miércoles, 30 de junio de 2021

Aires difíciles...

    

    En primer lugar, presento mis disculpas a Almudena Grandes por haber tomado el nombre de una de sus novelas para titular esta entrada. Dicho esto, voy "al grano"... o entro en materia mejor dicho -suena más  elegante-. 

  Haber escrito 'tiempos de tempestad' tal vez también habría servido, pero seguro sería exagerar un poco. No quiero yo misma agregarle más leña al fuego 🔥y caldear en demasía mi contexto psicosocial. La verdad, estoy preocupada. Sé que no sirve de nada mi preocupación individual, pues en mi cuasi-aislamiento social no ejerzo ningún peso sobre la balanza de la historia, por lo tanto, mi inquietud no deja de ser un cúmulo de palabras de buena crianza carentes de relevancia. Dicho en breve, me inquieta mi país, me inquieta el mundo y no soy objetiva a la hora de evaluar esta atmósfera que lo está cubriendo todo como una nube de smog. Algunos dirán y cantarán "¡Chile, la alegría ya viene!", pero los momentos no son los mismos, las generaciones han cambiado, mi postura también, son otros tiempos, otras sensaciones, otro sustrato. El volcán ya hizo erupción, es cierto, pero la lava sigue avanzando, quemando, esterilizando un terreno antes más o menos fructífero. 

  [Abro paréntesis: me divierte leerme, en medio de todo, porque de las metáforas meteorológicas y climáticas he ido derivando e introduciendo otras geológicas y agrícolas, 😂. No es fácil escribir sobre lo que da vueltas en tu cabeza de manera más o menos consciente y que te tiene, quieras o no, en vilo... Cierro paréntesis]. 

    Como muchos, el 18 de octubre de 2019 quedé  estupefacta. No esperaba lo que sucedió en mi país. Como dirían los políticos "no supe leer los tiempos". Claro, no soy politóloga, socióloga ni meteoróloga panhistórica como para prever que el tsunami que se estaba desarrollando en otra parte del planeta se acercaba también a este rincón del mundo.

 El descontento social, el cansancio vital de muchos, la rebeldía de otros tantos fue juntándose y creando las fuerzas internas propicias para, merced a unos empujones interesados por aquí y por allá, la ola cobrara fuerza, se cronometrara y actuara en consecuencia. Y llegó "el estallido social". Aún me duele "la guata" rememorar las imágenes de los incendios, los destrozos, los saqueos, las manifestaciones no-pacíficas (porque  hubo muchas que no fueron inocuas; de las pacíficas no digo nada porque es un derecho a ejercer en democracia aunque yo no sea parte de ellas ni esté de acuerdo con sus planteamientos), los enfrentamientos, los ataques y defensas de ambos lados, etc. Primero fue verlo a la distancia, en los noticieros; luego fue verlo, escucharlo y respirarlo a diario a pocos metros de mi hogar. ¡Todos los "santos" días! Sentí la amenaza latente y patente (fui amenazada, de hecho, a la distancia nada más que por estar mirando o sacando alguna foto)    

   La llegada de la pandemia morigeró en algo las "demandas ciudadanas" y se sobrepuso a toda otra urgencia. Era necesario y urgente; también fue conveniente. Entonces, la angustia se trasladó de objetivo mientras estuvimos a merced de la enfermedad sin ninguna vacuna en perspectiva. Cuando ésta se transformó en realidad posible ya pudimos respirar más aliviados y, personalmente, pude visitar a mis familiares. Fue un nutritivo recreo, que terminó, como casi todo lo bueno. Por ello, cuando llegó la segunda o tercera ola ya muchos estábamos "vacunados" también para el encierro y esta "nueva normalidad". Hemos aprendido, cual más cual menos, a gestionar y actuar en este novel escenario y eso es muy positivo.    

   ¿Cuál es el problema entonces? Muy sencillo. Ahora "el estallido" cambió de formato: ya no incendia, no destruye, no saquea. Ahora gesticula, amenaza, "avisa", agrede verbalmente, miente, oculta, crea un relato o verdad diferente, critica permanentemente, cobra revancha. De nuevo surge la angustia, entonces, en muchos, me imagino, que vivimos aquí de por vida (en el país, quiero decir) y que deberemos asumir, aceptar, resignarnos a lo que venga en el plano social, político y económico, porque no somos relevantes para uno o más grupos de personas que ya se sienten con todo el derecho y las atribuciones para decidir lo que es bueno, lo que es malo, lo que es más conveniente para ti, pobre pensionada, lo que es saludable "socialmente", cómo debes informarte y de qué alimentarte. 

   Creo no estar siendo hiperbólica. Las "señales" se ven por todos lados, el aire está cargado, muchos ceños, fruncidos y las palabras son cada vez más incendiarias. Las faltas de respeto están "a la orden del día" y lo que antes era casi sagrado y que nadie ponía en tela de juicio (los valores) ahora están en franca decadencia y son casi "piezas" dignas de museo, así como sus cultores. 

