martes, 28 de marzo de 2023

Olores, picaduras y demases...

 

   Mientras leo y escucho música, llega hasta mí un olor, que despierta otro sentido, de los múltiples que poseo,😂. Es el olor a marihuana. No es la primera vez. Desde hace años que, dependiendo del viento, llega desde la plazuela contigua a los edificios, este desagradable olor, al menos para mí. No hay narco-casas por acá, que yo sepa, aunque esto no es nada seguro. La verdad es que soy una ignorante de la gente que vive en el propio edificio así que menos sé de los habitantes de las otras construcciones. En todo caso, aunque pueda parecer un defecto y falencia grave no conocer a los que viven alrededor tuyo, a mí no me quita el sueño. Soy antisocial por naturaleza y por voluntad. 

  [Abro paréntesis: Decía que no hay narco-casas, salvo una carpa, si puede dársele ese nombre a unas telas indecentes ubicadas en las afueras del condominio, que aún siguen allí y por espacio de 3 años aproximadamente. Sé que hubo un plazo para desalojar el espacio, pero al parecer el tipo aquel es amigo de medio mundo, así que tiene sus prerrogativas. Cuida vehículos y, según he sabido, es el jefe de varios que realizan esta misma función en las cercanías. Se codea con "patos malos" y los mantiene a raya. Eso también lo he sabido. Se ha ganado el "respeto" de muchos residentes, locatarios cercanos, de funcionarios municipales y también de ChileAtiende. Parece ser una costumbre ya no combatir la irregularidad y los focos de delincuencia, pues se opina que a estas personas es mejor tenerlas del lado "nuestro". Se lo he escuchado a más de alguien. Así que se merece ser llamado "Don" Patricio. Que conste que tengo información que este "señor" no es de los sin techo. Tiene donde vivir, pero acá ha encontrado un "nicho" de beneficio personal que no tiene intenciones de soltar. ¡Bien por la Ilustre Municipalidad que permite este "ruco" a pasos de la Plaza más importante de la sexta región! ¡Aplausos varios!👏 Cierro paréntesis].   

   Cambiando de tema, denuncio a través  de esta página, que he sido atacada a mansalva. No he logrado cazar a los atacantes, pero, según deduzco, fueron nocturnos. Al menos, han tenido más decencia que sus congéneres humanos. ¡Perdón, "congéneres" nooo! ¡Craso error! Salvo que en el inicio de los tiempos -en el que yo no estuve, 😅, aclaro de inmediato-, hubieran sido parte del mismo "caldo primigenio". En fin... He sufrido un ataque zancudístico en toda regla. Piernas y brazos con numerosas picaduras, me mantienen rascándome permanentemente. ¡Qué lata! Deberé cerrar la puerta-ventana durante las noches en adelante, aunque "haiga" calor.    

  ¡Qué delicia volver a leer! ¡Entender, ponerme a la par con los pensamientos y acciones del narrador del texto, buscar un término desconocido, reconocer otros, casi nunca escuchados en una conversación cualquiera pero que, gracias a mi profesión y a mis lecturas anteriores, manejo! ¡Qué gusto hacerlo de nuevo! ¡Al diablo las picaduras, 😂! Viene a mi memoria esa imagen indeleble de mis hermanos -Ernesto y Patricio- y yo- leyendo cada cual su novela al interior de una carpa a orillas del Lago Ranco, mientras afuera llovía en pleno verano. ¡Qué mejor manera de encontrar entretención veraniega a pesar del chaparrón externo! Ernesto se mantuvo como un lector impenitente durante toda su vida, además de conversador con argumentos, difícil de contradecir. Ideas diferentes, especialmente en lo político y en otros aspectos, nos llevaron más de una vez a disentir con rabia y sarcasmo y a alejarnos. Sin embargo, felizmente para mi tranquilidad -espero que para la de él también- a la hora de enterarme de su enfermedad, ni siquiera lo pensé. Dejé de lado resquemores e instintivamente estuve "junto" a él, a pesar de la distancia, desde ese momento en adelante. La "cosa" era comunicarme con él, escucharlo, recordar nuestra infancia, a nuestros padres, reírnos y compartir parte de nuestro diario vivir. Eso me alivia en parte, porque, sin duda, nos faltó tiempo. ¡Querido hermano, te recuerdo!

