miércoles, 20 de noviembre de 2024

Mendoza tours...

   

  A primera hora del tercer día en la ciudad mendocina, resucitada después de una breve noche de descanso, ya estaba en las puertas del edificio donde alojaba, esperando la "camioneta" (entiéndase furgón) que me llevaría a uno de los tours que había contratado el día anterior. Sonaba bonito y sugerente el nombre del tour, aunque no tenía claridad de lo que realmente significaba, de lo que me di cuenta en el mismo trayecto. Para mi gusto, era lo más atractivo que había encontrado. No era caro para durar un día completo, 68 mil pesos argentinos.  Claro que cuando llegáramos a un lago o algo así había unas actividades a elección y con pago extra, además del almuerzo si queríamos alimentarnos en forma. Todo bien, un poco de agua mineral en la mochila y un alfajor eran mi cocaví de sobrevivencia. Había que conservar la línea, sea ésta del ancho que sea, 😁 🤣. 

   Tour Cañón del Atuel: 

  A las 7,30 am. pasaron a buscarme. El grupo era de aprox. unos 18 turistas -todos argentinos a excepción mía-, una guía y el chofer.  Logré encontrar un asiento individual, 🤗, desde el cual pude ir registrando mediante el celular todo lo circundante de interés  para mi bella persona. Ya con eso me sentí feliz. La guía, muy simpática ella -Mary Morales-, nos iba hablando de los lugares por los que íbamos pasando, desde una perspectiva geográfica, económica, histórica, etc. Eso fue fundamental para entender dónde había ido a parar, pues, por mi parte, no había averiguado nada acerca de la zona. Fue con ella que me informé de las características del relieve de la provincia de Mendoza, de su sismisidad permanente, de la calidad de sus ríos, cantidad de lluvia, cultivos, etc. 

[ Entre paréntesis: Cuando pequeña -de edad me refiero, 😉- yo memoricé todos los Volcanes de nuestro país por zona y provincia -no había regiones en esos tiempos-. Recuerdo haberme aprendido algunos nombres que nunca se me olvidaron: Tupungato ('Mirador de estrellas') y Tupungatito. Nunca olvidé esos "divertidos" nombres, pero su ubicación se me borró completamente y no me vi en la necesidad de recordarla. Total, soy pésima para todo lo que sea ubicarme en el espacio, salvo que visite un lugar y aún así, 🙈 🙈... La cuestión  es que ahora, viendo el Volcán 🌋 Tupungato en forma permanente  en esa ruta que hicimos,  también al día siguiente,  capaz que emule a nuestro padre de la Patria -O'Higgins- y mis últimas palabras al partir de este mundo sean "¡Tupungato, Tupungatito!", 😂 😂.  Cierro paréntesis]. 

