sábado, 29 de abril de 2023

Querido Diario...

 

  Hace muchos días atrás,  ya ni me acuerdo cuándo... 

  Anoche, después de haber disfrutado un café, un plato de papas fritas, agua, mientras tejía una mandala a crochet y miraba un par de capítulos de la serie Rizzole &Isles, haber lavado la loza de la once que disfrutamos con Anita antes de asistir al Teatro Regional para presenciar la puesta en escena de la ópera Carmen de Georges Bizet, me fui a acostar ya bien avanzada la noche. No me preocupé por el hecho que era más tarde de lo acostumbrado. Lo que importaba era que había "cumplido" con lo acostumbrado, aun cuando hubiera habido una acción desacostumbrada en el intertanto (tomar onces acompañada e ir a una función cultural en el TRR -Teatro Regional Rancagua-). Me he transformado en un animal de costumbres o puede que siempre lo haya sido y ahora tomo real conciencia de aquello. Es 4 de abril.

   Pasaron días y kilómetros...

  Desperté luego de un reparador sueño. Estiré la mano para coger el celular y me asusté. Ya eran las 8,55 hrs. ¡Ni lo pensé! Casi de un salto me levanté de la cama (digo casi pues a estas alturas dificulto que pueda dar eso que se llama 'salto', o bien, en caso de necesidad, puede que sí), busqué los implementos requeridos para ducharme y lavarme el cabello que me queda (después de haberlo hecho 3500 veces anteriormente al menos) y partí al wc. La anfitriona no daba señales de vida. Ya vestida y con las toallas tendidas bajo techo fuera de la cocina, me fui a instalar al living comedor. El tic-tac del reloj mural me recibió con su sonido omnipresente. Me sorprendió. Hacía tiempo que no escuchaba tan claro y contundente el paso del tiempo. Descorrí las cortinas y me dispuse a leer, pero antes quise dejar en palabras, después de numerosos días, mis impresiones. En fin, voy a seguir leyendo, ya que me queda poco para terminar una novela interesantísima (el tiempo de los audiolibros acabó, por suerte). 13 de abril y estoy en La Unión. 

    Vamos al presente, 27 de abril, de madrugada 

   Escribí poco este mes que se acaba. No ha habido casi nada de lluvia, tampoco muchas palabras, al menos escritas (¡na' que ver!🙅). Ha sido un mes un tanto complejo, atareado, ajetreado e intenso, además de emocional y femenino, 😁. Me explico. Sucede que, a fines del mes de Marzo, tal como lo había conversado al término del año pasado con mis amigas de Egipto (con las que participé en el tour de Egipto, quiero decir; ellas no son egipcias, para nada, son perfectamente chilenas como yo y, además, profes, para mayor abundamiento: América, Gloria y Marylyn), las llamé para ver si concretábamos un encuentro en la zona centro del país (en Chile, obvio, no en Egipto, 😁). G y M aceptaron -A no podía- y acordamos como fecha el 16 de abril. Vendrían a palacio. Me sentí feliz (ellas ya me habían recibido a mí, Anita y Eliana en enero 2020). Cariño y nobleza obligan... 

  No habían pasado muchos días de aquello cuando recibí un llamado desde Lanco, la ciudad más al norte de la Región de Los Ríos. Era Marcela, quien, en calidad de directora, ex colega y amiga, me invitaba a un evento de despedida de la vida laboral de la querida Lidia, secretaria del Liceo, con quien trabajé codo a codo por 8 años, mientras fui también directora del establecimiento. El dilema que se me presentaba en ese momento no tenía que ver con el deseo de asistir, sino con la casi coincidencia de las fechas: la actividad era el 14 de abril en la noche. Lanco no está a dos pasos de Rancagua, así que comprenderán el problema. Cuando mis amigas chilotas me confirmaron que llegarían el 16 a primera hora, tomé la decisión: iría a Lanco y volvería el 15 durante el día. Así  al menos estaría en palacio unas horas antes que G y M.  

