A un milenio de la Hégira, la Humanidad sigue mordiéndose la cola, cual perro juguetón, aunque sin la gracia y la inocuidad del juego canino. No sólo se autoengaña sino que engaña a mansalva, cuando no chantajea. Me refiero a sus líderes, que, en el fondo, son los que suelen tomar las grandes decisiones y definir el curso de millones de congéneres anónimos.
Esta "nueva" Humanidad no parece tan distinta a la de siempre. Las caras cambian, los escenarios son más sofisticados, los recursos, mayores, los apoyos tecnológicos ni siquiera soñados, pero el hombre o ser humano sigue siendo el mismo. Lo guía el poder y la ambición bajo la excusa de la fe y de la preservación de la especie originaria.
Terminé de leer la tetralogía Los Cantos de Hyperión hace tres días. Entre los dos primeros volúmenes (de los que escribí el 30 de mayo) y los dos últimos en la vida de su autor, Dan Simmons, transcurrieron cinco y siete años. Sin embargo, entre la Caída de la Hegemonía y la Red de los Mundos, hecho con el que concluye el segundo volumen y los acontecimientos de Endymión (su tercer texto) hay un lapso de 274 años.
A través de Endymión (cuyo relato usa una disposición narrativa 'in media res', es decir, el texto comienza por la mitad de la historia y desde allí retrocede y luego continúa) se nos narra lo que ha sucedido desde la gran Caída. Hubo décadas de caos en los cientos de planetas luego de la hecatombe que derribó todas las líneas de interconexión de los mundos, con millones de muertos, territorios arrasados, mientras los sobrevivientes involucionaron en su forma de vida aunque, poco a poco, volvieron a organizarse. Sin embargo, la "especie" de las Inteligencias Artificiales no había sido derrotada realmente. Lograron "salvar el pellejo" y de nuevo están en secreto contubernio con algunos humanos, esta vez de la alicaída y casi desaparecida religión Católica, alcanzando un poderío conjunto mayor que el obtenido por el sistema interestelar anterior. Ahora, la herramienta es el llamado "cruciforme", una formación parasitaria (creado por las IA se supo después), que se enquista y enraíza en el cuerpo humano y que permite, ni más ni menos, que la resurrección indefinida (tantas veces mueres, tantas veces resucitas si tienes el cruciforme que te transforma en un católico, apostólico y romano más). Todo ello se promociona como moneda de cambio a los "fieles", bajo el gentil auspicio del Papa y de los jerarcas del nuevo Vaticano.
El esquema medieval se repite, con sus lógicas diferencias. La Iglesia, con el brazo administrativo y armado de Pax, domina la galaxia y el más allá. La disidencia es brutalmente combatida y eliminada en nombre del dios cristiano. Poblaciones planetarias completas son eliminadas cuando se niegan a ser parte del rebaño y como la comunicación y la movilización estelar están en manos de quienes detentan el poder, se carece de información actualizada y de medios de transporte espaciales. Es decir, se está inerme frente a Pax y la Iglesia. El poder de Pacem (capital de este gobierno teocrático) es omnímodo. Tienen todo a su favor, pero siguen alertas a las posibles amenazas que, aseguran, son de dos tipos. La pronta aparición de un personaje que está llamado a transformarse en una líder o mesías contra la Iglesia según las creencias y vaticinios, y los Éxters, aquellos humanos modificados y adaptados para sobrevivir en los mundos inhóspitos existentes más allá del Confín. La captura de la futura mesías, "abominación" según la Iglesia (por ser hija de una humana y de un cíbrido) es la misión que se le encarga a un sacerdote-capitán, para lo cual tiene todas las atribuciones y los apoyos imaginables. En tanto, por otro lado, con la avanzadísima flota se planifica una nueva cruzada religiosa contra los enemigos más odiados, epítomes de la acción demoníaca por excelencia: los Éxters.
Raúl Endymión, héroe de esta segunda parte, que se considera a sí mismo antihéroe en realidad, asume como misión vital rescatar y cuidar de la niña Aenea y otra serie de acciones, cual Hércules enfrentando las doce pruebas. En reiteradas ocasiones se arrepiente, pero el lazo que establece con la niña y un cíber-compañero es inquebrantable. Mientras Aenea crece, estudia y se prepara para su misión como 'La que enseña', permanecen en la Vieja Tierra durante cuatro años. Pero llega la hora de iniciar la titánica tarea de enseñar y compartir su sangre transformadora, cual Jesús contra el mal y el pecado. Hay un correlato bastante equivalente a lo ya sucedido al inicio de los tiempos cristianos, sólo que esta vez es en contra de esta misma Iglesia que ha olvidado su verdadero objetivo evangélico.
Tanto Endymión como El ascenso de Endymión (cuarto volumen) desarrollan la preparación de Aenea para una tarea que parece estar más allá de sus fuerzas. Al lado de Raúl, su protector, amigo y amado, recorren diversos mundos escapando de una sentencia de muerte cada vez más cercana y casi imposible de soslayar. Conocen y comparten con muchas personas, participan del trabajo comunitario e inicia, Aenea, su labor pastoral. Su Verbo se va expandiendo como las ondas que produce una piedra lanzada sobre el agua o como un virus: imparable y ganando cada vez más extensión. Sin embargo, los peligros van aumentando, mientras muchos mundos de sus amigos Éxters son arrasados por las fuerzas de Pax. Finalmente, La que enseña es capturada y torturada. Podría escapar pero no lo hace, acepta su martirio. Pareciera que Raúl ha perdido irremediablemente a su amada y aunque sabe de su final, porque éste fue compartido por todos sus seguidores, no logra asumirlo. Casi como en una película romántica... ¡Basta de spoiler! ¿Cuál es el desenlace de esta extraordinaria saga? Si quieres enterarte tienes al menos unas tres semanas de entretención, mezclada con emoción, admiración y pena. ¡Vaya mezcla!
Un spoiler para los asiduos visitantes actuales de Marte: este planeta de nuestro sistema no respondió a lo que se esperaba de él. La terraformación no tuvo éxito y siguió siendo un territorio gélido, desértico y polvoriento. Sólo una comunidad árabe vive allá. ¡Algo es algo!, dirán.
Un leitmotiv permanente -valga la redundancia- en esta colección narrativa es el tiempo, que no siempre es presente ni futuro, sino también pasado, al mismo tiempo (¡cof,cof!). Algunos seres lo han "vencido", así como al espacio. han adquirido la habilidad de trasladarse sin necesidad de naves y de viajar y de retroceder o adelantarse sin máquina mediante. ¿Cómo lo logran? ¡Ya sabes como enterarte! : leyendo. 😉. ¡Adelante!