   Las tres cadenas montañosas a la distancia permanecieron a la vista por varios kilómetros de nuestro trayecto. Algo de nieve aún lucían en sus cumbres, mientras más cerca, en el valle, aparecían numerosas plantaciones de vides, de árboles frutales, de ajos. Cuando pasábamos por el lado de estos últimos nos enterábamos enseguida, por el aroma, 😂. Permanecían tapados sobre la tierra de cultivo, listos para ser retirados, como vimos haciéndolo en algún sector. Pero lo más abundante y casi omnipresentes eran las viñas, con unas mallas negras entre cada hilera, que es el sistema de protección ante el granizo, frecuente flagelo para la agricultura de la zona. Además, fue una sorpresa para mí saber y observar pozos petroleros en funcionamiento a orillas de la carretera. 
   Pasamos por varios ciudades: Luján de Cuyo, Tunuyán, San Carlos, San Rafael y otras localidades pequeñas, lo que significó un considerable recorrido por el  territorio provincial, 235 kms. aprox. en línea recta. Ya más lejos de la partida, nos vimos rodeados de vegetación autóctona, de bajo tamaño, propio de una zona semiárida. Nos detuvimos en un par de servicentros para descansar y solucionar necesidades básicas: uso de sanitarios y compra de alimentos y/o bebidas. En una de esas detenciones compramos empanadas, luego de una entusiasta recomendación de la guía. Había variedad. Yo compré una de carne en masa y de carne de chivo, 😒🥴. No me gustaron, independiente de que para los locales sean buenas. Me comí una en el lugar, la primera mencionada, que es precisamente uno de los platos que podría considerarse típico de Mendoza. Consiste en cocinar carne con verduras envuelta en masa. Aquello fue a orillas del Embalse El Nihuil, sector La Menta. 
   Ya era mediodía y habíamos recorrido 245 kms. Pronto llegamos a la entradas dell Cañón del Atuel (río principal en esa zona), que fue el lugar por donde ingresamos para recorrer el cañón, sector de conformaciones rocosas, principalmente de origen volcánico, de miles de años -tal vez millones- ubicados en profundidad con respecto a la carretera y con elevaciones  de más de 100 metros en algunos sectores. Muchas de esas rocas son de piedra caliza, en las cuales, se puede ir descubriendo diversas figuras, tales como elefantes, un búho, un astronauta, una vieja con una bolsa, una rana, monjas y monjes, a las que se agregan todas las formas que la imaginación pareidólica individual pueda vislumbrar. Nos fotografiamos frente al "Museo de cera", otras formaciones líticas, con formas redondeadas productos de la erosión, que desde lejos tenía un lejano parecido al Tesoro de Petra, Jordania.    
   Recorrimos  56 kms. por el camino de ripio existente entre el ingreso y la salida del Cañón  del Atuel, orillando las aguas de este importante y largo río, entre montañas de diverso tamaño, colorido, conformación, siguiendo las muchas curvas, subidas y bajadas del trayecto. Nos detuvimos en la Central Hidroeléctrica Nihuil 2, pasamos por una segunda central hidroeléctrica (de las 4 existentes en el cañón), hasta llegar al sector del Embalse Valle Grande. Allí, en un mirador que ofrece una vista maravillosa de este embalse, pudimos observar la formación llamada "El submarino". Obviamente hubo selfies por montones, según el gusto de cada cual. ¡Hermosas postales obtuve de aquel lugar! De allí nos trasladamos hasta la localidad de Valle Grande, a 30 kms.de la ciudad San Rafael (república independiente, según  la guía, 😁 ).  
   En Valle Grande, destino turístico imperdible, estuvimos poco más de dos horas. Además de servirnos algo para alimentarnos, teníamos la posibilidad de optar por alguna actividad alternativa: navegar en catamarán, hacer rafting o tirolesa. Yo elegí lo primero, por razones de conservación de mi bella persona. Por unos 50 minutos navegamos al interior del Embalse en un catamarán. Estuve en el piso superior un rato, pero el sol y el calor eran casi insoportables (34 grados). Fue una tranquila navegación en medio de esa masa de agua de acopio humano, rodeada de altos roqueríos. Al volver, estuvimos a orillas del Río Atuel, en la parte baja del complejo turístico, mirando pasar las balsas de los valientes que habían optado por el rafting. El río pasaba por allí con fuerza categoría 2, según nos informaron. Así y todo no era una aventura para experimentar personalmente.  
  En el viaje de regreso, ya por carretera, nos fuimos orillando el río y viendo numerosos practicantes de ese deporte acuático. Pasamos por la ciudad San Rafael, pero sólo a un parador. El camino de vuelta lo gocé a medias, pues el cansancio y el sueño me anduvieron venciendo. Así y todo, logré algunas fotografías de la luna, que en esos momentos salía a su paseo nocturno. Llegamos a la ciudad de Mendoza cerca de las 21 horas. Una ducha, alimentación,  algo de noticias, un poco de series televisivas, una copita de vino " Cordero con piel de lobo" (en lata, 🤫🤫😬; una botella no habría alcanzado a consumirla) y a acostarse, para estar en forma al día siguiente para el segundo y último tour. 

   Tour  Ruta de sabores.

   Debo señalar que no tenía pensado realizar esta salida, pues carecía de experiencia al respecto y no me atrae hacer tours para esto, pero la variedad no era mucha que digamos. El 98%, sin exagerar, de los tours ofrecidos son a bodegas de vinos, luego estaba el realizado el día anterior, otro de excursión a media y alta montaña, 🥵🥴, otro a unas termas con más🥵🥵, y éste, bastante económico -30 mil pesos-. No había nada en onda sólo histórica, que también habría sido de mi interés. Por lo tanto, me vi obligada a inscribirme en esta "pecaminosa" salida, 😂 😂. 

   Me pasaron a buscar a las 8,30 am. Éramos 13 pecadores, 10 argentinos y 3 chilenos, ¡eureka! Entre los vecinos había un grupo de 8 amigos (parejas entraditas en años, 😉) muy divertidos, que se echaban tallas a diestra y siniestra. La guía, Layla, nos iba entregando mucha información interesante. Los lugares a visitar fueron la Destilería " Hilbing Franke" en Luján de Cuyo, la Bodega Florio de vinos y aceites en Maipú y la Chocolatería "Chocolezza" en Mendoza.  