   Los aires están y seguirán difíciles. Algunos aconsejan y ponen en práctica no ver noticias, pero yo no puedo seguir ese consejo. 'Estar en Babia' no es mi estilo. No puedo -tampoco quiero- sustraerme a la vida más  allá de mi metro ⬛. Me gusta informarme, ojalá de dos o más fuentes distintas cada día, lo que me permite tener una visión más  clara y acertada de cómo va la marcha del mundo sin mi aporte laboral, 😁. Incluso creo que si tuviera la oportunidad de irme a otro planeta estaría permanentemente informándome cómo iban las cosas después de mi partida en este bello punto azul-celeste, aunque por lo que está sucediendo en Canadá, más temprano que tarde, cambiará de color, al parecer. 

     Para contrarrestar las malas vibras, sigo en mi onda creativa y constructiva. Dar vida, aunque sea a semillas y plantas, es más sano y positivo que quitarla a cuasi-dentelladas verbales como está al uso. Espero no transformarme en Mr. Chance, el Jardinero de Yerzy Kosinski. Una vez que los nubarrones oscurezcan el cielo, abandonaré de vez en cuando mi huerto-jardín para ver cómo va el "nuevo mundo" prometido, a ver si toco algo en el reparto, 😉.

lunes, 28 de junio de 2021

Incursiones...

     

    Cual Will Smith en "Yo soy leyenda", me preparo para salir al mundo exterior, fuera de palacio. Busco y dejo en la pantalla del celular mi 'pase de movilidad' listo para ser mostrado cuando se requiera, me pongo mis adminículos ornamentales -un par de anillos, el reloj y una pulsera- (tengo una variedad no menor pero siempre uso lo mismo; los aros han pasado a la historia: mientras deba usar mascarilla imposible llevarlos por el riesgo de extraviarlos. Bien decía Cortázar: cuando compras un reloj, no sólo adquieres el aparato, sino también el temor de perderlo), reviso que el alcohol gel y la bolsa de pañuelos estén al interior de la pequeña cartera, me cambio de zapatos -zapatillas más bien-, me pongo mi chaqueta o parka, instalo en mi espalda la mochila al estilo Dark que me heredó mi hija (aún aguanta a pesar de los más de 9 años), la mascarilla casi salta a mi cara y se enrosca en mis orejas, saco la llave que cierra la puerta y me la echo al bolsillo, abro la puerta a medias y salgo cerrando con seguridad pero sin violencia. Ya estoy fuera y en un mundo que no me pertenece.    

   Una vez que atravieso el portón de entrada del condominio es hora de estar alerta a las personas y las situaciones. No hay monstruos ni zombies, sólo la posibilidad de encontrarse con algún contagiado, con más de un porfiado/a que no use la mascarilla o la lleve mal puesta o de bufanda, con un fumador/a compulsivo/a, con algún pertinaz que se acerque demasiado a uno en la fila si toca la mala suerte de tener que formar parte de una. De todo aquello hay que tener cuidado, además de fijarte de vez en cuando que aún llevas la cartera y la 🎒, 😂(los cacos andan a plena luz del día). Además, hay que ir mirando dónde uno pone los pies, no vaya a ser cosa que justo le pongas los 38 encima a una mascarilla botada por un anticiudadano.    

    En mis salidas no concurro a ninguna tienda, menos ahora que están casi todas cerradas por cuarentena, 😆. Mis objetivos son algunos locales chinos (sección equipamiento de cocina y productos orientales), supermercados, la verdura de los ambulantes y de las ferias (siempre más económica que la de los super), establecimientos de venta de congelados y algún local con materiales de repostería. Hasta hace unos meses no conocía ninguno de estos últimos: ahora sé que hay al menos 3 especializados en la ciudad en el sector más popular, a pasos del Rodoviario. Ya me he acostumbrado a moverme por esos lugares. Vale la pena porque tienen precios muy convenientes y la variedad es amplia. Además de servirme de entretención y abaratar costos, me permite "conocer la calle", como dicen los políticos. 

   [Abro paréntesis : recién había anotado "hacer la calle" pero para asegurarme le pedí  ayuda a Google.  Por suerte lo hice, pues esta última expresión significa 'prostituirse' (jajajaja), para lo cual no estoy dispuesta ni de ánimo ni de físico (jojojo). Es recomendable asegurarse entonces antes de hablar o ✍...Cierro paréntesis]. 

   Mis incursiones periódicas han tenido múltiples beneficios, debo añadir, además de alivianar con mayor lentitud el bolsillo. Han sido instancias de verdadero aprendizaje -el práctico y en terreno- unido al descubrimiento de otro ambiente con prioridades distintas, donde he terminado por mimetizarme entre tantas idas y venidas. Aclaro: no salgo todos los días; también permanezco en palacio una o dos jornadas seguidas. Pero ahora que ha llegado el rigor invernal y ya no puedo darme el gustito de salir casi de madrugada (jaja) a caminar, reemplazo aquellas caminatas por estas incursiones, que han ido llenando mi despensa con productos nuevos y, más de alguno, casi exótico, si se mira con la visión anterior a la inmigración. La llegada de oleadas humanas a nuestra nación -como a otras- ha creado la necesidad de atender también costumbres culinarias distintas y ello se ha traducido en un enriquecimiento y variedad impresionante e interesante en las estanterías de los locales de venta de alimentos.   