  Me fui unos días antes al sur, con el fin de aprovechar el viaje para visitar a mi hermana G (de Gladys) en La Unión y a mi hermano Ernesto y mis padres en el Parque Los Laureles de Valdivia. El martes 11, a las 6 de la mañana, estaba fuera de la casa de mi hermana esperando que ella aparezca, pues no había podido comunicarle mi llegada debido a mi bendito celular. La verdad es que la culpa fue mía. Hice un mal cálculo: cambié de compañía telefónica esa misma noche, pero el nuevo chip que le incorporé mientras venía viajando no lo dejé bien inserto, así que quedé incomunicada. Al llegar al Terminal tomé un taxi que me llevó a casa de my sister, pero como ella había ido a buscarme aun cuando yo no no le había llamado, la mansión estaba cerrada a cal y canto. Seguramente nos cruzamos en el camino. Todavía era de noche, hacía  algo de frío  y yo sin poder acertar a la ranura del celular para acomodar el  chip. A la media hora, cuando ya estaba casi padeciendo de hipotermia, logré hacerlo. ¡Qué cosas,  no! 

   Fueron unos días armónicos, descansados, con un viaje a Valdivia estupendo, con el "pequeño" detalle, ya asumido, que mi querido hermano seguía siendo N.N. en el Parque, a más de un mes de su partida. En fin...No todas las situaciones están bajo nuestro control, aunque quisiéramos eso siempre... Después de regalarnos un exquisito almuerzo frente a la Costanera valdiviana y caminar por ella hasta el Terminal bajo un sol veraniego, regresamos a la ciudad de nuestra adolescencia.    

   Llegó el viernes 14. Viajé a Valdivia en primera instancia y, desde allí, a Lanco, no sin antes contactarme con una de mis amigas lanquinas y ex colega de Liceo para llegar a su casa, lo que hice pasadas las 14 horas. La recepción en  casa de Adda fue fantástica. Consomé, carne asada -de diferente tipo-, postre de fruta en conserva, borgoña, café, pie de limón y de frambuesa...¡Uff! Alimentada casi como hija única y todo exquisito. El cariño a veces voltea cualquier dieta.

 [Abro paréntesis:  la semana anterior yo me había esforzado sobremanera, revolviendo de punta a cabo mi palacio antes de viajar, buscando una prenda casi mágica que me hiciera ver más delgada, y que no había logrado encontrar en 4 años. Sabía que debía estar en alguna parte pero no la hallaba. A veces, suele suceder que hay objetos que eluden nuestra presencia. En esa tarea, con resultado positivo -¡al fin!-, me topé con un montón de ropa que ya no usaba ni lo iba a hacer en el futuro, por lo que decidí enviarla a la basura, en bolsas aparte por si a los recicladores le sirviera. Completé tres bolsas grandes y dejé un poco menos de trabajo a los herederos para cuando estire la pata, 😅. Lo importante era que había encontrado el body  -o como se llame- y estaba feliz. Claro que a la hora de probármelo casi pierdo todo rastro de felicidad. Fue una tarea titánica hacer entrar mi bella figura en él. Pero como para ser bella hay que ver estrellas, dicen, me resigné. Para animarme, me probé un par de vestidos y al ver el resultado -¡me cupieron, 😂!-, quedé satisfecha. El sacrificio valdría la pena. ¿Y para qué tanto?, puede pensar alguien. Pues, para que no me pelen tanto y cuidar mi autoestima. Mal que mal, hacía 17 años que yo había emigrado de la ciudad y aunque había ido en unas ocasiones, esta vez el encuentro era con variasss personas que habían trabajado conmigo y el escrutinio no dejaba de parecerme una prueba angustiante. Cierro paréntesis]. 

  La verdad es que el esfuerzo que hicieron para transformar el evento en inolvidable es digno de de destacar. No era equiparable a una Alfombra Roja, no. La verdadera gracia fue hacer llegar a varias personas que hacía años nos habíamos alejado del Liceo y de Lanco, sin que los festejados supieran, sino hasta vernos en el local del festejo. Y esas personas fueron llegando de a poco a casa de Adda, por lo que tuve el privilegio de compartir con ellas antes -y después también-. Fue un lindo reencuentro después de años de ausencia. Y entre borgoña y cervezas nos fuimos poniendo algo al día antes de la hora D.    