    Hice de todo un poco ayer domingo: me informé y entretuve audiovisualmente, leí, tejí, cociné, practiqué horticultura, escribí e hice varias llamadas telefónicas, todo un desafío esto último. Sólo lo hago de vez en cuando y luego de un proceso de auto imposición,😅.Faltaron llamadas, que intentaré mañana. A ver si resulta este propósito. Tengo otras tareas para mañana. Ya les contaré, en las siguientes líneas.  

   Logré hacer otra llamada. ¡Bien! Sólo faltan dos, 😐. Además de aquello me acerqué hasta el Teatro Regional ayer. El objetivo era obtener cuatro entradas para un espectáculo gratuito de la Ópera Carmen de Bizet. Sólo obtuve dos, 😅.Propósito cumplido a medias. Y, aparte de ello, la fecha obtenida no fue la indicada. En todo caso, dos de mis amigas no habrían podido acudir por sus actividades laborales. Creo que al final, iré sola, 😂. Lo interesante es que, ¡al fin!, participaré en una experiencia diferente y que me gusta. No es que las óperas me fascinen; no, para nada, pero ésta me gusta, al menos su tema central. Lo relevante es que está en el ámbito cultural clásico y eso sí es valiosísimo. 

  Lo otro especial vivido, ayer fue la llegada de un nuevo "juguetito" electrónico, adquirido vía web. La primera vez que vi o supe de estos artefactos, me sonreí socarronamente. Dije para mí misma "yo no gastaría en esta "cosa". ¡Mal hecho! ¡Y no es primera vez que me sucede que me debo tragar mis palabras! También me pasó con la deshidratadora que compré el año anterior. Al fin, la realidad se impuso. Sucede que en este último tiempo, el yoghurt casero que había estado elaborando me quedaba muy ácido, lo que me llevó a un rechazo visceral, literalmente hablando. Parecía como si hubiera perdido mi toque. Amén de aquello, eso de lavar y guardar la tela con la que se separa la leche del suero, ya me daba lipiria. Así que, en una de las tantas visitas al supermercado Cugat, vi una yogurtera, leí sus indicaciones, sopesé el precio y decidí adquirir una, no sin antes cotizar en otros lados. Por eso, la semana pasada caminé hasta la Carretera del Cobre y sus locales emblemáticos, realizando todo un trabajo de investigación comercial.  Al final, luego de cerrar el proceso en el Mall del Centro, tomé la decisión de comprar por Internet. "Lo comido, lo bailado "...y lo caminado, 😂, quedaban como gajes del oficio. 

   Ayer llegó la yogurtera a Ripley. Bastante conveniente el precio al visto presencialmente, a lo que se agrega que, cuando uno retira en tienda, no hay cobro de envío. ¡Puras bondades! Dejé trabajando el aparatito anoche. Al parecer no fue suficiente el tiempo asignado. Le di más tiempo, al ver que casi me suplicaba "¡otra oportunidad!". Sin embargo, acaba de llegar el electricista y, para realizar unos arreglos solicitados, debió cortar la luz, 🙈. Así que estoy a la espera, ansiosa de contar con uno de mis postres preferidos, sin saber si va a resultar el experimento culinario. Espero que sí 👌 🙏 😊.  Ya lo sabrán a su debido tiempo. ¡Ah! Antes de que se me olvide, he seguido leyendo. No he avanzado tan rápido como esperaba pues el hábito se había debilitado, pero estoy "trabajando" en ello.  ¡Hasta la próxima! 

domingo, 26 de marzo de 2023

Sequía energética....