   Hace unos días estuve en la fila para comprar envases de plumavit y plásticos y debo señalar que habíamos varias personas en la misma "pará". Yo necesitaba algunos de estos artículos para mi 'incursión' en el mundo de la microhidroponía. Allí los encontré y aprendí que venden hasta envases para huevos de codornices. ¡Interesante!...¡Momento! No crean que voy a dedicarme a criar codornices, 😂. ¡Para nada! Pero vi la utilidad de esos artículos para guardar bombones u otras delicias semejantes en que voy a practicar en unos días más. Hasta pronto. 

domingo, 27 de junio de 2021

Mezclas...

   

   Cuando era pequeña -de edad- no me gustaban las mezclas, especialmente en el ámbito de lo alimenticio. Prefería comer los mismos productos pero separados. Me parecía que cada cual perdía  su identidad y sabrosura al entrar en contubernio con otro congénere. Ya pueden ver que tenía cierto espíritu elitista y ario, muy lejos de mi humilde origen cuasirrural. Me pregunto, ¿todo lo rural es humilde? Una fakenews absoluta, si uno lo piensa bien. En ese afán purista, me "cargaba", por ejemplo, comer ensalada de 🍅 con pepino. Consideraba que cada cual perdía su sabor único, además de enfrentarte al gran dilema de si echarle vinagre o limón.  Al tomate no le viene bien el jugo de un cítrico, en tanto el pepino "llora" por él. ¿A quién contentar? E ipso facto surgía la interrogante hamletiana -guardando las distancias, claro-. Cualquiera de ambos que quedara descontento podría complotar contra nuestro estómago. Así que, como en esos tiempos yo era obediente, no me quedaba otra que ingerir esa mezcla espuria, que, primero hacía que mis cachetes (entiéndase 'mejillas') se inflaran más de lo conveniente en el esfuerzo de ir tragando algo que no era muy de mi gusto. Y, para qué estamos con cosas, la ensaladilla aquella era todo un lujo en la zona sureña campesina de los años 60 y poco más, alejada de los avances de la gran capital. Eran los tiempos en que sólo se cultivaba una vez al año y la fruta y verdura frescas las disfrutábamos sólo en el verano, dejando para el invierno las legumbres, las papas, las pastas, las conservas y los deshidratados. Así que era toda una actitud desconsiderada de mi parte ponerle "pegas" a la ensalada mencionada, toda vez que había tantos niños en África que no tenían qué comer en esos días (y también en los actuales)

    Cuando ya fui mayor y pude comprar mis propios 🍅 🍅 🍅  y pepinos, los preparé siempre separados. ¡Nada de andar haciendo de alcahuete en esos terrenos! En la actualidad, siguen sin gustarme juntos. No obstante, hay maridajes que me encantan: los que ofrecen las comidas china y alemana, por ejemplo. O el plátano barraganete frito con queso rallado de cabra y miel, 😋   

   En muchos casos el resultado de las mezclas es feliz. Crean o producen una nueva  realidad, un nuevo objeto, una nueva vida, independiente que esa unión o mixtura sea producto del azar o de la voluntad. A través  de los tiempos, esto de las mezcolanzas no ha sido un tema inocuo. Más de una guerra se produjo por un purismo acendrado, claro que en ámbitos de mayor calibre y peso que en los de una ensalada. La historia nos habla de la Guerra de Secesión o Guerra Civil Estadounidense o la misma Segunda Guerra Mundial, amén de otras serie de conflagraciones en Asia, los Balcanes o en África. La base originaria ha sido la oposición de una de las partes en conflicto de la mezcla racial, que se ha traducido luego en antisemitismo, en esclavitud y/o exterminio incluidos. Personalmente, mi rechazo a las mezclas no llega a ese nivel, aunque también debo señalar que no he estado en la tesitura de probarlo y demostrarlo. 'Otra cosa es con guitarra', dicen.   

   Me vino 'a la cabeza' esto de las mezclas al escuchar por enésima vez mi lista de reproducción musical del mes en el equipo que tengo a mi lado. Estaba disfrutando emocionada de los compases de la composición El vals del Emperador (Kaiserwalzer) de Johann Strauss cuando en mi oído  se produce un chirrido -metafórico se entiende- al reconocer en uno de los tramos el sonido incidental de la serie animada de Tom y Jerry. 

   ¡Me pareció un verdadero sacrilegio! Y a pesar de ello, cada vez que la escucho, consciente o no, la belleza de la composición y la asociación con ambientes palaciegos fastuosos se va al tacho de la basura en el minuto 6, porque, lo quiera o no, por reflejo condicionado, se mezclan en mi mente y en mis asociaciones sinápticas las notas con las figuras de un ratón animado perseguido por un gato malvado que quiere comérselo. ¡Qué situación más prosaica y bárbara -no 'bávara', 😃-! La magia desaparece por momentos y, por suerte, logro recuperarla para apreciar en su justa dimensión la grandiosidad de la fanfarria final. 

   Como pueden ver, esto de las mezclas da para mucho y habrá cosas en las que estaremos de acuerdo o no, pero c'est la vie. Por de pronto, seguiré sin establecer relaciones diplomáticas entre los pepinos y los tomates, en tanto que de cualquier mezcla agridulce hago gustosa de Celestina, 😂. Hasta pronto.

sábado, 26 de junio de 2021

Caracol, caracol...