   Por suerte había desayunado, porque a las 9,30 am. ya estábamos empinando el codo, luego de asistir a una charla-recorrido por la Destilería HF donde nos explicaron el proceso de elaboración de estos licores y sus componentes. Probamos 3 tipos de gin: Malbec, Pin y Old Tom, todos de 40 grados, 🙄😬🥴🤮. Suerte que había un baldecito pequeño en cada mesa para desechar lo que no quisiéramos tomar. El corolario de esta visita fue la preparación de un trago con uno de los gin ya probados, a elección, más un trozo de fruta y mucho hielo. Yo elegí el gin malbec con pomelo. Realmente lo encontré exquisito y eso que no soy de tragos fuertes, 🤪🤪.No me lo bebí todo; lamentablemente debí desperdiciar lo restante, con lo que me cuesta poner en práctica ese verbo  -desperdiciar-, 😢😥. Luego vino la oferta y compra por  parte de varios compañeros. Yo ni siquiera averigüé los precios.  
  Desde allí nos dirigimos a la localidad de Maipú a visitar la Bodega Florio, especializada en vinos dulces y no-dulces, más aceites de oliva y aceitunas. El protocolo fue similar al de la visita anterior: ingresamos el sector de la fábrica donde había dos lagares (allí donde se muele la uva) y las máquinas de filtrado y fermentación de los mostos obtenidos, más otras partes del proceso. Luego se nos llevó a otra construcción, en la que degustamos cinco vinos, 2 dulces, un espumante y dos no-dulces. Durante la degustación me enteré de varios datos que desconocía en relación a cómo beber vinos, oxigenando el contenido de la copa -a excepción de los espumantes-, para lo cual hay que mover el contenido en movimiento circular. Los dulces hay que ingerirlos helados, así como el espumante. El vino apellidado "Patero", cuyo apelativo había visto en varios anuncios en la ciudad, es aquel producto de la uva molida con los pies, 🤭🤭. Me gustó un vino tinto Reserva Madero, pero cuando fui a ver el precio, dejó de gustarme, 🤣 🤣: costaba 19.900 pesos argentinos, no una cifra estratosférica para algunos, pero para mí sí, al menos en ese tipo de "jugos", 😂. La degustación terminó con un pequeño cono de helado, que vino -valga de reiteración- a cambiar el sabor. 

   En el trayecto de regreso a Mendoza y en camino a la Fábrica de chocolates y alfajores Chocolezza, la guía nos ilustró con bastante información histórica acerca de José de San Martín, del Ejército Libertador, del Cruce de Los Andes, del regreso de esa gesta histórica desde nuestro país, de otros aspectos de la vida del héroe, del Campamento El Plumerillo (cerca del Aeropuerto de Mendoza en la actualidad), lugar donde se preparó el ejército que el 17 de enero de 1817 partió a Chile, cruzando la Cordillera de Los Andes.  

  Para ingresar a la sala de ventas-y-fábrica de la Industria Chocolezza debimos ponernos una gorro similar a los usados para la ducha. Al interior del sector producción nos explicaron el proceso, principalmente de los alfajores, insistiendo en la calidad de los ingredientes y mostrándonos la variedad de productos.  Luego nos dieron a degustar un trocito de alfajor, algo de chocolate en rama y otro dulce a elección. Sólo ingerí el trozo de alfajor. Lo otro lo guardé en mi pote de chicles que siempre porto conmigo, porque no fui capaz de tanta dulzura, 🤮🤢. Vitrinié en las estanterías, pero todo estaba tan caro que no gasté ni un miserable billete de luca (no había nada a ese precio en todo caso, cada alfajor costaba mínimo 2 lucas) 
  Ya de regreso en el centro, pedí me dejaran cerca del Mercado Central. Allí había visto productos a precios más convenientes. El único  problema fue que ya era un poco más de las 14 horas y había cierre de los locales. ¡Upps, quedé con cuello... y con un calor tremendo!🥵 36 grados marcaba el celular. Recorrí unos locales de souvenirs cercanos y luego me fui a almorzar, donde me enfrenté a un bife de vacuno con ensalada y una cerveza Quilmes bien helada de 473 ml., 😋😋. Después de almorzar volví al mercado, compré aceite de oliva, alfajores y de allí a un supermercado que no había visitado (Vea, de Cencosud, 🤔). Mi única compra fue unas latas, de vino y cerveza, para el recuerdo, 🤣 🤣 🤣.  

   Regreso a Chile 

  Vuelta a la petición de propinas de parte de los maleteros, 😠, un trayecto tranquilo hasta llegar, pasadas las 13 horas, a la Aduana Chilena del Paso de Los Libertadores. Nos tuvieron 50 minutos esperando arriba del bus, "secuestrados", 🤣.Trámite minucioso, como siempre, que, felizmente, no me significó ninguna requisición. En resumen, estuve a las 19 horas en mi palacio, sin novedad y feliz de llegar a un clima algo más templado.

   En síntesis, puedo señalar que fue un viaje bastante interesante. Supuso para mí mucha información desconocida, valiosa y necesaria para ampliar mi bagaje personal con respecto al vecino país. No obstante, no habría sido mala idea ir con la compañía de una profesora de Historia, versada en los eventos comunes y compartidos por nuestros países, para obtener un poco más de luz en este ámbito del saber. Fue, sin duda, un corto viaje de 5 días muy enriquecedor. Nos vemos en el próximo. Hasta pronto.  












lunes, 18 de noviembre de 2024

Cruzando la cordillera...


 ...voy pa' Mendoza, 🎶 🎵... Así es, para allá íbamos cuando comencé este relato y acá estoy mientras lo sigo escribiendo. El día estaba espectacularmente despejado en Santiago de Chile, cuando a las 9.30 hrs. salíamos de la capital, corrijo, 9.37, 38, 39, 9,40. Poco puntual a decir verdad.  Se nota que es un bus internacional. Al lado, mi compañera de asiento es una joven española. Además de ella, veo a varios "gringos" como pasajeros del bus, así como una peruana, buena para "dar jugo" "todo el rato". Al entregar mi equipaje, un bolso pequeño, me sorprendió el hecho de que se me pidiera propina. Obvio, me hice la loca, 😎. El "maletero" no era chileno, sino argentino. La explicación de mi actitud dice relación con el pago de un pasaje no barato, que no justifica la petición de propinas; de ninguna manera vayan a creer que me he puesto "mano de guagua", 😂.  