  La sorpresa no sólo fue para los "culpables" del evento, también yo tuve la sorpresa de encontrar a varios exalumnos formando parte ahora parte del plantel, además de saludar con alegría y cariño a los asistentes con los que había compartido tareas, lo que no impidió que echara de menos a algunas personas que no pudieron llegar. Saludos, fotografías, discursos, cena, música y baile. Los menos jovencitos no duramos mucho. Hacía  frío y había sueño. Sin embargo, nos juntamos en casa de Adda junto a la festejada Lidia y tres organizadoras y estuvimos arreglando el mundo hasta las 5 de la mañana. A esa hora, junté mis bártulos y me fui con Marcela-directora a su mansión, a una cuadra de distancia. Al día siguiente, ¡upps!, en unas horitas más, debía tomar el bus que me llevaría de regreso a Rancagua, lo que hice luego de un rico desayuno, cerca de las 8 horas.

  [Otro paréntesis: el viaje al sur no pudo haber sido más fructífero, en lo familiar y en lo amical. Suena rara la última palabrita pero corresponde. Regresé muy nutrida emocionalmente del viaje. Fueron unos días muy gratos en La Unión  con my sister y extraordinarias las horas en Lanco -de lo bueno, poco-. El reencuentro no pudo ser más pleno de cariño y respeto. Cierro paréntesis de nuevo].   

   Luego, llegado el domingo 16, temprano, fui hasta el paradero Rancagua Sur a darle la bienvenida a mis amigas chilotas, Gloria y Marylyn, con quienes compartimos una estupenda semana, en palacio, en Talca (donde fuimos a visitar a América), en Santa Cruz, Lolol y Lo Miranda. Faltó tiempo para conocer otros lugares  pero ellas debían volver con sus familias. Los días que salimos con Anita (¡grande, Anita, que nos paseó por Santa Cruz y Lolol) y las tres solas a Lo Miranda fueron muy agradables y divertidos. En Lolol anduvimos "recuperando" higos, en tanto en Lo Miranda cada una se "matriculó" con un par de zapatos de cuero, todo porque el vendedor nos llamó "guapas", 😂. Luego, después de no ver nada interesante en esa localidad, nos fuimos a comer unos platos de guatitas a la jardinera bien sabrosos. Fue lo único memorable de aquel lugar, elegido al azar, pues llegamos tarde al Rodoviario para haber ido a Coya. ¡Para otra vez será!    

  Hoy, ya 29 de abril, empiezo a cerrar este escrito, querido Diario. No ha habido lluvias mil, pero, al menos, hoy está lloviendo por acá -y en varias partes-. En lo personal, ha sido un mes extraordinario, con mucho cariño y amistad verdadera, de ésas que hay que cuidar y seguir cultivando aunque impliquen emprender alguna pequeña odisea de vez en cuando. La soledad es muy grata y bienvenida para especímenes como yo, pero siempre que sea voluntaria y con espacios para compartir con la familia y seres especiales. A propósito de "odiseas", acabo de terminar la lectura de Odisea Espacial 2001. Seguiré con los volúmenes que completan la saga, a ver si me animo, al terminar, a emprender un viaje por las estrellas. Por el momento, me limito a sólo algunos lugares del planeta, 😂.  Hasta pronto.   

  Instantáneas de Abril 2023















miércoles, 26 de abril de 2023

Otro día del Libro...

   

   Son las 10 de la mañana de este domingo 23 de abril y me dispongo a leer. Sintonizo música de jazz de fondo en el TV,  me repantigo -¡que verbo más extraño!- en mi cuasi-mecedora y me dispongo a retomar la lectura, que dejé pendiente anoche cuando abandoné la tablet casi a regañadientes. El sueño me ganó, como me pasa casi todas las noches. Un momento..., me iré a preparar un ,  pues se hace necesario con la música, la escritura y la lectura. ¡Ya! he vuelto, pero el reclamo de la lavadora y las campanas de la Catedral me interrumpen. ¡Qué esperen! Sorbo un trago de , mezcla de café de grano Monterrey, café turco y café de trigo -¡qué mezcla más democrática, 😂!-. ¡Mmm! ¡Quedó rico! Se siente el sabor especial del turco y del trigo tostado. 