 
   "Caracol, caracol, saca tus cachitos al sol"... Palabras mágicas, verdadero abracadabra, sólo asumidas como verdaderas por nuestra mente y corazón infantiles. Si el
🐌 permanecía ovillado sin querer moverse, sin dar señales de vida, había que repetir la poderosa frase de otra manera o soplar, para ver si había reacción. Al final, terminábamos asumiendo que no servíamos para magos y que nuestro lenguaje no era comprendido por los caracoles.
   Como un caracol 🐌casi habrá que permanecer nuevamente por semanas, tanto por la añoranza del sol como por la lentitud de los días, amén del repliegue de nuestra contextura. El frío nos recoge y encoge en la mecedora y en la cama. Nuestro subconsciente, diría Freud, nos lleva a nuestra vida anterior, la del útero. En posición fetal pareciera que estamos más protegidos del frío y de los peligros de la vida cotidiana. Los 🐌🐌🐌 -al igual que otros congéneres cercanos- cargan con su protección día a día, minuto a minuto. Así y todo, eso no los salva de sus depredadores, los que por maldad o por sibaritismo, dan al traste con su "poderoso" escudo. Hay de todo y para el gusto de todos en este mundo. 
   No sólo la nostalgia solar y el repliegue personal me hermana con los caracoles en estos días de junio sino también la lentitud. Me he demorado una "eternidad" en leer una novela (casi dos semanas completas) y esta vez no la abandoné en el limbo (un 👏 por mí). Recuerdo que hace unos años intenté leerla y sólo quedé en el intento. No fue así esta vez, que me propuse terminarla aunque, a nivel inconsciente, buscara una y otra ocupación para descansar un poco de la lectura de sus páginas (algo más de 700 en total). De acuerdo a lo expresado, se entiende que no me resultó fácil la tarea, pero no es porque la considerara compleja o aburrida. Sucede que ya había perdido la costumbre de leer narraciones rusas. Son un verdadero puzzle en cuanto a los nombres de los personajes, de los lugares y de las costumbres u organizaciones. Para lo último, hay que recurrir a cada paso al diccionario y para lo primero, apelar a la memoria de las páginas anteriores. Por ejemplo, un personaje aparece llamándose Lara, luego alguien la llama Larisa y después Antípovna (por haberse casado con alguien de apellido Antípov). Otro personaje,  Yuri Andriéevich, es, al inicio, Yura, después, cariñosamente, Yúrochka y Dr. Zhivago oficialmente para los demás.     
    OK. Ya saben de qué novela estoy hablando
: Doctor Zhivago (1957) del novelista y poeta ruso Boris Pasternak, Premio Nobel de Literatura 1958. Me costó introducirme en el tema y encontrar el "hilo" de la trama,  su verdadero sentido y los mensajes entre líneas, entre nombres y apellidos impronunciables. La nieve del invierno ruso casi me congeló las neuronas. Y que conste que no es el primer ruso al que leo (aunque tampoco he leído a muchos). Algo de Chéjov, de Turgueniev y de Tolstoi, además de mucho de Dostoievski y Asimov. Es todo el recuento. Sin embargo siempre ha sido mi problema el tema de los nombres de los personajes rusos, lo que más de alguna vez induce a errores de comprensión. Casi todas estas lecturas fueron voluntarias. No estudiamos a los rusos mientras estuve en la universidad. Sólo fueron mencionados como destacados y grandes (más supe de ellos mientras estuve en el liceo, que recuerdo muy bien que, en la asignatura de Castellano, por grupos, nos tocó leer y disertar sobre un autor y a nuestro grupo le correspondió Iván Turgueniev). Por ello, tampoco tenía mayores antecedentes de esta novela y de su autor. De tan importante hito literario hubo unas versiones fílmicas, que tampoco tuve la oportunidad o el deseo de ver en su tiempo. Sólo ahora que ya terminé, busqué en la filmoteca de YouTube y me encontré con la versión actualizada de la narración, bastante fiel a la historia (ya vi la primera parte; hoy buscaré la segunda y otras versiones). La virtud de la película es que asienta el argumento a grosso modo, aunque, por razones lógicas, no permite captar adecuadamente las reflexiones y divagaciones de Yuri Andriéevich, elementos fundamentales en la comprensión del personaje. En este aspecto, me recuerda mucho al personaje Werther de Wolfang Goethe.  
   
