Asumiendo... [Mañana] Ese día habían decidido partir definitivamente. La madre de Ami ya se había recuperado completamente, luego de dos semanas de convalescencia y descanso. El alimento del que disponían había disminuido considerablemente, de manera que era hora de emigrar o, mejor dicho, buscar respuestas ...y sobrevivientes. Era extraño, pero en esos quince días no habían podido establecer contacto con nadie más y eso que intentaron variadas vías y medios. Las redes sociales, antiguas y actuales no funcionaban: internet había caído. No era sólo una falla eléctrica, pues el generador de emergencia del edificio había funcionado algunos días y, a pesar de ello, no fue posible ninguna comunicación tradicional. También habían probado por los alrededores del distrito en que estaban ...y nada. Nadie, nada... ni siquiera un cadáver... Sólo destrozos y escombros.
A lo lejos, se divisaban algunas torres aún en pie, pero el bosque que ellas conformaban con anterioridad al "desastre" había sufrido una gran "tala". Y eso era lo que más les extrañaba a todas. ¿¿Por qué sólo ellas estaban allí, vivas, y nadie más?? Era una incógnita que debían despejar cuánto antes, además de buscar a otros como ellas. ¡No podían ser las únicas!
A lo lejos, se divisaban algunas torres aún en pie, pero el bosque que ellas conformaban con anterioridad al "desastre" había sufrido una gran "tala". Y eso era lo que más les extrañaba a todas. ¿¿Por qué sólo ellas estaban allí, vivas, y nadie más?? Era una incógnita que debían despejar cuánto antes, además de buscar a otros como ellas. ¡No podían ser las únicas!
Maui aún lloraba la "desaparición" de su madre (así como Ami, la de su progenitor). Habían logrado llegar hasta el apto. de ella, pero, además, de constatar lo mismo que en todos los casos -la destrucción-, no encontraron ningún indicio de ella ni de los vecinos. Era un verdadero campo de guerra sin ninguna víctima visible. Luego de volver dos veces más, mientras la Sra. Sho se recuperaba, Maui asumió que su madre ya no estaba en ese mundo, como tantos otros. Y la rabia reemplazó a la desesperanza. Rabia contra el o los responsables de ese cataclismo, ya sea por voluntad directa o por negligencia, que había costado millones de vidas si aquello no sólo era allí sino en el continente y los demás. No sabía si lograrían saber cuántos algún día y si descubrirían la verdad de lo sucedido. Había un largo camino por recorrer, literal y figuradamente.
Abandonaron el edificio esa mañana, luego de alimentarse. Llevaban en sus molis (mochilas) todo lo que pudiera resultarles útil: provisiones, agua -en grageas-, medicamentos, ropa, domos portátiles y algunos aparatos de telecomunicación. Parecía mucho -y en realidad era bastante-, pero contaban con un reducidor de materia, de manera que todo estaba miniaturizado. ¿Cómo era posible aquello? Ninguna de ellas era capaz de explicarlo, pero les bastaba con que funcionara, por lo menos hasta ese momento. Lo llevarían consigo en su viaje, aunque no sabían cuánto más tiempo estaría en funcionamiento.
Miraron con cariño y nostalgia el lugar que les había servido de refugio durante ese tiempo. Ignoraban si regresarían algún día, que encontrarían en el camino, qué sería de sus vidas. Pero de los que sí estaban seguras era de intentar, juntas, buscar otros seres humanos y salir adelante.
-Vamos, chicas. ¡Es hora!, dijo la Sra. Sho e inició la marcha.
Habían decidido ir haciendo relevos en su ubicación, cada ciertos tramos, de esa manera el cansancio de ir en vanguardia sería menor si se repartía. Claro que no contaban con Liu en aquellos turnos; él iría según sus intereses. Por el momento, iba al lado de Maui, desplazándose con pequeñas carreras y luego esperándola. Difícil saber lo que pensaba, pero lo importante es que les acompañaba y alegraba la vida, esa vida de la que aún gozaban.
Su destino inmediato era Kobe. Una vez allí, analizarían alternativas. Entre los enormes montones de escombros, parecían hormigas en su tarea cotidiana.