   A poco de iniciar el viaje quedé sola. La española se fue a sentar unos asientos más adelante que estaban desocupados. Así que hice un trayecto solita,  🙂, salvo una media hora aprox. en que una cabrita chica se instaló como compañera. La madre, que ocupaba los dos asientos del frente, no halló nada mejor que "endilgarme" a su mañosa hija por un rato, como si no tuviera suficiente espacio.  Por supuesto, no le puse muy buena cara, 🤣.   

  Cerca de las 13 horas estuvimos en la Aduana Los Horcones, ya en territorio argentino. No fuimos fiscalizados en el lado chileno. Imagino que al regreso será a la inversa el trámite. Habíamos llegado a un terreno llano, luego de recorrer el camino en medio de la Cordillera de Los Andes y haber subido, con el esfuerzo correspondiente -del bus-, la famosa Cuesta Los Caracoles. Desde la ventana logré descubrir el hito que señalaba la Cuesta número 27, así de larga es. Me hizo recordar aquella que bajamos en enero, con Marcela y Elizabeth, en la Carretera Austral. La diferencia es que aquella cuesta no estaba pavimentada y las curvas son completamente cerradas. Esta me pareció menos peligrosa en ese sentido. Lógicamente es necesario aquello pues la cantidad de camiones de grandes dimensiones que la recorren es considerable. Tomé unas cuantas imágenes desde la altura, así como íbamos subiendo. Imagino lo bello que  debe ser este paraje en época invernal, lo bello y peligroso.

   La historia de petición de propina para los maleteros se repitió en la Aduana y al finalizar el viaje, lo que me pareció excesivo. En fin, las costumbres no son las mismas en todos los lugares. Hay otros en que también las solicitan pero nunca con tanta insistencia, exigencia ni agresividad, 🤨.  

   El trayecto de 7 horas desde Santiago a Mendoza no tuvo inconvenientes ni detenciones obligadas. Sé que en tiempos de invierno, debido al clima diferente, que incluye copiosas nevadas, suele ser bastante  complicado en ocasiones. Nosotros no tuvimos ningún  problema, pero me habría gustado ver más nieve, 😉 en lo alto del macizo andino. En Portillo, uno de los centros invernales chilenos por excelencia, se ve muy poca nieve, lo que hace que uno se llegue a preguntar si acaso la gente no exagera al maravillarse de sus bondades en invierno. Parece que tendré que venir por estos lares en temporada fría para comprobar mi impresión -que Portillo no es para tanto- o asombrarme junto a los demás.  El próximo invierno volveré. 

 Llegué al Terminal de buses de Mendoza una hora antes de lo previsto. Confirmé bien la dirección del depto. reservado para las cuatro noches en que pernoctaría y llamé un uber que me llevó al lugar, apenas a media cuadra de la Avda. San Martín, la principal de la ciudad. Un depto. básico de dos piezas, con baño y cocina minúsculos, justo lo necesario para no caminar de más al interior, 😂. Un tv, conexión a wifi, un ventilador y todo ok, por 90 dólares a cambio, lo que me pareció bastante conveniente. Es casi lo único que se puede encontrar económico  en el país hermano. La alimentación, la vestimenta y los electrodomésticos están muy caros, especialmente la vestimenta. Allí sí que hay que encariñarse con la ropa, 🤣, para qué decir de los zapatos, 🥺. Los productos alimenticios están igual o bastante más caros que acá, a excepción  de unos pocas cosas y dependiendo del lugar en que se compre. Un agua mineral con gas, de litro, por ejemplo, me costó 2 lucas en un minimarket, mientras en un supermercado una botella de soda me costó casi mil pesos. 

   Luego de instalarme en el depto., salí a comprar a un supermercado  cercano recomendado. Fue precisamente el más económico encontrado (Átomo). Por casi 6 mil pesos compré un panetone mediano, un h2o de 2 litros, una baguette, un pote de mermelada, un sachet de mayonesa, un embutido de queso de cerdo y 3 paquetes de galletas crackers, que fue mi mejor compra en todo caso. Di un par de vueltas por las cercanías y volví al alojamiento. Ya iba siendo hora de alimentarme, pues además del desayuno a las 6 am. en Rancagua, antes de salir, y un par de compotas frutales, en sachets de 90 grs., nada más había ingerido. 