      El entorno de la vida del protagonista es un desastre visto desde nuestra experiencia occidental, "moderna" y de clima templado. Ya desde pequeño sufrió la pérdida traumática de su padre, quien se suicidó lanzándose de un tren en marcha
(su madre había muerto). Felizmente, lo acogió un tío y su familia, años en los que fue un infante y adolescente feliz  y sin carencias. Llegó  a la universidad y estudió medicina, se casó con su cuasi-hermana (prima en realidad) Tonia (Antonina Aleksándrovna Gromeko) y tuvieron un hijo. Comienza la Primera Guerra Mundial y Yuri es llamado a las filas en calidad de médico. En uno de los tantos sitios del frente en que es trasladado conoce a Lara, quien oficia de enfermera mientras busca a su esposo desaparecido. La verdad es que ya la había visto en Moscú, mientras estudiaba y ejercía en sus primeros años, al menos unas tres veces y había quedado fascinado por su belleza. Allí, en pleno escenario bélico, se enamora de ella, pero regresa a su familia. La situación económica es difícil y la alimentación y calefacción  escasean. En esos menesteres, se ven envueltos en la Revolución de 1917 y, acto seguido, en la Guerra Civil. Abandonan Moscú para tratar de sobrevivir en un pueblo donde hay conocidos de la familia de Tonia. A pesar de las estrecheces, Yuri es más feliz. Goza de la naturaleza, escribe y lee. En uno de sus viajes a la ciudad más cercana, se reencuentra con Lara y comienza una relación  sentimental con ella, en desconocimiento de su familia. Cuando ha tomado la decisión de terminar con ella y confesar su infidelidad, es apresado por una patrulla de partisanos y rebeldes, quienes lo retienen por tres años. Cuando logra escaparse, su familia ha emigrado de los horrores de la guerra civil y se ha marchado a Moscú  y luego a París.  En su calidad de proscrito, le es imposible salir del país y reunirse con los suyos. 
      ¡Ya! La historia continúa un poco más  pero dejo hasta aquí la trama. Destaco los hermosos y poéticos pasajes experimentados y expresados por el protagonista, que llegan a su cúlmine cuando, al final de la novela, se agrega como último capítulo, un compendio de poemas del personaje. El Dr. Zhivago fue siempre un ser humano distinto del grupo, con una sensibilidad extraordinaria. Tuvo amigos y conocidos, pero era en la soledad y en la compañía de sus seres amados donde se sentía más pleno. Se ve envuelto en los eventos históricos de su nación y época, pero los vive como en segundo plano, al menos en el aspecto narrativo que le otorga el autor, lo que no impide que se exprese una fuerte crítica a través del protagonista o de personajes incidentales mediante comentarios y conversaciones. A consecuencia de ello, Boris Pasternak fue perseguido y desacreditado por el régimen soviético hasta el día de su muerte. La publicación de la obra fue realizada en Italia y sólo hasta 1988, ya en plena perestroika, vio la luz en la URSS.  
    El caracol seguirá  al interior de su capital. El frío y la lluvia han llegado. Tomo un
para contrarrestarlos y reactivarme con la cafeína. La nieve de las estepas rusas se han metido en mi cuerpo. Deberé abrigarme como una esquimal para sobrellevar la baja temperatura y realizar más de alguna actividad física  para "dentrar" en calor, 😁.    
   Estoy preocupada por mis
🍅 🍅🍅🍅 cherry. Están en floración, con un par de ejemplares ya crecidos y temo que se congelen. Los cambio de lugar y podo algunas de sus ramas inferiores. Los acerco a los ventanales internos para protegerlos. Ojalá resulte (cruzo los dedos). Al interior, en tanto, he implementado unos microcultivos hidropónicos de ajos, de legumbres y otros (lentejas, porotos, chía y sésamo). Vamos a ver qué resulta. A la par, elaboro alguna delicia turca, otro postre🍨o pan especial, mientras la deshidratadora de frutas sigue su tarea. 😋. Son mis entretenciones y terapia. He descubierto que cada uno es un mundo de creatividad si se lo propone. No todo es tan terrible mientras se tiene salud y los medios básicos. Hasta pronto.









martes, 15 de junio de 2021

¿Nueva humanidad?

   

     A un milenio de la Hégira, la Humanidad sigue mordiéndose la cola, cual perro juguetón, aunque sin la gracia y la inocuidad del juego canino. No sólo se autoengaña sino que engaña a mansalva, cuando no chantajea. Me refiero a sus líderes, que, en el fondo, son los que suelen tomar las grandes decisiones y definir el curso de millones de congéneres  anónimos. 

   Esta "nueva" Humanidad no parece tan distinta a la de siempre. Las caras cambian, los escenarios son más sofisticados, los recursos, mayores, los apoyos tecnológicos ni siquiera soñados, pero el hombre o ser humano sigue siendo el mismo. Lo guía el poder y la ambición bajo la excusa de la fe y de la preservación de la especie originaria. 

   Terminé de leer la tetralogía Los Cantos de Hyperión hace tres días. Entre los dos primeros volúmenes (de los que escribí el 30 de mayo) y los dos últimos en la vida de su autor, Dan Simmons, transcurrieron cinco y siete años. Sin embargo, entre la Caída de la Hegemonía y la Red de los Mundos, hecho con el que concluye el segundo volumen y los acontecimientos de Endymión (su tercer texto) hay un lapso de 274 años.    

   A través de Endymión (cuyo relato usa una disposición narrativa 'in media res', es decir, el texto comienza por la mitad de la historia y desde allí retrocede y luego continúa) se nos narra lo que ha sucedido desde la gran Caída. Hubo décadas de caos en los cientos de planetas luego de la hecatombe que derribó todas las líneas de interconexión de los mundos, con millones de muertos, territorios arrasados, mientras los sobrevivientes involucionaron en su forma de vida aunque, poco a poco, volvieron a organizarse. Sin embargo, la "especie" de las Inteligencias Artificiales no había sido derrotada realmente. Lograron "salvar el pellejo" y de nuevo están en secreto contubernio con algunos humanos, esta vez de la alicaída y casi desaparecida religión Católica, alcanzando un poderío conjunto mayor que el obtenido por el sistema interestelar anterior. Ahora, la herramienta es el llamado "cruciforme",  una formación parasitaria (creado por las IA se supo después), que se enquista y enraíza en el cuerpo humano y que permite, ni más ni menos, que la resurrección indefinida (tantas veces mueres, tantas veces resucitas si tienes el cruciforme que te transforma en un católico, apostólico y romano más). Todo ello se promociona como moneda de cambio a los "fieles", bajo el gentil auspicio del Papa y de los jerarcas del nuevo Vaticano. 