 

   Parece que la sequía climática me ha contaminado y colonizado. No he leído nada desde hace más de tres meses, he dejado de disfrutar de los audiolibros, he escrito poco, casi nada y ahora, esta noche, más encima, no he podido dormir decentemente. He despertado al menos unas cinco veces si no me quedo corta con la cuenta, y aunque el reloj aún no marca las 5 de la mañana, estoy ya escribiendo porque no tengo nada más atractivo qué hacer, mientras lucho por permanecer arriba de la cama, porque con unas sábanas que compré hace un par de semanas, apenas logro mantenerme arriba del colchón. Son más resbalosas que un pescado lleno de escamas...o un político de estos tiempos. Obvio, son de baja calidad -las sábanas, también los políticos, la mayoría al menos-.   

  La rutina establecida se me ha vuelto demasiado "rutinaria", aburrida, deslavada. Deberé cambiarla a partir de hoy mismo. Es cierto que cada tarde he estado incursionando en hechos históricos mundiales a través de YouTube, guerras mundiales, personajes de éstas,  Guerra del Pacífico, Universo y planeta Tierra y otros que me han parecido atractivos, pero no basta. Escuché, hasta hace poco, varios libros de viajes que me parecieron bien interesantes como Viaje a la Alcarria de Camilo José Cela, Por tierras de Portugal y de España de don Miguel de Unamuno, Mozart de camino a Praga de un desconocido para mí,  Eduard Marine, La mujer de Martin Guerre de la escritora Janet Lewis, Tierra de hombres de Saint-Exupèry, Viaje en autobús de Josep Pla, amén de los anteriores mencionados en escritos recientes. Puros viajes, como pueden ver. ¡Se nota la añoranza! Destaco el de la Alcarria y el de Mozart. Me gustaron esos estilos. Luego, intenté escuchar Moby Dick, pero me aburrió; sólo me interioricé de su primera parte -algo es algo-.

  (Recién quedé a medias con el listado de audiolibros, pues no pude recordar todos los escuchados. Debí corregir dicho párrafo y, por tanto, resultó distinto. Lo relevante es que ahora está completo. No sé si eso importa, la verdad).  

   Mi proyecto de tejidos ha continuado, aunque no va tan viento en popa como me hubiera gustado. Desarmé una parte completa y hay otra sección candidata a lo mismo -a ser desarmada-. Resabios de Penélope, al menos en la práctica. Eran labores a palillo, que quedaron poco firmes para su función. Bonitos puntos y combinación de colores pero dada su tarea futura pronto quedarían como trapos colgantes en realidad. ¡Fuera con ellos! El uso del crochet es más lento, especialmente si se teje en medio punto. Aun así, queda muy compacto y parejo y eso lo hace más hermoso. Llevo tejiendo 3 partes al mismo tiempo, para no aburrirme. Creo que me calmaré un poco en esta tarea. Debo retomar la lectura digital. De otra manera, terminaré perdiendo facultades. Los audiolibros exigen mucha atención pero originan una actividad receptora y, por tanto, muy pasiva. Es cierto que requieren concentración, pero no un esfuerzo mental mayor. No eres tú quien va descifrando el texto, quien va realizando la tarea de interpretar al creador en la modulación y entonación, quien va buscando las palabras desconocidas o dudosas, quien va volviendo atrás si algo no queda lo suficientemente claro. Es efectivo que en el audio puedes retroceder, pero ya con esa acción pierdes algo del contexto y tu comprensión disminuye, en tanto la captación de la riqueza del estilo se diluye. Por eso, debo volver a las páginas,  aunque sean digitales.   