   Ya duchada y lista para comer, casi caigo en la desesperación.  Me acababa de dar cuenta que de todos los enchufes habidos en el depto.  -que eran muchos-  ninguno me servía para cargar mis dispositivos electrónicos, los que ya estaban jugando los descuentos en cuanto a su batería pues el usb que me correspondía en mi asiento del bus estaba en mal estado, de manera que si no encontraba una solución me quedaría incomunicada, 😒. Lo que más rabia me daba es que mi querida amiga Marcela me había pasado un adaptador universal, especial para cuando uno viaja al extranjero y yo me había olvidado invitarlo a formar parte del viaje -al adaptador me refiero, 😉-. Me acordé del tv y busqué si tenía entrada USB y ...¡eureka!, sí la tenía,  😃😇. ¡Ahí estaba la solución! Claro que nunca pensé que esta solución me traería otros problemas insoslayables. Les cuento, por si les sirve de lección,  que a mí sí que me ha servido, 😒. 

   Sucede que cargar por medio de la usb de otro aparato electrónico supone una carga lentiiísimaaa, tanto así que lograr que el celular o la tablet quedaran con batería aceptable me significaba 11 horas y fracción. Así que de día debía dejar cargando la tablet, función que no era continua, pues pasado un tiempo un televisor de estos llamados "inteligentes" se apaga solo. Por lo que hasta allí duraba el proceso, que no se ponía en funcionamiento de nuevo sino hasta que yo volvía al depto. y volvía a encender el aparato.  En la noche, le tocaba el turno al celular, y no me quedaba otra alternativa que dejar el televisor prendido. La separación entre la sala de estar y el dormitorio era de vidrio, de manera que la luz del televisor llegaba hasta mí y me impedía el descanso. Si a ello agregamos unas cortinas claras en el ventanal del dormitorio hacia la calle, vía en pleno centro de Mendoza, imaginarán la calidad de mi sueño, 🥴🥴 ¡Ufff! ¡Y, para mayor abundamiento, los 20 y tantos grados de temperatura durante la noche! Más ¡uff! 🥵🥵. Cada cierto tiempo, durante la noche debía levantarme a prender el tv que se había apagado, 🤨🤨. En resumen, el televisor se pasó encendido día y noche que estuve en Mendoza, 🤭🤭🤫🤫, y yo dormí "como la mona" durante esos días, 🙈 🙈.  ¡Y todo por no hacer costumbre la incorporación de algunos elementos fundamentales  en mi equipaje!  

  La Ciudad de Mendoza del Nuevo Valle de la Rioja es el nombre bajo el cual fue fundada la urbe por don Pedro del Castillo en el año 1561. Desde allí a la fecha ha corrido mucha agua bajo los puentes. Bueno, no tanta, pues se encuentra ubicada en una zona semidesértica, con apenas 200 ml. y poco más de lluvia al año. La compensación que la naturaleza le ha entregado es lo que le ha permitido mantenerse y progresar: la existencia de varios ríos níveos, que permiten el llenado de los embalses y la provisión suficiente  de h2o para la vida vegetal, animal y humana. El cobro que esta misma geografía se ha permitido son los movimientos  sísmicos permanentes debido a que se ubica sobre la placa continental sudamericana. Junto con ello o debido a ello (no sé qué es origen de qué, si el huevo o la gallina, 🤔🤔), está rodeada de tres cordones montañosos: la precordillera, la Cordillera Frontal y la Cordillera de Los Andes. En esta última se encuentra uno de los Volcanes más altos de Argentina, el Volcán Tupungato, de 6.570 msnm., fácilmente visible apenas uno sale a los alrededores de la ciudad. El evento más destructivo sufrido por la urbe (número uno a nivel nacional) fue el terremoto del año 1861, que destruyó completamente la ciudad de Mendoza y provocó la muerte de un tercio de su población. La reconstrucción se realizó en zona aledaña al lugar. 

   Los sismos en Mendoza son constantes, pero también imperceptibles para la población, por su graduación, entre 2 a 3 grados habitualmente. Cuando me enteré de aquello entendí el movimiento y la correspondiente sonajera del ventanal del dormitorio en varias oportunidades, que no tenía justificación con el tránsito de la calle. Así que, además del exceso de luz y del calor, debí dormir a pesar de la música sísmica de los ventanales, 😉 😉.   