    El esquema medieval se repite, con sus lógicas diferencias. La Iglesia, con el brazo administrativo y armado de Pax, domina la galaxia y el más allá. La disidencia es brutalmente combatida y eliminada en nombre del dios cristiano. Poblaciones planetarias completas son eliminadas cuando se niegan a ser parte del rebaño y como la comunicación y la movilización estelar están en manos de quienes detentan el poder, se carece de información actualizada y de medios de transporte espaciales. Es decir, se está inerme frente a Pax y la Iglesia. El poder de Pacem (capital de este gobierno teocrático) es omnímodo. Tienen todo a su favor, pero siguen alertas a las posibles amenazas que, aseguran, son de dos tipos. La pronta aparición de un personaje que está llamado a transformarse en una líder o mesías contra la Iglesia según las creencias y vaticinios, y los Éxters, aquellos humanos modificados y adaptados para sobrevivir en los mundos inhóspitos existentes más allá del Confín. La captura de la futura mesías, "abominación" según la Iglesia (por ser hija de una humana y de un cíbrido) es la misión que se le encarga a un sacerdote-capitán, para lo cual tiene todas las atribuciones y los apoyos imaginables. En tanto, por otro lado, con la avanzadísima flota se planifica una nueva cruzada religiosa contra los enemigos más odiados, epítomes de la acción demoníaca por excelencia: los Éxters. 

    Raúl Endymión, héroe  de esta segunda parte, que se considera a sí mismo antihéroe en realidad, asume como misión vital rescatar y cuidar de la niña Aenea y otra serie de acciones, cual Hércules enfrentando las doce pruebas. En reiteradas ocasiones se arrepiente, pero el lazo que establece con la niña y un cíber-compañero es inquebrantable. Mientras Aenea crece, estudia y se prepara para su misión como 'La que enseña', permanecen en la Vieja Tierra durante cuatro años. Pero llega la hora de iniciar la titánica tarea de enseñar y compartir su sangre transformadora, cual Jesús contra el mal y el pecado. Hay un correlato bastante equivalente a lo ya sucedido al inicio de los tiempos cristianos, sólo que esta vez es en contra de esta misma Iglesia que ha olvidado su verdadero objetivo evangélico.     

   Tanto Endymión como El ascenso de Endymión  (cuarto volumen) desarrollan la preparación de Aenea para una tarea que parece estar más allá de sus fuerzas. Al lado de Raúl, su protector, amigo y amado, recorren diversos mundos escapando de una sentencia de muerte cada vez más cercana y casi imposible de soslayar. Conocen y comparten con muchas personas, participan del trabajo comunitario e  inicia, Aenea, su labor pastoral. Su Verbo se va expandiendo como las ondas que produce una piedra lanzada sobre el agua o como un virus: imparable y ganando cada vez más extensión. Sin embargo, los peligros van aumentando, mientras muchos mundos de sus amigos Éxters son arrasados por las fuerzas de Pax. Finalmente, La que enseña es capturada y torturada.  Podría  escapar pero no lo hace, acepta su martirio. Pareciera que Raúl ha perdido irremediablemente a su amada y aunque sabe de su final, porque éste fue compartido por todos sus seguidores, no logra asumirlo. Casi como en una película  romántica... ¡Basta de spoiler! ¿Cuál es el desenlace de esta extraordinaria saga? Si quieres enterarte tienes al menos unas tres semanas de entretención, mezclada con emoción, admiración y pena. ¡Vaya mezcla! 

   Un spoiler para los asiduos visitantes actuales de Marte: este planeta de nuestro sistema no respondió a  lo que se esperaba de él. La terraformación no tuvo éxito y siguió  siendo un territorio gélido, desértico y polvoriento. Sólo  una comunidad árabe vive allá. ¡Algo es algo!, dirán.

   Un leitmotiv permanente -valga la redundancia- en esta colección narrativa es el tiempo, que no siempre es presente ni futuro, sino también pasado, al mismo tiempo (¡cof,cof!). Algunos seres lo han "vencido", así como al espacio. han adquirido la habilidad de trasladarse sin necesidad de naves y de viajar y de retroceder o adelantarse sin máquina mediante. ¿Cómo lo logran? ¡Ya sabes como enterarte! : leyendo. 😉. ¡Adelante!

domingo, 13 de junio de 2021

Desidia...

 

   Pintaba o, mejor dicho, intentaba hacerlo. Quise engañar a la maestra, pero no me resultó. Estaba muy atenta a mi desidia o poca creatividad. Me dio una oportunidad, que agarré de las mechas, como ahogado en el desierto. ¡Hum! Parece que confundí expresiones. ¡Jajaja! Imposible ahogarme allí, 'sediento' es mejor o 'ahogado en el mar'. Pega más. En fin... Cuando no se tienen dedos para el piano, hasta explicarlo resulta complejo.

