domingo, 26 de junio de 2022

Sábado negro...

    

    Cuando la alarma del celular me despertó ayer sábado, al abrir los ojos capté que ya el sol había hecho su aparición por nuestra ciudad en todo su esplendor. Pensé entonces que era un buen día para aprovechar y estirar las piernas. Así que, luego de mi desayuno y de una breve sesión de autocoaching para convencerme en la necesidad de activarme o vegetar como una seta, me preparé  para ir a hacer shopping a un par de supermercados al menos. Cabe señalar que ya no hago shopping en las tiendas; esos caprichos son parte de un pasado glorioso. Esta vez me fui hacia el oriente, hacia el sol y los barrios medios y altos. Mi destino fue el "Jumbito". Me habían llegado unas promociones a mi casilla electrónica nada de despreciables. Partí para allá con toda el entusiasmo que da la capacidad de compra, 😂. Según mi experiencia, este super es el más caro de la ciudad, aunque allí es posible encontrar productos exclusivos y el mundo pareciera estar al alcance de tus manos cuando recorres determinados pasillos. Mi idea era "arramblar" con algunas exquisiteces antes de que el mes-pensión disminuya y que mi poder adquisitivo llegué a los mínimos más mínimos. 

   Fue una decepción la visita. Es cierto que había ofertas pero casi como ésas de los cyberdays. Mucha apariencia. Había unos vinos con un considerable porcentaje de descuento pero eran los más caros en su marca, así que cero posibilidad. Yo no compro vinos caros, salvo para alguna ocasión especial y ésas, por ser especiales, escasean,😏.De todas maneras, para no volver con el carro de feria vacío, compré un rábano blanco, unas bolsas para la basura y un salame, lo único de precio decente que encontré de mi interés. Para aminorar en algo el sentimiento de frustración, pasé al regreso al "Unimarc", otro establecimiento para gente linda. Allí fue peor la cosa. ¡Nothing! En las pocas cuadras que me quedaban para llegar a casa, decidí, entonces, llegar hasta mi vivienda, aligerar un poco mi vestimenta (el sol sabatino y la caminata me habían dado calor) y volver a salir. De esta manera, satisfaría de una vez por todas mi afán consumista de ese día, que ya casi estaba famélico (mi ansia consumista). No me preocupaba volver a palacio más  tarde de lo habitual pues el almuerzo ya estaba preparado (del día anterior; generalmente cocino para dos días).   

   Caminé, entonces, en dirección al populacho, bastante nutrido para ser fin de semana. Con los rollos de papel higiénico que compré en el Líder  casi quedó  lleno mi carrito (ya podía presumir), pero igual seguí en mis trece acudiendo a otros locales. Estaba empecinada -cuándo no- en preparar algún vinagre aromático (el día anterior había visto unas recetas fantásticas) y chucrut de repollo morado con manzana.  Encontré  de todo menos repollo,😞.  Estaba cuasi-marchito, así que ya tenía motivo para ir a la feria de Avda. Grecia al día siguiente. 

   Llegué pasadas las 13 horas a palacio -¡un escándalo!-, pero a las 14 ya estaba con todo guardado y ordenado, la cama tendida y yo con los jugos gástricos a tope. Los bomberos, que desde temprano estaban en una Exposición en Plaza Los Héroes, no auguraban una tarde muy silenciosa, pero el día estaba muyyy pero muyyyy grato.   

    Antes de retomar y terminar la lectura de la novela La mujer leopardo de Alberto Moravia (un escritor italiano de entreguerras que me gusta desde hace años), decidí avanzar en la recolección de datos de algunos vecinos, necesarios para una nómina en que estoy colaborando. Con todo el ánimo tomé mi cuaderno "encuestador", un lápiz y mi mascarilla y... procedí a cerrar la puerta "con toda la fuerza de la juventud", dijeran los Convencionales, 😂.  Al mismo tiempo que voy cerrando la puerta veo venir a una vecina a la que debía consultar y casi como en cámara lenta me doy cuenta que no había tomado mis llaves 🔑🔑🔑 ¡Ohhhhh! 😫. Traté de no desesperarme y aprovechar la oportunidad de encontrarme con Catalina. Luego de pedirle la información, procedí a pensar en lo que iba a hacer. Faltaba poco para las 16 horas. El sol aún estaba alto y la vida continuaba. 