  La ciudad llamó mi atención por la limpieza (cero basura en las calles), por los canales de riego existentes en las veredas (sin protección, 🙄😬; un mareo y uno se va al interior del canal, 😂 😂), por los grandes, numerosos y frondosos árboles a cada paso, gracias a los cuales los 30 y tantos grados de temperatura se aminoran bastante. Cabe señalar que este sistema de regadío es herencia "ancestral" -dijeran los progres-. Los huarpes fue el pueblo originario de toda la zona de Cuyo, dividido en cuatro grandes grupos, de características sedentarias, con idiomas como el allentiac y el millcayac. Este pueblo, que llamó a este sector del país Valle de Huentata ('zona de guanacos'), usaba el sistema de regadío de acequias con piedra bola, que se llaman canales cuando se pavimentan.
 En la ciudad mendocina se ha conservado el sistema, lo que resulta una curiosidad para el visitante, que más vale que no se distraiga para no verse enfrentado a una caída estrepitosa, amén de peligrosa. Lo otro que me llamó la atención fue la existencia de varias plazas en la zona céntrica de la ciudad, siendo la más importante, la Plaza Independencia, rodeada en cada una de sus esquinas (a unas pocas cuadras de distancia cada una) por 4 plazas más: Plaza España, Plaza Italia, Plaza Chile y Plaza San Martín. Según  supe por el taxista que me llevó al alojamiento y una guía de uno de los tours en los que participé, esas plazas están pensadas como lugares de seguridad y encuentro para las familias en caso de terremotos. ¡Interesante lección aprendida!  
   Mendoza es una ciudad bullente y comercial. Todo el centro está copado por locales comerciales de diverso tipo. Los ambulantes son mínimos, así como los policías, que prácticamente no vi. Claro que su uniforme nos pasa algo inadvertido a nosotros, que estamos condicionados para asociar el verde oscuro como agente del orden público. Los productos típicos más vendidos y promocionados en la ciudad son los vinos, los destilados, los chocolates, los alfajores, el aceite de oliva, las aceitunas y frutas como el durazno y la ciruela. Según los mendocinos, ellos son los mejores en aquello, por lo que se consideran la Capital Mundial del Vino, con énfasis en la variedad malbec, que la han introducido en preparaciones de destilados, mermeladas, chocolates, etc. En realidad, cada ciudad argentina se considera "capital" de distintos productos o actividades, 😁 🤣 😂.   
   Los primeros dos días me dediqué a recorrer caminando el centro de la ciudad, deteniéndome en cada local que me llamara la atención, visitando las plazas, entrando al Mercado Central, haciendo shoping de supermercados, una de mis actividades citadinas favoritas en ciudades extranjeras. Mi primer almuerzo -de sólo dos que disfruté- lo realicé en un restaurante más bien popular, donde por 10 mil pesos argentinos, pude dar cuenta de un menú cuyo principal era una "costeleta" de cerdo (chuleta). La comida no es nada de barata en estos tiempos, de manera que este precio fue toda una ganga y el lugar era amplio y presentable, 😂 😂.  El otro almuerzo, degustado el último día de estadía -me salió verso, 😂-, fue más oneroso, 18,500 pesos argentinos. Era un sabroso bife de vacuno con ensalada mixta y una cerveza Quilmes de 473 cc., 😉 😉.  En el último caso me vi en apuros para pagar, porque me había quedado "corta" de cambio argentino producto de unas compras de recuerdos realizadas y pasé, muy campante, a almorzar sin acordarme de aquello. Sólo  llevaba 7 mil pesos, lo que no me alcanzaba. Quise pagar con mis tarjetas y no funcionaron porque no estaban habilitadas, 🙄😬😬. Suerte que llevaba unos billetes chilenos, así que terminé pagando los 7 argentinos con 10 chilenos y santas pascuas, 😂.  De otra manera habría que tenido que quedarme trabajando en el local, lavando platos como sugirió mi amiga Marcela, 🤣 🤣.  ¡Detalles!, dijera Roberto Carlos, 😉.  

   Dejo hasta aquí este relato que me alargó más xe lo conveniente, para, en el próximo, contarles de los tours disfrutados. Hasta la vistaaaa, 🤗🤗. 






lunes, 28 de octubre de 2024

El día del níspero...