  Estaba soñando y desperté algo angustiada. Me había sentido una vez más alumna en desventaja y eso, cuando me ocurría en la vida real -hace aaaños- era angustiante. Me quedé pegada, tanto que, mientras iba al inodoro, a medio dormir, seguía pensando en cómo realizar mi obra de arte pendiente y al regresar a la cama ya tenía la gran idea lista en mi mente para ponerla en práctica. El único problema es que, salvo que ocurriera alguna conjunción estelar extraordinaria, no podría volver al mismo sueño y remediar la situación. Me causó tal impresión la circunstancia que me puse a escribir ipso facto. De otra manera, al levantarme ya habría pasado al olvido.   

  ¡Uff, ya me desvelé! Esperaba burlar a mi conciencia y volver rápidamente a los brazos de Morfeo pero ha sido imposible. Son las 03:43 horas y estoy despierta. Ahora sólo falta un terremoto. Al final, en lugar de perder el tiempo consciente tratando de volver a la inconsciencia, me siento en la cama y recomienzo la escritura. Luego iré a la lectura. Mejor así, en lugar de dar vueltas y vueltas... 

   Este escrito llevaba quince días en el limbo y ya lo había olvidado. Si no me hubiera desvelado en esa ocasión, que me llevó a escribir lo anterior, jamás me habría acordado de aquel sueño. Se olvidan tan fácilmente apenas uno despierta a la vida activa. Sin embargo, hay algunos que no puedes borrar en absoluto, ya sea por lo terribles o por lo felices. Hay dos que tengo en la memoria reciente de estas mismas dos semanas. Uno, en que yendo con mi madre caminando por la calle, ella se caía de bruces sobre un charco. La caída me dolió en el alma y guardo esa imagen como si hubiera sido una situación real. Dos, un sueño con Mirella pequeñita y tomada de mi mano, mientras paseábamos por un parque y conversábamos.  Fue un hermoso sueño. 

  ¿Qué hace que recordemos tan bien algunos, mientras otros han sido absolutamente olvidados? En este caso, la respuesta es obvia. El profundo cariño hacia los dos seres amados se mantiene más allá de la distancia y de la muerte, tanto así que ellas siguen existiendo para mí en otro plano de mi conciencia. Están allí, latentes, inolvidables. En cambio, situaciones personales -o no- que son más lejanas a las vivencias concretas, uno las olvida porque carecen de sustento real, lo que no suele suceder con las pesadillas, imagino que porque éstas responden a temores, angustias, miedos patentes o subyacentes en nuestra conciencia. A veces es la escena o imagen de una película o de un libro lo que funciona como gatillante para una experiencia onírica.  

  Lo que resulta increíble o más bien incomprensible es que tantas horas de nuestra vida que ocupamos en dormir sean tan poco "aprovechadas" por nuestra mente. Ella sigue trabajando pero sólo superficialmente. Claro que lo que realmente importa y necesitamos es que descanse, que nos desconectemos, para seguir bregando cuando volvamos a la conciencia. Manejo sólo generalidades en relación al mundo onírico, de manera que no pretenderé ni pretendo establecer alguna premisa. Son sólo ideas producto de la lógica de las situaciones o de mi ilógica manera de establecer sinapsis. ¡Qué bueno que aún tengo y produzco ideas, aunque sean equivocadas, 😁!  

   Ahora estoy despierta, bien despierta, con tareas claras por delante. Por ejemplo, concurrir a emitir mi voto en una hora más. Estoy esperando que haya menos frío (7° aún) aunque, tal vez, espere menos tiempo. El día está hermoso, radiante, parece primaveral. Desde mi egoísmo particular me alegra, a pesar de que es una sentencia a muerte para los que viven de la tierra. Cada cual vela sólo por sus intereses, mayoritariamente. La empatía no deja de ser sólo una palabra vacía sin sustento real. Cuando no me cuesta nada de valor monetario soy empática o empático. Apenas algo me significa un coste, hay razones, múltiples, de mayor peso para dejar de lado la actitud solidaria. En fin, el día está demasiado hermoso para darle cabida al cinismo. Volvamos a nuestro metro cuadrado.

    ¡Ya, me he decidido! Voy a movilizarme enseguida. Ciertas tareas es mejor realizarlas sin dilaciones. Postergar contamina los momentos de espera, que no se gozan porque se tiene clara conciencia de lo pendiente. 

   Partí este escrito hablando de un sueño y termino divagando sobre una realidad concreta, lo que no es otra cosa que la vida misma, hecha de diferentes elementos. Muy poca gente en el local de votación. Había mucho más gente en la feria que estaba a la pasada en mi trayecto de regreso. Es contradictorio todo esto: los que pierdan deberán acatar el triunfo ajeno aunque el verdadero ganador haya sido la abstención o indiferencia. Mala cosa para la democracia. En fin, son las reglas del juego y hay que respetarlas, incluso si los jugadores son mínimos, frente a la gran cantidad de mirones.

sábado, 12 de junio de 2021

Años...

