sábado, 17 de febrero de 2024

Pecadoras....

 

   Le doy un segundo mordisco. He elegido una pequeña. Antes de comenzar a comerla, hago un catastro de mis frutas y verduras en el refrigerador: cuatro manzanas🍎(sin contar la que he llevado al sacrificio), una ciruela, dos duraznos 🍑,  siete limones, dos pimientos morrones, tres zanahorias y menos de la mitad de dos lechugas. ¡Ah!  Me olvidaba de una berenjena, envuelta en papel film. Eso es lo que me queda para mi alimentación de estos días. Algunos limones deberán aguantar hasta mi regreso, salvo que quisiera preparar pisco souer, pero no. Estoy chantá -😁😂 - con licores fuertes. Sólo una copita diaria de vino. Mi cuerpo es un templo, 😂 😂.  Por eso no fui a la feria, no era necesario. 

  Antes del segundo mordisco, voy hasta el balcón, miro inquisitivamente a cada una de las plantas para ver si acaso no ha surgido algún otro fruto en la última media hora, 🤔. En una de ésas, hay alguna que quiera sorprenderme o actuar a escondidas, como si ya supiera o sospechara al menos su destino final : mi estómago. Lo único que he cosechado últimamente han sido ajíes, a cuentagotas, unos dos por semana. Pero mi paciencia no tiene límites -en esto-  : van,  poco a poco,  cubriendo el fondo de una bolsa ziploc al interior del congelador. Sólo cuando el envase esté casi hasta los bordes, tal vez en unos meses más, procederé a preparar una rica y picante pasta de ají casero,  😋😋.

  ¡Pobre Eva! Me refiero a la primera, no a las copias posteriores, entre las cuales, obvio, estoy yo, aunque sea una reproducción bastante deslucida ya.  Lo único que le envidio a ella  - a Eva- es el paraíso.  No sé cuáles serían las gracias de su Adán, así que prefiero no envidiárselo. Además, si así fuera, estaría cayendo en un pecado bastante cotidiano en la actualidad, pero aún inédito en esos tiempos, considerando que con UNA Eva y UN Adán no había manera de mirar para el lado, 😉. Nada de vitrineo en esos tiempos, ni siquiera como una actividad de sana entretención o de fortalecimiento de la autoestima. Fome la cosa por decir lo menos. En fin, cada época tiene su afán y, seguramente, serían otras las preocupaciones de aquella pareja. Aunque, que yo sepa, vivían sin problemas, con cero necesidades, alejados del mundanal ruido -¡qué ruido, si los dinosaurios ya habían estirado las pezuñas, 🤔- y a despensa llena. 

    Sin embargo, no hay nada peor que la ociosidad o la falta de un quehacer para "ganarse la vida". ¡Tenía la Doña que hacer lo que no debía y nos condenó a todas! No obstante, en su defensa, creo que el Gran Jefe hizo trampa. Bueno, trampa, trampa, no tanto, pero prohibió "expresamente" algo: no probar determinado fruto, sin otorgar fundamentos (¡un político  más!, 😒). Y ¡tate! ¡Qué le dijeron a Eva! 🤷 ¡Tenía que vitrinear y probar! 

     Ya es otro día. Si mal no recuerdo dejé una fruta en el árbol, perdón, en el refrigerador. Mi paraíso personal quedó sin su Eva. Definitivamente no hay Adán, hace mucho. Causaba más problemas que beneficios. Esta Eva ya no está para minucias de este tipo. No. Decide sola y se va hacia donde está vuelta.   

  Hace un par de días estoy con otras Evas, recorriendo las callecitas de Buenos Aires, ¿viste? El tiempo, espectacular (algo caluroso, pero no tanto); la comida, abundante; los edificios, espectaculares; lugares de interés, múltiples. Una ciudad populosa, limpia, al menos lo que vimos en la parte central y turística. También hemos estado en el Barrio de la Boca y en San Telmo, en los cuales observamos los efectos del paso del tiempo en su infraestructura y equipamiento urbano. Hay espacios críticos en las calles aledañas a Puerto Madero, que, felizmente, ha ido recuperando presencia con la instalación de modernos locales gastronómicos. Un plus ha sido el estilizado y blanco Puente de la Mujer, del arquitecto español Santiago Calatrava, que cruza el Río de la Plata.

