estrena la ganadora del Oscar a Mejor Película ...¡¡año 2016!! , es decir, lo que recién se había sabido el domingo, no dudé dos veces y procedí a comprar una entrada on line. Me dije, "así me ahorro la tremenda cola, ¡Bravo!" Yo era la primera que compraba un ticket (jajaja). Imprimí el voucher y lo dejé a mano, para cuando fuera el momento de partir al Open Plaza. La función era a las 21,30, pero no me hice problemas por el horario (además, era la única función del día, no me quedaba otra) por la cercanía, apenas una cuadra. 
  A las 21,10 estaba lista para salir. Busqué  mi comprobante y no lo encontré. Me acordé que en un momento de la tarde en que abrí la puerta de entrada del palacio, debido a la corriente de aire que se forma, sentí "volar" algún papel. Empecé a mover sillones, encontrando más de algún objeto perdido bajo los sillones  y bastante basura, pero no lo que necesitaba. Casi estaba por "dentrar" en pánico, cuando se me ocurrió buscar  sobre la impresora: ahí estaba, boca abajo (el comprobante, no yo ni la impresora, jajaja). ¡Ufff!
   Ingresé a la sala a las 21,20. ¡Sólo había una par de personas, una pareja, que se había ubicado en la última fila! ( yo compro siempre en la penúltima) ... No me creerán pero no fuimos más de 10 los espectadores. ¡Y era la película triunfadora de la reciente entrega de las estatuillas más codiciadas del séptimo arte en el mundo! ¡Increíble! 
   En Soptlight o Primera Plana se presenta la investigación de un equipo de periodistas de una sección del Globe de la ciudad de Boston, acerca de la denuncia de abusos sexuales en contra de niños por parte de algunos sacerdotes, situación que habría estado, durante años, en conocimiento del Cardenal y que habría sido acallada por los poderes fácticos. Sólo la llegada de un nuevo Jefe en el periódico, le da el impulso a una investigación en regla de esta situación, que de tres o cuatro nombres iniciales, alcanza a un número de 87 sacerdotes... sólo en esa ciudad. 
   El gran mérito del film es presentar todo el trabajo que realizaron los periodistas del Boston Globe (año 2001) para "destapar" el escándalo de los abusos sexuales de numerosos sacerdotes de la ciudad, desde entrevistar a abogados defensores de víctimas, abogados de la Iglesia Católica, víctimas, sacerdotes y otra serie de informantes, con los consiguientes tropiezos, amenazas, obstáculos, advertencias, descréditos, hasta lograr su objetivo: que una fuente confirmara la gran cantidad de abusadores denunciados, defendidos y "trasladados"  por la institución eclesiástica. El argumento de las Autoridades y de las Conspicuas Personalidades para seguir defendiendo lo indefendible decía relación con el tremendo  aporte de la Iglesia a la ciudad,  la gran cantidad de Católicos y Católicas pudientes, la estabilidad social y espiritual, "total, sólo eran unos casos aislados", etcetc...Y de corolario, al finalizar la película, una larguísima lista de los lugares y países en que se ha comprobado el abuso sexual de religiosos. Alcancé a divisar, "Quilicura, Chile" (el Cura Tato). 
   Y aunque en la película chilena El bosque de Karadima la historia se presenta desde la perspectiva de las víctimas, ella es una muestra más de lo difícil que es que la verdad logre imponerse en las cúpulas del poder, sea éste de cualquier tipo. 
   Voces de Chérnobil, Crónica del futuro -tal como la llama ella- de la escritora bielorrusa Svetlana Alexievich, ganadora del Premio Nobel de Literatura 2015
   Una verdad oculta, en sus inicios y desarrollo,  al mundo y a las propias víctimas. Una tremenda crónica que presenta testimonios desgarradores de víctimas de la mayor catástrofe nuclear mundial, ocurrida el 26 de abril de 1986: de esposas, madres, campesinos, niños, médicos, soldados, militantes del propio PC de la U.R.S.S. y muchas más. En una investigación que le llevó 20 años, la periodista y escritora bielorrusa  da a conocer al mundo de qué manera el Gobierno Soviético, haciendo uso de una política de Estado, ocultó y minimizó, a sus compatriotas y al mundo entero, las gravísimas consecuencias de esta catástrofe, que cercenó la vida de mucha gente y que ha cambiado, para mal, la de mucha otra, gente que seguirá necesitando generaciones para contrarrestar los efectos de este desastre (aumento explosivo del cáncer, disminución de las expectativas de vida de sus habitantes, múltiples malformaciones genéticas, incremento de la mortalidad a todo nivel, numerosas ciudades sepultadas y abandonadas, etc.). Y lo terrible también es que la amenaza del Reactor Nuclear, cual espada de Damocles, sigue latente, no sólo en ese sector de la Tierra, sino en todo el planeta, pues el "sarcófago" que se construyó (a costa de la dolorosa muerte de muchos) para evitar que el reactor siga enviando radiación al exterior, tiene numerosas grietas. Junto con ello,  los radionúclidos liberados por la explosión  han invadido nuestro mundo por los siglos de los siglos. Los científicos calculan que la Explosión Atómica  en Chérnobil equivalió a 350 veces lo que se hizo estallar en Hiroshima y Nagasaki. 
