lunes, 16 de enero de 2017

Chilean in tour

 
  Inicio un  nuevo viaje. Es la segunda etapa de mis merecidas vacaciones, esta vez recorriendo parte de mi país. Me motiva llegar a dos lugares. Uno, que es un sueño de años: la Laguna San Rafael. El otro es más reciente: Caleta Tortel.
   Llegué al Aeródromo de Balmaceda por segunda vez en mi vida el domingo 15. El año pasado llegué hasta acá y conocí varios lugares, que me encantaron. Por eso he vuelto, además de agregar lo deseado y otros lugares si es posible.
  Llegué a muy buena hora a Coyhaique. Luego de instalarme en el Hotel Patagonia (contratado a través de booking.com) salí a reconquistar Coyhaique. Me interesaba contratar tours y ...¡almorzar! En el avión nos habían atendido con un snack, que me llenó un solo colmillo (jajaja).
  Cuando comencé a buscar oficinas de operadores turísticos, me di cuenta que no había elegido bien el día. La mayoría de las oficinas estaba cerrada. Logré cotizar en dos, pero finalmente decidí darme el lunes para "armar" mi programa de recorrido de la región con más antecedentes para el análisis. Junto con ello, tomé otra decisión: transformar a Coyhaique en mi centro de operaciones. 
Por ello, también me dediqué a buscar un alojamiento económico, pues el inicial era más caro de lo que pensaba y sería un gasto innecesario pudiendo buscar un hospedaje más modesto. Total, no iba a perder el apellido por aquello (jajaja).
   Además de visitar un par de direcciones, me fui de cabeza al hostal en que alojamos el verano pasado. Sin embargo, me decepcionaron. La primera vez, nadie contestó al timbre. La segunda, sólo me respondieron a través del contestador, sin siquiera abrir la puerta. "Chao, no más", les dije mentalmente, poniéndolos en mi lista negra. ¡Qué rotos!, ¿no? Pero la mala suerte no me iba a perseguir. Pronto encontré una hospedería sin grandes ambiciones, atendido por una Sra. de tercera edad (capaz que sea profe jubilada, jajaja), de muy buen precio (con el costo de la noche anterior me alcanzaba casi para tres noches en este lugar). Así que, aprovechando que tenía habitaciones desocupadas, hice el trato. ¡Uff!, ¡por suerte!, porque hoy día...¡se llenó!
  Y luego, a ...¡comer! Me fui a un local llamado "El rincón del Vate". Me daba la impresión de que no era muy económico, pero esta Principessa se merece lo mejor (jajaja). Cuando vi la oferta de chacareros, no dudé un momento. En España alucinábamos con este sandwich. ¡Era la hora de la venganza! ¡Tatatatán!
   ¡Soñar no cuesta nada! Ya me veía con los dientes incrustados en el chacarero, cuando el garzón regresa a la mesa para decirme que se les habían terminado los porotos. ¡Diablos, no me quedó otra que resignarme a un churrasco con todo! "Pero lo quiero con ají", le dije... ¡Vueeelta! "No nos queda ají", me dijo el caballero. ¡Chuata!, pensé. ¡Estamos en Chile y no tiene ají! En España no había nunca ají, pero acá... ¡Plop! Mentalmente rogué que no terminara trayéndome un aliado y toqué disimuladamente madera...
   Estaba tan bueno el sánguche que no importaba que no tuviera porotos ni ají verde. Me llevaron ají rojo, en todo caso. Lo acompañé con una copa de vino (bastante llenita, jijiji) y, para finalizar, un rico café. Quedé satisfecha y contenta. Rica la comida, buena la atención, excelente la música (Inti Illimani, Gathi, Mans, Los Jaivas). Me quedó clarísima la orientación política del local (jajaja).
   Una vez en mi habitación, estuve leyendo un rato. Quise disfrutar de una película, pero mi bello cuerpo no resistió más. La noche anterior apenas había logrado dormir 2 horas, entre el calor agobiante, tres duchas nocturnas y una fiesta con karaoke en el edificio del frente. Eran casi las 5 de la mañana cuando me fui al mundo de los sueños.
   La cama era blandita y calentita, la temperatura, ideal,...zzzzzzz....., hasta que el sonido de la lluvia me despertó en la madrugada. ¡Estaba lloviendo de lo mejor! ¡Diablos!, pensé, se me aguó el panorama. Al otro día, cuando me levanté cerca de las nueve, seguía... ¡lloviendo! ¡Grrr!
   Tomé desayuno (venía incluido en el alojamiento, menos mal), bastante bueno. Me comí casi todito: pan con queso y jamón, 2 tazas de buen café, jugo, una magdalena y un yoghurt con granola. 
¡Quedé pochita, jajaja! Luego de aquello, me quedé un rato leyendo, arreglé mi equipaje y me fui, caminando (no llamé la limusina pues ya había pasado la lluvia, ¡bravo!). Me fui a mi nuevo alojamiento y, luego, salí a realizar lo planificado: preparar mi programa de tours, recorrer Coyhaique "a pata", almorzar y alguna otra cosilla que se me ocurriera. 
   ¡Fue un día extraordinario!: conocí una serie de lugares que desconocía absolutamente, descubrí un baño público a $100 (jajaja), compré un par de recuerdos, adquirí un  cuello-bufanda-gorro de lana chilota, almorcé rico, organicé mi programa de excursiones a excepción de un día que ya veré cómo lo completo, logré encontrar unas frutas (¡carísimas en todo caso!) y me vine a mi nuevo alojamiento.
 - ¿Y cuál es tu programa de salidas si puede saberse?
- Lo siento, amiga mía, pero no te contaré nada por hoy. ¡Sorprise!
- ¡Qué fome!
- ¡Gajes del oficio! Cada día tendrá su afán. De momento te adelanto que mañana me levantaré a las 6,30 para salir entre las 7 a 7,30 horas. ¡Tatatatán! Y, ahora,...¡me iré a Alaska! ¡Hasta tomorow!
  

No hay comentarios:

Publicar un comentario