martes, 19 de abril de 2022
Matando ruiseñores...
sábado, 16 de abril de 2022
Puros y virtuosos...
En verdad, la ironía es sutilísima. Pasados sólo unos meses (se ha llegado a nivoso -fines de diciembre-), su amada Élodie instruye y despide de la misma forma que hacía con Gamelin a su nuevo enamorado al salir de sus aposentos.
sábado, 9 de abril de 2022
Creyentes...
La situación actual en ese sector del planeta también ha influido en mi interés, que se cruza con el evento bélico de la Guerra Civil Española, otro tema al que soy proclive. Leyendo la biografía de Trotski me encontré que es originariamente ucraniano (de ascendencia judía). Además de haber nacido en la zona rural de Jerson, estudió en Odesa y en Nicoláiev. Con 18 años, ya todo un agitador político, se acercó a Moscú y dio inicio a su periplo por más de una cárcel, siendo enviado a Siberia en dos ocasiones, logrando escapar en ambas, etc., etc.
La novela en cuestión tiene por título El hombre que amaba a los perros, del autor cubano Leonardo Padura (absolutamente desconocido para mí). Es una historia de 570 páginas, de una narración apasionante, cuyos acontecimientos se desarrollan principalmente en tres escenarios: Cuba, Rusia y España, lo que no quita que también aparezcan otros lugares en que los personajes se desplazan como Estambul, Oslo, París, Nueva York y México. Da comienzo con la historia de Iván, año 2004, quien luego de asistir a la inhumación de su mujer, hace un análisis de su triste vida, de la esperanza en una revolución maravillosa que nunca se hizo realidad, de un mundo maravilloso prometido que lo llevó dando tumbos entre la pobreza extrema y la inopia y que hundió sus sueños de escritor en el olvido frente a la infructuosa tarea de llegar al final del día, por años de años. Ya solo, recuerda a un misterioso hombre que conoció hace 28 años, en sus paseos por la playa, que se hacía acompañar de dos galgos rusos. Este hombre, Jaime López, le compartió la terrible historia de un amigo, antes de desaparecer de su vida y de esta dimensión. Esta historia es la del asesinato de Trotski.
El relato resulta estremecedor, no sólo por el magnicidio y todos sus entresijos y preparación de años, sino también por el desencanto y vacuidad existencial de los personajes Iván y Ramón Mercader. El primero, participante entusiasta de la histórica zafra azucarera de 1970 en Cuba (terminada en fracaso), con una prometedora carrera de escritor, para finalizar sobreviviendo apenas en una vivienda sostenida con puntales y comiendo lo que a veces le aportaban los vecinos y amigos. El segundo, fervoroso combatiente y defensor de la República Española en las trincheras, con una durísima preparación de años para cumplir con el acto que le llevaría a ocupar un puesto de honor en la historia del proletariado del mundo al eliminar al máximo enemigo de la revolución, para continuar con veinte años de cárcel y, finalmente, viviendo sus últimos días en el único lugar del mundo que acepta su presencia, Cuba, con un cáncer provocado por la contaminación de un "regalo" recibido de parte de sus "jefes".
Ellos, y también Trotski, fueron creyentes acérrimos de que se abrirían "las grandes alamedas por donde" pasaría "el hombre libre para construir una sociedad mejor", pero nada resultó así. Los sueños, las esperanzas, las ilusiones, el esfuerzo y la credulidad de millones fueron traicionados por el 'factor humano' de todos los tiempos: la ambición de poder. Y al final de sus vidas, terminaron sintiéndose una parte prescindible de la maquinaria revolucionaria, tanto así que tanto en Iván y en más de un lector, surge la compasión por las vidas de esos seres -León y Ramón- que estuvieron muy lejos de ser inocentes. "¡Qué cosas, no!", diría el Quico (del Chavo del ocho). ¡Interesante relato!