  ¡Sorry! Ya estamos a 26 y es una vergüenza que yo, Profesora de Castellano, no haya aprovechado la ocasión del día del Libro para escribir algo ad hoc. En fin, peores cosas pasan en estos días.  En todo caso, para mí, todos los días o cualquier día puede ser dedicado a los libros 📚, especialmente cuando escucho esa misma música de jazz de fondo que escuchaba en el párrafo anterior. Claro que para ello es necesario estar sola, tranquila, sin otras tareas urgentes, sin que el tráfago cotidiano obstaculice las ideas, la salud esté óptima o casi. Dejé de escribir el 23 porque quería terminar de leer la saga iniciada hace un par de semanas y así compartirla con ustedes. Demoré más de la cuenta. Debí salir de palacio un par de días, me vi atacada por un resfriado fulminante y, recién anoche, a lágrima viva, terminé mi lectura. Hacía tiempo que no lloraba tanto; me llegó a doler la cabeza, lo que me pasaba -¡ya me había olvidado, sorpresa!- cuando tenía penas de amor u otras penas profundas en décadas pasadas. Ahora lloro escasamente  -también me ha alcanzado la sequía; ¡ya era hora!-. Realmente me "tocó" el cuarto volumen de la saga Rama de Arthur Clarke. Les cuento.   

  Hace décadas, seguramente como todos los jovenzuelos de mi edad, yo oí hablar de una película que causó impacto en los años en que se filmó -1968- y que estaba basada en una novela de ciencia ficción. Yo tenía 14 años, era una bella adolescente, 😁, que cursaba primero medio en el Liceo de Niñas de Valdivia, luego de haber sido transplantada abruptamente desde una localidad semirrural conocida hasta hoy como Pichirropulli a la capital de la provincia. Un cambio sideral en ese tiempo para mis nacientes aptitudes adaptativas y mi timidez casi enfermiza. Así y todo salí adelante, pero no tuve acceso a la Odisea Espacial 2001. ¡Imposible! Era una niña salida del campo, casi como una nueva versión de la Carmela llegando a la ciudad, aunque sin canasto con pollos ni huevos - o de Martín Rivas llegando a la capital-. Igual, me trasladaba cada domingo a Valdivia en tren, con mi maletita de mimbre -😂,es broma-. Ni recuerdo si llevaba maleta o bolso. 

   Pasó el 68, volví con la familia, aunque esta vez a La Unión, al Liceo B 12, Abdón Andrade Coloma. Con la experiencia valdiviana, allí me sentí más canchera, aunque caí en un curso de gente muy vip, lo que no contribuyó mucho a superar mi timidez, pero un afortunado golpe de cátedra colaboró en que los Abc1 no me miraran tan a huevo, 😂. Casi recién integrada al curso me vi en la tesitura de rendir una prueba de lectura de Don Juan Tenorio, obra que no pude conseguir aunque lo intenté empecinadamente. Yo era de las alumnas que no faltaban nunca a clases y que enfrentaban -aunque sea con terror- las obligaciones escolares, así estuviera preparada o no. Llegó el día de la prueba, que, por suerte, no fue a primera hora. Así que me conseguí algún resumen y, en recreo, me acerqué al grupo de las niñas populares y mateas, para escuchar sus comentarios del libro. Creo que hice algunas preguntas y llegada la hora, asustada como nunca, contesté lo más que pude y recordé lo que había escuchado. Terminamos la prueba antes de la hora de clases y la profesora, mi recordada maestra Ilse Schwencke, empezó a revisar. Llegó la hora de la alumna nueva -ella iba diciendo a quien corregía, mientras todos estábamos expectantes-. Los que se sentaban más cerca del pupitre docente, tenían el privilegio de ser los primeros en enterarse cómo le iba a cada uno. La revisión del trabajo de la alumna nueva -yo- iba siendo comentada. Yo hubiera querido que me tragara la tierra. Felizmente -y con absoluta sorpresa, debo añadir- los comentarios eran positivos. Finalmente un inesperado siete -¡7,0!-, fue plasmado en mi hoja escrita, mientras comentaba y alababa mi capacidad de síntesis. Para qué decir la reacción de algunos de los compañeros que sabían que yo no había leído el texto. Tuve la suerte que en ese tiempo había disciplina y respeto, por lo que nadie soltó un exabrupto, dando a conocer la verdad. Años después le confesé a Ilse mi "pecado" -fuimos colegas y amigas en el mismo establecimiento y hasta hoy, un ejemplo en mi profesión-. Lo que me consuela es que yo no eludí mi responsabilidad ni copié; sólo respondí de acuerdo a lo que había escuchado, haciendo mi propia interpretación de los hechos literarios. Obviamente esa "gracia" no la volví a repetir. Toda lectura la realicé con tiempo y dedicación. Por ello, precisamente estudié lo que estudié una vez terminé enseñanza media. 