   Ha pasado más de un día de estos párrafos medio trasnochados. Al final, no dormí, pues reboté después en Prime-video. Continué viendo una serie, de policías. No me queda otra. De pronto, estoy media hora buscando "algo" que me pueda parecer interesante para disfrutar y opto por lo policíaco. Detesto las pelis o series de narcotraficantes, zombies, deportes, superhéroes, relaciones lésbicas u homosexuales masculinas. No me atraen mucho las de doctores, de adolescentes, de discapacitados, de sexo. No me agradan para nada los géneros del terror, de la comedia tonta o de guerra (salvo que sean históricas o muy bien logradas). Algunas románticas suelen ser pasables; la mayoría, son un conjunto de lugares comunes. Algunos documentales son bastante buenos, a excepción de los propagandísticos. Me cargan aquéllos de salvemos al pueblo, salvemos a los animales, a los peces, a los árboles. Así que no me quedan más opciones que la ciencia ficción, con distopías entre ellas, con la temática del tiempo o de catástrofes, siempre que no sean de godzilla. Y las policíacas, especialmente de investigación de crímenes. El proceso de investigación y el suspenso de ello es lo más apasionante. También me gustan las películas basadas en hechos reales o las basadas en novelas. Resulto un poco exigente, como pueden ver. Así que no me resulta fácil encontrar algo que me guste considerando que busco a diario. Cuando encuentro una serie con varias temporadas, respiro tranquila,😁.Eso significa que no deberé buscar como condenada por varios días.  

   Debo salir a caminar. Al menos ayer, lo hice por más de 9 kms., todo un récord en los últimos meses. Quiero volver a hacerlo a diario. Ya llegó el Otoño -con muchos resabios estivales aún; bastantes, la verdad- así que resultará más fácil cumplir esta actividad necesaria. La lectura todavía no regresa. Piano, piano..., ya llegará.  

   Otro día. "Todo hacía presagiar -como dice Carlos Pinto- que iba a ser un día como todos". Incluso, fantástico, pues al bajar de mi suite, 😁,  al comedor, alcancé a divisar entre las hojas y ramas de las bugambilias un pajarito. Me sorprendió. Nunca había visto aquello. No alcancé a fotografiarlo: escapó. Seguro por una de las ventanas. Y más me maravillé cuando fui hasta el balcón y descubrí que las bugambilias están floreciendo de nuevo, especialmente la amarilla. Aquello "me hizo el día". Sin embargo....unos minutos después, antes de las 9 horas, quedé sin energía eléctrica. El augurio había sido mal interpretado. Estaba usando el microondas cuando, ¡pum!, ¡todo se derrumbó!😓😓. Fui hasta el automático interno y ningún interruptor había "saltado", por lo que deduje que el corte no era interno. Fuera de palacio se ubica el tablero general de todos los deptos. del mismo piso, pero debí esperar a que llegara la joven de la limpieza para tener acceso a la llave. La espera fue lenta y el resultado negativo. ¡Probando, probando! ¡Nada!😢 Eso significaba pedir auxilio, en primer lugar, a la CGE. Llamada telefónica: si es por tal cosa, marque el número 1, si es por otra cosa, marque el número 2, etc. Uno se siente estúpida de que una grabación te vaya indicando lo que debes hacer y más si al final ni siquiera te comunica con un humano. Su solicitud ha sido ingresada con el número tanto y tanto. Si desea volver a escuchar la información, marque 1. Y ahí, obligada a marcar el 1, pues no había anotado el número, no vaya a ser cosa que luego me pidieran el famoso numerito. ¡Obvio, no quedé conforme con ese trámite "deshumanizado"! Ingresé a la página de CGE, a reclamos y emergencias. Había un whatsapp. Lo intenté: otra máquina, 😳. Se llamaba Luz, 😂. ¡Qué original! Con "ella" empecé un diálogo muy especial. En todas mis respuestas debía contestar con numeritos. Ya parecía bingo la cuestión. Al final me dijo que yo ya había ingresado una solicitud de atención así que me deje de joder, 😂. Lo último es invento mío, 😁.  Bien, me resigné a esperar. Al rato me llegó un mensaje: "Hemos ingresado la solicitud número xxxx cuyo tiempo estimado de reposición es 4 horas". Ya eran las 10,40 a esa altura. Me vi obligada a conseguir la llave del tablero para esperar al señor de la luz. A la mitad del tiempo, me llegó otro mensaje: me anunciaba que la reposición sería en dos horas. Cumplido el plazo, recibí otro: 6 horas. Mientras tanto, fuera de palacio y tranquilamente, el día seguía avanzando. Eran las 17 horas cuando un ser humano llamó, para llegar unos minutos después y no solucionar nada, pues, dijo él, había energía en el medidor, así que el problema estaba al interior de palacio, lo que a ellos no les correspondía solucionar. Yo, que no soy electricista para nada, ya me temía esa respuesta. No obstante había esperado, con la esperanza de un milagro, casi como novia ante el altar luego de pasada media hora sin que el novio se aparezca. No ocurrió tal milagro. Conclusión después de esperar 7 horas: debía rascarme con mis propias uñas, 😠.  Un SOS en el Whatsapp de amigas y otro a un técnico instalador de TV, porsiaca. Una de mis amigas me envió un dato. Rápidamente llamé.  Estaba ocupado el número. Como al cuarto intento pude comunicarme. Todo bien hasta que le pregunté por el valor del servicio. Casi me caí sentada cuando me dijo el precio de la visita y evaluación.  ¡Chuata!, me dije. A este ritmo se me va la PGU completa. Le di las gracias, pero no. El instalador, en el ínterin, había contestado que contaba con un especialista pero que no estaba en el momento. Pensé en otra amiga, mi ex-secre. ¡No pude tener mejor idea! Claro que la asusté, pues no acostumbro llamarla. A los minutos, ya tenía el contacto hecho a través del esposo de una de sus colegas. ¡Qué alivio! Allí pensé lo acertada de aquella expresión que señala que es mejor tener amigas que plata. 

