domingo, 7 de agosto de 2022

Trabajo y divertimento...

   

   Al buscar un título para este escrito dudé entre sí unir las acciones o plantearlas como opciones a elegir (con la "o" de árbitro). Luego de ocupar valiosas horas de mi vida diaria (comencé el viernes en la tarde y terminé el domingo a las 15 hrs.) no cabe duda que el ejercicio tuvo de ambos conceptos. Fue un trabajo intelectual que me exigió dedicación y esfuerzo, pero con el que también me entretuve mucho. Así que, en tiempos de posturas opuestas, para qué aportar a la disyunción, digo yo. "Más mejor", sumemos y unamos con una "y". Dicho y hecho.   

    Han de saber ustedes que desde pequeña -en edad,😅- mi vocación pedagógica ya dio sus primeras luces -y con bastante intensidad, al estilo supernova-. Durante los lluviosos días de invierno, en las tierras rurales de la Provincia del Ranco -sector Puerto Nuevo- yo era parte de un trío fraterno - la del medio- que, como a todo infante, le gustaba jugar. En aquellos tiempos -primera mitad de la década del '60- las posibilidades de entretención in door no eran muchas: los disfraces, las visitas, los naipes, la escuela, las casitas; no más que eso. La tecnología era mínima (hasta avanzados nuestros estudios básicos no había luz eléctrica en casa). Teníamos nuestra respectiva muñeca cada una -yo y mi hermana-, algunos utensilios de cocina en miniatura, pero en el trío había un varón -el menor del grupo- que no contaba mucho a la hora de decidir a decir verdad, pero al que no podíamos imponerle acciones femeninas (no eran tiempos de inclusión, de igualdades "sustantivas", ni nada de eso; los sexos eran sólo dos y todos contentos y sin traumas). No estaba en nuestro adn infantil ni en la formación familiar esto de las diversidades actuales. En los juegos de visitas y casitas, nuestro hermano menor en ese tiempo era el padre, el hijo, el hermano, el marido o la visita masculina. Independiente del rol que le asignáramos siempre se comía todo lo que nuestra madre nos aportaba para el juego (pan, galletas, frutas y otros alimentos). Había  que estarlo llamando a terreno. En el tema de los disfraces, el "closet" -imaginario- de mi madre era el proveedor (¡pobres zapatos con tacos de mujer adulta usados por cabros chicos, 😁). A mí me gustaba jugar a todo, pero uno de mis roles preferidos era ser profesora. Eso de dar tareas y luego corregir con lápiz rojo me parecía un poderoso privilegio.    

    Cuando ya ese llamado vocacional se transformó en realidad, no siempre estuve muy contenta en la tarea de corrección. Especialmente cuando debía realizar los famosos "controles de lectura". No sólo había dificultades para descifrar, en muchas ocasiones, algunas letras endiabladas, sino también revisar las numerosas faltas ortográficas y entender las ideas poco claras de algunos alumnos. Me pasaba horas y horas del tiempo en casa revisando pruebas. Una de la alegrías era que podía usar el lápiz rojo a destajo, 😂. Mis tareas correctivas del trabajo de aula no duraron mucho tiempo (13 años), pues mis responsabilidades cambiaron de nivel (técnico-pedagógico primero, luego directivo). Igual seguí corrigiendo (documentos, proyectos, planes, etc.) pero la intensidad no era la misma, a pesar de que nunca dejé de atender a algún curso.  

   Desde que estoy en Rancagua, hace un poco más  de 16 años (¡uuuuhh! ¡cómo pasa el tiempo!), una o dos veces al año, he recibido la petición de revisar algún trabajo docente. El último fue a fines de este mes de junio. Me entretuve sobremanera a costa de la autoestima de mi amiga y colega, 😂-de Lanco-. Le reenvié unas páginas digitales con numerosas tachaduras, cambios de puntuación, de vocablos agregados, de sugerencias y explicaciones  al margen. Fue muy divertido,😈... Y esa fue la sensación que quise recuperar el viernes, cuando me decidí a emprender la tarea de leer y analizar comprensiva, ortográfica, gramatical y sintácticamente la Propuesta de Constitución que se plebiscitará el 4 de septiembre.     

   No pude convertir a Word el archivo descargado, así que mis observaciones fueron hechas de puño y letra, con mi "bella" letra manuscrita sobre la pantalla, de manera que en ocasiones cuesta descifrar lo escrito. Fui tachando, subrayando, resaltando, encerrando en círculos (no muy circulares) lo que me interesaba destacar, lo sorprendente, lo que definitivamente  no me gustaba, a lo que se agrega más de un error de redacción (por falta de concordancia, por ejemplo, o porque no logré entender lo que quisieron decir). Para qué hablar de las reiteraciones y redundancias, amén del uso inadecuado de sustantivos colectivos inclusivos (no aceptados oficialmente por la RAE por innecesarios y redundantes). ¡Por suerte que hubo un grupo que armonizó, jajaja! A la hora que no lo hay...estaríamos en problemas para comprender. 

   Ya terminada mi labor  -y entretención- destaco como aprendizaje que debí apoyarme en información digital extra para comprender algunos términos técnicos, judiciales especialmente, así que aumenté mi acervo cognitivo. ¡Me siento contenta y satisfecha, por la rapidez con la que terminé la tarea autoimpuesta ...y porque la terminé,🙌! No habría sido muy "digno" dejarla incompleta. Ahora, a la hora de plantear posturas, nadie podrá contraargumentarme con la típica pregunta-misil: "¿y te leíste la propuesta?". Claro que la leí, podré contestar, y también la rayé todo lo que pude y agregué comentarios con la sutil ironía que me caracteriza. Se las comparto para que se entretengan un poco. Y ahora, a cruzar los dedos y no a "chispearlos" como la Bessy Gallardo. Hasta pronto. 
   { Nota: si alguien quisiera el archivo completo que titulé "Propuesta Constitucional revisada, corregida y hecha trizas" no tiene más que pedirlo. Con gusto lo enviaré -el archivo-.😊 }



  

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