    Bajé hasta la plaza y antes de seguir de largo a unos kioscos en que venden llaves, retrocedí a conversar con unos bomberos para ver si había alguna posibilidad de ayuda. Eran de una Cía. de Doñihue. Muy amable el joven que me atendió: fue a consultar a un colega de Rancagua, me comunicó telefónicamente con la mesa central de bomberos 🚒,me facilitó su teléfono personal (el mío estaba de lo más feliz descansando al interior de palacio) y lo dejó en mi poder mientras me volvían a llamar para informar si intervendrían. Mejor hubiera llamado al Chapulín Colorado, que con su astucia algo habríamos pergeñado. Ocupé a lo menos una hora en llamadas y esperas de respuesta, hasta que dijeron que NO debido a la altura en que ubica el depto. No me quedó otra alternativa que iniciar el recorrido del Paseo Independencia buscando ayuda en aquellos kioscos que fabrican copias de llaves, pues más de alguno suele hacer servicio a domicilio. Carecía de teléfono y del número de algún cerrajero. Antes de salir había intentado pedir ayuda para aquello a una vecina pero no había nadie en su depto. Así que me puse a caminar y probar suerte. Luego de haber caminado doce cuadras, haber preguntado en cuatro lugares, haber encontrado dos locales cerrados, llegué al Rodoviario. Allí me facilitaron un número de cerrajero y me contactaron telefónicamente con él. Éste se manifestó dispuesto a concurrir pero yo debía conseguirme un celular para responder a indicaciones que me solicitaría. No iba a ir y luego no encontrar el lugar, dijo.    

   Volví a la Plaza, cruzando los dedos para no perder mucho tiempo en ingresar al condominio y luego al edificio. Tuve suerte. No debí esperar demasiado. Una vecina venezolana con la que compartí tiempo de espera ante la mampara de entrada me facilitó un cuchillo cocinero para ver si me servía. ¡Nada! La "pestaña" (como pueden comprobar no manejo la jerga del área de la construcción) de la puerta impedía su uso. Fui a la casa de otra vecina, que felizmente estaba de cuerpo presente. Me facilitó unas llaves de un depto.vecino que está sin residentes. Mi idea era pasar de un balcón a otro, pero fue imposible, no porque me diera miedo realizar tamaña proeza -e imprudencia, debo añadir-, sino porque habían, hace poco tiempo, cerrado los balcones con malla (la plaga de las palomas no tiene fin por estos lados). Devolví llaves y esta vez me resigné a contratar  al cerrajero, el que aseguró llegar en 40 minutos más, que se transformaron en 60 y con ello llegó la noche. Ya estaba casi en plan criogénico. Para no faltar a la verdad debo señalar que el hecho de permanecer a la intemperie fue por decisión personal. Tuve dos generosos ofrecimientos de café y cobijo, pero no estaba de ánimo para el intercambio social. No en esos momentos y circunstancias. Cuento corto -jajaja, 😂- a las 19 horas al fin estaba en mi hogar, a puerta cerrada por dentro. El cerrajero ya se había marchado luego de desplumarme, 😁.  Cobran un poco menos que por una visita médica domiciliaria.    

   Analizando la situación vivida desde cierta distancia temporal, debo señalar que no fue tanto una tarde perdida, como pensé al comienzo. Fui sujeto de la solidaridad de varias personas, entre las que destaco al bombero "chico bueno" de Doñihue y mi vecina Mónica tocaya, que dejó en mis manos su celular por todo el tiempo que necesité hasta que el cerrajero se fue. Por suerte que he vuelto a colaborar con la comunidad y eso no me hizo sentirme tan mal frente a la generosidad del prójimo. Junto con meditar acerca de la experiencia, ya implementé una estrategia infalible para tener una solución pronta y gratuita para la próxima vez que olvide las llaves del reino. Claro que no la develaré aquí porque es secreta,😅. Se la haré saber, eso sí, a alguna amiga "porsiaca" soy yo quien se queda encerrada alguna vez, 😪. En tanto, sigo pensando que el ser humano es uno de los pocos animales que se tropieza con la misma piedra más de una vez. Para muestra, un botón. Mientras caminaba a la feria esta mañana quise sacar una fotografía de un lugar. ¡Upps! Mi celular se había quedado en palacio, 🙆. Al parecer, ya no tengo remedio.

domingo, 19 de junio de 2022

historiaS...

   

    historiaS con "S" de plural -para estar a la moda-, con "S" mayúscula para que no pasen inadvertidas, y haciendo referencia no a la acepción de la disciplina que se encarga de reunir en textos gordos y serios lo que le ha sucedido o lo que ha hecho la Humanidad, sino a una acepción en "h" menor -como se acostumbra a categorizar en música a algunas composiciones sin grandes aspiraciones de parte de sus compositores, claro está, que no de las creaciones propiamente tales pues ellas no son pensantes menos vivientes-. Con algunas de estas historiaS he estado en contacto en estos tiempos nublados, helados, más  morosos y tristones en este rincón del mundo que es nuestro país.  

