Este título comodín me servirá para explicar varias situaciones ya presentes en este nuevo año. Me devané los sesos buscando el "más mejor" y ¡tate!, al fin lo hallé,😁. ¡Empezamos! ¡Por fin, viajé a Santiago! El martes. Madrugué para lograr estar allá en horario matinal de primera hora. A las 9,15 horas ya estaba bajando del bus en el Terminal Sur y caminando entre vendedores ambulantes de todo tipo y nacionalidad para poder llegar a la estación del Metro U.de Santiago, sin saber si la tarjeta bip, al fin encontrada en uno de mis portadocumentos, me serviría para 'cargar' el dinero del importe del pasaje. Debía usar el Metro, debía llegar a calle Teatinos (no estaba invitada a La Moneda, por si acaso) y no sé llegar de otra manera sino en este medio de locomoción. Claro, están los taxis, pero quién va a pagar un taxi si no lleva nada de equipaje. Sólo alguien a quien lo sobre el 💰 ,que no es mi caso. Felizmente, aunque la tarjeta debe tener unos 17 años -toda una adolescente,😆- estaba en buen estado para ser utilizada. Hacía más de cuatro años y medio que no había salido a respirar el aire contaminado de la capital -me refiero a la tarjeta Bip-. Me subí al tren, con toda la suerte que pudiera esperarse: la cantidad de usuarios no era extrema, lo que me llevó en el mínimo tiempo a estación La Moneda y sin ningún contratiempo. Salí de las entrañas de la tierra, 😅, por cualquier lado, tanto así que me desorienté. No sabía hacia dónde estaba el Palacio -de Boric, no el mío-. Pregunté a una vendedora que se estaba instalando en la vereda. Me contestó en peruano,😂, indicándome la dirección en que debía ir. Unas instantáneas a La Moneda antes de que la bombardeen, perdón, un deja vu, 😂, y caminé por Teatinos. Iba al Ministerio de Relaciones Exteriores. Alguna "relación" que busque, me dije, 😁. No, bromita; la razón que me llevaba allá era otra más pedestre.
Ya les conté en octubre que perdí o me sustrajeron el dinero, junto a parte de mi documentación en la ciudad de Viena. Sucede que el 23 de noviembre, a casi un mes de haber regresado del tour, recibí un e-mail del Ministerio de RR.EE. para que confirmara mi identidad, pues se habían recibido unos documentos a mi nombre. Respondí y me dieron los antecedentes de los documentos y el horario para retirarlos. Faltaba poco para viajar al sur así que dejé el trámite para mi regreso, cerca de Navidad, lo que no concreté por el exceso de comercio en las calles por esas fechas. El martes -¡al fin!- puse en práctica esa tarea pendiente. En realidad, podría haberme desentendido, pues los documentos los había invalidado (a excepción de la tarjeta Ripley, que ni me acordaba que estaba en el mismo lote). Pero me invadió la duda del dinero perdido -o sustraído-, además de incomodarme la idea de abandonar unas tarjetas con mi nombre. Al ingresar al edificio, debí pasar por scanner mis cosas. No había pensado en esa posibilidad, así que llevaba en mi mochila una aguja de crochet y una tijera pequeña para cortar hilo, lo que fue observado a través del aparato. El hombre me dijo "lleva una tijera pequeña, pero no creo que vaya a usarla". Me reí y le expliqué que andaba con mi tejido, de lo que debe haber dado fe el scanner. Cero problema. Ubiqué rápidamente la oficina y al escritor de mails y pronto tuve los documentos en mano. Sólo enviaron estas tarjetas, me dijo el funcionario. Ni modo, pensé yo. Si hubieran devuelto el dinero, habría quedado enredado en cualquier parte.