 Hoy día estuvimos desde las 9,30 hasta casi las 19 horas subiendo y bajando de un bus turístico, que nos llevó por hitos interesantes de la capital trasandina. Pasamos por la Casa Rosada asimismo, que desluce un poco frente a un edificio más moderno y más imponente. Atención especial de nuestra parte tuvieron el Parque Japonés - en la mañana- y el Paseo de la Historieta - durante la tarde-, donde nuestra amiga Andrea, cual modelo, posó para el Galaxy S 23. Ella, fanática de la Mafalda, se ponía al lado de cada figura de la cabra chica que encontraba. 

   Si alguien se pregunta cómo es posible tanta belleza junta en la Capital Federal, la respuesta es fácil y lógica. En agosto pasado nos pusimos de acuerdo en hacer un viaje juntas, las tres Evas historiadoras y la que escribe. A esa fecha habíamos estado en Coya, en Chacayes, en Rancagua y Machalí, pero no más lejos que aquello. Por lo tanto, establecimos destino, fechas y cantidad de días. Lo que no sabíamos era que la realidad de nuestros vecinos cambiaría ostensiblemente y que el turismo de compra, uno de nuestros incentivos, ya no sería posible. Obviamente, el viaje lo mantuvimos, toda vez que las Evas esclavas del trabajo aún tenían incluido en su programa vacacional este viaje a la Ciudad del Río de la Plata. Vendríamos, entonces, a conocer y disfrutar una experiencia conjunta, en grupo.  