   Algunas de estas historiaS no me han convencido para nada, tanto así que las abandoné a medio empezar; otras me han llevado hasta el final del camino, sea éste apoteósico o anodino. Total, a fin de cuentas, no sólo importa el desenlace de algo o alguien, sino también la senda recorrida para llegar a ese término. historiaS son las que compartimos con unas amigas, recién  ayer no más, ya sean propias o ajenas, en su totalidad o en parte, pero entretenidas e -"o" también puede ser- interesantes, con el agregado de que sus narradoras son parte de nuestro círculo virtuoso -de ninguna manera vicioso, que yo sepa, 😉-.  

     El efecto que pueda provocar una de estas historiaS en "h" menor depende, sin duda, de nuestra propia historia, la que ha forjado un ser único e irrepetible -nosotros- con cada una de nuestras acciones y decisiones, más los efectos de las acciones y decisiones de otros. Hace un mes o poco más busqué obras de Salman Rushdie, ese escritor indio nacionalizado británico, que fue trending topic a fines de los 80, en tiempos que esta expresión aún no existía, jejeje. La razón fue su obra Los versos satánicos, de título y tema políticamente incorrectos. Recordé la obra y el "escándalo" que había provocado y me aboqué a la tarea de su lectura. Sólo llegué al 20 por ciento. La paciencia no me dio pa'más. Luego quise darle otra oportunidad con sus obras Furia  e Hijos de la medianoche,  pero ya el daño estaba hecho, 😁.  No pude avanzar. Lo mandé al basurero de libros, sorry. Los versos... es un relato tan enrevesado, con una mezcla de personajes bíblicos con características del mundo ultracapitalista, que me recordaron a unas pinturas que vi hace unos años en el Museo de Bellas Artes, en que personajes históricos aparecían "intervenidos" en su cuerpo, con elementos del consumismo o de lo celestial. Recuerdo, por ejemplo, la figura de Michael Jackson con traje negro y alas blanquísimas, un ángel en claroscuro (creaciones del fotógrafo y artista estadounidense David LaChapelle). La obra de Rushdie me resultó una majamama de este estilo, con unos personajes del mundo subartístico y farandulero transformados en ángeles caídos, víctimas de un accidente aéreo que no terminó con sus vidas. Y, luego, está la aparición de una montaña, donde vive uno de estos ángeles, una versión de Mahoma, etcetc. ¡No, mi paciencia no dio para más (con bastante esfuerzo leí "Siddartha" años ha y no soporto los textos de pseudoayuda de Coelho)! En resumen, Salman Rushdie, a pesar de tus premios y críticas positivas que pudieras tener de algunos, quedaste eliminado de mi nómina. 

    Amanecer en el desierto de Waris Dirie, una novela testimonial de una supermodelo somalí, pasable. Lo interesante de este relato es lo que informa acerca de la vida que llevan los pobres de Somalia, de la falta de agua, de la miseria, carencia de educación, vivienda y de lo más básico, normal e infaltable para los occidentales. Es impresionante enterarse de "voz" de una habitante de esos lejanos lares de la realidad subhumana que viven congéneres en otro sector del planeta, mucho menos afortunados que nosotros. 

  También incursioné en otras historias, que resultaron vulgares textos romántico-sentimentaloides que inicié y abandoné con rapidez. Mi adolescencia terminó hace un buen  rato, 😂,  así que era imposible "tragarme" esas historias: "Contra la fuerza del viento", "No pude decirte adiós", "Comiendo sonrisas a solas", "No me olvides", uff. No recomendables salvo que seas adolescente. 

   El libro de la risa y del olvido de Milan Kundera,  no resultó lo mejor de su producción para mi gusto a decir verdad. Llegué  al 67 %. El libro está compuesto de varias historias breves y como yo no soy muy amante de los relatos breves, no completé el camino. Lo siento, Milan,😒.

 A Peter Handke (escritor austríaco) no lo había leído en mi vida. Elegí un texto suyo de título sugerente: El momento de la sensación verdadera. No me gustó, lo abandoné. Intentaré más adelante con otra obra. No por nada es, seguramente, Premio Nobel.

    Leí además,  en estas semanas, Loba negra de Juan Gómez-Jurado, la segunda parte de la saga policíaca de Scott-Gutiérrez. Lo interesante y novedoso de la lectura del primer volumen disminuyó a ojos vista. Bien dicen por ahí que no siempre segundas partes son buenas. Llegué hasta el final, pero ya sin ganas de buscar el tercer volumen. Bye, bye.    