  Cuento corto: don José, que no era especialista, descubrió que no llegaba energía a palacio, por lo que el problema debía estar en el sector del tablero externo. Pues, así era. ¡Qué maravilla de Técnico de la CGE! No se dio ni cuenta. Voy a presentar un reclamo, total por tiempo no me quedo corta. Lo importante fue que, a las 19 hrs., ya tenía luz y podría recargar el celular y la tablet, que ya jugaban los descuentos, además de evitar que el congelador del refrigerador se licuara con los correspondientes efectos colaterales. Y como el vaso conviene mejor verlo medio lleno, les comparto que retomé la lectura esa tarde. Ya les confidenciaré qué escritor fue el beneficiado. Quid pro quo, me dije, y no me faltaba razón. La falta de energía eléctrica me obligó a realizar una actividad diferente, urgente y necesaria para mí.  Ahora, no me para nadieN,  😁.  

domingo, 12 de marzo de 2023

Si muero mañana...

 

  Si muero mañana el fin del mundo para mí habrá llegado. No puedo decir que lo aceptaré conforme, contenta, resignada, satisfecha de lo vivido. ¡No, de ninguna manera! La rebelión crecerá en mí como un volcán, pero, seguro, no durará mucho porque la realidad se impondrá, o sea, me moriré, 😞. Como no soy vidente, ignoro la causa que me enviará a la oscuridad; lo más probable es que sea una enfermedad o varias a la vez, una vez que mi bello cuerpo deje de funcionar adecuadamente y cada uno -o varios- de mis órganos se confabulen para trabajar a medias o dejen de hacerlo.Trataré de ofrecerles oposición, pero sabemos que la voluntad no basta en dicha tesitura.   

  Después de dejar a nuestro hermano Ernesto en el Parque Los Laureles de Valdivia, los hermanos restantes nos fuimos a La Unión, a la casa de nuestra hermana Gladys. Allí, esa noche del sábado 4 de marzo, nos juntamos, conversamos, recordamos al que partió, evaluamos la situación, tal como hicimos luego de la muerte de nuestros anteriores seres queridos: Asendino, nuestro padre; Mirella, mi hija, y Urbana, nuestra madre. Esa noche sabatina seguimos con la tradición, en compañía de Carmen, una de nuestras cuñadas, y Felipe, uno de los sobrinos. Fue el momento de manifestar nuestros deseos en relación a lo que debían hacer con nuestro cuerpo una vez muertos. Puede parecer morboso este ejercicio, pero, en realidad, considerando que muchos en vida no siempre hacemos saber lo que queremos una vez dejemos de respirar -para no invocar a los demonios seguramente-, no deja de ser necesario que, en vida y sin ningún equívoco, expresemos nuestra voluntad en este aspecto.    