 Ya era otro día cuando despertamos, jueves 24 para ser exacta. El día se nos adelantó y el sol nos tomó de sorpresa aún sin desayunar. Sin embargo, no importaba, pues ese día Diego nos iría a buscar a las 9 a.m. Destino: Alto del Carmen, sector precordillerano, a 40 kms.de La Verbena. La idea era llegar hasta allá y luego dirigirnos al menos a uno de los valles de los dos existentes, ya sea al de San Félix o al del Tránsito, de distinta herencia predominante, española e indígena, respectivamente.  Visitaríamos, además, a lo menos a un par de emprendedores del sector, con productos típicos.  
 La primera sorpresa del trayecto fue el encuentro con el Embalse Sta.Juana, que nos acompañó por 10 kilómetros, por nuestra derecha, con abundante agua, dadora de vida, oro líquido para los habitantes de la zona. Entre curvas, eludiendo y rodeando cerros, en un moverse serpenteante, las azules aguas del embalse nos vieron pasar. El cielo, completamente despejado, hubiera sido parte de la esfera si no hubieran estado los altos cerros que constriñen el Embalse y lo protegen al mismo tiempo. La frescura que ofrecen como plus las azules aguas se hicieron manifiestas.  
   Luego de kilómetros de sinuoso recorrido  arribamos a la localidad Alto del Carmen. En la plaza nos bajamos y recorrimos los lugares aledaños. Ingresamos a la iglesia, sencilla y con  sus 200 años a cuestas; pasamos por  las sencillas oficinas públicas; entramos a la Biblioteca Pública, que nos asombró por su orden y gran cantidad de material bibliográfico, con distintos espacios de lectura y trabajo; observamos el edificio municipal, imponente y moderno aunque poco acorde al entorno; fuimos hasta las puertas y la barrica, 🤣 🤣,  de la Pisquera Alto del Carmen, apreciamos un pueblo limpio y con diversos trabajos viales activos. Continuamos..., no sin antes detenernos en los alrededores, para obtener la panorámica infaltable de la localidad desde lo alto de un mirador. Allí uno no deja de sentirse maravillado y agradecido de tanta verdura en medio del desierto, 😲🤩🤩.  
   A 24 kilómetros nos esperaba San Félix, la localidad más importante del valle dominado por los españoles, que recibe su nombre del río que pasa por el lugar, que, unido al río El Tránsito en el sector "La Junta", dan origen al Río Huasco. Nos bajamos nuevamente al llegar a la plaza, fuimos hasta la Iglesia, aceptamos la invitación a servirnos un helado artesanal por parte de Kosmo Sapiens, 🍦🍦😋😋, que, sentados en una banca, consumimos mientras conversábamos. La plaza llamó nuestra atención por lo variado de sus especímenes vegetales, que, desde sus jazmines, pasando por bugambilias, rosas, madreselvas, palmeras, jacarandás y otra serie de ejemplares, era una evidente muestra de la dedicación entregada a su cuidado. Allí fue donde me enteré que la zarzamora de toda la vida, conocida como maleza en mis infantiles tierras sureñas, tenía como "bioequivalente", 😂, un árbol  de moras. ¡Nunca lo hubiera imaginado! 😳🤗  ¡Siempre se puede seguir aprendiendo, no cabe duda! 
    Una vez degustados nuestros exquisitos helados (el mío, pie de limón) y apreciado el curso del Río San Félix, empezamos el "shopping" de productos típicos.  Habiendo ya realizado el contacto telefónico y personal, Diego nos llevó hasta la parcela de don Héctor, un señor de sus años, productor de una extensa franja de tierra con nísperos, que se presentó como "soltero", aprovechando que su esposa no estaba presente, 🤣. Allí nos asombramos no sólo por la cantidad y extensión de su plantación,  sino también por la diversidad de flores en el camino de entrada. La recepción fue amable y abierta. Nos decidimos por comprar un licor de nísperos, por supuesto, y una mermelada ídem de su producción. Había otros sabores, pero optamos por agregar el fruto de la casa en crudo y natural: nísperos, los que nos asombraron por su calibre. Ahora mismo, mientras escribo, me dieron de ganas de comerme un par de ellos, de los pocos que me aún me quedan, luego de preparar  mermelada y licor caseros de marca personal, 😁😁.  ¡Deliciosos frutos! Además de aquello, a la hora de preguntar cuánto debíamos por las frutas, don Héctor dijo "¡Nada, son un regalo!" 🥰😍. También nos ofreció unos damascos y unos duraznos para probar , que completaron nuestra carga, con la cual nos fuimos felices y con  destino  a La Vega, donde la Sra.Alejandra.  
 "Agroturismo Raíces" fue el nombre que vimos al ingresar a la nueva parcela, luego de dar unas cuantas vueltas, ayudados por el GPS. La especialidad de esta emprendedora era la elaboración de quesos de cabra 🐐,  producto del cual nos habló la misma dueña en el momento de mostrarnos sus variedades. Cada una optó por dos, uno puro y otro macerado. Yo, siempre picante, 🤣, elegí con aceite de oliva y merquén. Hecho el negocio, nos fuimos a recorrer el lugar con Diego. Llegamos a los corrales de las cabras, cuya leche es la materia prima de los quesos, pasamos por una estructura en construcción con material de adobe, fuimos hasta donde unas llamas y un carnero compartían espacio, siendo seguidos de cerca por un cabrito (¿?) que andaba libre y parecía ejercer de vigilante. Por allí estaba también una cabaña de arriendo, una piscina y un invernadero, que doña Alejandra nos mostró con orgullo. ¡Qué manera de aprovechar la valiosa cantidad de agua existente! Nos fuimos cargadas de nuestras compras y contentas del resultado de nuestro shopping rural, 😉.   
   Pero no era suficiente. Al conocer los pimientos el día anterior y haber recolectado una media docena de racimos luego de comprobar a través de mis papilas gustativas que era efectivamente pimienta, seguramente imbuida por el espíritu emprendedor de sus habitantes (que en mí se ha desarrollado al máximo desde la pandemia), me empeciné en recolectar más pimienta. Es así como un árbol de plaza de Alto del Carmen sufrió la pérdida de varios de sus frutos, a lo que se agregó otro pimiento bien cargado encontrado en el camino de regreso (entre tantos otros). Con la leal y esforzada colaboración de Diego, junté una buena cantidad, que traje a palacio y que en estos días tengo bajo el sol rancagüino para terminar el secado y permitir la conservación, 🤗🤗.  
   Llegamos a muy buena hora esa jornada a la cabaña. Era la última tarde para aprovecharla al máximo. Bajamos al río a refrescarnos, pero era mucha la corriente. Miguel, nuestro anfitrión,  nos había ofrecido la piscina,  la que tendríamos sólo para nosotras si queríamos. Yo opté por ella, total, no había paparazzis en las cercanías, 😉.  Cuando llegamos a ella entendí por qué se le categorizaba de  "biopiscina", 😲😳. Tenía a un costado una plantación de nada más y nada menos que de ejemplares de la planta de la cual los egipcios, desde tiempos inmemoriales, obtenían el papiro. ¡Quedé patidifusa con el descubrimiento! ¡Qué maravilla! Yo había tenido, hace unos años, el privilegio de disfrutar la vista de la planta en una fuente antiquísima -del tiempos de los romanos-  en la ciudad de Siracusa (en la isla de Sicilia) y me pareció lo máximo. ¡Y vaya con lo que me encontré, sin buscarlo, en el "Ayllú del Guasco", sector de La Verbena de Vallenar, Chile. ¡Sorpresas de la vida, de la naturaleza y de los emprendedores! 👏👏. El agua de la piscina estaba fresquísima, ideal para aminorar el calor ambiente (que llegó a 28°ese día). No pude practicar mis habilidades como nadadora pues el fondo de la piscina estaba algo resbaloso y si me soltaba de la orilla podía ahogarme, 🤣, además de que América no tenía ninguna intención de bañarse, por lo que yo me vería imposibilitada de salvataje si lo hubiera requerido, 😅.  
   El resto de la tarde lo ocupamos en la cama de cuarzo relajándonos un poco, sirviéndonos una copa de vino al atardecer, intentando, sin éxito, fotografiar estrellas, alimentarnos, mientras el minino del anfitrión insistía en acercarse e intentar entrar a la cabaña en calidad de okupa. ¡Qué gato más cargante, 😠😡! ¡Sorry, se nota que no me gustan estos felinos! Al final del día, nada mejor que una ducha, un buen café y a dormir para descansar de una maravillosa jornada de nuevo. Al día siguiente nos levantaríamos con calma, prepararíamos nuestro equipaje, ordenaríamos y limpiaríamos  en algo nuestro lugar de estadía, para estar preparadas para la partida a mediodía. 