      Por último, recurrí a un amigo conocido: Paul Auster y debo decir que no me decepcionó. Logró sacarme del pozo negro de malas lecturas en que me había sumergido. ¡Bravo! Dos novelas me volvieron a la vida : El país de las últimas cosas  Un hombre en la oscuridad. No son historiaS felices; al contrario, "El país..." describe la "vida" en un lugar lo más  parecido a uno de los anillos del infierno de Dante. Es tan vívida la descripción de la experiencia sufrida por Anna Blume en la búsqueda de su hermano perdido que da escalofríos y uno-lector se alegra y se siente afortunado de vivir en este tiempo y en este lugar (no sé si seguirá siendo así 🤣). En "Un hombre..." , August Brill, condenado a una silla de ruedas luego de un accidente, escapa de su realidad vital y de la falta de sueño inventando historias en su mente y dándoles continuidad cada noche. Es un interesante juego de dimensiones de ficción y realidad que obliga a estar "despierto" al lector para no caer en la confusión y seguir los hilos que August va urdiendo para no enfrentar su propia historia familiar de abandonos y traiciones.    

    De estas historiaS ha estado repleta mi vida en estas últimas semanas, a las que agrego las pequeñas, y a veces no tan edificantes, historiaS de vecinos de la comunidad, a la que he vuelto los ojos y la voluntad para no caer en la sociopatía, 🤣. Como ven, hay que cuidarse también de las trampas que la mente pueda ponernos en el camino. No he comenzado nuevos proyectos, aunque ya hoy hice cambios en mis espacios, redistribuyendo muebles, buscando más luz en el living-comedor y más oscuridad en el dormitorio. Como pueden darse cuenta soy de gustos un tanto extremos, 😊. En mi lado artístico, se me ha pegado el síndrome de Penélope: tejo y destejo a crochet. Invento tejidos y cuando el resultado no me convence, desarmo lo creado y vuelvo a empezar. Total, quién me apura. En relación a la elaboración de sushi, el lunes comienzo (estoy como las fanáticas de las dietas permanentes, 😃). Me falta comprar un ingrediente esencial: las láminas de alga.  Veremos los resultados,  seguramente espectaculares, 🤣.  Hasta pronto. 

miércoles, 8 de junio de 2022

Maximalismos...

 

   Luego de oír por bastantes semanas hablar de "maximalismos",  he caído  en la cuenta que yo soy parte del mismo concierto. No de la nueva Constitución (¡Dios me libre y ampare!, 😂, toco madera), sino de la tendencia a caer en la sobreabundancia, creo que, en mi caso, por varias y comprensibles razones (¡soy tan comprensiva conmigo misma!). Creo que no son las mismas que en la situación central los Constituyentes (¡pero quién soy yo para asignar razones a seres desconocidos!). En lo personal, me parece que tiene que ver con un espíritu de compensación muy humano (de carencias materiales, estéticas, sentimentales y más de alguna otra que a alguien se le ocurra para no quedar corta, al menos en esto,😉). Corrijo, sólo era una razón con distintas aristas, como dicen los periodistas. 

   Cuando niños más de una vez escuchamos aquella expresión "más vale que so-sobre a que fa-falte" y con eso justificábamos comer más de la cuenta o repartirnos algo con la balanza cargada para nosotros, no vaya a ser la última o única vez que podríamos tener la "gran" oportunidad. Siempre pensando, pareciera, en un futuro poco halagüeño, producto de ser hijos de una filosofía  que se movía entre el aprovechar el día antes de que sea demasiado tarde. ¡Carpe diem! La filosofía  de lo terrenal y perecedero, de lo práctico y concreto. ¡Más vale pájaro🐦en mano que ciento volando!, se escuchaba también. Es la respuesta propia de un Juan Segura. Como pueden darse cuenta estoy acercándome a ojos vista a Sancho Panza en su habilidad para ensartar refranes en la trama de su discurso. La actitud referida es también la respuesta típica del desconfiado por naturaleza, de aquel que no quiere que le cuenten cuentos ni vivir de ilusiones.   

    Hace pocos días fui protagonista de un minuto de gloria ante un grupo de amigas. Era el momento de demostrar mis dotes de anfitriona, de cocinera y de amiga; era la primera sesión de nuestra versión de la Divina Comida. Todo, según yo, debía salir a la perfección  (¡obvio, si soy perfecta! 😂). El resultado no fue cien por ciento el esperado, aunque mis amigas, tan bondadosas, no lo dijeran; al contrario, sólo  halagos (palabras de buen crianza, dirían otros). ¿Cuál fue el problema?, se preguntarán ustedes. Uno sólo : mi maximalismo. Decenas de veces he escuchado en los certámenes de cocina que los chefs del jurado les recuerdan a los concursantes, cada cierto tiempo, que "menos es más", pero yo, habiendo oído aquello, no atendí en mi caso aquella máxima.  Según mi evaluación, el plato principal falló en la mitad -¡nada menos que el principal!, 😢 😢-. Me explico.   

   Estuve semanas, como concursante estudiosa, preparando y practicando el menú. Total, tiempo es lo que más tengo. ¡Claro que no en su totalidad, si no es para tanto tampoco, 😂! Pero sí las pastas. Porque eso era lo quería cocinar. Antes de este año nunca había preparado pastas caseras, sólo,  como la mayoría, había ejercitado la difícil tarea de abrir los paquetes de tallarines 🍜 o variantes, calentar agua, volcarlos en el agua hirviendo y agregarles salsa de tomate malloa, carozzi o la que tuviera a mano. Incluso hubo unos años en que las pastas -y el arroz- desaparecieron de nuestra dieta. Eso fue en los primeros años en Rancagua, en que con Mirella habíamos agregado algo de grasa extra a nuestras esbeltas figuras,😅. Y efectivamente dio resultado, quiero decir, eliminamos la grasa extra,😊. Debe habernos durado la abstinencia unos tres años. Posterior a ello, yo comía pastas no más de media docena de veces al año (con dos paquetes de tallarines al año estaba pagada,😂)

  Sin embargo, las situaciones vitales no dejan de ser cambiantes. Ya van más de dos años que tengo como "biblia" audiovisual personal a YouTube,😅. Y allí aparece de todo un cuanto hay y para todos los gustos. Empecé con los videos de vegetales y huertos (siembra, mantenimiento, pestes, pesticidas caseros), pasando por los de la elaboración de panes diversos, galletas y mermeladas, para recordar  saberes algo olvidados. Me introduje en el arte de la preparación de comida china, en variadas recetas con berenjenas y zucchinis, en la práctica de bombones,  postres, licores caseros hasta llegar de un ¡zuácate!, a las pastas (simples y rellenas, con y sin huevo, de colores diversos, con elementos vegetales y colorantes alimentarios) y sus aditivos. Debo, a lo menos, haber tenido unas 10 mañanas dedicadas a la entretenida labor de elaborar, estirar, mezclar, diseñar pastas, con sus respectivos tipos de rellenos, para ir probando una vez a la semana lo preparado, mientras la mayor parte iba a permanecer en estado de criogenia, a la espera del gran día. Pero -siempre hay un pero- la ambición rompió el saco. 

   Antes de revolcarme en la categoría de "vístima" -tan de moda en estos días-, hablaré de los aciertos, según mi punto de vista,😇.  El aperitivo estuvo "perfesto": crema de limoncello con anticuchitos de camarones y tostadas. ¡Todo homemade! ¡Ésa era la gracia! Entrada o primero: una rosa de pasta rellena con salsa de champiñones, lindo y rico (tal vez muy al dente para alguna comensal, 😥). Ensaladas con ornamentación especial: unas rosas de zanahoria, otras de betarragas (para lo que estuve ensayando unos cuantos días antes, lo que dejó como evidencia unas manos de un extraño color rojizo), unos "champiñones" de rabanitos, acompañados de hojas de kale, lechuga y rodajas de pepino. El postre 🍨, según yo, estuvo divino,😂: una especie de souflé de frambuesa y frutilla con leche evaporada y crema, livianito. Y de bajativo, té y ☕ ☕  con kucken de nuez (que quedó muy rico también) más galletas otoñales. ¿Dónde estuvo el problema, entonces?  

   Como ya dije al comienzo, en el plato principal. Éste estaba compuesto por rebanadas de carne de res con champiñones ahumados, acompañados de pastas, simples y rellenas, en su salsa. La carne cumplió todas las expectativas: estaba muy sabrosa. Fueron las pastas las que no dieron el ancho. Corrijo, fue mi culpa, las pastas son completamente inocentes, 😢. Fue un tema de amontonamiento en la cocción. Mezclé diferentes tipos de pastas para presentar un amplio abanico de colores, un verdadero rainbow y el resultado, para mi gusto, fue más  bien una especie de chaparrón violento. Los colores se mezclaron, algunas pastas se recocieron, otras se desarmaron y quedó un pequeño revoltijo. Y precisamente allí fue cuando recordé "menos es más". ¡Menos mal que todo estaba de muy buen sabor, aderezado con pesto de cilantro-espinaca y salsa de tomate (casera también).   

   A pesar de este impasse, el aprendizaje y la entretención obtenidos en el proceso fueron extraordinarios. El momento mismo fue muy nutritivo, tanto por la comida como por la amistad. Además, terminé más regalada que guagua recién nacida, jajaa. ¡Tan cariñosas mis amigas! Ahora, me prepararé para incursionar en otros saberes y sabores: el sushi, evitando los dañinos maximalismos. Más adelante les contaré cómo me ha ido en este nuevo proyecto. Por ahora, ya que me ha dado hambre, prepararé mi once y veré alguna película o serie. Es ya de noche y ha llegado la hora de la ficción: que otros actúen mientras yo observo y disfruto. Hasta pronto.

jueves, 2 de junio de 2022

Giros lingüísticos...

   

    Los giros lingüísticos -o "volteretas", para mayor comprensión,😅- son parte natural y consustancial al lenguaje, imagino que desde que éste existe (en lo concreto no me consta porque no cargo sobre mi humanidad individual miles de años,...¡por suerte!). El lenguaje es vivo, es un hecho y una herramienta social, cultural, política, filosófica, etc. Podemos conocer el mundo a través de él y también podemos cambiarlo; es más, podemos asimismo, crear mundos. ¡Es, sin duda, un elemento poderoso! Además, es cambiante, va evolucionando sobre la base de quienes lo usan; como los "quienes" pueden ser numerosos y distintos, sus variantes son, por lógica,  numerosas. 

   Creo que la primera vez que tuve plena conciencia de la fuerza que tenía y lo peligroso que podía ser fue durante la década del '70, cuando, según la palabra que eligieras eras encasillado en una línea ideológica, para bien o para mal. Si usabas, por ejemplo, "pronunciamiento militar" y "filas", en lugar de "golpe de estado" o "colas", estabas en el lugar soleado de la vereda en vez del "lado oscuro de la fuerza". Los simpatizantes "oscuros" se vieron en la necesidad de aprender a programarse y evitar a toda costa traicionarse por la fuerza de la costumbre y de las creencias para evitar males mayores. En la actualidad, este mismo "juego" lingüístico lo usa Putin en la invasión  y guerra contra Ucrania, que para él y su camarilla no es más que una "operación militar especial" y es así como debe llamarse y entenderse en toda la nación. La situación de los invadidos y atacados es terrible, pero el eufemismo suaviza las cosas y le resta algo de la connotación  negativa (tranquiliza conciencias).

   Cuando llegué a Rancagua y comencé  a vivir en esta sección de la sociedad chilena menos provinciana y más cosmopolita -comparada con el ritmo de vida y del lenguaje en la ciudad o pueblo de Lanco desde el que llegaba- no me costó ponerme al día en los usos lingüísticos. Como la mayoría de los docentes, yo me había pasado más de los años en distintos cursos de perfeccionamiento, amén de dos postgrados a esa fecha, por lo que no tuve problemas para comunicarme en lo pedagógico ni en lo laboral. Tal vez algunos giros coloquiales propios de la región me llamaron la atención, pero no más que eso ( 🎶 Tu cariño "me le va"..., 😁). No obstante, en una ocasión captó mi atención algo que le escuché a un colega de Lenguaje. Dijo, frente a una situación pedagógica, con el típico tonillo soberbio que utilizan los profesores que creen saberlo todo porque hace poco han salido de la universidad, aquello de que no sólo había que estar "preocupados", sino también "ocupados". Su semblante serio y su entonación doctoral nos llamaba a terreno a todos los oyentes, que no entendíamos ni actuábamos como debíamos. No obstante, esa "claridad didáctica" y "empatía" con los alumnos (él sí los entendía) de la que solía hacer gala en reuniones, no le impidió caer en el repetido error de principiante de tratar de hacerse "amigo" de los alumnos, salir a fiestas con ellos y luego regalarles notas; sin duda estuvo muy "ocupado". Aquello fue por el año 2006 ó 2007.

    Han pasado años y la misma expresión sigue siendo usada. Quien la enarbola quiere hacernos saber que él o ella sí tiene clara su función y acción, que está "haciendo la pega", buscando soluciones. Sin embargo, no hay que olvidar que el verbo 'preocuparse', además de significar 'inquietarse' también implica 'ocuparse con antelación'  -"pre-ocuparse"-, de modo que no debe usarse cada vez que se le quiera hacer saber, con velada o abierta prepotencia al otro, que realice acciones concretas -que se ocupe- y no sólo muestre interés o inquietud -se preocupe sin hacer nada concreto-. No siempre se está usando correctamente. Todo depende del contexto. Sin embargo, como "suena" bonito, se sigue repitiendo en cada ocasión para marcar diferencia con otras personas, sobre todo en el ámbito administrativo o político. No hace mucho se lo escuché a la Ministra del Interior para referirse a lo que estaban "acordando" con respecto a lo que sucede en la Macrozona Sur. Así como están las cosas, la verdad es que no se puede decir que estén muy "ocupados".

