viernes, 16 de noviembre de 2018

Los entresijos del Poder...

    Últimamente me estoy convirtiendo en una fanática aficionada de la observación y degustación del funcionamiento de la mente humana, especialmente en lo relacionado con el anhelo -o no- de PODER -con mayúsculas-, no porque sea más relevante  la cantidad de los sujetos afectados por él, sino por el ansia y casi desesperación -disimulada o no- con que se persigue. 

   La literatura, la televisión y la vida diaria, en estos días, me han dado mucho material para mi estudio y análisis, que no deja de ser, a pesar de ello,  sólo una aproximación amateur.      

Todo ha calzado "misteriosamente". Mientras he estado, ya hace tres meses y algo más, leyendo con calma, entre otras muchas tareas, una saga histórica  llamada "Roma", en sus seis volúmenes, ambientada en tiempos de la República, comenzando por el año 110 A.C. y terminando en tiempos de Marco Antonio y Cleopatra, (este último volumen está en espera), al mismo tiempo, "casualmente" también he estado disfrutando de unas  series en Netflix, casi paralelas. 
  La penúltima serie vista, en sus cuatro temporadas, fue Vikingos (seguida por "El último reino") que, además de los antecedentes históricos, presenta un desarrollo extraordinario de sus personajes principales, tan complejos y atormentados por el poder, ya sea en su deseo de alcanzarlo como de tener que sobrellevarlo a pesar de no haberlo querido. Y como las "casualidades" se suman misteriosamente, ya sea por obra de Dios, los dioses, el destino o el caos, en la vida cotidiana de mi palacio también surgió una lucha de poder impresionante, del que me alejé olímpicamente, cual Ragnar Lodbrok...
   Todo ello me ha llevado a pensar en los porqué de la ansiedad de su búsqueda y en los efectos de su logro. Partiendo de lo básico, cabe puntualizar que la palabra "poder" tiene una doble función lingüística y, por lo tanto, un doble significado, como mínimo. Una cosa es el "poder" como verbo, la palabra que nomina a la capacidad de realizar algo, ya sea por voluntad y acción propia o instigada por una voluntad o acción ajena (yo puedo, tú puedes, él puede...).  Este "poder" no es el perseguido por muchos ; es el otro, el "Poder" sustantivo, ese vocablo abstracto es el que,  tal vez por más inasible, se transforma en aspiración máxima en la vida de gran parte de la Humanidad. 
    La primera, según registros escritos (considerando sólo la categoría de los  humanos, porque para qué  voy a traer a colación al ángel Malo),  fue Eva, quien se comió la manzana desafiando el "poder divino",  ya sea que ella quiso llevar la contra a Dios y/o a Adán (símbolos de lo  masculino) o ya sea   debido a la atracción de lo prohibido (exacerbado por el aburrimiento de lo cotidiano). Actuó porque "podía" hacerlo, porque quiso y por el placer de darle un mordisco a la sabrosa fruta antes que nadie y por sobre los demás, entre otros,  Adán. Ella, ya con el germen del feminismo en sí, dio el primer paso, pero... debieron pasar milenios y más, antes de tener seguidoras, y si las hubo antes, fueron acalladas por el "poder" masculino, más visible, notorio y acompañado de la fuerza física.  
 Después de ese primer conato de poderío, son miles los ejemplos de la búsqueda del Poder, conocidos y desconocidos, en miles de lugares, en todas las eras y civilizaciones. En los inicios  fue a través de la fuerza física y la violencia; más adelante, mediante los ancestros, la inteligencia, "el verbo", el dinero, el conocimiento, la tecnología...
   En el pasado arcaico, las formas de ejercer el poder eran claras y evidentes; los medios utilizados, rudimentarios y tangibles. En la actualidad, los mecanismos son más sofisticados, aunque no menos crueles.  Es así como somos miles sobre los cuales los poderosos ejercen su dominio sin que estemos totalmente conscientes hasta qué punto se nos manipula. Los teórico-conspirativos ven, prácticamente en cada mirada y en cada paso, una muestra de la dominación del hombre por el hombre. Yo prefiero los términos medios, lo que no aminora los efectos. Es un hecho que, en la actualidad,  una inmensa mayoría quiere prevalecer sobre sus congéneres, pero, como es una aspiración eminentemente individualista, la actuación bajo una misma idea y mente aún no es posible. ¡Por suerte!  Con ello, quiero decir que no descarto que aquello sí se pueda lograr en el futuro, lo que parece ser uno de los grandes temores subyacentes. Las numerosas distopías, cual verdaderas profecías, así lo vaticinan. 
  Por el momento, hay que sobrevivir, de la mejor  manera, entre los míseros autócratas de la vida cotidiana.
   En cada espacio vital encontramos estos entes,  por lo que hay que saber reconocerlos y actuar en consecuencia para no verse succionados por su fuerza centrífuga o centrípeta. Porque así es la situación: o estás con ellos, cual polilla alrededor de la ampolleta, ...o contra ellos.
   Pero,... ¿les cuento un secreto? He encontrado la fórmula mágica para escapar de estas fuerzas "g"...creo... Aún no he logrado identificar todos los ingredientes pero he conseguido un resultado que me permite vivir en un mundo que, independiente de la cercanía o  lejanía de los más o menos pequeños círculos de poder,  se rige por mis propias reglas y, al mismo tiempo, no sojuzga a nadie. Es  una verdadera maravilla, un oasis, una isla Robinson Crusoe en plena capital. Y lo mejor de todo, con comunicación permanente, si quiero, con los mundos circundantes. 
  En esta etapa de mi vida, el único "poder" que me interesa es el que me otorga el verbo, fundamento del otro, pero distinto si puedo mantenerlos separados. Yo puedo leer, puedo  escribir, puedo escuchar música, puedo entregar mi  amistad, puedo ser feliz... Sin duda, ¡¡soy muy poderosa!

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario