jueves, 1 de junio de 2023

Sueltas en Berlín...

  

  Habiendo estado en Berlín (voy a agregar ALEMANIA porsiaca) en octubre pasado, me he sentido como en casa en esta ocasión. Y ahora que hemos estado 3 días con sus noches -la mayor permanencia del tour- tenemos calidad de expertas. Aunque el 2022 alojamos en un hotel distinto, yo conocía el Park Inn por ser el más alto, ubicado a una media cuadra de la Torre de Televisión, es decir, al inicio de la Alexanderplatz (la Plaza principal y la más grande de Europa). Acá en Alemania todo es grande y ancho, partiendo por las avenidas y terminando con las personas, 😂.No todas, pero muchas (parece hablar la envidia, 😁). 

   Llegamos a Berlín el sábado cerca de las 13 horas. Sin hacer check in (las habitaciones las entregaban a las 15 h.) nos dieron tiempo libre para almorzar y recorrer. Recordando mis pasos por el Berlín de hace meses, sabía hacia dónde dirigirme. Había mucha gente en las calles y en los restaurantes. Nos instalamos en una terraza bajo la Torre televisiva y nos servimos una rica carne con papas baby y salsa bb, acompañada de una cerveza, la que estaba muy fresca, habido el calor que hacía. Luego nos dedicamos a caminar por la plaza y entrar a unos locales a investigar los precios en un primer acercamiento,😁.  

   Recibidas las llaves y ya instaladas, nos volvimos a movilizar. Visitamos parte del casco histórico de algunos de los edificios emblemáticos de la ciudad, compramos nuestros primeros souvenirs en el local más económico que encontramos y regresamos para hacer consultas al guía acerca de lugares a visitar en tiempo libre al día siguiente. Luego, de tan arduas caminatas nos dedicamos a descansar. Al día siguiente, luego del desayuno, que fue bueno pero nunca tanto como en otros hoteles, compramos entrada para subir la Torre de TV (alias "el espárrago"). Lo haríamos a las 19 hrs. del lunes, a manera de despedida. Lo que no sabíamos era que, si bien arriba había restaurante, sólo se ofrecían productos líquidos. Nosotros habíamos pensado cenar a 203,78 m., pero no fue, 😔 😊.  

   El Tour con guía local por Berlín fue fantástico. Yo ya había realizado esa actividad en octubre pasado, pero esta vez el guía -Iván- fue extraordinario. Muy histriónico y ameno, sin caer en la superficialidad. Difícil hacerlo con la realidad alemana, de la que no escatimó información. Iniciamos el tour por la Avda. Karl Marx, en cuyo trayecto se pueden observar aún los edificios modelos, para los obreros -pura propaganda, señaló  el guía, ya 15 años viviendo en Berlín-, tras los cuales  sólo  había  ruinas. Como pueden ver, hasta en Chile se copió el concepto,😃.(Cabe recordar que Berlín, terminada la II G.M., quedó destruido en un 50% de los locales habitables, aunque las fotos de la época dan la impresión de un porcentaje mayor). Desde allí, pronto llegamos al Muro de 3,5 m. de altura finalmente, aunque al comienzo fue más bajo. Y va la explicación de la repartija de Berlín una vez terminada la guerra, con el fin de impedir que surja de las cenizas el pernicioso nazismo. Nos bajamos a ver aquella construcción que se levantó, en su primera versión, en dos días y que, con el tiempo, llegó a medir 155 kms., rodeando toda la parte Soviética  -la RDA- para separarla de la parte Capitalista, a la que los que vivían al otro lado del Muro querían huir. El río Spree también era parte coadyuvante del muro en algunos sectores de la ciudad, al menos en el tramo en que se encuentra la famosa pintura de "El beso" entre los dos líderes, Honecker y Brézhnev, beso de amistad entre camaradas, dicen. El muro comenzó siendo rollos de alambre de púa, pero al no impedir los intentos de huida, se comenzó con la construcción en concreto, en forma de L, de manera de impedir "alunizajes". Pero la barrera no era sólo una pared de concreto; era un espacio que incorporaba censores, perros, una carretera recorrida por vehículos armados, focos, torres de vigilancia en al menos 43 kms. Se le llamó el "muro de la vergüenza". Se inició el 13 de agosto, manteniéndose por 28 años, lo que separó no sólo partes de la ciudad, sino también familias y amigos. 