   Un libro que no permite soslayar el problema, ni mirar para otro lado. No está lejos, nos toca (ya el 5 y 6 de mayo de 1986 la radiación había llegado a los Estados Unidos y a Canadá). Por tanto, fue y es un problema global. ¿Será una de las causas del Cambio Climático? Es probable. 
  Por último...
¿Quién mató a Palomino Molero?
    Siete soles, ¡¡sólo 7 soles me costó este libro de Mario Vargas Llosa!! (Premio Nobel de Literatura año 2010). ¡El equivalente a 1.400 pesos chilenos! Ya les había dicho anteriormente que los peruanos son los reyes de la copia y  del pirateo. Como Judas: venden a su Premio Nobel por siete soles (justo un kilo de lentejas, jajaja). En todo caso, acá en Chile no lo hacemos mejor y habemos personas, muchas, que pagamos las "lentejas" sin mayores problemas de conciencia. 
   Interesante y entretenida novela de Vargas Llosa, aunque más que por el tema, por el monstruoso asesinato de un joven aviador, punto de partida del relato, que fue un hecho real, cuyo esclarecimiento no llegó nunca; al contrario, fue silenciado por los organismos oficiales correspondientes. 
   El hecho que motiva la historia es real, pero la resolución es parte de la trama novelesca, que sindica como responsables a miembros de alto rango de la rama aeronáutica,  lo que no resulta descabellado toda vez que sucedió en tiempos de la Dictadura Militar en Perú (el mismo autor señala el contexto del crimen y el "misterio" con que se actuó al respecto). Y esto no es ajeno, para nada,  a lo sucedió también en nuestro propio país. 
   Me gusta mucho el estilo de Vargas Llosa; ya me gustaban sus novelas antes de que obtuviera el Nobel. Tengo varios libros de él y realmente los he disfrutado. En muchos de ellos presenta personajes de pueblo, con muchas carencias económicas y académicas, pero poseedores de mucha sabiduría popular: campesinos, oficinistas, policías, jornaleros, dueños de cantinas, estafadores, delincuentes, prostitutas, etc. Es un mundo desconocido para muchos, que es presentado casi como en una fotografía panorámica. 
   Esta capacidad para retratar personajes y ambientes me recuerda a nuestro Hernán Rivera Leletier, salvando las distancias, por supuesto. 
....
  Hay varios tipos de silencio. Por el momento, sólo quiero referirme a éstos: el silencio nutritivo-y-creador, el silencio cómplice y el silencio culpable.
  He experimentado los tres,  pero me quedo con el primero, con el positivo, con el que te permite mirarte hacia adentro y juzgarte si es necesario, el que te permite desdoblarte y observarte desde lejos, prescindiendo de la emoción y de la autocomplacencia; el que te da la posibilidad y la tranquilidad para crear, para analizar, para profundizar; éste es el que te trae el descanso y el equilibrio requerido para seguir adelante  en el día a día. 
  Al segundo silencio trato de esquivarlo. No siempre es fácil. Sin embargo, ya no me dominan ciertos temores que hacen de él una estrategia de sobrevivencia (no hay mucho con qué chantajearme), por lo que estoy en mejor posición que muchos y muchas que por el trabajo, por los hijos, por la familia, por la fama, por miedo a la soledad, pudieran transformarse en integrantes de este club. 
  El silencio culpable es el más peligroso, en comparacíón con el anterior, sobre todo si se relaciona con sentimientos y afectos. Dejando de lado el silencio culpable de los delincuentes y personas malévolas, aquí me refiero a ese silencio que, sin delinquir desde una perspectiva legal-penal,  destruye o socava la vida de otros. Callar y ocultar verdades, no reconocer situaciones o acciones, mentir y engañar son claros ejemplos. 
   De estos últimos silencios nos hablan las obras mencionadas. ¿Para qué si son sabidos y conocidos?, dirían algunos.  Sin duda, no es para recordar el horror con un afán morboso y esnob,  sino para evitar que se repitan, porque la memoria requiere ser ayudada y removida cada cierto tiempo, para que el polvo del olvido y de la enajenación colectiva no nos absorba. 
  "¡Te fuiste en la profunda!", me diría Mirella. Cierto, pero es necesario cada cierto tiempo, aunque no siempre se cuente con salvavidas. De otra manera, se puede uno dejar succionar por la fuerza centrípeta de la vida farandulera o de la comidilla cotidiana. 
- ¡Qué la Fuerza te acompañe, amiga mía, en este mundo y en el otro! 
- ...¡Y que los dioses me sean benévolos, my friend! Jajaja. ¡Hasta la próxima!

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