    

    Los años pasan, dicen. No me queda otra que confirmarlo, pasan... efectivamente.¡Para qué decir los días! Ésos, vuelan, para una mayoría; para otros, se estiran como un gato😽 con flojera. Cumplir años cuando ya se está en el tiempo de los descuentos es casi un trauma o una situación límite, 😓. No puede uno entender cómo se han ido acumulando si uno sigue sintiéndose joven, lozana, dinámica, especialmente si sólo se mira de vez en cuando al espejo, 😃. En mi caso, cada vez que me observo en ese aparato veo a una cuasi- desconocida: no me resulta fácil reconocerme a primera vista. Por eso es más "traumático" asumir que el tiempo suma y no resta en estas circunstancias.  

   Celebrar (si es que a estas alturas cupiera celebrar algo)... ¿Celebrar qué? : ¿que sigues viva?, ¿que parece que le estás ganando a esta pandemia (toco madera por si acaso)?, ¿que a pesar de los años físicos actuales, al parecer, te quedan varios por delante?, ¿que si bien trabajaste unos años luego de "jubilarte" fue más porque quisiste que por necesidad?, ¿que, aparte de los achaques habituales de todo ser humano  vivo y consciente, no tienes casi nada de qué dolerte (en lo biológico se entiende) 

   ¡Claro que sí hay que celebrar todo esto y también un año más de nacimiento, aunque pueda tener un regusto amargo, que sólo se pasa cuando la familia y los amigos se acuerdan de ti. Si a ello le agregas la grata compañía de una o más personas, el día adquiere connotaciones especiales. Se transforma en vida y presente y no en meros recuerdos de lo que ya no puede ser. Que conste que no estoy en contra de los recuerdos, ni tampoco son una desagradecida de la vida (menos, amargada). Los hay hermosos, únicos, emotivos, alegres y divertidos, pero también existen los teñidos de añoranza irremediable. Y una vez que uno empieza a recorrer los caminos del pasado más de alguna tristeza aprieta el corazón.  

  A propósito de 'años', debo decir que éste ha ido adquiriendo un tinte diferente para mí, no sólo porque esta nueva normalidad ya la tengo asumida y, porque, lo quiera o no, hay más esperanza (a la vacuna le cabe un importante rol en ello). También porque he ido desarrollando una veta interesante en mi vida cotidiana, que hasta para mí ha sido una sorpresa. Mi aumento de interés en el arte culinario ha traído mayor variedad y colorido a mi mesa y, por añadidura, la convicción de que el aprendizaje nunca acaba si uno tiene la mente abierta y las ganas de aprender.    

   Esta práctica  in situ ha sido todo un desafío, con un 90 por ciento de éxito, diría  yo. Hay un producto, de los que he elaborado, que aún no me ha resultado como debiera. Deberé seguir intentando, sin exagerar eso sí, para no contribuir a aumentar la cantidad de "rollos" que tengo ya desde hace años en mi esbelto cuerpo. Me refiero a los postres,🍨🍨🍨.  Ricos  han quedado, pero aún es imposible darle la vuelta, literalmente hablando, sin que terminen cuasi desarmados y despatarrados y, por ende, muy poco atractivos a la mirada, 😂. En cambio, en los tipos de pan, de mermeladas, de platos asiáticos y de otras  delicatessen no me puedo quejar.    

   No todo lo anterior ha sido gratis. Nada es gratis en estos tiempos, habría que agregar, salvo el cariño verdadero de los familiares (los que te quieren, claro, 😅) y de unas pocas personas a las que puedes llamar amigas. Me fui para otro lado, para variar, 😉.  Mis tiempos de lectura y escritura, por tanto, se han visto reducidos, lo que no dejo de lamentar, pero quid pro quo ('una cosa por otra'). Esto me hace menos sedentaria y cada día -o muchos de ellos- tiene su afán y un proyecto culinario en vista. También el costo se ha visto reflejado en mi bolsillo, pero gustosa, debo decir, he invertido en moldes, pesa, reloj cocinero, espátulas, cucharas de medida y la serie de ingredientes novedosos que he incorporado en mi despensa: colorantes vegetales, gelatinas con y sin sabor, leches evaporadas, condensadas, cremas, diversos tipos de harina, salsas sazonadoras, etc. Mi cocina no ha crecido en espacio pero ha aumentado en aromas, saborizantes e ingredientes inhabituales. Y lo mejor de todo es que lo disfruto.

    Los años también pasan en la familia y dejan su huella. Los Álvarez Saldaña ya no nos "cocemos al primer hervor", jajaja. Algunos "retoños" tampoco. Los pequeñitos ya han dejado la primera infancia, mientras la vida y obra de nuestros seres queridos que ya partieron se sigue alejando en el tiempo. A pesar de eso, con mi hermano Ernesto hemos encontrado la manera de seguir teniéndolos presentes en cada uno de nuestros contactos telefónicos, recordando situaciones específicas, dichos y expresiones, que los mantienen actuales y vigentes, y que nos alegran el momento compartido. 

   Seguirán pasando los años agregando arrugas en la piel. Ojalá no sea en el alma. El ánimo está dispuesto aunque rezongue más de una vez frente a mi espejo-no-mágico. Cruzo los dedos para que todo sea plácido, aunque no aburrido. Y si el futuro prepara alguna sorpresa poco grata, habrá que seguir acumulando energías y calorías, 😂, para estar preparada.