domingo, 12 de marzo de 2023

Si muero mañana...

 

  Si muero mañana el fin del mundo para mí habrá llegado. No puedo decir que lo aceptaré conforme, contenta, resignada, satisfecha de lo vivido. ¡No, de ninguna manera! La rebelión crecerá en mí como un volcán, pero, seguro, no durará mucho porque la realidad se impondrá, o sea, me moriré, 😞. Como no soy vidente, ignoro la causa que me enviará a la oscuridad; lo más probable es que sea una enfermedad o varias a la vez, una vez que mi bello cuerpo deje de funcionar adecuadamente y cada uno -o varios- de mis órganos se confabulen para trabajar a medias o dejen de hacerlo.Trataré de ofrecerles oposición, pero sabemos que la voluntad no basta en dicha tesitura.   

  Después de dejar a nuestro hermano Ernesto en el Parque Los Laureles de Valdivia, los hermanos restantes nos fuimos a La Unión, a la casa de nuestra hermana Gladys. Allí, esa noche del sábado 4 de marzo, nos juntamos, conversamos, recordamos al que partió, evaluamos la situación, tal como hicimos luego de la muerte de nuestros anteriores seres queridos: Asendino, nuestro padre; Mirella, mi hija, y Urbana, nuestra madre. Esa noche sabatina seguimos con la tradición, en compañía de Carmen, una de nuestras cuñadas, y Felipe, uno de los sobrinos. Fue el momento de manifestar nuestros deseos en relación a lo que debían hacer con nuestro cuerpo una vez muertos. Puede parecer morboso este ejercicio, pero, en realidad, considerando que muchos en vida no siempre hacemos saber lo que queremos una vez dejemos de respirar -para no invocar a los demonios seguramente-, no deja de ser necesario que, en vida y sin ningún equívoco, expresemos nuestra voluntad en este aspecto.    

  Todo surgió en mí al ver que la familia de Ernesto puso dos banderas en la pared del salón en que se velara a mi hermano. La acción fue completamente justificada, debo decir, por lo que conocimos de él. Una de las banderas era de la IC, Izquierda Cristiana, partido al que perteneció desde joven y al que nunca renunció. En broma, le solíamos decir que era el único integrante que quedaba de ese partido. El otro emblema fue la bandera Mapuche. Todos los hermanos pertenecemos, en tercera generación, a dicha etnia, por parte del abuelo paterno, Augusto Álvarez Llanquilef. Todos hicimos el trámite hace unos años, de manera que estamos reconocidos como tales. Mi hermano estaba orgulloso de ello. Asimismo, la música que se hizo escuchar en algunos momentos era su preferida Illapu, Intillimani, Los Jaivas, etc.  

  Si yo muero mañana -o pasado mañana-, quiero algo distinto y así lo hice saber a mis hermanos y les pedí que ellos también expresaran sus voluntades al respecto. La verdad, me llevé varias sorpresas, lo que justifica absolutamente el ejercicio. Ignoraba que a tantos les gustara el fuego. De las siete personas presentes alrededor de la mesa, tres de mis hermanos y mi cuñada quieren ser incinerados. A Felipe, por su juventud, no lo importunamos pidiendo una respuesta. Le dimos, eso sí, la tarea de ser testigo de las voluntades de cuatro adultos mayores y de dos en camino de serlo, todos con el pleno uso de sus facultades mentales, aunque con unos grados de alcohol en el cuerpo (muy pocos, 😅, pues sólo consumimos cerveza y vino)   

  Yo, ya desde el velatorio de Ernesto, manifesté que no quería ninguna bandera Mapuche. Que quede claro que no reniego de mi origen; lo que sucede es que estoy absolutamente en desacuerdo con quienes, en la actualidad, enarbolan la enseña como símbolo de lucha de quinientos años a la fecha. Es decir, está tan contaminada con una postura ideológica que no comparto, que no la deseo "ver" ni de cerca cuando me muera. Para convencer de mi postura, amenacé con venganza a quien lo hiciera, 😁.Además de pedir música de fondo de tipo celta orquestada en mi velatorio, solicité, por razones obvias, ser sepultada junto a Mirella en Rancagua. Sólo espero que se enteren a tiempo de mi muerte, no vaya a ser cosa que me vayan a tirar a una fosa común.    

  Mi hermano menor pidió ser sepultado en un nicho, a altura media. Por allí surgió  más  de una broma sicalíptica, que no puedo compartir en este escrito, 😂. Gladys, Luis, Patricio y mi cuñada Carmen optaron por la cremación, para que luego sus cenizas sean esparcidas en un lugar específico. Se me olvidaron dos, 😌 (ya decía yo que había que anotar y firmar en el momento). Recuerdo, eso sí, que mientras mi hermano Patricio quiere el Valle de Lluta como lugar ideal para integrarse de nuevo a la tierra, Carmen mencionó un bosque. Recuerdo que Luis habló de que mientras estuviera en proceso quería música de Dua Lipa (¿?), mientras Carmen señaló que tenía unas canciones seleccionadas para dicha ocasión.  

  Fe de erratas:   Luego de enviar sendos whatsApp,  corrijo.

 El bosque es para mi hermana Gladys y el Lago Ranco para mi cuñada Carmen. En tanto mi hermano Luis, quiere quedarse un tiempo en casa (¡no sé  pa' qué!), luego de ser cremado se entiende, y después ser esparcido por el Lago Ranco. La verdad es que las raíces de todos los Álvarez Saldaña han bebido de ese lago maravilloso.  

    Así que ya lo saben. En mi caso, tampoco nada de girasoles (los odio desde el 2011). Y nada de escribir en el libro de condolencias ni expresar en alguna tarjeta o discurso las famosas palabras de "¡Ahora y siempre! ...¡Hasta la victoria!". ¡Nooooo! 😠.

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