   A nivel global, desde hace unos años, se ha levantado una ola, que ya tiene el carácter de tsunami. Los activistas de todo tipo se han transformado en los poseedores de la verdad y cual heraldos reales -de la realeza-, la pregonan a los cuatro vientos. Como los tiempos son distintos y la humanidad ha "evolucionado", las palabras gritadas, cantadas, dichas en consignas o estampadas en pancartas, son acompañadas de símbolos, de acciones llamativas y de gestos grandilocuentes. Dueños de la verdad, marcan el camino a seguir a sus súbditos. En el campo del género y del sexo es donde han tenido más éxito, pues han logrado transformar al lenguaje en una herramienta moldeable para sus fines. Ellos, no los académicos, son ahora quienes determinan el lenguaje correcto, lo que se debe y se puede decir, para no ofender, "agredir" o "discriminar" al prójimo o prójima.   

Hasta yo caí en aquello al comienzo, cuando en educación se comenzó a hablar de "niños, niñas y adolescentes" en lugar de sólo 'niños', término que engloba y comprende a los demás desde siempre (las y les, me corregiría un activista... ¿o activisto?, 😂). En esos días, había que decir "todos y todas", "alumnos y alumnas", "profesores y profesoras", "apoderados y apoderadas", etc., no vaya a ser cosa que alguien se sintiera excluido y se ofendiera. ¡Culpable fui, no lo niego! Me di cuenta de la estupidez en que había caído cuando empezaron con esto de "les, todes, niñes", etc. ¡Qué terrible grado de necedad al que se ha llegado! Y se repite cual oración o mantra, tanto así que autoridades han cometido el error (tal vez por la fuerza de la costumbre y por la repetición mecánica de lineamientos ideológicos) de asignar género gramatical a sustantivos inanimados (entiéndase 'cosas'): "los y las establecimientos" dijo uno, "los y las medicamentos" dijo otro. Espero que sea un error y no que crean genuinamente que los "establecimientos" y los "medicamentos" hayan adquirido vida y sexualidad.¡😠! 

   En este último tiempo, en el lenguaje político criollo se ha popularizado la moda lingüística de la pluralización, como parte del lenguaje inclusivo. Ahora ya no puedes hablar de "pueblo", "territorio", "nación", "patrimonio" sin mostrar la hilacha (la hilacha de conservador y enemigo del pueblo). ¡No! Ahora hay que hablar de "los pueblos", "los territorios", "las naciones" y "los patrimonios". Para muestra un botón: hasta el año pasado, el último fin de semana del mes de Mayo se celebraba el Día del Patrimonio Nacional; en cambio, este año, en medio de un gobierno de transformaciones profundas, se le llamó  el Día  de los Patrimonios. Claro, 1) no podía  ser igual al año pasado; 2) la forma adquiere más relevancia que el fondo; 3) los símbolos son importantes; 4) hay que mantener la línea anterior (o la rima, dicho de otro modo)

   La Palabra ha adquirido carta de ciudadanía en nuestro Chile. No importa que no se haga nada después, lo importante es que se diga, se anuncie y se prometa. Con eso ya tenemos ganada la voluntad de mucha gente, pensarán algunos -o muchos-. Lo dicho o escrito, cada vez más, parece adquirir categoría de realidad. Lástima que se olvida que se puede mentir por vía oral o escrita. No en vano, cabe recordar, que una de las grandes habilidades y capacidades del ser humano es la creación de bellas y artísticas 'mentiras' o ficciones: la Literatura.   


miércoles, 1 de junio de 2022

Inexorabilidad...

   

    A pocas horas de cumplir un año más  -¡Dios, cómo pesan los años!, me digo y eso que no soy creyente, 😅 -me detengo por unos momentos. No es que sea una fanática del activismo por sí mismo y me dé  pocas oportunidades para analizar y evaluar mi vida, catastro de haberes y deberes incluidos. No se trata de eso. Lo que sucede es que el agua en la clepsidra ya debe estarse agotando y hay tanto por hacer y aprender; por leer y ver; por caminar y viajar; por reír y compartir que a ratos desespera la posibilidad de no alcanzar a disfrutar todo lo que quisiera con mis facultades intactas, claro está. Bueno, tan intactas, no sé bien, pero al menos, aunque estén disminuidas, lo relevante es que no sea en exceso.  

