martes, 31 de enero de 2023

El gran escape...

 

   Hoy 28 enero aún estamos en Tacna. No fue tan fácil hacernos a la idea de venir con la posibilidad cierta de encontrarnos con alguna manifestación popular. ¿Qué hacemos acá?, se preguntarán algunos. Pues asistir a la gran fiesta gran del casorio de mi hermano. La tradición propia de las ciudades y pueblos fronterizos se ha desarrollado con mucha fuerza en esta zona. La codependencia entre Arica y Tacna es extraordinaria. Cuando hay cierre de frontera, como sucedió durante la reciente pandemia (seguro que habrá más en el futuro, por ello el uso de 'reciente') la catástrofe económica es un hecho, principalmente para Tacna. En épocas "normales" la cantidad de chilenos que llegan hasta Tacna es numerosa. La razón: compras de todo tipo, asistencia a eventos y turismo.  Aunque en la actualidad ha habido un alza en el cambio de moneda peruana, aun así sigue siendo muy conveniente para nosotros. Debido a ello, en el casorio familiar, la ceremonia civil se realizó en Arica (ni modo que en Tacna, 😂) y la fiesta en Tacna, situación ya transformada en costumbre por estos lares. 

   Sin duda todo se habría desarrollado sin sobresaltos para los Contrayentes si Perú no estuviera pasando por una gran inestabilidad política y social, que hizo crisis con la acción política del ahora ex presidente, que lo llevó a la prisión acto seguido. Desde el comienzo de las manifestaciones hubo cierta preocupación por parte nuestra, pero que desechamos al ver la distancia temporal con respecto al evento matrimonial (desde el 7 de diciembre 2022 al 27 de enero 2023 cómo no se iban a arreglar las cosas, pensamos). Así y todo, cuando faltaban unas dos semanas, sin que el "estallido" peruano amainara -al contrario- surgió la duda acerca de si la fiesta se celebraría de acuerdo a lo planificado. La visita prenupcial de los novios al lugar faltando sólo una semana aclaró todas las interrogantes y no hubo cambios de última hora. Así que aquí me tienen, escribiendo sobre las peripecias de una invitada a un matrimonio "plurinacional",😂(más correcto sería "binacional", ¿no?). 

    El matrimonio civil fue discreto, sobrio y familiar. Una hermana por parte de la novia, tres hermanos por parte del novio, una amiga de la novia y el juez, 😁. Charla inicial a puerta cerrada entre juez, novios y testigos y luego la ceremonia propiamente tal. Obligaciones y deberes (hay uno que será imposible cumplir: 'procrear',😃; ya no están para esos trotes), juramentos y aceptaciones, firmas, felicitaciones y fotografías. Bonito. Apenas salimos del Registro Civil, la Novia se dio a la fuga,😂,rumbo a Tacna. El Novio, en conocimiento de aquello -por suerte no era sorpresa 😃- permaneció  en compañía de los familiares invitados (9 en total), con quienes pasó su noche de bodas. Claro que en el intertanto no faltó la visita al Agro, un buen almuerzo pagado según peso, un recorrido por el Mall Plaza para terminar en El Morro ariqueño. De allí a la parcela en el Valle de Lluta y a la espera de los últimos invitados familiares que llegaban desde Pto. Montt en un viaje tan accidentado como el de Marco en "De los Apeninos a Los Andes".   

   De casi madrugada al día siguiente hubo que levantarse. Los invitados iban repartidos en tres vehículos, dos con invitados externos y uno conducido por el novio. ¡Uff! El trámite por el Complejo Fronterizo Sta. Rosa (frontera peruana) fue todo un "cacho". Dos horas de fila entre decenas de viajantes, al comienzo a pleno sol, fueron una soberana lata. Eran las 8 hrs. chilenas y las 6 peruanas. El escaneo del equipaje fue la parte más tensa. Cada viajero adulto portaba en su equipaje 3 botellas de vino u 8 cervezas. Con la cerveza no hubo ni siquiera consultas; con las botellas sí. Sucede que está absolutamente prohibido pasar pisco chileno. En un vehículo una invitada llevaba 2 piscos. Antes de que se los confisquen prefirió abrirlos y vaciar em contenido en el baño. Nada de pisco chileno gratis para los peruanos,😒,seguro pensaría. No tuvimos problemas, aunque sí preguntaron. A mí, que llevaba una mochila del Novio con un notebock última generación, me atajaron pues creyeron que llevaba licor. 😂😂, quedaron frustrados luego de revisar.   

   Una vez revisado el vehículo, enfilamos para Tacna asombrándonos de la gran cantidad de olivos plantados en pleno desierto. ¡Qué plan más óptimo para recuperar la tierra! Llegamos al Hotel y disfrutamos un rato de la frescura del jardín interior aledaño a la piscina bajo techo y temperada, para mí absolutamente inapropiada (no resisto el agua tibia en verano). Luego partimos a tomar un rico desayuno, con un sanguchote pollo-palta y un jugo delicioso (famosos para nosotros los chilenos porque son de pura pulpa), para completar la mañana con compras varias. En mi caso, mi gran adquisición fue un par de nuevos anteojos, mientras mis parientas compraban recuerdos y otros artículos. El almuerzo primero fue en un local con opción buffet, que no nos gustó mucho que digamos. Los postres eran para el olvido, pero nos divertimos igual e hicimos una salida al estilo caribeño. 