   En el trayecto por el centro de la ciudad vimos en más de un sector unas grandes cañerías de color rosa, otras azul-celeste. Berlín está fundado sobre un pantano y cuando realizan construcciones  que requieren sótanos -obviamente-, se ven enfrentados a la necesidad de extraer el exceso de agua del suelo, por ello estas especies de esculturas modernas. Pronto estuvimos en la "Isla de los Museos", efectivamente una ínsula donde se erigen varios museos extraordinarios. Entramos a uno para usar sus servicios higiénicos,😂, ¡qué falta de cultura! El sector es Patrimonio de la Humanidad y vaya que lo merece. Por allí se libró la Batalla de Berlín (16 de abril al 2 de mayo de 1945),  evento que selló la derrota de Alemania y el suicidio de Hitler (30 de abril), poco después de desposar a Eva Braun (28 de abril en la noche). En los pilares de los corredores de los Museos se observa aún los efectos de los disparos, numerosísimos, de la campaña bélica. De allí, a un paso, se encuentra el Museo Antiguo, en cuyo frontis, "el del bigotito" -como decía Iván- instalaba su podio y sus micrófonos 🎤🎤dirigiéndose a sus seguidores y colaboradores. La hermosa plaza verde que hay allí hoy con una bella fuente de agua era, en los tiempos del canciller, la plaza donde se reunía su pueblo, muchos jóvenes y gente de familia que le "compraron" sus ideas. 

   En este mismo sector es donde se emplaza, a un costado, la Catedral de Berlín -Berliner Dom- (hace tiempo en obras; tiene sus años, construida en 1894), de confesión luterana, de estilo neobarroco, con unas medidas de 114 de longitud, 74 de ancho y 98 de alto. ¡Imponente y bella construcción! Frente al Museo Antiguo -Altes Museum, creación 1830-, cruzando la ancha calle, se ubica el Palacio Real -Berliner Schloss, construido entre 1443 y 1451-, hoy reconstruido parcialmente, pues fue demolido en 1950 por los irreparables daños sufridos durante la guerra. Su uso actual es con fines culturales. En la ciudad hay 170 museos, muchos de ellos en edificios antiguos, en otros reconstruidos y unos cuantos más de construcción reciente. 

  Pasamos por el Palacio Presidencial (donde el Presidente descansa, señaló Iván, 😁), llegamos a la Puerta de Brandeburgo -Brandenhurger Tor-  símbolo de Berlín, que fue construida sobre la antigua puerta de la ciudad en 1788 y adornada en la parte superior por la escultura de la diosa de la Victoria en una cuadriga (¡cuánto se le adeuda a los romanos!). Allí comenzaba la carretera que llevaba a la ciudad de Brandeburgo. 

  Visitamos otros lugares relevantes: el Monumento a los Judíos víctimas del Holocausto, erigido el año 2003 a 2004, compuesto por 2711 estelas o losas de hormigón de diferentes tamaños en un terreno inclinado, que contiene espacios que permiten caminar al interior, lo que no deja de impactar porque uno casi se siente atrapado en el cuasi laberinto y sobrepasado por el peso emocional y la altura de las losas, mientras el sol igualmente llega hasta las estelas y proyecta su sombra en los senderos y escaleras del monumento. No hay que olvidar que los romanos erigían 'estelas' -losas de concreto- sobre las tumbas de sus deudos, donde, aparte del nombre, se grababa fecha, familia de origen y cualidades del difunto. Estas estelas de Berlín son lisas, representantes de los 6 millones de víctimas.  

   El actual Bundestag -Parlamento alemán- funciona en el antiguo Reichstag -edificio neorrenacentista construido entre 1884 y 1894-, que fue restaurado posterior a la guerra, pues fue uno de los puntos claves y decisivos de la Batalla de Berlín. Es un edificio impresionante, que adquiere mayor presencia al contar con un extenso espacio verde en su frontis. Es el mismo edificio que fue incendiado intencionalmente el año 1933, hecho del cual aún no se esclarece su autoría, aunque fue el evento que le permitió al reciente elegido Canciller Hitler alcanzar el poder total, obligando al Presidente firmar un decreto que restringía los derechos civiles. 

   Al medio del gran pulmón verde de Berlín conocido como Tiergarten, se encuentra la Columna de la Victoria con su estatua alada, por la cual pasamos, pero a la que no logré llegar caminando. Es otro lugar al que uno puedo acceder a través de una escalera de caracol y ver desde la altura algo de la ciudad. En ese mismo parque se ubica el Zoo de Berlín.  