   Tal como acordamos, de nuevo como gentileza de Kosmo Sapiens,  Diego nos fue a buscar y nos llevó a Vallenar, luego de habernos despedido de Miguel, el anfitrión.  Ya en Vallenar, después de dejar nuestro equipaje en custodia (regresaríamos a nuestros hogares en la tarde-noche) y de ir hasta la Plaza de Armas, nos despedimos de nuestro gentil guía de esos días (y de parte del viaje anterior), agradecidas por las atenciones recibidas, por lo aprendido y recorrido de la zona con su compañía. Sin duda, el plus de nuestra visita fue su colaboración y apoyo. ¡Muchas gracias!   

  Ya solas, recorrimos el centro de Vallenar por segunda o tercera vez. Ingresamos a la Parroquia San Ambrosio, que esta vez encontramos abierta al público, llegamos hasta el Mercado nuevamente. Allí vimos en venta los nísperos a la módica cifra de $ 3000, 😬, de manera que más apreciamos el regalo de don Héctor, que habíamos guardado casi entre algodones para que lleguen lo más intactos al "sur", como dicen allá de Rancagua y Talca, 😁. Luego nos fuimos a almorzar a un local ubicado frente a la Plaza, que nos había gustado la vez anterior, por lo que decidimos repetir la visita. Cumplía con las 3 B (bueno, bonito y tranquilo...además de barato, 😉). Carne salteada fue nuestra elección, con arroz, la una, con ensalada, la otra. ¡Estaba delicioso el plato! Para terminar, un helado y un café, según gustos, y luego a realizar la sobremesa a la plaza, esperando ver palomas de ojos azules nuevamente.   
   Acortamos y terminamos la tarde recorriendo parte del Paseo Ribereño, como nos recomendó y mostró Diego. Nos propusimos llegar hasta las letras volumétricas, lo que logramos no sin esfuerzo. Nos gustó mucho el paseo, con sus enormes y floridas bugambilias, los parasoles, asientos, puentes, ciclovía y lugares para bañarse a lo largo del cauce del Río Huasco, cuyas aguas nos sorprendieron por su transparencia. Vimos jóvenes y familias gozando de aquellos espacios de naturaleza y frescura. Al iniciar el camino de regreso luego de fotografiarnos con las letras, nosotras vimos tantos rayitos de sol que quisimos traernos muestras de ellos a nuestros hogares. Sin embargo, no tuvimos suerte y volvimos al Terminal, habiendo gozado de la caminata y con las manos limpias; bueno, no tanto. Tuvimos que lavárnoslas antes de consumir unos duraznos.

   Al otro día,  un poco antes de las 6 a.m. llegábamos a Santiago, Terminal San Borja, el cual aún estaba cerrado para la circulación interna. Nos vimos en la obligación de esperar, 🥴, un buen rato, antes de  salir y acceder al Metro 🚇 - gratis ese día-, ingresar al Terminal Sur y buscar el bus que nos llevara de regreso a nuestros respectivos palacios. Allí nos despedimos, deseándonos buen viaje, después de haber pasado unos cuantos días juntas, recorriendo, conociendo y disfrutando parte de nuestro país. ¡Quién diría que en pleno Desierto de Atacama pudiera haber tanta verdura y color, tanta vida!  Nosotras, que lo comprobamos in situ. Hasta pronto.