   Llegamos al Aeropuerto Arturo Merino Benítez a las 4,20 de la madrugada del miércoles 15 (anteayer), merced a uno de los Adanes -¡amoroso él!-, que con su troncomóvil condujo personalmente a este ramillete de Evas, con sus respectivas maletas al punto de partida. El vuelo daba inicio a las 7 horas. La revisión de nuestra documentación y de nuestras personas fue rápida -el equipaje partió obligatoriamente a la bodega, ¡grr!-, por lo que debimos esperar dos horas que se nos hicieron largas por la falta de sueño. La suerte nos permitió quedar en la misma fila en el avión, pequeño logro que auguraba un excelente viaje. En menos de dos horas, ya estábamos en el Aeropuerto Ezeiza, donde el trámite de ingreso estuvo lento por la cantidad de viajeros. Ya con nuestro equipaje, terminamos llamando un uber, decisión que nos ahorró más de un 50% con respecto al cobro de los taxis oficiales. ¡Vaya diferencia!  
     Dejamos el equipaje en el depto. reservado a matacaballos, porque por Dios qué exigente, demandante y llenadora la anfitriona. ¡Dale y dale con indicaciones y exigencias por whatsapp! Nuestra primera tarea, luego de dejar el equipaje, fue llevarle el monto restante del valor del alojamiento a una determinada dirección, lo que debía ir en un sobre, en billetes "grandes", nuevos y casi le faltó decir "con olor a tinta", 🙈 🙈.  Luego de aquello, ya pudimos dedicarnos a recorrer este nuevo paraíso, con libertad. Las Galerías Pacífico fueron las privilegiadas con nuestra visita, luego de cambiar algunos dólares en una Casa de Cambio. Nos sorprendimos que allí el valor de nuestra moneda, genéricamente hablando, estaba a muy buen precio, incluso un poquito mejor con respecto al dólar. En aquel lugar almorzamos. Nada extraordinario el almuerzo, pero el postre que nos servimos en otro local, bajo las pinturas del cielo raso de la cúpula, estuvo "re-rico", 😉.  Después, vitrineo, caminata, visita al Palacio Paz, búsqueda de un supermercado, compras  básicas y al depto. a tomar posesión.  
   Acaloradísimas nos quisimos ir a la ducha. Yo inicié la "tanda". ¡Huácala! 🤯 ¡Una tina con pelos de recuerdo! ¡Reclamo de inmediato! Nuestra "simpática" anfitriona debió mandar una persona "experta en sacar pelos ajenos de tinas desaseadas", 😠😡👊. Descansadas y con el encanto recuperado salimos, aún con luz diurna, a buscar un restaurante para servirnos pizza y cerveza. Sólo una Eva destiñó: pidió agua, 😒🙄. ¡Qué  sanita! Estaban ricas las pizzas (dos sabores pedimos). Luego, caminamos de regreso, bajo una temperatura exquisita. Habíamos  terminado nuestro primer día en Buenos Aires y estábamos felices. El cansancio nos invadió y pasadas las 22 horas ya estábamos todas en la ciudad de Durma.  
     Segunda jornada: la que ya les relaté, conociendo la gran ciudad con la ayuda de un bus turístico, a partir de las 9,30 horas. Bastante mal caracho tenía el primer chofer con el que hicimos contacto, pero, los demás, además de ser más guapos, tenían  mejor estado anímico. Fue una excelente decisión contratar el tour, además  del ejercicio consiguiente que significó subir, bajar y hasta correr para alcanzar el "Hop on, hop off". Ya les conté de los principales lugares visitados. Me faltó agregar, innumerables edificios icónicos de los que recibimos referencias, de las cientos de fotos tomadas, de los servicios higiénicos visitados,😅, de los vitrineos permanentes (parte de nuestra adn "evístico", 😉), aunque sin ninguna compra. El almuerzo bien conversado  con los anfitriones y algún otro comensal (una señora de sus años) y de precio bastante  conveniente. En lo personal, casi me las vi oscuras con el tremendo plato merluziano que solicité, 😄😁.  
   El cierre de nuestro segundo día estuvo espectacular. Reservamos cena en el Sky Bar de calle Corrientes, a las 21 horas, en el local ubicado en el décimo quinto piso. Casi como unas divas, esperamos nuestro turno en la entrada, fuimos llamadas (Natalia fue nuestra reservante) por una anfitriona y dejadas al interior de un ascensor, supersónico si lo comparamos con el de "nuestro" depto., 😁😁. Arriba nos recibieron como a las Evas que somos y nos llevaron a nuestra mesa con vista al exterior de la noche bonaerense. ¡Espectacular! Música 🎶 de DJ en la terraza, garzones rápidos y simpáticos. La que nos tocó a nosotras,  ¡divina! Tragos y platos para picar, todo re-rico, suficiente y económico.  Apenas pagamos 13.000 pesos, incluida propina, por esa cena exclusiva, a media luz, a 15 pisos de altura, con vista panorámica de la ciudad, con DJ a mano (es un decir nada más esto último, 😅). Un detalle: sólo  se puede estar dos horas en el Sky Bar. Cumplido el tiempo, echan, 🤣 🤣 🤣,a los comensales. Nosotras, siempre dignas y empoderadas, nos retiramos antes de que nos "inviten" a retirarnos. Otro uber de regreso y, sanas y salvas, estuvimos antes de las 23 horas en "casa" con todo nuestro encanto. Algunos comentarios felices y de satisfacción  completa, revisión del panorama para nuestro tercer día -hoy, que yo he iniciado antes de las 5 a.m.- y a las camas, de la cual me levanté más acalorada que "ocho".  
    A esta hora, casi las 6 a.m., la ciudad no duerme  para nada. La actividad en las callecitas de Buenos Aires sigue sin parar, pero, aunque parezca extraordinario, el gorjeo de aves va a la par. Es que estamos frente a la Plaza San Martín, amén de que esta gran urbe es generosa en parques y áreas verdes. ¡Una maravilla! Así pues, hasta aquí llego con el relato, que lo demás  está por venir y algunos detalles me los guardo sólo por discreción, lealtad, solidaridad  sororal y conveniencia,  🤐🤫😬🤭🤗. Hasta pronto. 







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