  Todo surgió en mí al ver que la familia de Ernesto puso dos banderas en la pared del salón en que se velara a mi hermano. La acción fue completamente justificada, debo decir, por lo que conocimos de él. Una de las banderas era de la IC, Izquierda Cristiana, partido al que perteneció desde joven y al que nunca renunció. En broma, le solíamos decir que era el único integrante que quedaba de ese partido. El otro emblema fue la bandera Mapuche. Todos los hermanos pertenecemos, en tercera generación, a dicha etnia, por parte del abuelo paterno, Augusto Álvarez Llanquilef. Todos hicimos el trámite hace unos años, de manera que estamos reconocidos como tales. Mi hermano estaba orgulloso de ello. Asimismo, la música que se hizo escuchar en algunos momentos era su preferida Illapu, Intillimani, Los Jaivas, etc.  

  Si yo muero mañana -o pasado mañana-, quiero algo distinto y así lo hice saber a mis hermanos y les pedí que ellos también expresaran sus voluntades al respecto. La verdad, me llevé varias sorpresas, lo que justifica absolutamente el ejercicio. Ignoraba que a tantos les gustara el fuego. De las siete personas presentes alrededor de la mesa, tres de mis hermanos y mi cuñada quieren ser incinerados. A Felipe, por su juventud, no lo importunamos pidiendo una respuesta. Le dimos, eso sí, la tarea de ser testigo de las voluntades de cuatro adultos mayores y de dos en camino de serlo, todos con el pleno uso de sus facultades mentales, aunque con unos grados de alcohol en el cuerpo (muy pocos, 😅, pues sólo consumimos cerveza y vino)   

  Yo, ya desde el velatorio de Ernesto, manifesté que no quería ninguna bandera Mapuche. Que quede claro que no reniego de mi origen; lo que sucede es que estoy absolutamente en desacuerdo con quienes, en la actualidad, enarbolan la enseña como símbolo de lucha de quinientos años a la fecha. Es decir, está tan contaminada con una postura ideológica que no comparto, que no la deseo "ver" ni de cerca cuando me muera. Para convencer de mi postura, amenacé con venganza a quien lo hiciera, 😁.Además de pedir música de fondo de tipo celta orquestada en mi velatorio, solicité, por razones obvias, ser sepultada junto a Mirella en Rancagua. Sólo espero que se enteren a tiempo de mi muerte, no vaya a ser cosa que me vayan a tirar a una fosa común.    

  Mi hermano menor pidió ser sepultado en un nicho, a altura media. Por allí surgió  más  de una broma sicalíptica, que no puedo compartir en este escrito, 😂. Gladys, Luis, Patricio y mi cuñada Carmen optaron por la cremación, para que luego sus cenizas sean esparcidas en un lugar específico. Se me olvidaron dos, 😌 (ya decía yo que había que anotar y firmar en el momento). Recuerdo, eso sí, que mientras mi hermano Patricio quiere el Valle de Lluta como lugar ideal para integrarse de nuevo a la tierra, Carmen mencionó un bosque. Recuerdo que Luis habló de que mientras estuviera en proceso quería música de Dua Lipa (¿?), mientras Carmen señaló que tenía unas canciones seleccionadas para dicha ocasión.  

  Fe de erratas:   Luego de enviar sendos whatsApp,  corrijo.

 El bosque es para mi hermana Gladys y el Lago Ranco para mi cuñada Carmen. En tanto mi hermano Luis, quiere quedarse un tiempo en casa (¡no sé  pa' qué!), luego de ser cremado se entiende, y después ser esparcido por el Lago Ranco. La verdad es que las raíces de todos los Álvarez Saldaña han bebido de ese lago maravilloso.  

