ACERCA
DE … JOSÉ SARAMAGO
Participar en la aventura de leer a
José Saramago (escritor portugués,
Premio Nobel de Literatura 1998) ha
sido todo un desafío. Su existencia tomó cuerpo en mi existencia cuando llegó a
mis manos un artículo suyo sobre su negación de la existencia de Dios, idea que
comparto, parcial o plenamente no lo sé, porque no he llegado a conocerlo
tanto. De este texto de un par de páginas, pasé a la lectura de varias de sus
obras : “Todos los Nombres”, “Levantado del suelo”, “Ensayo sobre la Ceguera ”, “La caverna” y,
por último, “El Evangelio según Jesucristo”, según un colega (el único docente,
en el círculo que frecuento, que conoce a Saramago) su mejor obra.
Después
de esta incursión, interrumpida por la lectura de otros autores y por tareas
diversas, no puedo asegurar que he descubierto racionalmente eso que me lo hace
tan atractivo de leer. Sí puedo mencionar, separadamente, algunas de sus características formales,
como, por ejemplo, párrafos muy
extensos, hasta de un par de páginas ;
inclusión del diálogo en la prosificación de los textos, sin utilización
de signos auxiliares ni puntos apartes, peculiaridades que exigen al lector –o lectora, como en
mi caso- concentración, interés y silencio, para no irse involuntariamente de
su mundo a otros mundos, abandonando sus personajes. Los seres que pueblan los
textos de Saramago son tan comunes y corrientes que impresionan por su
sencillez, su pureza, su honestidad. Son personajes no contaminados; lo bueno y
lo malo de ellos – desde una perspectiva ético-cristiana – es original,
inédito, sin falsificaciones, ni sofisticaciones; en fin, auténtico. En su vida
anodina, mediocre, rutinaria y elemental va surgiendo (o surge), a veces de manera paulatina, otras, inesperadamente, un quiebre, una fisura, una situación límite,
que los enfrenta, tarde o temprano, a opciones trascendentales ; a opciones de
vida -o de muerte, como en el último
texto mencionado-. Y lo que más me agrada: su
lenguaje poético y su especialísimo estilo narrativo. A pesar de la
creación de ese mundo ficticio, Saramago no nos permite olvidarnos de su
existencia : está siempre presente, opinando sobre el qué-hacer de sus
creaturas, adelantándonos algún acontecimiento, planteándonos alguna idea
personal, mostrando todo su manejo y conocimiento del mundo. Y , aunque haya detractores de Saramago ,
-porque también los hay -, te invito a leerlo, a adentrarte en su escritura, a
vivir con las mínimas o grandes cosas que le suceden a sus personajes, a quedar
impresionado por esa capacidad extraordinaria de asombrar ; en fin, a gustar y
degustar un buen texto literario.
)
Lanco, 23 de Febrero de 2004.
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