    Anoche terminé de leer una novela fantástica, de un autor que ya conocía desde hace un tiempo. El relato titulado Berta Isla  (550 págs., publicado en 2017) es del español Javier Marías, obra que acumula opiniones y comentarios elogiosos y algunos premios. Si pudiera, yo también lo nominaría para alguno. Siempre me sorprenden positivamente los escritores que logran adentrarse tan magistralmente en la psiquis femenina. Ya madura, Berta analiza, rememora, evalúa su vida al lado de su marido, Tomás Nevinson, un hombre al que conoció cuando adolescentes y con el que decidió pasar el resto de su vida. Ambos, jóvenes, bellos, felices, inteligentes, de familias acomodadas, se casan pasada la veintena. Se establecen en Madrid aunque el trabajo de Tom lo lleva por largas temporadas a Inglaterra. Trabaja para la embajada de ese país, que también es el suyo, pues aunque nació español, su padre es inglés. Su futuro es promisorio. Posee una extraordinaria capacidad para los idiomas y es precisamente esta habilidad la que lo hace tan valioso para sus superiores. Berta, no menos preparada (profesora de literatura y egresada de la Universidad Complutense), se adapta a una vida que no esperaba. Cual Penélope en Madrid vive su día a día en una espera constante, cuando no del regreso de Tomás, de su próxima partida, lo que asume con el agregado de la escasísima información que recibe de parte de su esposo de aquella otra vida paralela y desconocida que lleva lejos de ella y de su pequeño hijo. Cuando una pareja de "amigos" con su actuar peligroso la pone en alerta y le habla de las sospechosas actividades de su esposo, ella se cuestiona y alarma, dejando su actitud de aceptación de los ya misteriosos y extensos viajes de Tomás. Éste, una vez de regreso, se ve obligado a informarle de lo poco que le han autorizado, pues en realidad trabaja para el Servicio Secreto de la Corona de Inglaterra, lo que lo fuerza a numerosos viajes y peligrosas actividades. De los lugares y del tipo de misiones en que participa nada sabe ni debe saber Berta, situación que la lleva a enfrentarse a la disyuntiva de aceptar seguir viviendo en el misterio y desconocimiento o simplemente emprender un camino distinto. Sin embargo, ama a su marido y él  también parece amarla (a los ojos de ella). Pasan los años, nace esta vez una hija ... y la vida sigue su curso, entre esperas y encuentros permanentes. Nada cambia, sólo que ahora tiene antecedentes certeros para alimentar su imaginación y desesperarse en la eterna espera. No teje y desteje la labor como su lejana antecesora, cría sola a sus hijos, trabaja dictando clases, visita a su familia y a sus suegros, manteniendo la fachada de su esposo. Todo igual hasta que la espera se transforma en meses y años. "Ulises" es dado por muerto, aunque no hay cuerpo ni entierro.

   La última parte la dejaré en suspenso. Sólo planteo algunas interrogantes. ¿Cómo asume Berta su viudez? ¿Sigue esperando, rehace su vida, qué pasa con sus hijos, qué tierra o agua cobijará la humanidad corporal de Tomás? El desenlace es... tremendo. A los hechos narrados se suman los pensamientos, sentimientos, rabias, pesadillas, lágrimas, esperanzas y desesperanzas de Berta, que siente que los años han pasado y ella no ha hecho más que esperar a un hombre que no la valoró lo suficiente como persona, que a la hora de elegir no la consideró en primer término,  que ha sido una cuasi-viuda toda su existencia de joven y adulta y que poco de lo que ha realizado ha tenido un verdadero sentido. 

    Era imposible no involucrarme con la historia. Era inevitable no encontrar algunos puntos en común. Era indudable una incursión  personal en mi propia vida y en mi presente, en lo que quise ser, en lo que fui y en lo que soy. En lo que gané, en lo que perdí; en lo que acerté y en lo que erré. No puedo decir aún- no sé si lo diré alguna vez- como Amado Nervo, "¡Vida, nada me debes! ¡Vida, estamos en paz!".  

     Ya es miércoles. Pasaron las horas. Son inapelables, aunque en circunstancias luctuosas resultan interminables. Estoy -de nuevo- completando un ciclo. Me siento bien, me siento joven y animosa a pesar de la suma. No obstante,  no dejo de sentirme extrañamente inquieta cuando miro al espejo y no veo el reflejo que espero. Parece que cada vez más mi cuerpo va separándose de mi espíritu, no se ajusta a lo que siento y pienso. Poderosa es la voluntad y vitalidad de la mente, que camina a distinto ritmo de  la piel, la carne y los huesos. Seguramente hoy recibiré el saludo de mis hermanos, cuñadas y algunos de los sobrinos -los más  cercanos-. También  mis amigas se acordarán,  aunque es posible que alguna lo olvide, Facebook no se lo recuerde o, por último, ya no sienta el deseo de saludarme. Perdonable es en todo caso. Los años pasan y no todos los afectos resisten su andadura. Será un día tranquilo, con tareas ya pensadas y autoimpuestas. Es probable  también,  que a pesar de los años transcurridos, Fb me haga llegar un recuerdo querido, de aquel tiempo en que mi vida era algo más que vivir el día a día, cuando el tiempo, el espacio y el grato silencio eran compartidos. Un año más es hoy hasta que las horas se diluyan en la nada, ojalá lo más distante posible.