    Así que ya lo saben. En mi caso, tampoco nada de girasoles (los odio desde el 2011). Y nada de escribir en el libro de condolencias ni expresar en alguna tarjeta o discurso las famosas palabras de "¡Ahora y siempre! ...¡Hasta la victoria!". ¡Nooooo! 😠.

miércoles, 8 de marzo de 2023

Vida y...muerte

   

  Ya entramos al ruedo los seis hermanos Álvarez-Saldaña. Uno de nosotros perdió la partida. Esta vez, la primera en nuestra agrupación fraternal, le tocó a Ernesto (nuestro Tito), el cuarto del grupo de mayor a menor. La sorpresa no fue el nombre y la persona pues conocíamos de su enfermedad (con un poco más de dos años de diagnóstico). A pesar de ello, habíamos albergado la esperanza, que el mismo Ernesto sembró en todos nosotros con su ejemplo de lucha y optimismo. Hacía sólo un mes y días que se había planteado la posibilidad de concurrir a Arica al casamiento del quinto fratello, debiendo desistir por indicación médica. Sólo hace 15 días tuvimos noticia de los síntomas que llevaban al agravamiento de su estado, aunque tampoco pensamos en tan rápido desenlace y sólo dos de los cinco alcanzamos a verlo con vida, pero ya sin conciencia. 

   Todo aquel que lleva más de cuarenta años o más en esta tierra -depende de cada cual en verdad- sabe que las probabilidades del final de nuestra historia individual son mayores cada vez, que aunque desee que sea lo más lejano posible, no hay vuelta atrás. De vez en cuando suele aparecer esta preocupación, que desechamos mayoritariamente pues a quién le gusta hablar de su propia muerte, salvo que sea más en broma que en serio, que es una manera de exorcizar los temores. Sólo la muerte de seres cercanos nos obliga, queramos o no, a cuestionarnos más en serio y a suponer -y desear, probablemente- que la guadaña siga el orden correspondiente, aunque también sepamos que no es así como sucede. Es por eso, por ejemplo, que la muerte de hijos o nietos es tan dolorosa. En tales casos se rompe la lógica de las cosas y la rebelión, absolutamente inútil, es nuestra primera reacción.    

   Entre los Álvarez Saldaña, personas  en general nada de enfermizas ni hipocondríacas, ha sido sorpresivo, doloroso y casi increíble el temprano final de nuestro hermano Ernesto. Y como no nos asiste la fe cristiana, el golpe ha sido mayor. Es el aviso, que cada uno oirá según su fineza de oído. Habrá que prepararse, pensarán en la interna algunos y como no siempre somos dados a la expresión de nuestros sentimientos, nos guardaremos nuestros temores más íntimos. Como en todo, nos protegemos para no invocar a los demonios... 

  Ernesto "Tito" nació hace 61 años en Valdivia, llegando a Puerto Nuevo, localidad perteneciente a La Unión, distante 49 kilómetros donde vivíamos, teniendo recién un par de días de vida y causándonos una verdadera impresión pues nunca, los mayores, habíamos visto un bebé de tan poco tiempo de nacido. La verdad, no nos pareció hermoso. Pasado un tiempo, cuando ya tenía poco más de 3 años, nos fuimos a vivir a un pueblo llamado Pichirropulli, cercano a Paillaco, en la misma región. Ya saben que nuestro padre era Carabinero, por tanto solía ser trasladado a distintos lugares.

  Ernesto fue creciendo en cercana compañía del siguiente hermano del clan, Patricio, un año y medio menor, en tanto el grupo de los mayores, supervisaban sus primeras incursiones por este mundo. Inició su educación en la más importante -y única- escuela del lugar, la número 24 de Pichirropulli. En esa localidad de tan poco atractivo nombre estuvimos hasta abril de 1969, para luego asentarnos definitivamente en La Unión, en la casa familiar comprada por nuestros padres unos cuantos años antes. La Escuela Jorge Alessandri R., ex N°4, de La Unión lo acogió hasta octavo año básico, para luego continuar sus estudios secundarios en el Liceo Abdón Andrade Coloma, ex B N°12. Fue el camino que seguimos todos, a excepción de Gladys, que estudió en una Escuela Normal (no es que nuestro liceo no haya sido "normal", 😒)