Antes de las 10 ya estaba desocupada. Al salir me dirigí a la entrada posterior del palacio presidencial. Estando en la plaza -no sé cómo se llama- me di cuenta de que el edificio estaba adornado como un paquete de regalo, pues dos "cintas" tricolores, una con los colores de Chile y otra con los de Venezuela colgaban desde el techo al suelo. Como no supe explicarme la razón de ese ornamento me acerqué a un Sr. Carabinero que estaba en la plaza. Lo saludé y le pregunté. Me dijo, sonriente, que ahora íbamos a ser Colombia. Ahí me acordé de Petro, el presidente ex guerrillero del M-19 (tu pasado te condena, Petro, aunque parezcas un caballero ahora). A título seguido, el Carabinero agregó que las cintas eran por la visita del Presidente Petro, que se va hoy, añadió (lo que no sabía el policía ni yo es que Petro había ahuecado el ala de madrugada). Le respondí "¡Qué bueno!" [que se vaya Petro]. Nos sonreímos ambos. Tomé un par de fotos y me acerqué a una bajada -o subida, depende de la circunstancia personal- de Metro -no Petro- y me dirigí a la Estación Central. Mi idea era irme caminando desde ahí hasta el Terminal de buses y ver si en el camino encontraba algún local con productos textiles finos (hilos para tejer a crochet, 😅). Lo que encontré fue mucho vendedor ambulante (aunque aún no era hora punta) y basura en la calle.
¡Al fin logré terminar un tejido que estaba elaborando y que ya me tenía "chata", 😒! Es la pura verdad: hermoso, colorido, pero que me dio mucho trabajo. Consistió en tejer 181 cuadrados de colores distintos, luego hacerles un borde negro a cada uno, para finalizar con la costura (¿o "cocción", 😂 ?) de cada uno de ellos con los demás para armar ese hermoso cuadrado arcoiris. Pero, ejem, aún no está finiquitado el trabajo. Su función es transformarse en una bajada de cama y su tamaño es muy pequeño. No soy Pie Grande, pero tendría que recurrir a un censor de movimiento de pies para encontrarla cada vez que quiera posar mis patitas en ella,😊.Así que me autoconvenceré que cumplí con la primera etapa. Debo preocuparme de no ocupar en otros tejidos los hilos de color usados. Mi idea no es comprar nada, salvo el hilo que estoy usando como fondo.
¡Al fin! puse al horno dos panes de pascua homemade que tenía leudando desde antes del mediodía. Se pusieron porfiados y no 'subieron' casi nada. ¡Grr! Sé que no van a quedar crudos, pero no serán un ejemplo de exuberancia precisamente. También sé que los ingredientes hacen que sea una masa muy pesada y eso influye en su mayor densidad, pero igual, ¡qué mala onda! Deberé averiguar más acerca de ellos y dejar de inventar recetas, 😂. Luego de casi 30 minutos apagué el gas. La cocina está calentita, ¡uff! Se ven dorados y cocidos, seguro que ricos, pero dejaré que terminen su cocción al interior del horno. No subieron mucho que digamos.
Por fin planché esta mañana. Se debió al tejido mencionado más arriba. Como necesitaba tener una visión más exacta de la dimensión de la labor, me aboqué a esa tarea odiosa. Como los tragos amargos hay que tomarlos hasta el fondo, aproveché de planchar los trabajos anteriores, así que mis tres ejecuciones "crochetísticas" quedaron listas para ser utilizadas, a excepción de la última. Fue toda una novedad realizar el oficio de planchadora, luego de tanto tiempo sin hacerlo (meses). Pensar que antes y, a lo mejor aún, había casas y mansiones en que esta actividad cotidiana era todo un oficio, a veces de por vida y muy mal mirado, casi al nivel de la esclavitud, pero no por eso menos necesario. En fin, odio planchar y seguiré así, aunque de vez en cuando deba 'sacrificarme' y hacer como si no.
Al fin, escuché, por segundos, la voz de mi hija en un cassette de aquéllos que uno compraba para grabar en forma casera. Casi al terminar un cassette, luego de una canción de Maná escuché su voz, un poco en falsete, mientras cantaba con una grabación de fondo. No reconocí la canción, puede haber sido de Cristina Aguilera, pues recuerdo haberla escuchado cantando sus canciones durante su etapa adolescente. Esta cinta, como la mayoría de las más de 20 de este tipo, tiene más de una grabación encima de otra, así que concluyo que en ésa se había grabado cantando y luego grabó canciones encima de alguna radio. Sólo quedó la "colita" de una grabación personal. ¡Fue emocionante escucharla,😢! A ella le gustaba cantar. Todavía no he revisado todos los cassettes. ¡Ojalá vuelva a escuchar su voz! Cruzo los dedos, con esperanza.