   A pesar de lo anteriormente relatado  y confesado, 😉,  no llegué a tener en mis manos Odisea Espacial 2001 en esos años...ni después.  Aun así, me hice fanática de la lectura de novelas y noveluchas de ciencia ficción, entre otras, por años. El ingreso a la Universidad, el estudio y las lecturas obligatorias hicieron imposible que me acercara a A.Clarke. Ya siendo adulta joven -o no tanto, ya ni me acuerdo- tuve la posibilidad  de ver la película. Comencé  a verla y no logré "engancharme", así que opté por no perseverar, como dicen los jueces. Ello me llevó a tachar, mentalmente, la obra y al autor de mi lista de pendientes, a pesar de que hace varios años mi hermano menor me compartió un archivo con cientos de libros digitales y, entre ellos, estaban las obras de Clarke. ¡Nada! Me había quedado con aquella mala experiencia del inicio de la película. Hace tres semanas vi un video de la vida y obra del autor, que provocó el efecto clave. Me enteré que el autor aludido no fue sólo escritor; ¡no!, además, y antes que lo primero, fue astrónomo, matemático, físico, divulgador científico,  entendido en astronáutica. Aquello me convenció. Terminado el video, busqué las obras recomendadas y comencé su lectura, dejando sin terminar a Proust -lo siento, Marcel-, que me inducía siempre a un sueño profundo.    

   El fin de la infancia fue la primera novela leída de Clarke, mi novela acercamiento a su narrativa y creatividad.¡Me encantó! La trama contradice absolutamente lo esperado por el ser humano ante la posibilidad  de una invasión alienígena. Es una invasión latente y patente -valga la expresión aunque pudiera parecer un oxímoron-. Las naves extraterrestres cubren los cielos de las principales ciudades durante años, pero no atacan. Se elige a un humano intermediario, que no es precisamente Antonio Guterres. A través de las instrucciones y la amenaza por presencia, los humanos terminan los conflictos bélicos, el mundo se ordena y desarrolla. No obstante, los alienígenas ni se muestran ni dan a conocer sus objetivos. Lo harán pasados 50 años. Transcurre el tiempo y llega el gran momento, ¡tatatatán! ¿Sorpresa o no? El desenlace es interesantísimo y desesperanzador para los orgullosos humanos. ¿Por qué? Cero spoiler. Lean la novela y me entenderán, 😉. 

  En dos días di cuenta de ese primer texto. Luego decidí abordar la saga Rama, compuesta por 4 volúmenes: Cita con Rama(1973), Rama II(1989), El jardín de Rama(1991) y Rama revelada(1993). Un paseo que supone millones y millones de unidades astronómicas y años-luz de recorridos y generaciones de personajes, con una pareja protagónica desde Rama II en adelante, conocí en las cientos de páginas leídas. La vida de Richard y Nicole fue un cúmulo de experiencias extraordinarias entre seres de distintos planetas: las octoarañas, los mirmigatos, los sésil, los avianos y numerosos más. Y el ser humano entre esos cientos de especímenes de vida inteligente, sigue manteniendo las mismas actitudes xenófobas, violentas, agresivas, soberbias, sopesando el poder y el dinero por sobre los valores. Han pasado siglos, se ha recorrido parte de la galaxia y nuestros congéneres siguen siendo los mismos. La excepción confirma la regla.

   En el último volumen se devela el sentido de todo lo sucedido y vivido en los textos anteriores, de ese esfuerzo monumental realizado por los integrantes de una inteligencia superior. Se trata de hacer un catastro de toda la vida inteligente existente en la Vía Láctea y sus cien millones de estrellas, planetas, lunas y demases, para alcanzar la armonía interestelar. Hay interesantísimos planteamientos de las interrogantes humanas de todos los tiempos, relacionadas con la creación, con Dios, con el sentido de la vida y del ser humano en este universo con fronteras tan inconmensurables. Uno termina sintiéndose sobrepasado por los acontecimientos y la realidad, haciéndose los mismos cuestionamientos de Nicole. ¿Será mejor morir como ser humano cuando tu máquina corporal se agota o valdrá la pena seguir viviendo con órganos artificiales, transformándote en una especie de híbrido con tal de seguir respirando aunque los pulmones sean de materia plástica? El amor a la familia, el apego al conocimiento, el deseo de descanso, tu espíritu humano son puestos en la balanza en el momento final. Muy, muy recomendable. Hasta pronto.