  Como todos los hijos, tuvo la posibilidad, en su caso en dos ocasiones, de comenzar y avanzar en una carrera universitaria. La primera, en Osorno, fue Tecnología en Alimentos, pero no le convenció. Se fue a la UACh y comenzó Educación Diferencial. No logró terminar, por diversos motivos. A pesar de ello, fue un lector impenitente desde adolescente, como varios de la familia. Eso y la relación con distintas personas, le fue preparando para la vida que le gustaba: trabajar en lo social, cultural y político-sindical.  Dos matrimonios,  tres hijos, un nieto completan grosso modo los hitos más relevantes de su vida.  

   Hablando del hombre debo señalar que muchas de las personas que llegaron a su acto de despedida de este mundo hablaron de su fuerte y difícil carácter, sin dejar de destacar la coherencia de sus principios, su interés por los derechos humanos, por los trabajadores, a quienes ayudó y guió en diversas tareas y procesos, relacionados con la cultura y con la reivindicación. Participó en distintas organizaciones hasta los días finales y uno de sus amigos, Arturo Bravo, nos señaló que les dejaba una ardua tarea en más de una organización cultural, política y sindical. Hermoso ejemplo de lucha, perseverancia, coherencia y apoyo dejaste, hermano, entre los que te conocieron y compartieron contigo fuera del ámbito familiar. Tus hermanos, los que te sobrevivimos, en cada ciudad y ámbito laboral en que hemos participado, hemos hecho algo parecido, sin la profundidad política y sindical probablemente, debido a las reglas de funcionamiento que exige un contrato laboral de profesional dependiente. Tú, Ernesto, trabajaste desde fuera, asesorando, guiando, independiente de un empleador. Eso te dio libertades pero también te impuso exigencias y te acarreó sinsabores. Fue tu elección y la asumiste, como lo fue y lo ha sido en el caso de todos tus hermanos.   

  Me quedé al debe con tu vida, querido hermano. Faltó más contacto, más conversación y  lo terrible es que ya no hay remedio. Nos acercamos bastante en este último par de años, dejamos atrás individualismos arraigados, pero no fue suficiente. La familia comienza a desmoronarse con tu partida y sólo la buena voluntad y el esfuerzo personal de los que quedamos permitirá mantener unido lo que nuestros padres crearon. La distancia podría ser la excusa "perfecta" para no esforzarnos lo suficiente, aunque, a estas alturas de los avances en movilización y de la situación socioeconómica de cada cual, ir de un lugar a otro del país no debería ser un problema; sí lo será si decidimos olvidar paulatinamente nuestro origen y raigambre familiares. Habrá que tocar madera con suficiente frecuencia para exorcizar los malos espíritus. 

   Tus pasos ya no hollarán ningún suelo ni prado; tus oídos estarán sordos a la música, a las palabras, a los hermosos sonidos de la naturaleza; tus ojos ya no mirarán al futuro de los sueños deseados; tus manos ya no depositarán flores en la tumba de nuestros padres. Ya no habrá más bromas de humor negro contigo ni intercambio de saludos en el wahtsapp familiar. Estarás ausente de todo aquello y de todo lo que significa dejar de respirar ya por siempre. Si fuéramos creyentes podríamos, tal vez, aminorar la pena de partida y el sinsentido de la existencia humana. No lo somos. Tú lo fuiste sin fanatismos y, quizás, eso te ayude en el trance. O tal vez no, ¡quién puede saberlo! De lo que sí estamos seguros es que no te olvidaremos, permanecerás en nuestra memoria porque fuiste parte de nuestra vida, de nuestras experiencias, de nuestros aprendizajes, como también de nuestras alegrías y dolores. Descansa en paz, querido hermano, junto a nuestros padres. Estarás en nuestros recuerdos, siempre.