Al fin compré el reloj de pared que me faltaba. Hacía varias semanas que había enviado a la basura a dos pues no funcionaban (eran chinos), así que quedó esa parte de la pared del living sin nada ni nadie que dé la hora y como yo ya estaba condicionada a mirar la hora en tal lugar, procedí a salir en su busca. Pensaba comprar uno impersonal y sin gracia, que cumpliera con lo básico, pero visible desde distancia. Me decanté por uno que tenía la parte superior de la Torre de Pisa. ¡Me gustó! Además, la pila con que probaron su buen estado de funcionamiento no me la cobraron (una duracell, 😅), así más contenta con mi adquisición. Sin embargo, la felicidad tuvo su momento de cierre, cuando, a 24 horas de instalado en su sitio, al mover el tv, pasé a traer el reloj, el que dio con toda su 'humanidad' en el piso de cerámica, haciéndose añicos el vidrio que protegía su carita,😢. ¡Quid pro quo!, me dije ('una cosa por otra' ). Ahí logré acomodar adecuadamente la manecilla del horario ( debería ser 'horero', terminación adecuada para indicar 'función') que estaba algo desfasada.
Al fin he comprendido que tengo fijaciones serias y que soy muy desprolija (más vale tarde...) en algunas cosas. Al menos yo lo reconozco,😏.En cuanto a las fijaciones puedo mencionar algunas. Empiezo con la preocupación por el transcurso de tiempo -la hora- (tengo relojes por todos lados). Se hizo patente esta fijación mía en el último viaje realizado, en que, de visita en casa de familiares, no encontré relojes murales, lo que me hizo sentir casi desvalida y desubicada. Es una tontera, pues están los celulares y los relojes de pulsera, pero aún teniendo ambos artefactos, igualmente necesito relojes en la pared. ¿No será mucho, Lucho, 😅? ¡Cada loco con su tema, no! Otra fijación que tengo son los trenes -no soy la única,😅-. ¡Me encantan! Las veces que he podido volver a desplazarme en ellos, especialmente en los antiguos, lo he realizado. Hasta tengo un par de acuarelas de trenes en palacio, de un pintor unionino. Sin embargo, mi locura no llega a tanto. Cuando puedo, puedo. Si la situación económica no es propicia no me empecino en los trenes. Otra vez: ¡cada loco...! Tengo otras fijaciones como fotografiar puentes antiguos o diferentes, carreteras en perspectiva y sin vehículos, montañas, etc.
En cuanto a mi desprolijidad, debo confesar que no es en lo esencial y fundamental, sino en lo menos importante. Por ejemplo, en mis labores cotidianas. No soy fanática del aseo, no ando como loca despolvando los muebles cada día, sino de vez en cuando,😂. Tampoco barro -de barrer- a diario, ni paso paño con desinfectante o cloro por todos lados, de manera que la casa te huele a hospital. Lo que sí, lavo mi loza luego de ocuparla. No acumulo en el lavaplatos, como lo hice un par de semanas hace unos 3 años, en que me daba flojera lavar de inmediato. No, ahora, todo ordenado y limpio en cuanto a la vajilla. En lo que suelo no ser muy prolija es en el seguimiento "a la pata" de las recetas, por eso a veces no me resultan mis preparaciones,😌. Antes de que se me olvide, el pan de pascua elaborado ayer me quedó rico, cocido y... alimenticio (¡vaya si no!). No obstante, probaré otro procedimiento la próxima vez. En lo que me descubrí poco prolija estos días es en las terminaciones de mis tejidos. Definitivamente no quedan perfectos. No siempre logro "esconder" las hebras de inicio o término, tampoco los nudos, pero no me estreso por eso, pues se ven bonitos. Algo de humanidad debo mostrar de vez en cuando, ¿no?
Al fin, por último, el sol ha estado menos intenso y estos tres últimos días más frescos. El martes, la caminata por Santiago fue muy grata en cuanto a la temperatura. Nada de calor exagerado y agobiante, lo que me permitió, al regresar a Rancagua, volver caminando hasta palacio. Ha sido una tregua positiva para el ánimo y para la agricultura me imagino. Ojalá continúe así por unos días más. Yo, querido Zeus (señor de las nubes, la lluvia y los truenos), te lo agradeceré prendiendo unos inciensos en tu honor. Hasta pronto.
Nota: nuevo tejido que he comenzado, esta vez con triángulos. Los tengo en proceso de "estiramiento" mientras sigo tejiendo otros. Ya veremos cómo resulta.
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