  ¡Uff! La verdad es que hay taaannnto por ver en la ciudad. No fueron suficientes los tres días que estuvimos, pero tuve la suerte de conocer algo más que la vez anterior y de mejor manera. Caminamos mucho con Mariana. También fuimos con la mayoría del grupo al Campo de Concentración de Sachsenhausen, a 30 kms. de Berlín, en un extremo de la ciudad Oranienburg, que desde 1993 es Museo abierto al público que quiera visitarlo. En él sólo permanecen algunos edificios de los que fueran las dependencias levantadas y utilizadas por los nazis desde 1936 a 1945 y, posteriormente, por los soviéticos con el mismo fin, hasta después del año '50. Lo positivo de esta visita, si puede catalogarse así, es que el viaje lo hicimos en metro y luego en tren, pero no tuvimos guía, porque no fue tour propiamente tal, sino visita particular de un 75% del grupo. Hasta yo estuve haciendo de guía -con el perdón de los guías verdaderos- para algunas de mis compañeras, sobre la base de lo que conocía y recordaba de mi primera visita, la que sí fue guiada. Lo otro positivo experimentado fue la conversación que sostuvimos con una joven alemana que iba en el tren en nuestro viaje de ida, que hablaba español. Claro, imposible lo contrario, si, además de no hablar alemán, nosotras apenas sabemos unas palabras de inglés. Fue interesante aquel intercambio de información. Nos enteramos, por ejemplo, que allá  también hay horario de invierno y verano, y que, al igual que acá, tiene defensores y detractores. Asimismo, nos encontramos con una mujer peruana (cuya cabellera era una versión cercana a Cyndi Lauper, 😊), que se acercó  a nosotras al escucharnos hablar y nos dio un abrazo de oso por ser hermanas latinas. Simpática,  buena onda, hasta me dio su número telefónico.   

  Nuestro conocimiento de Berlín lo completamos, con Mariana, recorriendo calles (la Avda. K.Marx y otras), llegando a la Estación, al Muro nuevamente, a la Isla de Museos, subiendo al observatorio de la Torre de Televisión -Fernsehturm- a 203,68 metros de altura, aunque la construcción en total mide 368, navegando por el Spree en una embarcación turística (que mi amiga me ofreció como regalo de cumpleaños, ¡linda ella!) durante una hora (hermoso recorrido desde otra perspectiva, tranquilo y con una temperatura ideal, cielos despejados). Ello nos permitió  comprobar la enorme cantidad de puentes (más  que en Venecia nos dijo el guía Iván) y la increíble belleza de edificios antiguos y modernos.   

   La noche anterior a abandonar Berlín e iniciar el camino de regreso a nuestros hogares, fui hasta la Puerta de Brandeburgo caminando. Fui sola. Mi amiga se sentía rendida. No es peligroso por allá y en muchos de los países europeos caminar al atardecer o de noche. Además, hay bastante gente en las calles. Mi objetivo era ver iluminado dicho monumento y los otros que estaban en el camino. Mi propósito se cumplió a la perfección, con la ventaja de, al fin, encontrar la bandera de Alemania para mi colección y de completar 25 kms. de caminata ese día, aunque mi mayor marca en este viaje fue 28 k.en Vilnius.   
    Casi me olvido de nuestra visita al Restaurant München, ubicado a unos pasos de nuestro alojamiento. Es un local tradicional alemán, imperdible de visitar y degustar sus platos. Tiene unas dependencias que pueden albergar unos 300 clientes, los que consumen una cantidad de cerveza envidiable y expresan una alegría bulliciosa, que incluso lleva a muchos a subirse a los asientos para corear al conjunto musical que, en vivo, ofrece canciones de diferente tipo. No faltan también los que se contagian con aquella alegría y bailan en compañía o solos, como lo hicieron varias de mis compañeras de viaje.

   Estoy terminando este escrito ya en mi palacio personal, que no es digno de museo pero es el mío,😂. Ha sido un extenso viaje de regreso, pero eso ya lo sabíamos, y una serie de revisiones en las aduanas, cosa que no desconocíamos, más una carrera de locos, literal, por las dependencias del Aeropuerto de Amsterdam, donde hicimos conexión, luego de partir atrasados del Berlín y tener una exhaustiva revisión en los Países Bajos. En fin, suele pasar. Lo importante es que los famosos perritos chilenos no me marcaron esta vez, así que pasé invicta por acá. Quedo en deuda con el resumen que irá un par de días más, antes de que el tráfago cotidiano obnubile mis recuerdos. Hasta pronto.




   

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