     Y llegó el momento de la Fiesta de Esponsales, para lo cual hubo que dirigirse en taxi a un salón de eventos en el distrito de Pocollay, el que lucía espectacular a nuestra llegada. Alcanzamos a ver a la novia antes de abandonar el hotel, pues el taxi demoró bastante en llegar. La pareja se veía fantástica: él  con un terno azul y una corbata gris que bajo el nudo tenía una serie de pliegues (nunca había visto una corbata de esa manera; no es que acuda a muchas bodas tampoco), en tanto la novia vestía de tal con un hermoso traje color blanco invierno o crema (¿?), de vestido largo y pantalón. Ambos se veían  estupendos y sólo restaba envidiarles. Pronto vinieron los saluses, un baile-coreografía, la torta, palabras de los esposos ya y de sus testigos, seguido todo de la cena, el lanzamiento del ramo y de la liga, culminando todo con el baile general amenizado por un Dj. Entre baile y baile alguna que otra concurrencia al bar (estaban harto buenos los mojitos). Luego fue la hora de los recuerdos, la degustación de la torta y no más porque, en nuestro caso no cerramos el baile  sino que nos fuimos antes (un par de menores y la posible amenaza de no contar con movilización para regresar nos decidió a ahuecar el ala antes del término).   

   El día siguiente hubo que levantarse temprano -temprano para la hora peruana, aunque no para la nuestra- para gozar de un desayuno buffet contemplado con el alojamiento. Yo me equivoqué en la hora de la alarma y no hice la reconversión, de manera que en lugar de levantarme a las 7,30 lo hice a las 5,30 y no me di cuenta sino bastante después. Así que debí rellenar el tiempo de espera, lo que hice tejiendo y luego me fui a dar un chapuzón en la piscina en solitario. ¡El agua estaba más que tibia!¡Uff! Di unas vueltas olímpicas y me dirigí a la ducha de la habitación. No fui, al parecer, lo bastante rápida, pues el exceso de cloro de la piscina me afectó la piel, pero nada tan grave. Fue mi única experiencia inmersiva.     

    Decidimos utilizar el sábado para ir a comprar a la famosa Feria 28 de julio. Pero antes esperamos un rato en la Avda. de los Juegos de agua, con el objetivo de aminorar el calor (eran recién las 10 de la mañana y el calor era inmenso). Estuvimos hasta pasadas las 14 hrs. vitrineando y comprando, para, cerca de las 14,30, dirigirnos al restaurante de encuentro. ¡Quedamos bajo la mesa, 😒! Nos vimos en la obligación de conformarnos con la mesa del pellejo. Para vengarnos nos sacrificamos con un brasero de variadas carnes, entre ellas de alpaco (¡pobre animal!), ensalada surtida, chicha morada y un duuuulce suspiro limeño para cambiar el sabor, 😋😄. ¡Vaya banquete! El lugar era fantástico: enormeee, con música y bailes típicos en vivo. Lo curioso : nos asombró ver pasar platos con cuyes, fritos, doraditos y estiraditos cuan largos y anchos "eran" que serían engullidos por otros comensales, ¡guácala!   

   En la tarde, hicimos la visita obligada a la Catedral y al Arco de los héroes. De allí hasta el hotel, a excepción mía que seguí buscando en qué invertir los soles que me quedaban. La tarde anterior en que estuve recorriendo sola una avenida comercial, debí salir pitando a paso rápido, pues los locales bajaban sus cortinas ante el acercamiento de una manifestación. Uno de mis hermanos incluso quedó "encerrado" en un local. El día sábado no hubo problemas. No encontré sandalias-ballerinas de aguayo, pero encontré pareja para mi anillo swaroski comprado en Rep. Checa, además de unos aros y un colgante o dije (como le llaman por estos lares). Luego, al hotel, a descansar, tanto tanto, que pasé de largo hasta el otro día.

   Culminamos nuestra visita en territorio peruano pasando al pueblo llamado La Yarada Los Palos, con una playa extensísima a orillas de un Pacífico con mucho oleaje, aves y medusas. Fue una visita hermosa, aunque sólo nos mojáramos las patitas. Almorzamos un abundante "combo" con ceviche, chicharrón de pescado y arroz con mariscos. ¡Uff! Contundente y delicioso.

   Al terminar mi reporte tacneño cabe destacar, si no lo hice ya en una ocasión anterior, la sequedad de la tierra, con lo cual luchan denodadamente a diario sus habitantes y de qué manera cultivan olivos, limones, tomates, vides y otros productos, como los vistos en las plantaciones camino a La Yarada..., localidad al interior, ubicada sólo a 10 kms. de Arica. Lo otro destacable es la capacidad de emprendimiento de la gente, que transforma al comercio en su gran fuente de ingresos sustentada en el turismo. La atención en los hoteles es muy buena y, obvio, todo más barato que en nuestro país, al que ingresamos con menos demora, por suerte, y a una muy buena hora del día domingo. Hoy estamos en Iquique y recién estoy terminando de escribir nuestras aventuras en Tacna, que, felizmente, no tuvieron mayores inconvenientes, salvo un pequeño susto. Hasta la próxima. 












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